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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Marina López: “Muchos escritores triunfan cuando vence su parte femenina”

Es una mujer orquesta que sabe distribuir su tiempo para llevar a cabo diversas actividades con absoluto profesionalismo. Eso es lo que hace Marina López, una profesora, escritora, conferencista y promotora cultural cuyo espíritu la lleva fluir en todo lo que emprende, aunque ella prefiere que mejor se use en su caso la palabra disciplina, porque pega más con su filosofía y puede ver  los efectos de su práctica en el día a día. Debe ser cierto, pues solo así se entiende su éxito en más de una iniciativa llevada a cabo. Y para muestra botón: el ser una de las responsables del Festival Valencia Negra, que ya goza de una notable repercusión en otros puntos de Europa. Pero ella tiene mucho de que hablar, sobre todo, cuando se trata de su tema favorito: la literatura hecha por mujeres.
Es complicado ubicarla en una profesión o labor precisa. Está inmersa en una serie de actividades que van desde la escritura hasta la promoción y difusión de seminarios, conferencias y talleres, los cuales tienen que ver no solo con la literatura sino también con el arte en general, ¿cómo podría definirse a sí misma teniendo en cuenta todo lo que hace?
Soy profesora/investigadora en la Universidad Jaume I de Castellón. Como investigadora, publico artículos y libros y participo en la organización de actividades literarias. Además, me honro en pertenecer al grupo de escritores valencianos El Cuaderno Rojo y me he unido a tres de ellos -Santiago Álvarez, Bernardo Carrión y Jordi Llobregat-  para poner en marcha el Festival de Valencia Negra donde tienen cabida varias representaciones artísticas en torno al género negro.
Junto al destacado escritor Antonio Muñoz Molina
¿Fluye mejor como escritora o como promotora cultural? ¿Qué tanto le dedica a una y otra faceta?
Fluir, qué hermosa palabra. Me encantaría aplicármela aunque “disciplina” se ajusta más a la realidad. Tengo un horario muy preciso con el tiempo acordado de antemano a cada actividad. En cuanto a la escritura de ficción, mi pasión, le reservo el final de la jornada.
¿Cuándo aparece en usted su inclinación hacia la literatura y por qué se inclina hacia el universo femenino?  Y en este punto, haga por favor un deslinde entre lo femenino y lo feminista. ¿Hay una diferencia marcada entre ser lo uno o lo otro?  ¿Sigue habiendo mucha confusión al respecto?
La literatura me ha acompañado siempre, sin distinción de género. Pero al iniciar el doctorado en literatura francófona, comprobé que, si bien mis profesores eran mujeres en su mayoría, solo estudiábamos a autores/hombres y nadie se lo planteaba como una anomalía. Decidí pasearme por el universo de las escritoras y me enamoré, hasta el día de hoy.
Antes se observaban mayores diferencias entre texto femenino o feminista porque en este último se trascendía lo meramente literario para reivindicar el papel de las mujeres en la sociedad. En la actualidad, asistimos en la mayoría de los casos a una unión –armoniosa a mi entender- entre ambas tendencias llamada “metafeminismo” por la crítica quebequesa Lori Saint-Martin, donde las autoras abordan de un modo individual e íntimo sus preocupaciones sin estrategias defensivas ni debates ideológicos. Claro está, me refiero a la literatura occidental.
¿De dónde nace ese desdén hacia la literatura hecha por mujeres, por no usar otro calificativo, por parte de ciertos sectores masculinos (e incluso femeninos) compuestos por escritores varones y lectores del mismo género?
No es frecuente encontrar a lectores masculinos que se inclinen –libres de todo prejuicio- sobre las producciones femeninas y es lógico: desde el colegio se ignora la creatividad femenina y se enseña que lo valioso proviene de un varón. Calificaría por ello de esperanzador el hecho de recibir críticas por nuestro trabajo, sean positivas o no: le otorga visibilidad. Además, asistimos hoy en día a un aumento de hombres que no discrimina una obra por el mero hecho de llevar la firma de una mujer. Fíjate, pleno siglo XXI y todavía hablamos de discriminación…
Posando al lado del afamado escritor Santiago Posteguillo
y sus compañeros del Cuaderno Rojo.
