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miércoles, 22 de enero de 2014

Oswaldo Mejía: “La demencia es ese atrevimiento para ir contra la corriente”

Si unos cuantos más padecieran del tipo de locura que ‘aqueja’ a Oswaldo Mejía, ¡qué distinto sería el mundo!  Este demente, que así se describe a sí mismo,  es el arte personificado. Y si hubiese nacido en la época del Renacimiento, no tenemos dudas que habría sido encumbrado a la categoría de creador excepcional. La razón es simple: cultiva casi todo y lo hace con una originalidad sorprendente: es artista plástico, ilustrador, diseñador, historietista, poeta, narrador, músico, letrista, comunicador, etc., y por estos días, se atreve a desnudar su alma ante el mundo, sin ningún pudor ni preocupación por el qué dirán, con una autobiografía no convencional que lleva por título “Como se gesta un demente”.

Les invito a conocer al ser humano y al artista. No lo dejará indiferente. Siempre da de qué hablar. Por nada la balanza entre sus seguidores y detractores raras veces se equilibra. No busca la polémica. Tan solo se muestra tal cual es.
 ¿Se ha definido a sí mismo como creador de mundos y no un artista plástico, y ahora que ha incursionado en la narrativa cómo quiere que lo perciban sus seguidores y los lectores en general? 

Siempre estuve inmerso en la narrativa. Desde mi niñez solía escribir historias cortas, prosas y poesía. Aunque mi primer cuento con propuesta personal, titulada “Hambruna”, lo realicé a los quince años, y luego lo utilicé como guión para una historieta de dos páginas. No sé cómo me perciben quienes siguen mi obra mixta (Ilustración y texto), pero debo decirles que me valgo de ambas formas de expresión para facilitar, por medio de ellas, llaves que les permitan abrir el portal hacia los mundos que propongo.

 
Es un artista que está convencido de
que tiene mucho que decir
¿Qué pasa por la cabeza de un creador de mundos? ¿Se ve acaso como un dios?

Ni por asomo me atrevería a adjudicarme un título divino, pero sí estoy convencido de ser una especie de antena receptora de mensajes e inspiración que proviene del Gran Orden Universal. En ello seré tajante: No soy quien emite los mensajes, sólo soy quien los plasma.

Su novela “Cómo se gesta un demente” es autobiográfica y en ella se ha desnudado en todos los sentidos y ha huido de la autocensura, ¿por qué esta necesidad de hacerlo? ¿Qué lo llevó tomar tal determinación?

En mi novela “Cómo se gesta un demente” desnudo muchos aspectos íntimos de mi vida, pero lo que queda más expuesto son mis percepciones, cómo desde mi subconsciente deletreaba lo que en mi vida física acontecía, y para ello ameritaba desprenderme de todo rezago de autocensura; debía ser honesto conmigo mismo ya que era un llamado catártico. Escribir el libro fue excavar en mi subconsciente, buscando liberarme de mis propios demonios, fobias y traumas.

¿Qué es más peligroso: desnudar el cuerpo o el alma?

En un mundo tan deshumanizado como el nuestro, ambos desprendimientos pueden ser peligrosos, pero ello no me causa temor. Asumo a cabalidad mi rol de mensajero sin importarme los dardos de los intolerantes. Tengo mucho que decir y mi arte me confiere las armas para hacerlo, aunque mis detractores se rasguen las vestiduras y se revuelquen en sus ansias por silenciarme.

¿Le importa que sus admiradores puedan modificar el concepto que tienen de usted a partir de la lectura de biografía?

La verdad es que me tiene sin cuidado si alguien modifica el concepto sobre mi persona. Escribí mi autobiografía para fabricar luz; quienes no perciban esa luminosidad, será por que mi luz no se hizo para ellos.

"Huellas sobre lo dormido"
Manifiesta que su paso por la escuela de arte fue frustrante y casi estéril, por tanto se declara autodidacta, ¿lo es también en la escritura? 

