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miércoles, 6 de mayo de 2015

Ana María Intili: “Soy una obstinada total”

La poesía y la microficción son los dos géneros en que deja volar su imaginación y expresa sus sentimientos. Así lo ha hecho desde niña aunque para servir más de cerca al prójimo, escogió como primera carrera la Medicina. Años más tarde, estudió para psicoterapeuta, dejando para el final su vocación primigenia: la Literatura, a la que hoy le dedica gran parte de su tiempo. Este es en síntesis el resumen de la vida profesional de la escritora Ana María Intili, una mujer que dejó su país por amor y aprendió compartir sus afectos entre dos tierras.
 Entregaste tu vida a la medicina del cuerpo y de la mente, y  por qué no, también a la del alma,  ¿cómo descubres tu vocación por la escritura? ¿Cuándo te decides a entregarle parte de tu tiempo la literatura?
Desde pequeña. Era natural revisar los periódicos. Me gustaba la tira de dibujos animados, detenerme en las fotografías. Descubrir gestos, la posición de las manos, bigotes (mi papá los llevaba). El lenguaje gráfico, visual, especialmente. Aprendí a leer y escribir antes de los cuatro años. Soy tercera de tres hermanos. Ellos iban a la escuela, y yo quedaba en casa. Cuando regresaban era para mí una alegría muy grande. Era inevitable una tarde  sin compartirla con ellos en la mesa donde hacían sus tareas. Me daban, como suele suceder, hojas de papel y lápices de colores. A los quince años debí elegir mi carrera entre Medicina Humana y Literatura. Fue una decisión muy difícil. Decidí por la primera pero siempre tuve un libro de poemas en mi mesa de noche, en mi escritorio. Es decir desde muy temprano me inicié casi jugando. Escribía pequeños poemas, pensamientos pero no para ser publicados. Desde 1999 tomé mayor interés y comenzaron mis publicaciones, en Antologías primero. Luego estudié literatura mi tercera carrera si tomamos como eje el tiempo.
Se inició en la escritura casi jugando
¿Qué lugar ocupa en tu vida literaria el recordado poeta Pedro Rivarola? ¿Qué consejos te dio para que vieras claro tu futuro dentro del mundo de la creación?
Pedro Rivarola fue un gran amigo literario, una persona excepcional. Conformó el “Trío de la Décima” en Lima, Perú. Incondicional con los niños, un verdadero juglar del pueblo. Fue junto al periodista sanmarquino Willy Pinto Gamboa, quien más alentó mi iniciación “oficial” en la literatura. Ambos murieron por diferencia de pocos años súbitamente: Pedro en su casa, Willy frente a su escritorio en el diario “El Peruano”, donde era un destacado y muy querido periodista; entonces Director de Redacción. Siempre los recuerdo y les dedico mi trabajo. En mi proceso escritural recupero la presencia literaria de Alfredo Ocampo Zamorano, poeta y docente colombiano. También incluir el nombre de tres mujeres fundamentales en mi vida escritural: Giovanna Miñardi, Luisa Valenzuela y Ana María Shua.
Empezaste tu andadura de la mano de la poesía, ¿es un género bondadoso para quien quiere dar sus primeros pasos en la literatura? ¿Todo fluyó de inmediato en tu creatividad?
Es algo muy difícil de responder y muy personal. Daré mi versión. Considero que no es un género bondadoso, flexible o que se adapte. Por el contrario, junto a la Microficción, son dos géneros más exigentes dentro de lo demandante que es la tarea escritural. Por la brevedad cada palabra cuenta o descuenta, en un equilibrio siempre inestable. Cada palabra tiene  un significado sustancial dentro de la imagen, idea, propuesta que se expresa. No hay posibilidad de explayarse o aclarar. La síntesis es lo que vale como regla principal, junto a otras, para lograr el resultado óptimo, final. Los textos resultantes son o debieran ser pequeñas “esculturas”, obras de arte que pueden ser vistas desde diferentes ángulos, perspectivas, maneras de ver de sentir o de pensar. Tantas como cada lector que asume la tarea. Diría, sin temor a exagerar, que cada poema es único para el que lo lee y cada lector debe encontrarse en él o descubrir algo que le resignifique. De otro modo no hay lector para ese texto. Ahora tenemos mucho que leer y resulta inevitable separar. José Watanabe, un recordado poeta peruano, decía que habría escrito mucho más, si acaso no hubiera corregido tanto. Es una idea que comparto ampliamente.
