Desde que le demostraron al ilustrador mexicano Alejandro Ochoa Villaseñor que sus caricaturas podrían ser un vehículo de comunicación a través del cual sensibilizar a sus compatriotas sobre diversos temas índole social, no ha cesado de involucrarse con cuanta causa se ha sentido identificado o conmovido. Empezó ayudando a los damnificados del terremoto de 1985, luego puso toda su atención en la infancia, su mayor preocupación. Sin embargo, en la actualidad, su mayor reto es aglutinar esfuerzos en procura de la pacificación de su país. “Posiblemente pueda contribuir al hacer conciencia de que hay muchos ciudadanos que queremos paz. Para mí es eso: salir a gritar pacíficamente con imágenes que no queremos violencia”.
Conozcamos a este talentoso “monero” que desde hace casi 15 años publica diaria e ininterrumpidamente una tira cómica llamada “Los Escuincles” en un diario de Guadalajara, en donde sus personajes unos niños—no podían ser otros—: “Todos los días tienen un comentario sobre alguna situación, ya sea social, política, deportiva…lo que sea. Algunas veces no tienen tanta dosis de humor, a veces cuestionan, a veces opinan, a veces simplemente piensan algo”.
A la gran mayoría de niños y, claro está, también a varios adultos amantes de la fantasía y los dibujos, les gustaría tener su oficio, ¿está de acuerdo conmigo?
¡Sí, claro! Inclusive mis hijos creen —o creían cuando eran pequeños— que no trabajo. Es que es tan divertido y poco formal que parece todo menos trabajo. Ahora, como cualquiera, es cansado y con el tiempo se hace rutinario y agotador. ¡Pero es padrísimo!
Además, puedo dibujar donde sea, y eso es maravilloso, porque en mi mochila traigo lo básico, y puedo dibujar en mi oficina, en un parque, en el campo, donde sea. Eso es una sensación de libertad que no es muy entendible por la mayoría de las personas. Ahora con las nuevas tecnologías es aún más maravilloso.
Si la información que manejamos sobre sus inicios no es errónea, ¿es cierto que su profesora de Comunicación Personal cuando ya cursaba la universidad, le ayudó a descubrir su talento y lo orientó hacia la actividad que hoy realiza con tanto éxito? Cuéntenos ese episodio, por favor.
Es verdad. En 1985, cuando estaba en la Universidad Jesuita de Guadalajara (Iteso), no teníamos computadoras, todos los trabajos se hacían con máquinas de escribir, y en un momento crucial en la entrega de trabajos se descompuso la de casa. Como ya era noche y no había tiempo de arreglarla, opté por tomar hojas en blanco y escribir todo el trabajo a manera de cómic. El resultado fue muy bueno, pero lo más seguro es que obtendría un CERO por no entregar el trabajo con todos los lineamientos. Entregué el trabajo y me fui. A la siguiente clase la maestra, —que ahora es un gran personaje de la vida política mexicana: Irma Pía González Luna Corvera—me llamó para conversar en privado y obviamente creí que sería para anunciarme alguna suspensión o al menos que había reprobado la materia. Me sorprendió muchísimo cuando me dijo algo así como: “Alejandro, de ahora en adelante tienes que entregarme todos tus trabajos en caricatura. ¡Me he divertido muchísimo y me pareció interesantísimo que exploraras nuevas formas de expresar!” Platicamos un rato y me dio la seguridad para darme cuenta que con caricaturas podría hablar de cualquier tema, en cualquier medio, en cualquier foro.