Lo explico en mi autobiografía. Mi paso por la Escuela de arte me sirvió de poco o nada. Fui construyendo mis conceptos, mis técnicas y mi oficio a mi propio pulso. Nunca vi una obra de quienes allí fungían de profesores, jamás escuche de ninguno de ellos ni media palabra de su magia. Igualmente fue con la escritura. Soy por naturaleza un narrador, y leyendo a García Márquez, Hermann Hesse, Alan Poe y otros narradores fantásticos, fui forjando mi forma de narrar y escribir.

¿Considera que algunos artistas no tienen necesidad de ir a clases, porque por naturaleza están completos, y que para desarrollarse solo tienen que hurgar en su interior?

No creo estar capacitado para aseverar eso, es más, creo que todos necesitamos un o unos modelos que nos influyan para recorrer el camino, pero no tiene por que ser imperante la búsqueda de ello en las escuelas… Al menos, eso no sirvió para mí.

¿El dolor es más fructífero que la alegría o la estabilidad psicoemocional para el artista o creador?

Desde los catorce años soy un maníaco depresivo, y usé mis estados depresivos como fuente recurrente para crear, siendo estos estados generosamente fértiles, aunque ahora suelo crear con frecuencia inspirado por la musa del amor sublime.

Ya antes de incursionar en la novela, acompañaban escritos a sus pinturas y dibujos, a los que
Junto a Myriam Jara, su editora, representante y pareja
sentimental durante una de sus presentaciones 

denominó ‘binomios’. Explíquenos lo que son.

Cada una de mis ilustraciones las presento  de manera indivisible con una prosa o un poema, a esa indivisibilidad es lo que llamo binomios. Muchos de quienes se hallan frente a uno de estos binomios por primera vez, se sienten intrigados ante la aparente relación ilógica entre ilustración, título de la obra y la prosa. Los más acuciosos, que luego serán mis seguidores, pronto se ubican, y a su manera se dan cuenta que cada uno de estos elementos tienen vida propia pero que a la vez son parte de un todo que da vida a mis mundos.

Miguel Ángel de Bernardi, el prologuista de su libro, manifiesta que usted es producto de sus obsesiones, filias y fobias, ¿está de acuerdo?

Indudablemente, el Sr. Miguel Ángel de Bernardi fue muy acertado al describirme así. Si optáramos por extraer de mi subconsciente esas escamas llamadas obsesiones, filias y fobias, evidentemente no quedaría nada del Oswaldo Mejía artista.

En su libro manifiesta que no está seguro que sus recuerdos sean realmente tales, y que tal vez se traten de “fantasías mitomaníacas”, esos necesarios soportes psicológicos que le ayudaron a seguir adelante con su vida. Entonces, ¿qué tipo de lectura nos sugiere hacer de su biografía?

Le repito: mi autobiografía no es una biografía convencional. Lo que narro en mi novela es cómo yo percibía, interpretaba y visionaba lo que ocurría en el mundo fuera de mí. Hubo cosas que iban hacia la derecha, pero yo las interpretaba deslizándose a la izquierda, y eso era lo valedero para mí, puesto que era lo que determinaba mi esencia. El lector debe leerla sin ningún condicionamiento, conforme vaya entrando en mí, irá, hallando sus propios espejos.

"Las nubes no son para todos"
Su infancia transcurrió feliz hasta la desaparición física de su hermano Carlos Miguel. Con el se fueron la inocencia, su fe en el amor y su confianza en las mujeres, y se recluyó entre cuatro paredes sin más compañía que su dibujos y pintura, ¿en qué momento decide salir y adoptar una nueva identidad?

Fue a raíz de ver a mi madre y mi padre sumirse en un doble dolor que el mío: ellos, al igual que yo, habían perdido a un ser querido, pero al verme atrapado en ese remolino su dolor se duplicaba, pues sentían que estaban perdiendo a otro más. Es entonces que decido salir, ponerme una careta sonriente, ocultar mi dolor y salir a mentirles a ellos y al mundo de afuera que era un niño feliz.

¿En qué momento los que llamaba “los de afuera” reciben la autorización de ver y apreciar ese mundo fantástico que albergaba su mente? 

