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lunes, 6 de enero de 2014

Carlos Meneses Nebot: “En las tripas de uno se refleja la realidad cotidiana”



Es rebelde, y los  personajes malditos ejercen sobre él una extraña fascinación que linda con la  sensualidad. Le seducen los actos políticamente incorrectos, y es el poeta que  mejor interpreta la calle pero no lo sabe. Se deja la piel y la sangre en sus  historias, y como nadie comprende la complejidad de la naturaleza humana. Esto y aún más, es el escritor Carlos Meneses Nebot que hoy por hoy presenta su  libro de relatos “El día que murió Amy Winehouse”, personaje que ha calado profundamente  en sus fibras  sensibles por diversos motivos.
Les invito a conocerlo. Vale la pena hacerlo.
Usted se mueve con suma comodidad entre el relato y la  novela, y los intercala con una soltura que sorprende,  y hoy nuevamente le tocó el turno a los  relatos, dejando descansar por instante a su otra pasión, ¿es así o puede  escribir en simultáneo y es cuestión de prioridades a la hora de publicar?
Me es indiferente  escribir novela o relato.  Tal vez debería  señalar que mis novelas no son largas, me muevo mejor en la novela corta.  Tal vez, porque yo mismo soy muy nervioso, procuro atajar al máximo, esforzándome en que el resultado sea “pura fibra  muscular libre de grasa”.  Últimamente mis relatos no son cortos, lo cual puede sonar contradictorio, si no más bien  largos.  Con lo que algunos acaban con  apariencia de novela corta o nouvelles.
Su libros siempre tienen buena
crítica 
Ha logrado sorprender a la crítica y cosechar numerosos  lectores por sus contenidos audaces y peculiar forma de materializar en el papel sus historias, por ejemplo el crítico Antoni Serra que lo ha seguido desde sus inicios lo califica como “un narrador sin complejos de modernidad, atrevido, valiente, libre por el  lenguaje y la forma expresiva”. En medio de  estos conceptos, ¿cómo se ve realmente a sí  mismo como escritor?
Ahora mismo me veo mucho  más aposentado que antes.  Calibrando mejor lo que deseo transmitir. Ordenando mejor mis historias y realizando una corrección mayor del resultado final.  Antaño, me da la impresión, era mucho más espontáneo y, quizás, fresco, pero, sospecho, que también a medida que maduras tu estilo se va definiendo con  mayor nitidez.
Es usted también periodista, ¿fue su carrera la que lo  condujo a  la literatura o se dio al revés?  ¿Se registra una lucha interna entre ambos por ganar el protagonismo a la hora de expresarse?
Lo que me interesa  realmente es escribir mis relatos y mis novelas.  Mis historias en general.  El campo de la columna periodística lo he  cultivado un poco forzoso.  Sé que tal vez ahí gane en sentido del humor, ironía tal vez, pero lo que me llena es, por  ejemplo, rematar un relato.
Uno de sus grandes logros
literarios
¿Qué le ha aportado el periodismo a la hora de buscar temas para sus historias y al momento crucial de la escritura?
La actualidad siempre te aporta, el saber qué acaece ahí afuera es crucial para mí.  En el caso de la novela policiaca, siempre he dicho que es un fiel reflejo de la turbiedad que nos asola, aparte de lo que pueda haber de invención por parte del autor.  Uno no debería escribir si no es con las tripas, y en las tripas de uno se refleja la realidad cotidiana.
Ha manifestado que se inició en la literatura como una forma de explicar su entorno, pero también ha confesado con decepción que no lo ha conseguido, sin embargo, estos acontecimientos le han servido como fuente de inspiración para sus historias, ¿el acto de escribir le produce sufrimiento?  ¿Cómo maneja su sensibilidad?
El acto de escribir no me  produce el gozo que suponen algunos.  Es una necesidad de primer orden en mi caso.  No sé estar sin sacar afuera esos fantasmas que asolan mi cráneo y  preciso de liberarme de ellos.  Es una  especie de defensa que pasa al ataque.  Y  ayuda a exorcizar los demonios que lo corroen a uno.
Admite que antes era más espontáneo a la hora de contar
sus historias