Ahí se me quitó el velo de los ojos y desde momento, he utilizado las caricaturas igual para hacer reir con simpladas hasta para hablar de cosas importantes en lugares serios. Mi primer reto fue al siguiente año de esa experiencia, pues el gran terremoto de la Ciudad de México repercutió en muchas otras ciudades. Cerca de Guadalajara, donde yo vivo, un pueblo llamado Ciudad Guzmán, quedó casi en escombros. La Universidad Iteso es de los Jesuitas y siempre nos inculcaron el servicio social, así que la comunidad universitaria se reunió y acordamos brindar nuestra ayuda. Yo concretamente trabajé en conjunto con los ingenieros y los arquitectos para hacer manuales en caricatura donde explicábamos a la gente cómo rehacer sus casas. Eso marcó mi vida sinceramente. Aprendí a utilizar la caricatura para beneficio de la sociedad, actividad que sigo realizando con mucho gusto.
|
Los niños son su mayor preocupación |
¿Culminó la carrera de Comunicación de Social en la Universidad Jesuita de Guadalajara (ITESO) o quizá la abandonó del todo para dedicarse al dibujo? ¿Qué decisión o decisiones tuvo que tomar para entregarse de lleno a su recién descubierta vocación?
Estudié Ciencias de la Comunicación y nunca dejé la carrera; al revés, me ayudó mucho para darme cuenta de todas las posibilidades que tenía para explotarla, como fue el caso de la actividad realizada en la derrumbada Ciudad Guzmán. En la Universidad conocí a mucha gente que ha intervenido en todo este proceso de trabajar en la caricatura. Yo al terminar la carrera creí que sería fotógrafo, o que trabajaría en algún canal de televisión, pero no fue así, formamos una empresa entre varios compañeros, en ella seguí descubriendo que hacer “monos”, como decimos aquí, era lo mío. Luego cada quien tomó su rumbo.
La decisión de dedicarme de lleno a hacer este trabajo fue consecuencia de la misma demanda. Primero, aún siendo estudiante, me contrató una cadena internacional de hoteles para comunicarle a sus empleados su filosofía o lo que esperaba de ellos (todo lo que se les tenía que decir) lo que llamamos acá en México Comunicación Interna o Comunicación Organizacional. A partir de ahí, como en cadena comencé trabajar para grandes empresas haciendo cómics o desarrollando material para poder hablarles a sus empleados. Lo hice con Coca-Cola, Motorola, Kodak, entre otras. Actualmente por ejemplo a una empresa internacional que se llama Flextronics.
Antes de que su maestra viera en usted ese artista en potencia ¿alguien más o usted mismo detectó algún momento un gusto especial por el dibujo? ¿Fue adepto de niño a las revistas infantiles?
Sí, antes de que Irma Pía me lo dijera ya hacía caricatura, sólo que la utilizaba para hacer chistes, dibujar compañeros en clases, hacerles tarjetas de amor a mi novia o a las novias de mis amigos. Participé en una que otra exposición, pero fue ese momento con la maestra, el que me abrió el panorama para poder convertir mi trabajo en un vehículo de comunicación. Me di cuenta que podía llegar a ser algo más que un ilustrador o caricaturista: podía convertirme en un comunicador.
De niño leía mucho los cuentos, las caricaturas del periódico y veía lo que había en la televisión. Y sí, claro, me gustaba todo eso. También dibujaba mucho para mí, y lo guardaba todo en un cajón. Recuerdo que en la preparatoria —antes de la universidad— me pedían muchos dibujos para promover los eventos del colegio. Todo lo hacía en caricatura. Ahí entré a mi primer “Festival de la Expresión” y quedar en segundo lugar. Eso me animó mucho (tal vez éramos dos, no lo sé, ja,ja,ja).
Su timidez es un rasgo de su personalidad que no pasa desapercibido, pero comentan quienes lo conocen, que a usted le basta y sobra con sus dibujos para lograr una comunicación auténtica, eficaz y eficiente con los demás. Y de esto, se da perfecta cuenta su público predilecto: los niños. A ellos, no se les puede dar gato por liebre, ¿no es así?
