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domingo, 4 de septiembre de 2016

Heberto de Sysmo: "Prefiero pensar que es imposible no hallar la poesía en alguna parte"


Si firma como José Antonio Olmedo López-Amor o Heberto de Sysmo qué más da. Lo importante es lo que comunica a través de la poesía, la música o la pintura. Lo viene haciendo hace más de dos décadas con fluidez y solvencia pero aún cierta gente no entiende esta supuesta dualidad. Donde algunos ven cierta contradicción, ambigüedad o complicación a la hora de definirse o distinguirse, él y su otro yo, lo asumen como una doble oportunidad de ser, estar y crear, aunque no duda en afirmar que se identifica más con su parte inventada.  "Considero a mi seudónimo como mi verdadera identidad, o al menos esa parte de uno mismo más artística, honesta y comprometida que la mundana y aspira a no dejarse corromper por el entorno", resalta.
Nunca ha tenido problemas con Heberto
de Sysmo
Discurres por la escena literaria con dos identidades: Heberto de Sysmo y José Antonio Olmedo López-Amor, ¿esto te genera alguna dificultad a la hora de presentar tus obras o de cara al público? ¿De dónde la necesidad de crearte un pseudónimo?
Quiero pensar que por la escena literaria discurro como Heberto de Sysmo, esa es la idea. En cuanto a la primera pregunta, nunca me he planteado su respuesta. Aunque parezca mentira, nunca he pensado en la opinión de los demás sobre este asunto, lo he vivido como algo natural, de hecho, considero a mi seudónimo como mi verdadera identidad, o al menos esa parte de uno mismo más artística, honesta y comprometida que la mundana y aspira a no dejarse corromper por el entorno.
La verdad es que el hecho de firmar mis obras con un seudónimo, algo que llevo haciendo durante más de dos décadas, es algo que siempre ha llamado la atención a otras personas. Lo que comenzó siendo una simbólica rebelión juvenil, de convicciones morales, se ha ido transformando con el paso del tiempo en una razón de ser. El hecho de necesitar separar —aunque en el fondo no sea más que distinguir— el yo —al que creía únicamente— lírico del yo mundano, me ha demostrado que las preocupaciones que hoy en día tengo sobre la belleza, el arte, el ser y el lenguaje, siempre estuvieron ahí.
¿Quiénes son Heberto y José Antonio? ¿En qué se diferencian uno del otro? ¿Qué terrenos le son propios?
Como he dicho antes, son univitelinos, una misma conciencia imposible de escindir  que como resultado de su inquietud y de su compromiso moral con el arte trata de diferenciarse a sí misma —artísticamente hablando— de sus múltiples voces.
Comencé firmando con seudónimo mis poesías de adolescente. Más tarde, también algún relato. Después, estampé la misma firma en mis cuadros, e incluso en un disco compuesto por ocho melodías a piano que compuse y grabé —pero no edité— a los veinte años. Así que lo que empezó como una signatura lírica ha abierto su arco a múltiples facetas artísticas.
Firmo con mi nombre y apellidos todo lo demás: artículos, ensayos, crónicas, entrevistas. Siempre se ha dicho que somos nosotros mismos cuando estamos solos; mi soledad es la palabra y pretendo reconocerme en la poesía, que no es poco.
Retrato hecho por Isabel Alamar
Eres narrador, poeta, crítico literario y cinematográfico, ensayista, cronista, articulista y divulgador científico, sin duda alguna, podrías haber nacido en el Renacimiento, ¿qué te conduce a desenvolverte en tantas áreas?  ¿Es vital para mantener todas las vías de expresión abiertas?
Supongo que ser inquieto creativamente es algo innato. Uno no decide pintar un cuadro, componer una melodía o escribir un poemario de la nada. Puede haber móviles económicos o de cualquier otra índole para hacerlo, en mi caso, diversificar ese decir artístico es algo intuitivo, siento que debo hacerlo así.