¿Toda literatura escrita por mujeres es necesariamente femenina? ¿Se hace demasiado evidente por su temática y forma de redacción?
No toda obra escrita por una mujer es femenina y muchos escritores triunfan cuando vence su parte femenina. En cuanto al estilo y a la temática, prefiero pensar en variaciones individuales independientes del género, si bien he de añadir que las mujeres reflejan una visión diferente del mundo porque siempre han ocupado un lugar diferente en él.
¿Cuál es su opinión sobre la novela romántica y la llamada Chick-lit? ¿Por qué desde un tiempo a esta parte cosecha millones de lectoras? ¿En qué radica su éxito?
La Chick-lit ha sido catalogada como sub-literatura por emplear un vocabulario simple y una abundancia de estereotipos que bañan en intrigas amorosas anodinas. Sin embargo, dado su éxito, fue incluida en 2009 en el programa de literatura de la Universidad sueca Växjö. Quizá sería interesante analizar su coctel de ingredientes y su impacto en lugar de despreciarla. De entrada, nos presenta un elenco de mujeres activas que luchan en clave de humor –y a menudo feminista- por alcanzar un objetivo y que son felices. En una época en la que la mujer se exige a sí misma la perfección, resulta agradable leer las aventuras y desventuras de mujeres imperfectas para quienes la perfección no es una meta. La Chick-lit en este sentido se convierte casi en una lectura terapéutica, toda una lección de humildad para quienes aspiran a escribir literatura imperecedera. 
Su trabajo literario gira en torno a la literatura femenina contemporánea, ¿cuál es su diagnóstico al respecto? ¿Cuánto ha desarrollado y en qué hemisferio se encuentra mejor aceptada?
La literatura en femenino rebosa salud, incluso se expande y no deja de sorprenderme.
En cuanto al grado de aceptación en los diferentes hemisferios, dependerá, supongo, de la comezón que produce el texto. Es decir, a mayor subversión –y el hecho de empuñar una pluma ya entra en dicha categoría según Hélène Cixous-, mayor resistencia del lectorado. Por eso, imagino que donde se hallen las autoras más decididas a reflejar las vicisitudes ligadas a la condición de mujer, sobre todo cuando reinan las injusticias, más complicada será la aceptación. En la parte occidental, como he mencionado antes, las escritoras traspasan frecuentemente las barreras de las reivindicaciones para instalarse en el metafemenismo, -más cómodo- y, en general, más aceptado por el gran público también. 
Rodeada de algunos de sus compañeros del Cuaderno Rojo 
¿Una literatura de género perfectamente identificable es necesaria para dar a conocer la voz de una escritora? ¿Es saludable ser vistas de esa manera? ¿No crea más barreras o absurdos privilegios?
No se trata de defender signos diferenciadores visibles, sino de fomentar la posibilidad para toda mujer que alza su voz de ser leída. En resumen, me refiero al tema de la educación. Una mayor visibilidad -desde el colegio- de mujeres relevantes en el panorama literario (extensible a cualquier dominio del saber) equilibraría la balanza, permitiría revalorizar su papel y produciría a la larga una sociedad más justa.
En cuanto a tu última pregunta, permíteme responderte con otra pregunta, ¿de verdad gozamos las mujeres o hemos gozado de privilegios absurdos?
¿Qué tipo de literatura femenina defiende? Y dentro de este universo ¿existen grupos con características bien definidas como, por ejemplo la que se cultiva en el Mediterráneo o en Latinoamérica?
En realidad, la literatura de mujeres se defiende sola tanto por su calidad literaria como por su contenido ideológico. En mi caso, amo la literatura y me encanta lo escrito por mujeres; refleja mejor mi universo interior.
El caso de las mujeres en Latinoamérica es fascinante porque además de las preocupaciones idénticas a las escritoras europeas: sexualidad y visión del cuerpo, construcción del yo, representación de las esferas privadas y públicas, las relaciones con el otro, la escritura y un amplio etcétera, también enriquecen la literatura con sus consideraciones sobre el tercer mundo, el mestizaje, el colonialismo visto desde el punto de vista del dominado. Presentan una literatura de la resistencia, a veces testimonial, otras de censura tan significativa que algunas voces como la de la profesora Adelaida Martínez de la Universidad de Nebraska afirman que los críticos del siglo XXI a la altura de un Voltaire escribirán en español vernáculo y tendrán nombre de mujer.