Lo he tenido que superar. De hecho, la razón por la cual comencé a hacer mis primeros cartones de humor, fue porque no hablaba, era muy callado, y encontré en esta forma de expresión, mi manera de comunicarme. Además todos mis dibujos los guardaba debajo de mi cama. Hay una anécdota padrísima al respecto: Pinté un cuadro de unos soldados atrapando a una paloma de la paz y se lo enseñé a mi mamá. Ella me felicitó mucho, pero hubiera sido mejor que no hablara ya que me preguntó: ¿Para qué quieren un guajolote (pavo)? ¿Tienen hambre? Me sentí pésimo y lo guardé debajo de la cama. A los pocos meses, salió una convocatoria de un concurso y como ya lo tenía hecho lo mandé. Ese cuadro fue seleccionado y en ese año estuve en el catálogo de Artístas Jóvenes de Jalisco.
Son padrísimos los niños. Hago muchos talleres con ellos y me sorprende descubrir que al margen del nivel social al pertenezcan, el dibujo y esto de contar historias: les encanta. Ignoro si gusta lo que hago, habrá unos que sí otros que no, lo que sí sé es que cuando estoy con ellos en un taller y les platico que gracias al dibujo yo he podido hacer cosas que nunca me hubiera imaginado, es lo que más les gusta; descubrir que pueden hacer lo que quieran con su imaginación les encanta. Son geniales.
¿Qué significa ser “monero” (caricaturista) y cómo o en qué momento decide involucrarse en causas sociales?
Ser “monero” es una gran responsabilidad porque es una herramienta que llega muy fácil a los lectores, especialmente los niños. Por eso he decidido que puedo utilizarla para ayudar a educar y hacer conciencia de muchas cosas; para ayudarlos a desarrollar su creatividad, hacer reír, etc. Quiero dejarles un mundo mejor, y yo sé que puedo ayudar con esto.
Dedicarme a las causas sociales viene desde la Preparatoria y la Universidad, ambas de los Jesuitas. El hecho crucial fue trabajar para los afectados por el terremoto del 1985. De ahí en adelante me he involucrado en cualquier cantidad de proyectos sociales, desde los que van a favor de la paz, los que promueven el deporte, la educación, los derechos de los niños, las elecciones políticas, y cuanta cosa se vaya ofreciendo para poder cambiar el planeta que les estamos dejando a los niños.
|
"Los Escuincles" una tira cómica que no se calla nada |
A propósito de “Los Escuincles” (peques o chiquillos), es una tira cómica que le ha dado muchas satisfacciones personales y profesionales, cuéntenos acerca de su origen y la razón de sus casi 15 años de permanencia en el Diario Milenio de su tierra.
Llevo 14 años con “Los Escuincles”, y en todo este tiempo, me ha dejado una cantidad de experiencias positivas increíbles. Imagínese la satisfacción que tuve hace unos años cuando en la presentación de un libro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en un auditorio lleno, a la pregunta del moderador, se levanta una mano de un niño para contestar desde el asiento de hasta atrás. Cuando el moderador le da la palabra para conteste se levanta un niño con parálisis cerebral y comienza a caminar hasta al frente. La sala en silencio. Cuando llega al estrado contesta con mucha dificultad la pregunta referente a alguno de los personajes de “Los Escuincles”. La respuesta es correcta. Le dan su premio. Todos le aplaudimos. Camina torpemente hasta su lugar con una gran sonrisa. Al final su mamá se acerca, me da las gracias y me platica que gracias a la tira diaria del periódico, el niño se levanta de su cama feliz, sale a la calle por el diario, lee la tira, se ríe, la comenta con su mamá. “Ahora— dice la madre—, se atreve a levantar la mano en un foro lleno y camina entre todos y vence el miedo de hablar en público. ¿Qué más puedo pedir?” ¿Y qué más puedo pedir yo? Con un solo niño que se haya animado a vivir feliz, “Los Escuincles” ya cumplieron su cometido.