También considero que cada disciplina artística posee su propio lenguaje y por tanto, su propia área de expresión, y eso determina en ocasiones el formato que adquirirá esa expresión artística que pretende manifestarse. Prefiero considerarme un artista-canal que un artista-caudal. El caudal nos es dado, nadie ha descifrado todavía los mecanismos de la inspiración, por tanto, ser un autor que trata de satisfacer sus necesidades, que trata de encontrarse y reafirmarse en lo que hace dejó de ser algo meritorio para mí, no encuentro nada extraordinario en ello. Para mí escribir, pintar o cualquier otra expresión artística es algo vital.
Tu espíritu inquieto te ha llevado a colaborar con una treintena de publicaciones impresas y digitales, tanto nacionales como internacionales, ¿cómo repartes tu tiempo entre tantas ocupaciones? ¿Cuáles son tus prioridades?
La verdad es que uno va adquiriendo compromisos y llega un punto en que ya no es consciente de si el tiempo disponible hará posible llegar a todos ellos. Trato de ser disciplinado y ordenado, la organización es la clave. Es imprescindible anotar las fechas de entrega de los textos y en base a ello administrar el tiempo de trabajo.
Lamentablemente hay ocasiones en que no puede llegarse a todo, muchas veces se aplazan las lecturas, las reseñas, pero siempre por circunstancias, no por voluntad. Trato de llevar una rutina en la escritura que alterne con la lectura, el estudio, la asistencia a eventos y todo lo imaginable. Me tomo muy en serio lo que hago, y en cuestión de crítica, por ejemplo, prefiero aplazar la entrega a llevarla a cabo sin dedicarle el tiempo que merece.
Durante su participación en un recital
poético en Alfafar
Tu terreno por excelencia es la poesía, ¿en qué momentos la descubres y cómo se ha dado la relación con ella en todo este tiempo?  ¿Te acompaña siempre o a veces se marcha?
Yo descubro la poesía a los catorce años. En mi primer año de instituto participé en un concurso de poesía y tuve la suerte de ganar el primer premio. Yo era muy imaginativo entonces, muy fantástico, y ganar aquel microscópico certamen supuso para mí una importante afirmación. Aunque mis lecturas previas fueron de narrativa y ciencia ficción, participé en aquel evento presentando un pequeño poema escrito sin referentes. El premio consistía en un trofeo y un lote de libros, y en dicho lote descubrí a Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada me hizo comprender que en las palabras había mucho más de lo que jamás había sospechado. Neruda me llevó a Bécquer, Bécquer a Salinas, empecé por poetas románticos e hispanos para más tarde ir descubriendo el resto, lo que supuso para mí un hallazgo determinante a la hora de canalizar mi tiempo libre.
Mi relación con la poesía hasta el año 2011 fue personal y podríamos decir que terapéutica. Guardo muchísimos folios escritos para el cajón, incluso libros encuadernados que jamás publicaré. Muchas han sido las satisfacciones que me proporcionó la escritura hasta ese año, hasta que di el salto a la publicación en diciembre de 2011 con Luces de antimonio, y empecé entonces una etapa en la que ya sin dubitaciones, decido dedicar mi vida a la escritura —siempre en la medida de lo posible— de manera intensa, enriquecedora y evolucionista. Hasta ahora siempre me ha acompañado y espero que así sea.

¿El ser poeta está integrado en tu personalidad o es una especie de ropaje que puedes quitarte a tu antojo?
Ser poeta es una forma de vida y una forma de ser y estar en ella, no es algo que te puedas poner o quitar a tu antojo. Aunque afirmar que soy poeta me resulte algo todavía desproporcionado, sí considero que vivo la poesía como una fuerte vocación.
¿Has sentido en alguna ocasión que tu condición de poeta es una pesada carga y pensaste en aparcarla por un tiempo o quizá dejarla por completo? ¿Hay momentos de ese tipo?