Los primeros éxitos en tu carrera literaria no se hicieron esperar. Recibiste reconocimientos tanto como poeta como narradora, y no solo en Perú sino en Argentina, Chile, Colombia, México, ¿luchaste por ganarte un espacio desde el comienzo o fue algo que se fue dando espontáneamente?
Sí, pero diría que el que lucha no es uno, si no del texto por sí mismo es el que se abre paso. Sin embargo no considero haber alcanzado metas. Creo sí estar en un camino escritural que disfruto y comparto. Me estimulan los lectores que me envían notas por diferentes medios, muchos de ellos jóvenes. O mis profesores cuando estudié Literatura primero como alumna libre en la Universidad Nacional de San Marcos y luego cuando cursé Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana. Reservo los nombres, pero guardo con enorme cariño el recuerdo de un profesor, luego de egresar del Programa, y en una actividad ajena donde descubre que soy Médica, manifestarme que no había advertido que yo venía de otra disciplina. Eso refuerza y le da sentido a la tarea. Debo confesar que escribiría siempre, con o sin reconocimiento. Le llamo “vicio sagrado”. Es una actividad finalmente grata, placentera,  irrenunciable.
Siempre le provocó una intensa curiosidad aprender 
¿A qué aspecto de tu carácter o personalidad le agradeces hoy para estar tan activa y ser exitosa en la carrera que has emprendido?
A mi constancia con rasgos de terquedad permanente. Obstinada total. Trato siempre de colocar mi objetivo en una montaña, la más alta y escarpada. Lo más difícil posible. Eso saca de mí lo  oculto y tal vez lo valioso. Imagino que puedo tropezar o caer y me la creo. Hay mucha constancia. Cuando era escolar nadie revisaba las notas, solo era necesario aprobar. Esa tolerancia que podría haber hecho de mí un haragana, surtió el efecto inverso. Estudiaba para saber, me provocaba intensa curiosidad aprender y consultaba primero los libros que disponía en casa. Luego, cuando logré independencia, iba a las bibliotecas. El libro era mi objeto preferido, no un jeans nuevo, zapatos o cualquier otro objeto, natural en la edad juvenil. Tendría trece años, cuando iba a leer me fijaba en el número de páginas y era de mi interés calcular el tiempo en que lo terminaría. Era muy lúdico. Si el interés que despertaba era mayor hacía fichas de resumen de la historias,  personajes, en fin. Guardé con celo mucho tiempo. Cuando migré a Perú, tuve que dejar muchas de mis cosas personales.
Muchos de tus poemas han sido traducidos al italiano. ¿Te gusta escucharlos en ese idioma? ¿Te has atrevido a leerlos en voz alta?
También al rumano y al portugués. Es una sonoridad otra que atrae. Me permite imaginar mundos diferentes, o qué efecto puede causar para aquélla persona de otra manera no accedería a él. Sin embargo guardo experiencias vividas muy hermosas. Por ejemplo en Roma, cuando presenté mi libro en “StudioSotterraneo” había gran cantidad de personas, muchos de ellos jóvenes o recién egresados de carreras de arte o afines. Acordamos se me tradujera mis palabras de Introducción, pero una vez llegada la lectura de poemas, no. Como conozco un poco el idioma solo hice una pequeña entonación y lo admirable fue el resultado. Muchos y muchas se emocionaron, algunos hasta las lágrimas. Cuando conversamos luego veía en ellos el interés, hubo una buena venta de libros. Algunos llevaban dos del mismo.  Decían que uno era para ellos, pero el otro para la persona que sí conocía el idioma de origen. Comprendí de manera vivencial, casi con la piel erizada por la emoción intensa, de cómo podemos escuchar música en diferentes lenguas de los cuales no sabemos nada, como el árabe por ejemplo y disfrutarlo enormemente.

Una de sus exitosas obras
Otro de tus logros es que desde el 2006 tus poemas pertenecen al Programa de Estudios de Literatura de Mujeres de Lectura Obligatoria en la Universidad de Guadalajara (México). Sin duda, todo un honor, ¿cómo lo asumes?
Con sencillez y gratitud. Olga Martha Peña Doria, docente e investigadora encargada de la Cátedra los incluyó. Encontró mi e-mail y me escribió una carta muy sensible donde me comentaba el por qué los había incluido. También que al finalizar el curso los alumnos le preguntaron dónde podrían adquirir el libro y respondió algo así “Ni modo, al menos que viajen a Perú, de allí lo traje”. Me escribió también para confesarme que había prestado el libro para fotocopia. Me pareció su gesto muy lúdico. Acá en Perú, es frecuente usar fotocopias de libros que los profesores traen de otros países. Es algo muy delicado, pero de otro modo no se accede a la obra y vivir esa realidad que nos permite ampliar fronteras.