“Los Escuincles” nacen 1988, en el Periódico Público de Guadalajara y que ahora se llama Milenio Jalisco. Desde ese día de octubre hasta hoy, nunca han dejado de salir; de lunes a domingo hay una tira de ellos. Y ellos son Ana Pecas, Moños, Lentes, Chipotes, Dientes, Greñas, María y su perro. Todos los días tienen un comentario sobre alguna situación, ya sea social, política, deportiva…lo que sea. Algunas veces no tienen tanta dosis de humor, a veces cuestionan, a veces opinan, a veces simplemente piensan algo.
Un aprendizaje muy grande que me han dejado es la disciplina de escribir algo todos los días; la necesidad de estar informado y de leer noticias; han aumentado mi creatividad, mi sensibilidad por los niños, me han hecho consciente de grandes problemáticas…y muchas cosas más. ¡Increíble!
Su prestigio ha traspasado fronteras y hace un año fue invitado a Italia a exponer sus trabajos y dictar unos talleres dirigidos a jóvenes, ¿cómo lo recibieron éstos y qué diferencias y coincidencias pudo establecer entre la gente joven italiana y mexicana?
En 2009, el comité del Festival Internacional de la Caricatura de Milán, en el evento conocido como La Ghignata, distinguió a México con ser el País Invitado. Tuve el gusto de ser seleccionado como invitado de honor para representar a mi país. Fue un verdadero orgullo para mí. En el evento, expusimos alrededor de 20 caricaturistas de todo México y otros tantos italianos y de otros países. Nunca lo olvidaré.
Paralelo a esto, estuve ‘tallereando’ con muchos jóvenes italianos de lo que en México corresponde a tercero de secundaria. Al principio me recibieron un tanto escépticos, como que podía leer en sus caras el mensaje de “¿Qué tiene que compartirnos un mexicano en cuestión de caricatura?” Yo les hablé en español y en un mal italiano mi experiencia en el tema y poco a poco se fueron metiendo en el tema. Les platiqué cuestiones básicas de cómo hago mis monos, y luego los reté a hacer los suyos. En ese momento, se rompió el hielo y todo fluyó bastante bien, e incluso hubo risas y comentarios. Vieron que mi experiencia era solo mía, y que un italiano o un europeo no se las podría compartir. Además la caricatura tiene algo mágico, eso de ver que de un plumón (rotulador) empiezan a salir caras o cuerpos en posturas simpáticas, es maravilloso. Eso los atrajo mucho.
Yo creo que los jóvenes son muy diferentes en distintas partes del mundo, inclusive de una colonia a otra dentro de la misma ciudad de Guadalajara, donde vivo. Sin embargo, tienen puntos en común que los hacen muy divertidos, pues primero llegan con actitud de grandeza y cuando empiezan a dibujar salen como niños.
Lo que sí creo es que los niños y jóvenes mexicanos con quienes he estado llegan a los talleres muy receptivos, son más amables y sienten que cualquier mensaje que se les da es bien recibido. Allá en Italia sentí en un principio pocas ganas de recibir algún mensaje de alguien como yo.
¿Es cierto que su trabajo fue bien recibido debido a que las caricaturas que presentó carecían de texto?
¡Sí, claro! Eso fue muy notorio. Dentro del muro de caricaturas mexicanas había algunas con texto en español y el público se paraba a verlas pero inmediatamente continuaban con la siguiente. Cuando no tenían texto se escuchaban las carcajadas. No solamente en mis caricaturas, en las de todos los mexicanos. Esto es muy común. Lo ideal o más aconsejable para intervenir en los Festivales de caricatura o concursos es mandarlas traducidas o mejor aún, hacerlas sin textos.
En más de una ocasión las palabras resultan redundantes e innecesarias cuando hay una imagen e imagino que esto también aplica en la comunicación cara a cara. A veces un gesto lo dice todo. ¿Ha sentido en la vida diaria (discusión, malentendido, etc.) la necesidad de comunicarse con sus ‘monitos’ cuando se le hacía imposible darse a entender mediante lenguaje verbal?