El testamento de la rosa,
una de sus obras que le trajo muchas alegrías
No sé si una pesada carga, pero sí conlleva una responsabilidad —en tanto a que aquello que escribimos se hace público—, un arduo trabajo en la sombra que pocos reconocen y lamentablemente un desencuentro constante con un sector muy amplio de la sociedad. La exigencia personal de cada cual determina la presión a la que puede someterte la escritura, como también la autocrítica o la crítica ajena: por el momento, incluyendo el desasosiego que conlleva escribir un poemario utilizando un talento limitado, y un sistema incompleto de signos, como lo es el lenguaje, a mí me ha compensado el esfuerzo y jamás he pensado en dejarlo.
Tras ser elegido uno de los 12 poetas jóvenes más destacados de Valencia, ¿pensaste que buena parte de tu camino literario estaba hecho y que en adelante todo sería más sencillo? ¿Consideras que ya cuentas con un lugar en la escena poética?
Participar en Cartografías de Orfeo (Isla Negra Editores, 2014), la antología a la que aludes, fue uno de esos regalos inesperados que te depara la vida. La apuesta de Sergio Arlandis como antólogo me incluye entre una nómina de poetas a los que sigo y admiro y no puedo estar más que agradecido. Por supuesto que no pensé en ningún momento que buena parte de mi camino estaba hecho, al contrario, saber que un referente como Sergio apostaba por mí fue un estímulo más para seguir creciendo y aprendiendo y, de alguna manera, poder refrendar con trabajo y esfuerzo, esa confianza depositada. Soy consciente de que tengo mucho que aprender y este tipo de logros animan a seguir trabajando. Como dijo Freud: he tenido una gran suerte en la vida, nada me ha resultado fácil.
La pintura es otra de sus grandes manifestaciones artísticas
En cuanto a si tengo un lugar en la escena poética valenciana, humildemente te contestaría que no, y no sería un ejercicio de falsa modestia. Creo que mi trayectoria como poeta es más que discreta, no busco protagonismo, no he publicado en grandes editoriales ni he ganado grandes premios. Trabajo a mi ritmo y hago lo que puedo dentro de mis posibilidades. No siento tener un lugar en este escenario, tampoco lo busco; supongo que todo volumen ocupa un espacio, pero creo que esa pregunta deberían responderla los demás.
¿Has sido crítico y exigente con tu obra poética? ¿Cómo evalúas tu poesía? ¿Cuáles son sus fortalezas?
Por supuesto. Faltaría saber si la crítica ha ido bien encaminada, pero la ha habido. Es algo necesario y recomendable. El lector activo y el tiempo son los mejores jueces.
No la evalúo ni creo que deba hacerlo. Creo que esa es una de las tareas del crítico. Como autor, siento la poesía intrínsecamente ligada a la vida, y por tanto, inmersa en un proceso de transformación que está influenciado —entre otras cosas— por la emoción y el instante. Trato de expresar lo que necesito transmitir y lo hago como puedo.
En cuanto a sus fortalezas, ignoro si las tiene, pero puedo hablarte de sus constantes.
Junto al gran poeta Jaime Siles y su hermano de letras, Gregorio Muelas
Cada uno de mis libros es diferente del anterior, en todos hay indagación, reflexión, emoción. Valoro el verso trabajado métricamente, si es necesario, recurro a la rima. Me gusta el verso libre con cadencia, no me gusta describir paisajes. Me inclino últimamente por un estilo culturalista. Me gusta el neologismo; el irracionalismo en pinceladas. En cuanto a la extensión de los poemas, me he ido apocando con el tiempo. Me gusta resolver en los dos últimos versos, o ser más contundente en ellos. Intento evitar hablar de amor, pero no lo consigo. El inconformismo y los conflictos interiores se manifiestan en mi poesía a través de una tensión en el lenguaje.