La escritura también le sirve como terapia, lo digo por su libro “No te lamentes mucho, Carlitos” que tiene que ver con su experiencia personal. A propósito ¿se ha lamentado de haber incursionado en la literatura? ¿Ha encontrado en ella lo que esperaba?
En cierto modo sí, lo he lamentado.  Mi nivel de adicción a escribir se ha desarrollado de tal manera que no concibo el día a día sin meterle mano a un teclado.  En cierta manera, sufro la tiranía de la escritura, lo cual puede repercutir en el resto de tu vida cotidiana. Y no precisamente para bien, aunque en este punto se podría debatir y mucho.  Respecto a la segunda pregunta, no, no he encontrado aún el “orgasmo” literario… aunque lo sigo persiguiendo.
La novela negra se ha puesto de moda. Ahora muchos quieren convertirse en figuras de dicho género. ¿Esto le afecta de algún modo? ¿Considera que han invadido su terreno?
Estoy de acuerdo en que se ha puesto de moda.  Pero no la veo “negra” si no que pienso que se convertirá en “histórica” porque es la que mejor refleja el mundo de a pie.  En todo caso, el que invadió el terreno fui yo.  Siempre deseé compartir catálogo con los grandes del género negro: Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Walter Mosley, por poner ejemplos.  Y aún mantengo el deseo inconscientemente.
Sostiene que para escribir novela negra hay que
conocer las "reglas de juego"
En auténtico escritor de novela negra debe cumplir con ciertos requisitos de carácter o personalidad, ¿hay que ser muy oscuro?
No estoy seguro.  Más bien pienso que ha de “conocer las reglas” del juego.  El saber crear un “suspense” hasta el final no es sencillo.  Se debe leer mucho y rellenar muchos folios que se pueden ir a la papelera.  La empatía también es crucial.  Meterte en el pellejo de un criminal es fundamental, aunque te resulte detestable.
Su pareja influyó de sobremanera en su forma de expresión, ¿ciertas personas que lo rodean producen ese efecto en usted o se trató de un caso excepcional?
Hay más personas que me producen ese efecto.  Me nutro de mis propias experiencias y de las cercanas e, incluso, de las lejanas pero que conozco.  Sin embargo, sí, es cierto que mi pareja sentimental fue fundamental para que mi narrativa madurara.  No sé si para bien o para mal, no sé si en calidad literario o no.  Pero sí que se produjo un cambio.
¿Cuál es la relación que tiene con sus obras una vez publicadas? Cuando las revisa se siente conforme o tal vez, concluye convencido que debió hacer más por tal o cual personaje o precisar o ampliar tal cual situación.
Creo que a todos los que acabamos una historia y la releemos nos sucede que la encontramos inferior a lo que nos había parecido al ir desarrollándola. Me parece inevitable. Por lo general, una vez publicada la obra no la suelo a volver a releer, un cierto pudor a encontrar relativos fallos o que realmente me quedé corto, me invade.  Me dedico más bien a “matar” manuscritos.  Una vez escritos y publicados, “asesinados”, me olvido de ellos.
Durante su trabajo creativo acostumbra a pedir la opinión a sus amigos o
Otra de sus obras
colegas sobre un determinado personaje o hecho que está desarrollando, o ¿todo lo resuelve solo?
Sólo le pido la opinión a uno.  Su nombre es Alfonso Dicenta Quiroga y me ha acompañado en mi introducción en el campo literario desde mi primera obra, “Vuélate la tapa de los sesos”.  Él las lee y me aconseja.  Tal vez le haga caso o tal vez no, pero siempre le escucho.
¿Es sumamente crítico consigo? ¿Es de aquellos que desechan continuamente lo avanzado por no estar satisfecho? ¿Su humor cambia del todo cuando está escribiendo? ¿Se aleja del mundo cuando las musas lo visitan?
Sí a las tres preguntas.  Me irrita no poder “desatascarme” cuando estoy escribiendo, hallar un obstáculo y no hallar manera de salvarlo.  Sí, en ocasiones, lo dejo, tal vez porque no vea salida o, tal vez, porque otra historia se ha colado en mi mollera.  Es verdad, que cuando una historia me “colapsa” me alejo, me distancio.  O, si estoy rodeado de gente, estoy ausente, en la inopia.  No creo que sea positivo socialmente pero me resulta inevitable.