He recurrido a la caricatura para lograr objetivos que no pude con gestos o el lenguage. Por ejemplo, una vez en Praga en la estación del tren yo quería comprar boletos de cama (con cabina para dormir) y luego conectar con otro tren y llegar a otro país, y el que me atendía estaba enojado, se hacía el que no entendía. Entonces saqué mi lápiz, mi cuaderno (libreta) y le dibujé un “monito” durmiendo, la litera, el recorrido, el otro país, etc., y al ver el acto de dibujar le cambió la cara y la actitud. Instantáneamente me dio el boleto y me dijo amablemente algo que por supuesto no entendí.
También me ha pasado que cuando imparto talleres a niños pequeños el simple hecho de dibujar les atrae la atención, y ya no es necesario de mi parte explicarles casi nada. Puedo decir que en muchas ocasiones ponerme a dibujar ha roto barreras y me ha acercado a ciertos objetivos.
|
Taller impartido a adolescentes en Milán |
Prestó su talento a la causa del deporte a través de 50 libritos con motivo de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, ¿cómo se involucró en esta tarea y cuál fue la respuesta del público al cual estaba destinado?
Guadalajara fue sede el año pasado de los Juegos Panamericanos, que es un evento gigantesco del deporte, son las olimpiadas del continente americano. Cuando Guadalajara fue seleccionada platiqué con quien era el director encargado de promover el deporte en el municipio de Guadalajara. Me comentó que el gobierno tenía varias preocupaciones paralelas a la organización de los juegos, una de ellas era que la gente no fuera a los estadios, como suele suceder en otros eventos Panamericanos. Mi propuesta fue darles a conocer a los niños los deportes para que se emocionaran, quisieran ir a los estadios y además invitaran a toda la familia. Paralelo a eso, el niño tendría un gusto mayor por el deporte, lo querría practicar y con eso se evitarían muchos de los problemas que hay actualmente en la sociedad, como obesidad, drogadicción, violencia, entre otros.
El proyecto gustó en el Consejo Municipal del Deporte, luego pasó al Presidente Municipal y el Gobierno del Estado aportó dinero para su producción. Una vez terminados los presente a la máxima institución del deporte en México que es la Conade y me compraron el proyecto, solamente que la falta de recursos impidió ampliar su producción pues el objetivo era llegar a todas las bibliotecas del país.
En total producimos 55 libros (cortos); de los cuales se imprimieron 50 y con varios tirajes, dando un total aproximado de 50 mil por ejemplar, o sea dos millones y medio de libritos que se repartieron en todo Jalisco antes y durante el evento deportivo. En estos días, probablemente se repartan otros tantos por la Ciudad de México.
Para mí fue un éxito, pues tuve una retroalimentación de personas de 87 años que conseguían mi teléfono para pedirme que les consiguiera algún número que no habían conseguido. ¿Se imagina a una señora de esa edad pidiendo un libro de Tae Kwon Do para completar su colección y para poder ir al estadio a ver las competencias y entenderle? ¡Fue genial! Lo mismo me llamaron niños de primaria, secundaria, papás y abuelos que querían saber en dónde podían obtener esos libros. El gobierno los repartió en escuelas, en bibliotecas del estado, en centros deportivos y fuera de algunas sedes deportivas antes de los Panamericanos. Sé que en algunas bibliotecas de colegios ya se acabaron los libros, literalmente, ya se gastaron de tanto que los leyeron.
Fue uno de los proyectos más completos, pues la respuesta de la gente fue muy positiva al recibir tanta información útil para la comprensión de los deportes.
Su amor por la paz lo ha llevado a involucrarse junto a otros caricaturistas en una iniciativa destinada a unir esfuerzos contra la violencia, ¿de qué manera puede contribuir su arte a la pacificación de su país?