¿Cómo manejas tu ego en un ambiente tan competitivo como es el de la poesía? ¿Sueles compararte con el resto? ¿Te asaltan las inseguridades?
Trato de estar donde se me valora, donde cuentan conmigo. El proceso de selección natural —al que todos estamos sometidos— es tan inevitable como necesario.
Valencia es tierra de artistas. Tenemos y hemos tenido grandes poetas, jamás tendría la ocurrencia de compararme con ellos.
Estoy muy seguro de mí mismo. Seguro de esforzarme, de aprender, de crecer buscando siempre la orientación apropiada, seguro de buscar puntos de unión entre el fondo y la forma; seguro de que tengo muchas cosas que decir y de que tarde o temprano las terminaré diciendo.
En plena comunicación con el piano
¿La mala poesía es más frecuente que la buena?  ¿Cuándo es de baja calidad? ¿Y por qué algunas supuestamente malas tienen tanto éxito entre la gente? ¿Solo es cuestión de gustos?
Me gusta decir que en cuestión de arte no hay obras malas o buenas, creo que así debería ser; si tienes hambre o sueño y lo manifiestas no puedes equivocarte. Pero lamentablemente, todo se enjuicia en esta sociedad de etiquetas. La genialidad es siempre menos frecuente que lo vulgar o mediocre, si a eso te refieres.
Dejando a un lado si la poesía es mala o buena, para mí es de baja calidad, o no me interesa cuando: transita lugares comunes de formas comunes; no rompe clichés ni lo intenta; no transmite emoción ni reflexión; cuando no le encuentro qué tiene de poesía. Cuando carece de imágenes, metáforas, de rupturas gramaticales, cuando no crea, cuando abusa de la retórica o no sabe naturalizar el trabajo.
Parece inexplicable el hecho —como tú bien dices— de que algunas poéticas discutibles tengan  éxito entre la gente. Supongo que varios factores influirán en ello. Si tenemos en cuenta los intereses generales de la sociedad española, los contenidos de los programas líderes de audiencia en televisión, la depreciación de las humanidades, el analfabetismo inducido al que los diferentes medios someten al ciudadano, parece que la masa general de la sociedad no quiere calentarse mucho la cabeza con lecturas complicadas, sus compras van dirigidas al estereotipo, tradicionalismo, sentimentalismo o entretenimiento. Pese a todo, el verdadero artista seguirá creando aunque carezca de público.
¿Hacia dónde debe encaminarse la poesía? ¿Cuáles son sus retos actuales?
Con Gregorio Muelas en una entrevista radiofónica 
La poesía debe mirar a todas partes, debe ser plural, universal, libre y cercana, debe ilustrar, golpear, deslumbrar la conciencia, pero también todo lo contrario. En cualquier caso, ninguna disciplina artística debe oxidarse con el tiempo y debe ir admitiendo pequeñas innovaciones, ciertos cambios que tonifiquen sus músculos así como también debe llegar cada vez a más y más personas. En momentos socio-económico-culturales convulsos, todo artista debería crear —una obra al menos— influenciada al respecto. Cuando la injusticia ocupa las primeras planas, cuando la violencia se vuelve trivial por la costumbre, cuando el débil sufre y disfrutar de un pequeño placer nos hace sentir incómodos tras conocer la realidad, significa que debemos ponernos en marcha y no permanecer inmunes. Antes que artistas somos personas, la poesía no tiene porqué ser social o solidaria, el artista sí.
En cuanto a retos actuales, la poesía siempre ha sido un género minoritario en cuanto a ventas se refiere, un reto para ella es mantenerse, pero creo que no debería renunciar a hacerse más viral aprovechando las nuevas tecnologías. En todas las épocas ha habido y habrá poesía para todos los gustos, un reto actual sería convencer a la clase política de que la poesía, como cultura, no es un entretenimiento y merece invertir en su protección, divulgación y enseñanza.