En poesía no sé por qué siempre nos remitimos a los ya destacados y reconocidos, por ejemplo, en Latinoamérica, ¿no hay otras generaciones o sangre nueva que puedan tomar la posta a Martí, Neruda, Vallejo, Rubén Darío, entre otros?  Y, ¿qué pasa con las poetas? ¿Cuándo veremos otras  Gabriela Mistral, Blanca Varela, Gioconda Belli o Alfonsina Storni?
Es una excelente pregunta que requiere de algunas reflexiones. No solo en poesía, en otros géneros y disciplinas sucede lo mismo.  Más aún dentro de un mismo país los escritores del interior, de provincias o departamento (cada país tiene su nombre) ocurre lo propio. Es impresionante cómo escriben, en un contenido diferente, por supuesto, pero igualmente valioso. Muchos de ellos quedan en el olvido. A veces su misma obra los rescata. Daré tres ejemplos Carlos Oquendo de Amat, Gamaliel Churata y más recientemente Magda Portal (motivo de mi tesis en la Maestría). Especialmente de escritoras mujeres. Lo evidencié cuando fui invitada a Colombia al evento “Poesía de la Mujer. XXX Encuentro de Poetas Colombianas Museo Rayo, Roldanillo, Julio 14 al 20 de julio. 2014”, liderado por Águeda Pizarro desde su inicio, junto a otra enorme poeta colombiana Guiomar Cuesta Escobar. Advirtieron que las poetas mujeres no eran consideradas en las Antologías, solo en un número muy pequeño. Decidieron entonces, hace treinta años, hacer un evento solo para mujeres. Por supuesto que la asistencia es mixta y la experiencia despierta mucho interés. Pero solo participan mujeres. Acuden de todas la Universidades, Centros de Estudios, escolares, en sus lenguas originarias. Es emocionante escucharlas, son catedráticas, profesoras, talleristas como Marga López Diaz. La gama de asistentes es muy amplia como el de las emociones. Todas las edades, “Todas las sangres” se encuentran año a año. Comienza siempre el 16 de julio y finaliza el 20 de julio, Día Nacional de la Independencia. Esta vez inició el 14 de julio porqué era un aniversario especial. Para ellas la convocatoria está dada, no es necesario recordar la fecha. Escuché a poetas increíbles.
Disfruta mucho de su intensa actividad literaria 
Has nacido en Argentina, pero llevas residiendo toda una vida en tierra Inca, ¿qué significó para ti representar a la poeta peruana en el marco de la Feria del Libro de Bogotá 2014, donde el país invitado fue justamente el Perú?
Creo que los migrantes llevamos “el corazón partío”, nunca mejor puesto este apelativo tomado de una canción popular. Es una emoción extraña y me tocó vivirlo en Argentina mismo y últimamente en  Chile, si me permite la digresión, Jornada Trinacional de Microficción Borrando Fronteras Ergo Sun 2014”/ Argentina-Chile-Perú. Es inevitable que en algún momento alguien se acerque para preguntarte algo así, en especial los jóvenes cuando lo descubren en tus libros en la hoja de vida. Resulta inevitable también que en tus lecturas o intervenciones lo menciones. Aquí, en América, hay una gran hermandad entre los países, unido a que en la gran mayoría se habla el mismo idioma y compartimos decires, costumbres, o nombres como Córdoba, Trujillo, Miraflores por ejemplo, que son comunes. Eso atenúa un poco, por supuesto, pero uno suele recordar de igual modo anécdotas y vivencias de uno u otro país.  No se puede elegir entre el amor y gratitud del país de origen, del amor y gratitud del país que nos alberga, al que nos adaptamos y nos entregó también su nacionalidad. Canto con igual respeto ambos himnos nacionales. En ambos tengo amigos y colegas entrañables. En resumen significó el orgullo, con mi parte peruana, de representar un país tan vasto en culturas, lenguas, procedencias de razas, el de “Todas la sangres” del recordado escritor y antropólogo peruano que fue José María Arguedas.
Hoy por hoy estás abocada en escribir microficción y has publicado dos libros al respecto, El hombre roto y Pesadilla de amor, ¿qué te atrae de este género y a qué atribuyes el éxito que has obtenido con tus obras entre los más jóvenes?