“El día que murió Amy Winehouse”  es el título de su nuevo libro de relatos, y ha declarado que con esta publicación no solo quiere rendirle un homenaje a la desaparecida cantante, sino al mismo tiempo, reivindicar su imagen, ¿qué lo llevó a fijarse en un personaje como ella, sobre todo, cuando todos hacían leña del árbol caído?  ¿Tal vez algo de empatía?
Pues dos puntos.  El primero la fascinación que tenía por ella mi pareja sentimental, que falleció al igual que Amy.  Y el segundo la inevitable atracción que he sentido siempre por aquellos personajes que teniéndolo todo al alcance de su mano lo tiran por la borda. 
Posando con su nuevo hijo literario
Imagen by  Últimahora.es 
¿Le llaman la atención los personajes atormentados, malditos?  ¿Por qué en algunas personas ejercen una especie de fascinación?  ¿Se puede hallar belleza en la tragedia, en el dolor?
Sí, me llaman a gritos. Hay una cierta sensualidad en la autodestrucción.  Incluso un grito de libertad políticamente incorrecto que me seduce.  Un aire de rebeldía, a sabiendas de lo que provoca en su interior, que me parece de una hermosura etérea y superior. 
¿También ha querido rendirle algún tipo tributo a Bukowski, Kerouac, Burroughs y Fante haciéndolos parte de ese todo que es su libro de relatos?  ¿Qué papel cumplen en su literatura cada uno de estos escritores?  O tal vez sería mejor preguntar si existe algún tipo de identificación con ellos a nivel de las emociones y sentimientos, es decir, en el aspecto meramente humano.
Siempre cuento que cuando tenía 16 años me fracturé el tobillo justo antes de partir de viaje de estudios.  En casa me aburría muchísimo tratando de caminar con muletas. Revisando los muchos libros de la extensa librería de mi padre, hallé “La senda del perdedor” de Charles Bukowski.  Me la zampé en una noche, sorprendido de que un tipo que me sacaba 40 años de edad, “hablara” como yo.  Esa especie de empatía la hallé en Kerouac o Burroughs. Y, más adelante, en John Fante.  Forman parte de mi escritura porque, al igual, que el género negro me atrajeron profundamente.  Y son las inevitables las referencias.
¿Cuál es la meta que se ha fijado con este nuevo trabajo?
Mi meta, cuando se ha publicado un libro, es que los posibles lectores pasen un rato entretenidos.  Pienso que lo único prohibido al escribir es aburrir.
¿Cree en el éxito? ¿Se ve como uno de sus elegidos?
Creo en el éxito de ventas pero no en el mío.  Es evidente que existe, basta repasar las listas, pero no creo que lo que yo haga forme parte de ello.  Para eso se deberían conjugar muchos factores como estar “en el momento de la actualidad oportuno” o contar con el respaldo de un mecenas que te lance.  Cosas que veo complicadísimas. 
Si desean conocer más del autor
o de su obra
pueden pinchar:

Carlos Meneses Nebot | Facebook

https://twitter.com/carlosmenesesne




4 comentarios:

  1. Hay paralelismos entre su vida y su ficción.

    Y sí, hace falta un mecenas para lanzar una carrera literaria.

    Un abrazo!

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  2. Un poco que se me sumo al coment de Ricardo Guadalupe......que tanto de su ser pone Carlos en la construccion del personaje en sus obras literarias?....y mi pregunta que viene a continuacion es un poco parafraseando a Elga....que tan maldito se siente carlos en la readccion de su novela a la hora de construir su personaje,saludos,Carlo Bedoya

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  3. Me gustaría leer su libro y saber más de Meneses puesto que me he sentido identificado como autor (y lector, o viceversa) de relatos y por esas confesiones sobra la necesidad de escribir, los fantasmas y los demonios por exorcizar. Bravo. Enhorabuena, Elga. Mucha tinta y fuerza a Carlos Meneses.

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  4. Me encanta su forma canallesca que tiene al afrontar de frente todas las realidades de la vida. Sea politica personaje de a pie o lo que se le ponga por delante, aunque a veces hecha mano de tanto personaje que logra confundirme. Debería poder vivir de la literatura.Ánimo sigue así y que les den a los catetos sabiondos.

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