Cultivas también el Haiku, y hace poco junto a Gregorio Muelas publicaste La soledad encendida, ¿cómo se dio el trabajo? ¿Primaron más los acuerdos que las discrepancias? ¿Fue una buena experiencia?

Uno de sus importantes galardones 
Gregorio Muelas es mi hermano de letras, junto a él he crecido literariamente y he vivido algunos de los mejores momentos que me ha deparado la escritura. La soledad encendida, libro que publicamos en 2015, fue un desafío —creemos, superado— literal y personal para nosotros. Creíamos tener una idea de lo que era el haiku pero ser alumnos de Vicente Haya en la Fundación Centro de Poesía José Hierro de Getafe nos abrió los ojos a la verdadera naturaleza de esta forma poética japonesa.
Por supuesto, primaron más los acuerdos que las discrepancias, ambos estamos en sintonía, tenemos muchas cosas en común y nos alegra el resultado final, un libro de poesía escrita por dos autores en el que el lector desconoce la autoría de cada poema.
Fue una experiencia extraordinaria a todos los niveles. De hecho, no descartamos repetir y compartir autoría en futuros proyectos poéticos.
¿Por qué últimamente hay tanto interés por el aprendizaje y el cultivo del Haiku? ¿Es verdad que constituye un viaje interior muy revelador? ¿Cuánto has descubierto de novedoso en ti a través de su conocimiento y manejo?
Tuve la suerte de hacerme esta pregunta hace tiempo. Uno de los motivos de este interés actual por el haiku lo encuentro en la prisa con la que vivimos. Este escenario de las grandes ciudades industrializadas, el estrés, invita a escapar al campo y meditar para evadir el alma. El haiku cumple taxativamente ese aspecto, además de ser breve. Nadie tiene tiempo para lo que de verdad importa. Otro factor influyente son las nuevas tecnologías, los ciento cuarenta caracteres, los mensajes instantáneos, inducen a decir mucho en pocas palabras, algo que ha revitalizado no sólo el haiku, sino también el aforismo.
Firmando libros tras un acto literario
Tan revelador es el viaje interior que propone, que en Japón, el haiku verdadero está considerado una vía espiritual.
Aunque parezca mentira, hasta la fecha yo nunca había escrito un poema de tres versos, mi concepción poética era casi epistolar. Ahormar la sensibilidad artística a un molde tan escueto supuso un gran descubrimiento para mí. Conceptualmente, ha sido mi máximo acercamiento a la poesía pura. Me interesa el tratamiento que en el haiku debe hacerse con el yo del autor. Hemos crecido en el imperio del yo y este pequeño gran formato japonés nos enseña a ver la vida y sus maravillas de otra manera. El haiku ha supuesto para mí una increíble síntesis de lo monumental, teniendo en cuenta que su foco de atención va dirigido a lo mínimo, y que ese mínimo es el fractal que representa al todo.
Acabas de publicar La flor de la vida: Elogio a la geometría sagrada, ¿cómo debemos acercarnos a este poemario? ¿Está escrito para todos? ¿Es de fácil comprensión?
Debemos acercarnos a él con el entusiasmo de quien quiere ser sorprendido en la lectura por aspectos de la vida en los que no había reparado. Con esa ingenuidad y entrega me gustaría que el lector se acercase al libro.
Si ningún libro está escrito para todos, este quizá lo esté menos. Confieso que no pensé en satisfacer a nadie al escribir este poemario, salvo a mí mismo. El tema me apasionó sobremanera y lo intenté desarrollar de forma coherente dentro de la obsesión y el caos que supone abstraerse en un escenario como el que propone el libro.
