Raúl Aguilar Gargurevich es un veterano en el mundo de los relatos cortos. Empezó su andadura literaria, a la par que sus estudios de Periodismo, en la Universidad Inca Garcilaso de la capital peruana. Al joven aspirante a escritor, se le advertía de continuo, recluido en sus pensamientos, quizá imaginando historias, que luego plasmaría aquella libreta de anotaciones que llevaba debajo el brazo como devota cómplice. No lo comentaba, pero muchos intuían su vocación de artista de la palabra. Era indiscutible que había aterrizado en este plano para crear y compartir historias. Su amor por la escritura saltaba a la vista tanto como la casaca negra, recubierta por decenas de chapas alusivas a grupos de rock, que vestía para asistir a clases. De allí, su bien ganado apodo: «Chapita».
Fue el primero en publicar un libro, y todavía estaba en las aulas, aprendiendo a redactar noticias. Más tarde, lo emularon otros siguiendo su marcada huella. Era evidente que Aguilar iba por delante de su promoción sin pretenderlo, pero en su camino no solo abría puertas para sí mismo sino también para el resto. De ese modo lo dejó patente en su incursión como guionista de cine, televisión y radio. E incluso, se dio el lujo de ejercer de profesor de redacción en la casa de estudios que lo formó como periodista. Cerca de 20 años desempeñó dicha labor en la Escuela de Periodismo de ‘La Garcilaso’, en los cuales tuvo que hacer malabares para no descuidar sus quehaceres de reportero local y, aprovechar, al máximo, los minutos que le quedaban- después de cumplir con esas actividades serias y remuneradas-para jugar con su imaginación y alumbrar otras narraciones.
El famoso Chapita de las épocas universitarias hoy nos presenta su libro de relatos Saca a Conejo de la galera.
Sé que el origen de Saca a Conejo de la galera es un relato
que le envías a una amiga y queda encantada. Luego motivado por esta favorable
respuesta, te pones a escribir sin parar. Cuéntame.
Es cierto, le envío el texto y motivado e inspirado por la
buena recepción comienzo a escribir más relatos. No pensé inicialmente en un
libro solo en crear las historias, jugar con el personaje, entretenerme. Meses
después fui capturado por Conejo y ya no pude detenerme.
¿Existe alguna razón
especial para que hayas escogido como protagonista a un conejo y no otro animal?
¿Acaso te identificas con él?
El personaje en cuestión surge porque a mi amiga le digo
conejo de cariño. A partir de esto comienza todo. Luego se transforma en una
suerte de alter ego mío
Conejo es la figura central de los relatos, aunque no aparece en todos, ¿en función de qué razones lo incluyes o no?
Conejo, el personaje de la historia |
Hay varias razones. Conejo no aparece en todos los relatos
por cuestiones creativas. Decidí no incluirlo en todos pues podría saturar al
lector. También para darle mayor variedad al conjunto. En un punto, cuando
tenía la certeza de que podía convertirse en un libro apelé a todo lo que
tuviera relación con este tierno animal.
Defines tu libro como
un juego literario donde tienen cabida
los grandes y pequeños, ¿es algo que te propusiste desde el comienzo o se fue
dando de modo espontáneo?
Buena pregunta. Considero a Saca a Conejo de la galera como
un juego literario, un divertimento, pequeñas historias de emociones y
sensaciones que combinan la fantasía con la realidad. Pienso que no fue
planeado, los relatos iniciales surgieron así y sin querer formaron el estilo
de la obra aunque el libro es diverso, hay de todo: relatos reflexivos y serios
y otros de corte más ligero y juguetón.
Señalaste que Conejo
explora la parte amable de la vida, ¿compartes la filosofía de tu personaje?
Es un libro que transita el lado amable de la vida, un
volumen de luz opuesto a Trance agónico, mi publicación anterior. Comparto la
filosofía de mi personaje. Como dije antes es una suerte de alter ego. Con el
tiempo me he dado cuenta que la vida, a la manera de Calderón de la Barca, es
sueño, pero también juego. La vida es un viaje en el que soñamos pero también
jugamos. Ello está presente desde la infancia y sigue con nosotros toda la
vida. Lo que ocurre es que con el tiempo algunos ocultan a su niño y se olvidan
de jugar. Cuando pensaba a qué público se dirige mi obra tuve la certeza de que
se orienta al adulto, al niño del adulto que todos llevamos dentro.