Esto no fue deliberado ni preconcebido. En un principio sólo fue mi necesidad de hablar, necesitaba gritar sobre la existencia de los mundos a los que tenía licencia de ver en mi interior… sólo eso.

Habla de que tenía la necesidad de ‘parir sus visiones’ y que el resto se enterara de estas, y lo hizo sin medirse, con honestidad, espontaneidad y plena libertad, y muchos no han terminado de entenderlo, ¿no es así?

Es cierto, muchos no me entienden y muchísimos no me entenderán nunca. Los seres humanos somos muy heterogéneos en lo conceptual, más ello no es una traba para que yo continúe vociferando sobre lo que se alberga en mi mente.

Cierta crítica denomina a lo que hace “Arte demencial”, ¿qué le sugiere este calificativo? 
"Pat agujereó mi alma"

Muchos de mis detractores, que en su mayoría se dicen artistas, guiados por su intolerancia y el temor a lo que no logran entender, me han tildado de loco, y a mi arte como demencial. Pero yo no estoy en el mundo para hacer entender nada a quienes no desean entenderme y mucho menos para agradarle a quienes no les agrado. Bastante trabajo tengo con mi rol de mensajero.

Y otros que lo califican de inmoral, machista y hasta pervertido sexual, y lo persiguen incluso en las redes sociales porque les afecta lo que hace, ¿nos puede decir cuál es, a su parecer, la verdadera razón de esta actitud y comportamiento hacia su arte?

Para ser sincero, creo que esta actitud de intolerancia se da, en la mayoría de los casos, entre personas reprimidas que temen verse reflejados en mis obras-espejos y descubrir su propia inmundicia, y también en colegas artistas que se motivan en la envidia hacia mi libertad de poder expresarme sin temores ni tapujos ¡Soy un ente sexual y lo asumo con orgullo y honestidad ante todos!

La mujer es el tema recurrente de sus obras, ¿por qué?  Y, algo más, ¿cómo se lleva en la actualidad con el sexo opuesto?

En mi percepción, la mujer es metáfora y simbología de belleza, delicadeza, ternura, amor y también contradicción sublime. Sé que ella es diferente, más, necesariamente complementaria. Necesito a la mujer para amarla, para cantarle, para que me ame y me cante… Para vivir a su lado.

"Destructureica para Bardo"
¿Cuándo le da una nueva oportunidad a Dios en su vida?  ¿Es vital creer en algo superior? ¿Qué le pasó al agnóstico que había en usted?

Dios siempre estuvo presente en mí, pero fue mi soberbia injustificada lo que me hizo caer en un abismo, y fue Él quien me dio una y otra nueva oportunidad. El agnosticismo no fue más que esa posición nimrodiana en la que muchos caemos cuando empezamos a creernos autosuficientes para desafiar designios cuya potestad sólo está en manos del Gran Orden Universal.

 ¿Qué rol juega Myriam Jara en la producción de su novela?

La escritora Myriam Jara es mi editora, mi amiga, mi cómplice, mi socia, mi manager, mi musa, mi compañera de viaje por este polvoriento mundo. Ella fue mi estimulo para escribir “Cómo se gesta un demente”, pues hacerlo fue agotador y muy doloroso, he removido pus de heridas muy antiguas para tentar la sanación de recuerdos terribles, y ella estuvo a mi lado en cada línea, ella fue secando las heridas. Hemos llegado a un punto de conexión tan profunda que escribimos a dúo pero resulta casi imposible descubrir qué parte del texto pertenece a cada uno.

¿El escritor y el artista plástico o viceversa que habitan en usted  se necesitan  para crear?

No sé si ellos se necesiten, pero yo sí necesito de ambos para seguir pariendo estos mundos que constantemente embarazan mi mente.

¿Qué es la demencia fuera del ámbito psiquiátrico?

En mi modesto criterio, la demencia es ese atrevimiento para ir contra la corriente, para ser diferente y consecuente si creemos en nuestros principios y convicciones.