Posiblemente pueda contribuir al hacer conciencia de que hay muchos ciudadanos que queremos paz. Para mí es eso: salir a gritar pacíficamente con imágenes que no queremos violencia.
Últimamente he participado en dos iniciativas por la paz, una que convocó el caricaturista Rius a todos los mexicanos que quisieran participar bajo el lema “Ya Basta de Sangre”. Esta campaña tuvo mucho eco a nivel nacional, pues a través de las redes sociales se mandaron miles de imágenes pidiendo paz. La gran mayoría de los que participamos fuimos entrevistados en diversos medios de comunicación lo que potencializó el mensaje.
La otra inicitiva surgió de la Universidad Iteso en las Jornadas por la paz. Aquí, con unos caricaturistas de Guadalajara mandamos nuestra propuesta y se expusieron durante un mes en un gran formato sobre los jardines de la universidad. Luego, esta muestra ha empezado su recorrido por varias universidades o centros culturales que tienen estrecha relación con dicha casa de estudios por todo el país. Yo pienso que esta muestra tiene otro tipo de alcance, pues va dirigido principalmente a estudiantes y es en ellos en los que queremos crear conciencia sobre nuestro pedido de paz.
|
Cree en la paz y lucha a su manera por conquistarla |
¿Es posible conquistar la paz en base a charlas, encuentros, exposiciones de arte, conciertos de música o movilizaciones callejeras?
Yo creo que algo se puede hacer, y si no, al menos no quiero quedarme callado. No me puedo quedar sin hacer nada. Pienso que si mandas mensajes de paz o de que ya no haya más violencia, esto tendrá un efecto positivo en la sociedad. Somos más los que no queremos esta situación, si somos millones presionando algo debe pasar. Espero…
¿No teme que la gente o cierto sector de la prensa vincule su postura pacifista con algún color político o lo que es peor, correr el riesgo de ser calificado de oportunista?
No, para nada. En cuanto a la postura política, no creo que pase, pues todos los ciudadanos, sin importar el partido al que pertenezcan, estamos pidiendo la paz. La sociedad en sí ya está cansada de tantos secuestros, tantos muertos, de los grupos delictivos, de los abusos del ejército, de los políticos corruptos, etc. Además, en mis tiras “Los Escuincles” piden la paz desde hace 14 años. Es un mensaje constante, y lo mismo pasa, igual con otras caricaturas que he hecho.
Y por otro lado, ¿es usted conciente de estar poniendo en peligro su integridad física, su vida o hasta quizá la de sus seres queridos encabezando una iniciativa que cada día cobra más adeptos, sobre todo, en las redes sociales? Está claro que los delincuentes no hacen distingos y su figura y voz es más visible como un partidario de la no violencia, ¿por qué arriesgarse tanto y salir a los medios y no ayudar a la causa tan solo de forma anónima y a buen recaudo?
No creo poner en peligro mi integridad física, ya que no me considero un activista pacifista o ambientalista o político, como tal. Yo simplemente me he sumado a los esfuerzos de varias iniciativas por facilitar un mensaje, del cual estoy convencido, por supuesto.
Tristemente en ninguno de los casos ha sido mi iniciativa, no tengo tanto poder de convocatoria (risas). Una de ellas que fue muy grande surgió de Rius, caricaturista netamente político y que seguramente ha recibido amenazas. Otra fue iniciativa de la Universidad Iteso, que siempre ha luchado por la paz, la justicia, la igualdad, etc. Seguramente muchos de sus integrantes han recibido muy malos tratos y amenazas.