Le pusiste mucho
esfuerzo a Saca a Conejo de la galera,
tanto al proceso de escritura como el de redacción. ¿Eres muy perfeccionista en
tu labor literaria?
Yo le pongo mi esfuerzo, alma y corazón a todo lo que
escribo. Es mi manera de ser. Soy perfeccionista, a veces demasiado, creo que
hay que corregir hasta que las palabras y signos encajen perfecto. No sé si lo
logro pero lo intento. Pienso que una de las razones por las que cultivo el
relato breve es porque se puede alcanzar la perfección del texto, que no le
falte ni le sobre nada. El perfeccionismo como todo tiene virtudes y defectos
pero hay un punto en el que hay que dejar de corregir, de lo contrario no
acabas nunca o destruyes lo que habías planteado inicialmente. Como dice Paul
Valery, los libros no se terminan se abandonan.
El libro contiene ilustraciones de Luis Morocho, ¿qué me puedes contar sobre su participación en la obra?
La obra apela a la ternura |
Luis Morocho me fue sugerido por el editor. La idea fue que
acompañe los textos con sus ilustraciones. Cuando Emilio Dumas me envió el
primer boceto de Conejo me emocioné al verlo cobrar vida; el personaje existía
pero solo de manera literaria. Sin embargo, al principio me opuse a ilustrar el
libro por una suerte de fundamentalismo literario, luego acepté felizmente,
pues la propuesta se enriqueció. Ambos se complementan. El dibujo llama a la
lectura y viceversa. Luis Morocho es un gran talento, un ilustrador de primera
que ha dibujado el Hombre-Araña para Marvel, nada más y nada menos. Estoy
orgulloso y muy agradecido de que haya participado en el libro.
El relato corto es un
género que conoces bien, lo cultivas hace mucho
y vuelves a él, una y otra vez, ¿qué te seduce de este tipo de
narración?
Cultivo el relato breve desde hace mucho. En 2001 publiqué
Taxi ando, un volumen con textos cortos de todo tipo: historias, sentencias,
reflexiones. Debo haber iniciado su práctica en los 90. Mi referente principal
es Julio Ramón Ribeyro. Coincido con él. Cuando recién comenzaba escribí unos
textos que no sabía a qué género atribuir; al leer Prosas apátridas me di
cuenta de que se asemejaba a lo que proponía. Ribeyro equivale al maestro que
me enseña el camino. Me gusta lo breve porque es preciso, va al punto sin
pérdida de tiempo. Con poco se puede decir mucho. La brevedad es el alma del
ingenio dijo Shakespeare. Quizá sea una cuestión de personalidad, algo
vinculado con la ansiedad pero también al perfeccionismo.
Según sé, tus anteriores
libros te han dejado un aprendizaje, pero, en particular, ¿qué te ha aportado Saca a Conejo de la galera?
Todo hecho siempre deja una enseñanza y escribir y publicar
un libro no es la excepción. Escribir requiere de práctica por lo que pergeñar
cada relato ha sido instructivo. Se requiere de paciencia y perseverancia, hay
que enfrentar no solo la ansiedad de la página en blanco sino los momentos de
sequía e insatisfacción, también los de incertidumbre, de modo que ello también
supone una lección. Por último, está el asunto de la publicación. No conseguía
un sello que quisiera editar mi libro, toqué muchas puertas pero solo se abrió
una, por lo que estoy agradecido con Acuedi y su director Héctor Huerto. Me he
divertido de principio a fin con el personaje y las historias. Es maravilloso
imaginar y fantasear. Tener tiempo de escribir es un privilegio de pocos. Es
bastante. Publicar es la gloria y tener lectores, lo máximo.
Si deseas saber más del autor o el libro pincha en los siguientes enlaces: https://www.instagram.com/aguilargargurevich/?hl=es https://www.elvirrey.com/libro/saca-a-conejo-de-la-galera_70137592 |