El desafío, me atrae el desafío permanente y la disputa, una especie de pelea muy particular que se establece con el lenguaje. Es una lucha permanente, lúdica, pero muy respetuosa también. A cada palabra se le debe extraer, por decirlo así, sus múltiples acepciones que en lengua castellana es muy rica y variada. Hay que contar una historia y todo cuenta. Desde el título, que es muy importante, fundamental, porque la historia ya comenzó. Hay ejemplos en los que se hace especialmente notoria. Daré uno con una microficción que me pertenece, Pesadilla de amor: “Despertó alucinado”. Si se usara el texto “Despertó alucinado” podría ser el inicio de un cuento o una novela, pero en sí no se entiende significado alguno ligado a una historia. Es así que unido al título, toma sentido.
En plena actividad de promoción y difusión de su obra 
Tengo entendido que en julio próximo, en el marco de la Feria del Libro de Lima, estarás presentando tu micronovela El amor encendió la pradera, a la que le dedicaste mucho tiempo y todo tu cariño, ¿me puedes adelantar algo de su contenido?
Sí, en él Caperucita Roja se transforma y deja de ser la niña inocente que le agrada desafiar al lobo y finalmente termina devorada por él para finalmente ser salvada por el leñador. Es una propuesta diferente. Una vuelta de tuerca original, donde Caperucita toma la rienda de su vida, desde su origen. Surgió de una manera que suelen surgir los trabajos. Tenía una cantidad de microrelatos referidos al mismo personaje. Pensé incluirlo en mi último libro como un capítulo más. Luego lo pensé mejor y se me ocurrió la idea de separarlo y preparar una micronovela. 
En tu rol de Neuróloga Clínica y Psicoterapeuta, ¿qué has aprendido del ser humano en el plano científico y qué otros conocimientos mirándolo y explorándolo con ojos de escritora? ¿Hay mucho de ficción en la mente del hombre?
Esta pregunta necesitaría una entrevista aparte, o más, ser motivo de un debate, de uno o muchos congresos. Diría, una pregunta universal. Diría también que aparece en mis textos y de tantos otros autores universales como Los Miserables de Víctor Hugo. No por la extensión,  si no por lo insondable que es el alma. Freud dijo: “Si quieres saber más del alma humana, pregúntaselo a los poetas”.  Pero es posible invertir la pregunta y sería igual de exhaustiva la respuesta. Aquí sí me declaro incompetente para responder en un ámbito tan reducido.
En 1987 fundas el Servicio de Neuropediatría del Hospital Edgardo Rebagliati Martins (Perú), en plano infantil, ¿dónde detectas mayores anomalías o trastornos en el cerebro o en la mente de los niños?
Con la autora de la nota en Miraflores (Lima, Perú)
Debo hacer un Testimonio de parte. Espero que con esto responder a su pregunta.  Cursaba mis estudios en Psicoanálisis cuando se me asignó el cargo. Fue un regalo, lo sentí así. Sucedió hace casi tres décadas. Entonces en el Perú no había la especialidad clínica de Neuropediatría. El Doctor Pedro Ortiz Cabanillas, Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Central Nº 1 del Perú, me llama y me dice que se me solicitaba mis servicios para ese cargo, porque habían observado que atendía a los hijos de otros colegas, enfermeras, auxiliares, en fin, y con acierto.  Me sorprendieron estas referencias. En un hospital, no puedes negarte atender a un familiar, más si es un niño. En general formamos una gran familia. No ejercía la profesión en consultorio particular, creo que son incompatibles si realmente te dedicas como corresponde. Además se trata de un hospital emblemático, el más grande del país. Pero nunca pensé que trascendiera tanto. A partir de entonces unimos esfuerzos con el Dr. Samuel Pecho del Departamento de Psiquiatría, asignado como en mi caso a “Psiquiatría Infantil”. Establecimos una especie de “Escuela para padres” con los progenitores de ambas unidades, los sábados en la tarde y fuera de nuestro horario asistencial, con los permisos del caso. El motivo fue que habíamos observado en ambas disciplinas la enorme conmoción que generaba en la familia tener un niño con alguna de estas entidades clínicas. Muchos de estos niños, si no todos, requerirían ayuda psicoterapéutica.
¿Somos una especie que adolece de demasiados conflictos o problemas psiquiátricos y psicológicos de compleja o imposible rehabilitación o curación? ¿Qué nos falta en nuestra vida para ser saludables a nivel psíquico y espiritual?
Aquí también hay varias preguntas en diversos niveles. Difíciles de responder en una entrevista como esta. Lo haré en la brevedad, respondiendo solo la segunda parte. Nos falta amor. Mucho amor para poder convivir en paz.
¿La vida es a veces un poema o una microficción? ¿En qué registro estás escribiendo la tuya?

En ambos.