Ya una vez alumbrado y dado por terminado el trabajo, consideré necesaria la aportación de algunos colaboradores, como son en este caso David Acebes Sampedro, poeta vallisoletano encargado del análisis y notas a pie de página y Vanesa Torres, pintora madrileña que ha sabido dar forma a lo informe con sus pinturas. A ambos tengo que agradecerles su aportación, un trabajo encomiable que, sin duda, acerca el libro a los lectores y lo revaloriza. A ello hay que sumar mi introducción al libro, un texto en el que expreso mis fuentes y motivaciones, ese proceso de atracción a la idea generadora y en el que trato de invitar a leer, pero también a reflexionar e investigar por cuenta propia, a aquellos lectores menos conservadores y más inquietos y abiertos a los posibles nuevos conocimientos. Cada libro aspira a encontrar a su lector, me encantaría que este libro llegase  a mucha gente.
¿Por qué escogiste como tema la geometría sagrada? ¿Qué tienes que ver con ella? ¿Posee algún sentido místico para ti?
Al lado de David Acebes durante su presentación en Valladolid
Detrás de este libro hay una serie de apuntes y estudios que podrían constituir una tesis sobre la geometría sagrada. A cada paso que mi curiosidad e intelecto se adentraban en una materia a priori tan enrevesada o acientífica, advertía que todo era mucho más sencillo y real de lo que parecía. La geometría sagrada no es ningún tipo nuevo de geometría relacionado con divinidades, ni nada que se le parezca, es una forma diferente de ver la geometría clásica, una interpretación que la descubre intrínsecamente ligada a la vida y la estructura del universo. Me pareció un tema apasionante con múltiples lecturas y analogías con nuestra forma de vivir y nuestras preocupaciones. El magnífico espectáculo de la naturaleza, unas veces evidente, otras casi imperceptible, nos está manifestando un mensaje que estamos aprendiendo a descifrar.
Bajo mi punto de vista, todos tenemos algo que ver con la geometría sagrada. Como seres vivos que somos, ya adultos y maduros, estamos diseñados corporalmente con medidas y proporciones áureas: la morfología de nuestros dedos, desde el nudillo hasta sus articulaciones; la distancia de la nariz a la barbilla respecto del óvalo del rostro; la distancia desde los pies al ombligo respecto a la altura total. Ese patrón que también se encuentra en el crecimiento vegetal, en la estructura de cristales naturales, en la fisonomía de uñas, cuernos y pelambre animal, se ajusta a los números de Fibonacci. Parece que la razón áurea propone una belleza armónica que los antiguos ya conocían y quisieron trasladar al arte a través de la pintura, escultura y arquitectura.
Participando con sus obras en una exposición de pintura colectiva
Más que un sentido místico, yo diría filosófico, por ser más real que religioso. Si la geometría es la armonía y el equilibrio, si todas las personas se comportasen de forma geométrica no habría hambre en el mundo, no se maltrataría a los animales ni se incendiarían los bosques. Nuestra conducta padece la entropía de su propio sistema y es asimétrica. Uno de los poemas reza: hacer aquello / para lo que nacimos: / geometría. Galileo dijo que las matemáticas son el lenguaje en el que está escrito el universo, sin embargo, a nuestros hijos en las escuelas les enseñan el significado más pobre de los números: son cifras que expresan cantidad. Johannes Kepler, uno de los científicos que más admiro, dijo: donde hay materia, hay geometría, y casi cuatrocientos años después la ciencia sigue buscando la supersimetría de las partículas como la hipótesis más probable que relacionaría las propiedades de los bosones con los fermiones, resolvería problemas teóricos como el que representa la jerarquía y propondría candidatos adicionales para explicar la materia oscura.
Me impactó el poema El ángulo de Dios, "No hay pesebre, ni tumba, no hay vestigios, sólo un manual de vanas esperanzas". Muy duro, ¿no?  Seguimos buscándolo fuera. A propósito, ¿cuál es tu relación con Dios?
Juan Bedins comentando la obra de la dupla Muelas-De Sysmo
Puede resultar descorazonador tomado al pie de la letra, tienes razón. Pero no es más que una interpretación laica de ese silencio milenario que algunos tratan de manipular para controlar a las masas.