Bimonio
 
"Las botas de Baco viajaban en círculos"
 ¡NO QUIERO VEEEEER!
Sopla el viento, necio es su poder.
Esferas de cristales, fluyen en tropel.

Si matan al talento, no quiero ver.
Si matan al talento, caerá el corcel.

El Rey es ciego y de cerdos su ley.
No sé a quién orar ¿Porqué lo voy a hacer?

Si matan al talento, no quiero ver.
Si matan al talento, caerá el corcel.

Mis alas han volado donde se muere la luz.
Lascivas mariposas, han hurtado el mar azul.

No quiero ver caer al corcel
vociferando:
¡EXISTOOOOOO!

 
Si desean saber más del artista y escritor
pueden pinchar
los siguientes enlaces:
omejiachumpitaz@yahoo.es

lunes, 6 de enero de 2014

Carlos Meneses Nebot: “En las tripas de uno se refleja la realidad cotidiana”



Es rebelde, y los  personajes malditos ejercen sobre él una extraña fascinación que linda con la  sensualidad. Le seducen los actos políticamente incorrectos, y es el poeta que  mejor interpreta la calle pero no lo sabe. Se deja la piel y la sangre en sus  historias, y como nadie comprende la complejidad de la naturaleza humana. Esto y aún más, es el escritor Carlos Meneses Nebot que hoy por hoy presenta su  libro de relatos “El día que murió Amy Winehouse”, personaje que ha calado profundamente  en sus fibras  sensibles por diversos motivos.
Les invito a conocerlo. Vale la pena hacerlo.
Usted se mueve con suma comodidad entre el relato y la  novela, y los intercala con una soltura que sorprende,  y hoy nuevamente le tocó el turno a los  relatos, dejando descansar por instante a su otra pasión, ¿es así o puede  escribir en simultáneo y es cuestión de prioridades a la hora de publicar?
Me es indiferente  escribir novela o relato.  Tal vez debería  señalar que mis novelas no son largas, me muevo mejor en la novela corta.  Tal vez, porque yo mismo soy muy nervioso, procuro atajar al máximo, esforzándome en que el resultado sea “pura fibra  muscular libre de grasa”.  Últimamente mis relatos no son cortos, lo cual puede sonar contradictorio, si no más bien  largos.  Con lo que algunos acaban con  apariencia de novela corta o nouvelles.
Su libros siempre tienen buena
crítica 
Ha logrado sorprender a la crítica y cosechar numerosos  lectores por sus contenidos audaces y peculiar forma de materializar en el papel sus historias, por ejemplo el crítico Antoni Serra que lo ha seguido desde sus inicios lo califica como “un narrador sin complejos de modernidad, atrevido, valiente, libre por el  lenguaje y la forma expresiva”. En medio de  estos conceptos, ¿cómo se ve realmente a sí  mismo como escritor?
Ahora mismo me veo mucho  más aposentado que antes.  Calibrando mejor lo que deseo transmitir. Ordenando mejor mis historias y realizando una corrección mayor del resultado final.  Antaño, me da la impresión, era mucho más espontáneo y, quizás, fresco, pero, sospecho, que también a medida que maduras tu estilo se va definiendo con  mayor nitidez.
Es usted también periodista, ¿fue su carrera la que lo  condujo a  la literatura o se dio al revés?  ¿Se registra una lucha interna entre ambos por ganar el protagonismo a la hora de expresarse?
Lo que me interesa  realmente es escribir mis relatos y mis novelas.  Mis historias en general.  El campo de la columna periodística lo he  cultivado un poco forzoso.  Sé que tal vez ahí gane en sentido del humor, ironía tal vez, pero lo que me llena es, por  ejemplo, rematar un relato.
Uno de sus grandes logros
literarios
¿Qué le ha aportado el periodismo a la hora de buscar temas para sus historias y al momento crucial de la escritura?
La actualidad siempre te aporta, el saber qué acaece ahí afuera es crucial para mí.  En el caso de la novela policiaca, siempre he dicho que es un fiel reflejo de la turbiedad que nos asola, aparte de lo que pueda haber de invención por parte del autor.  Uno no debería escribir si no es con las tripas, y en las tripas de uno se refleja la realidad cotidiana.