Estoy conciente de que cada día todos los mexicanos, mis hijos, mi esposa, mis amigos o yo estamos en peligro; de ser víctimas, un algún momento, de un acto delictivo o de violencia, aunque sinceramente no estamos pensando en ello todo el tiempo. Posiblemente yo tenga más posibilidades de sufrir un atentando que familiares y amigos por ser parte del periodismo, pero aunque firmo mis caricaturas no estoy en constante exposición pues no aparezco físicamente: no dirijo marchas ni salgo en la televisión o diarios gritando consignas. La verdad no pienso en eso. Incluso no creo que mis caricaturas sean vistas por estos grupos, más bien, puedo asegurar que quienes las ven son las personas que —como yo y mi familia— que quieren la paz. Por lo tanto, es tratar de invitar a los pacifistas a hacer la paz, y no a agredir a los delincuentes.
|
Su contribución al deporte |
Por estos días su obra se está presentando en España, y ya recorrió ciudades como Valencia y Palma de Mallorca, y pronto se exhibirá en Barcelona y Bilbao, nos informan que razones ajenas a su voluntad no pudo estar presente para departir con el público, sin embargo, su representante le hace llegar con frecuencia los innumerables y diversos comentarios que los asistentes dejan en el libro de visitas, ¿qué es lo que aprecia o destaca de los mensajes que le escribe el público español?
Lamentablemente no pude hacer el viaje esta vez, lo he hecho en otras ocasiones y amo a España. Tengo muchos amigos y la gente siempre me ha tratado excelentemente. Se supone que mis antepasados son españoles, tanto por la familia Ochoa como Villaseñor que vinieron de allá. Me siento como en casa.
Te voy a confesar que no he recibido el libro de comentarios pero supe de una fuente digna de confianza que fueron muy buenos y que inclusive la obra se ha expuesto en otros pequeños centros culturales cerca de Valencia, donde no estaba programada.
Los comentarios del público español pues me representan mucho, pues creo que son muy críticos y con conocimiento del tema. Por lo tanto, sean buenos o malos los tomaré en cuenta.
No es frecuente ser amado y valorado en la tierra que nos vio nacer, usted lo ha conseguido y en poco tiempo, ¿cómo se hizo querer? O en otras palabras, ¿por qué su gente lo quiere? ¿Qué magia usó para conseguir ese cariño que los suyos le prodigan?
Bueno, tal vez he hecho un buen trabajo, pero para nada me siento ni amado ni valorado. Sinceramente a veces creo que sería mejor salir de aquí para poder crecer más. Tampoco digo que no me quieran, eh. Pero poco a poco he ido ganando terreno. ¿Por qué? Pues no lo sé, tal vez, porque he trabajado mucho, porque he utilizado un humor blanco que permite entrar a muchos lugares (ejemplo, con el público infantil). Porque siempre estoy con disponibilidad para trabajar por cualquier causa que ayude a la niñez y que ayude a cambiar este mundo.
Y algo más, ¿qué le da o aporta el artista mexicano al mundo? ¿Por qué gusta tanto la cultura mexicana? ¿Qué le hace tan especial y adictiva?
No es porque sea mexicano, pero creo que nuestro país es afortunado por tener tantas maravillas: nuestra gente, nuestra tierra, nuestro pasado, nuestra música, nuestros bailes, nuestra comida, nuestras tradiciones, y mucho más; y el hecho de vivir con todo ello nos hace tener como artistas, una riqueza interior muy grande de colores, de formas, de humor, de lenguaje, entre otras.
El hecho de convivir con una cultura Maya, Tarasca, Huichola, Azteca, Tarahumara, con rancheros, con citadinos, con ricos, con pobres, con una clase media estupenda y con un mundo moderno, también nos da otro panorama.
Sinceramente creo que México es mágico, y eso es lo que lo hace tan adictivo y especial, créeme que recorrerlo y vivirlo es un regalo de Dios.
Y bueno, para nosotros los “moneros” tenemos un elemento más del cual podemos echar mano para nuestro trabajo: ¡el mexicano! Con todo lo que significa y es digno de criticarse y de hacernos reír, como su corrupción, su trampa, sus políticos, sus instituciones, su sistema político…y una lista interminable de atributos, ja,ja,ja…