Mi relación con Dios es asintótica. Me inculcaron la religión católica, pero actualmente nada me empuja a rezar ni practicar fe alguna. Pienso que la ciencia, de no haber sido perseguida y manipulada, habría refutado hace tiempo muchas doctrinas. Respeto todas las creencias, me gustaría creer en algo sin temor a equivocarme, de momento sigo investigando y abierto a todas las posibilidades. Literariamente es distinto, recurro a Dios y su iconografía como recurso semiótico. Prefiero estudiar, experimentar, teorizar en busca de esa incógnita que decantarme a loar un mito que probablemente tenga una explicación más humana que divina.
También veo que rindes tributo, si vale la expresión, a la Teoría de Cuerdas,  con poemas de tres versos, por favor, cuéntanos al respecto.
Esto queda bien explicado en uno de los comentarios que David Acebes hace en el libro. De hecho, esa analogía de la fisonomía del haiku japonés (escrito de arriba a abajo) en comparación con la estructura de una cuerda y su consiguiente vibración en un sistema de once dimensiones, (el bloque de tercetos se encuentra entre bloques de versos endecasílabos), fue algo que yo hice de manera inconsciente y que él supo ver y reflejar en su magnífica aportación. Este hecho, como muchos otros en el libro, tienden a consumar una de mis preocupaciones líricas: aunar el fondo y la forma en un todo armonioso.
Reunidos con la escritora Patricia Cuenca poniéndose de
acuerdo en proyectos futuros
El poemario se compone de siete bloques, de manera que el bloque central está dedicado a estos tercetos que son el núcleo del sistema  y eje sintético del mismo, por lo que podemos dividir el libro en dos mitades simétricas, no sólo en el número de bloques, sino métricamente, ya que los bloques 2 y 3 están escritos en endecasílabos, al igual que los bloques 5 y 6, reservando el primer y último bloque a un representativo verso libre que introduce y clausura el viaje, como si los extremos del libro se disolviesen ad infinitum. Los tercetos y los endecasílabos no han sido elegidos al azar, ambos tienen simetría axial, y el número de poemas de todo el libro es 69. Así que he conseguido que la estructura del poemario a todos los niveles sea fractal, incluyendo los versos del tercer bloque, cuya ordenación responde a los números de la sucesión de Fibonacci.
El pintor y el músico que habitan en ti acompañan al poeta que eres, ¿eres capaz de convertir en poesía cualquier faceta de tu vida? ¿Dónde es imposible hallarla? 
Lo más cercano a eso que conozco es lo que hizo Gerardo Diego, poeta admirado. Cada vez que tengo entre mis manos sus obras completas siento palpar la vida entretejida a esas hojas, cada vivencia, cada emoción, suceso o pensamiento dejó en la poesía de Gerardo una huella indeleble. Prolífico como pocos, admiro su gesta pero no deseo parecerme en ese sentido. El tiempo es un bien escaso para mí. Las obligaciones y servidumbres obligan a priorizar los proyectos y he llegado al convencimiento de que para ser en el lenguaje primero hay que Ser fuera de él. Prefiero sentir el imperativo deseo de experimentar que el irrefrenable impulso de crear, ambos se complementan, se necesitan, pero cada uno a su tiempo.
En cuanto a la pregunta de dónde es imposible hallar la poesía, siguiendo la opinión de otro poeta admirado y ya desaparecido, Ignacio Caparrós, la poesía puede hallarse en todas partes y debemos poetizar sobre cualquier cosa, por nimia que nos parezca. Nada es ajeno a la belleza, entre otras cosas, porque todo depende del punto de vista de quien la observa. En poesía, tan importante es el qué como el cómo. Cada conciencia viviente es una probabilidad de manifestar y entender la vida y el arte de forma novedosa. Prefiero pensar que es imposible no hallar la poesía en alguna parte, pues qué sería de este mundo sin los artistas.

Pueden informarse más sobre el autor y su obra
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