Ha manifestado que se inició en la literatura como una forma de explicar su entorno, pero también ha confesado con decepción que no lo ha conseguido, sin embargo, estos acontecimientos le han servido como fuente de inspiración para sus historias, ¿el acto de escribir le produce sufrimiento?  ¿Cómo maneja su sensibilidad?
El acto de escribir no me  produce el gozo que suponen algunos.  Es una necesidad de primer orden en mi caso.  No sé estar sin sacar afuera esos fantasmas que asolan mi cráneo y  preciso de liberarme de ellos.  Es una  especie de defensa que pasa al ataque.  Y  ayuda a exorcizar los demonios que lo corroen a uno.
Admite que antes era más espontáneo a la hora de contar
sus historias
La escritura también le sirve como terapia, lo digo por su libro “No te lamentes mucho, Carlitos” que tiene que ver con su experiencia personal. A propósito ¿se ha lamentado de haber incursionado en la literatura? ¿Ha encontrado en ella lo que esperaba?
En cierto modo sí, lo he lamentado.  Mi nivel de adicción a escribir se ha desarrollado de tal manera que no concibo el día a día sin meterle mano a un teclado.  En cierta manera, sufro la tiranía de la escritura, lo cual puede repercutir en el resto de tu vida cotidiana. Y no precisamente para bien, aunque en este punto se podría debatir y mucho.  Respecto a la segunda pregunta, no, no he encontrado aún el “orgasmo” literario… aunque lo sigo persiguiendo.
La novela negra se ha puesto de moda. Ahora muchos quieren convertirse en figuras de dicho género. ¿Esto le afecta de algún modo? ¿Considera que han invadido su terreno?
Estoy de acuerdo en que se ha puesto de moda.  Pero no la veo “negra” si no que pienso que se convertirá en “histórica” porque es la que mejor refleja el mundo de a pie.  En todo caso, el que invadió el terreno fui yo.  Siempre deseé compartir catálogo con los grandes del género negro: Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Walter Mosley, por poner ejemplos.  Y aún mantengo el deseo inconscientemente.
Sostiene que para escribir novela negra hay que
conocer las "reglas de juego"
En auténtico escritor de novela negra debe cumplir con ciertos requisitos de carácter o personalidad, ¿hay que ser muy oscuro?
No estoy seguro.  Más bien pienso que ha de “conocer las reglas” del juego.  El saber crear un “suspense” hasta el final no es sencillo.  Se debe leer mucho y rellenar muchos folios que se pueden ir a la papelera.  La empatía también es crucial.  Meterte en el pellejo de un criminal es fundamental, aunque te resulte detestable.
Su pareja influyó de sobremanera en su forma de expresión, ¿ciertas personas que lo rodean producen ese efecto en usted o se trató de un caso excepcional?
Hay más personas que me producen ese efecto.  Me nutro de mis propias experiencias y de las cercanas e, incluso, de las lejanas pero que conozco.  Sin embargo, sí, es cierto que mi pareja sentimental fue fundamental para que mi narrativa madurara.  No sé si para bien o para mal, no sé si en calidad literario o no.  Pero sí que se produjo un cambio.
¿Cuál es la relación que tiene con sus obras una vez publicadas? Cuando las revisa se siente conforme o tal vez, concluye convencido que debió hacer más por tal o cual personaje o precisar o ampliar tal cual situación.
Creo que a todos los que acabamos una historia y la releemos nos sucede que la encontramos inferior a lo que nos había parecido al ir desarrollándola. Me parece inevitable. Por lo general, una vez publicada la obra no la suelo a volver a releer, un cierto pudor a encontrar relativos fallos o que realmente me quedé corto, me invade.  Me dedico más bien a “matar” manuscritos.  Una vez escritos y publicados, “asesinados”, me olvido de ellos.
Durante su trabajo creativo acostumbra a pedir la opinión a sus amigos o
Otra de sus obras
colegas sobre un determinado personaje o hecho que está desarrollando, o ¿todo lo resuelve solo?
Sólo le pido la opinión a uno.  Su nombre es Alfonso Dicenta Quiroga y me ha acompañado en mi introducción en el campo literario desde mi primera obra, “Vuélate la tapa de los sesos”.  Él las lee y me aconseja.  Tal vez le haga caso o tal vez no, pero siempre le escucho.
¿Es sumamente crítico consigo? ¿Es de aquellos que desechan continuamente lo avanzado por no estar satisfecho? ¿Su humor cambia del todo cuando está escribiendo? ¿Se aleja del mundo cuando las musas lo visitan?
Sí a las tres preguntas.  Me irrita no poder “desatascarme” cuando estoy escribiendo, hallar un obstáculo y no hallar manera de salvarlo.  Sí, en ocasiones, lo dejo, tal vez porque no vea salida o, tal vez, porque otra historia se ha colado en mi mollera.  Es verdad, que cuando una historia me “colapsa” me alejo, me distancio.  O, si estoy rodeado de gente, estoy ausente, en la inopia.  No creo que sea positivo socialmente pero me resulta inevitable.
“El día que murió Amy Winehouse”  es el título de su nuevo libro de relatos, y ha declarado que con esta publicación no solo quiere rendirle un homenaje a la desaparecida cantante, sino al mismo tiempo, reivindicar su imagen, ¿qué lo llevó a fijarse en un personaje como ella, sobre todo, cuando todos hacían leña del árbol caído?  ¿Tal vez algo de empatía?
Pues dos puntos.  El primero la fascinación que tenía por ella mi pareja sentimental, que falleció al igual que Amy.  Y el segundo la inevitable atracción que he sentido siempre por aquellos personajes que teniéndolo todo al alcance de su mano lo tiran por la borda. 
Posando con su nuevo hijo literario
Imagen by  Últimahora.es 
¿Le llaman la atención los personajes atormentados, malditos?  ¿Por qué en algunas personas ejercen una especie de fascinación?  ¿Se puede hallar belleza en la tragedia, en el dolor?
Sí, me llaman a gritos. Hay una cierta sensualidad en la autodestrucción.  Incluso un grito de libertad políticamente incorrecto que me seduce.  Un aire de rebeldía, a sabiendas de lo que provoca en su interior, que me parece de una hermosura etérea y superior. 
¿También ha querido rendirle algún tipo tributo a Bukowski, Kerouac, Burroughs y Fante haciéndolos parte de ese todo que es su libro de relatos?  ¿Qué papel cumplen en su literatura cada uno de estos escritores?  O tal vez sería mejor preguntar si existe algún tipo de identificación con ellos a nivel de las emociones y sentimientos, es decir, en el aspecto meramente humano.
Siempre cuento que cuando tenía 16 años me fracturé el tobillo justo antes de partir de viaje de estudios.  En casa me aburría muchísimo tratando de caminar con muletas. Revisando los muchos libros de la extensa librería de mi padre, hallé “La senda del perdedor” de Charles Bukowski.  Me la zampé en una noche, sorprendido de que un tipo que me sacaba 40 años de edad, “hablara” como yo.  Esa especie de empatía la hallé en Kerouac o Burroughs. Y, más adelante, en John Fante.  Forman parte de mi escritura porque, al igual, que el género negro me atrajeron profundamente.  Y son las inevitables las referencias.
¿Cuál es la meta que se ha fijado con este nuevo trabajo?
Mi meta, cuando se ha publicado un libro, es que los posibles lectores pasen un rato entretenidos.  Pienso que lo único prohibido al escribir es aburrir.
¿Cree en el éxito? ¿Se ve como uno de sus elegidos?
Creo en el éxito de ventas pero no en el mío.  Es evidente que existe, basta repasar las listas, pero no creo que lo que yo haga forme parte de ello.  Para eso se deberían conjugar muchos factores como estar “en el momento de la actualidad oportuno” o contar con el respaldo de un mecenas que te lance.  Cosas que veo complicadísimas. 
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