Libro de relatos negros escrito por sus alumnos
de la Universidad Jaume I de Castellón
A este respecto, es toda una autoridad en la materia, pues ha realizado varios artículos y publicado libros en España y en el extranjero (Argelia, Austria, Inglaterra, Líbano y Quebec, ¿qué le falta a la literatura femenina para tener mayor cobertura, y ser aceptada y valorada?
Te agradezco el cumplido aunque no puedo considerarme una autoridad, solo soy una estudiosa. Eso sí, paciente y apasionada.
Me atrevería a mencionar dos ingredientes: confianza en las escritoras y, sobre todo, tiempo.
Por otro lado, otra de sus pasiones, es la novela negra francófona, en especial la realizada por mujeres, explosiva combinación, ¿no cree? ¿Qué le atrae de este género? Y ¿por qué el escrito por féminas? ¿Cuál es el aporte de la mujer en este tipo de literatura?
Me resulta estimulante observar el sin fin de transgresiones –de forma no siempre consciente- cometidas por las escritoras respecto al discurso tradicional y su posicionamiento frente a las víctimas, la violencia e incluso el deseo, temas que estudio de forma muy particular. Las mujeres suelen tratar de modo muy diferente a las víctimas -con las que suelen identificarse- y en sus escritos se perfila no solo un trasfondo crítico de la sociedad sino también un sentido diferente de la justicia en consonancia con la llamada “ética del cuidado” promovida por la feminista, filósofa y psicóloga Carol Gilligan. Es decir, frente a la “ética de la justicia” universal, las mujeres tienden a particularizar, a meterse en la piel del otro, son más conscientes de las relaciones de interdependencia que creamos y nos atan.
Realizó una excelente gestión como directora literaria en el marco del Festival de la Semana Negra de Valencia, que se desarrolla en mayo, pero es necesario precisar que este evento no gira solo en torno a la literatura de este tipo, sino que comprende otras manifestaciones artísticas (cine, artes escénicas, pintura, fotografía, gastronomía), ¿cómo se gesta este exitoso proyecto hecho realidad, y si tiene o va a tener proyección internacional?
El Festival de Valencia Negra ha pretendido reagrupar diversas manifestaciones artísticas –literatura, cine, fotografía, teatro, gastronomía, música- en torno al género negro desde el primer minuto y me parece un acierto que le debemos a Jordi Llobregat, el director del festival, amigo y compañero de El cuaderno Rojo.
El festival intenta valorizar dichas manifestaciones y poner de relieve la producción local y nacional aunque ya somos internacionales, el año pasado contamos con la presencia de Petro Markaris. Este año, venimos con sorpresas, alguna incluso más lejana...
Con las autoras Joana Chilet y María García Lliberós
¿Por qué gusta tanto la novela negra? ¿Es que hay algo oscuro dentro de nuestras almas?
La novela negra es multifacética, expone las preocupaciones de la sociedad, nos explica el porqué del mal y nos avisa de que todos somos víctimas -y verdugos- potenciales. Además, su resolución de conflicto nos reinstala en nuestro universo cotidiano y nos tranquiliza, al principio... En efecto, siempre permanece un poso; imposible dejar actuar libremente el mal durante 300 páginas y suponer que desaparece al cerrar el libro. Esa inquietud, ese suspense, que logra trasladar a la vida real la novela negra y nos estremece me entusiasma.
En cuanto a la literatura en general, anualmente organiza encuentros sobre literatura y escritura, en la Universidad Jaume I, en los cuales invita a autores de reconocido prestigio o emergentes para charlar sobre sus obras y distintos aspectos de la creación, ¿qué escritores han dejado escuchar su voz en estos, y cuáles han tenido mayor impacto entre el auditorio? ¿Recuerda algún hecho anecdótico al respecto?
Organizo ciclos de literatura de escritoras internacionales que destacan por su genialidad como autoras y su sencillez como personas, pienso en Louise dupré, Denise Desautels, Madeleine Monette, Marie-Célie Agnant, Yin Chen... Y también he tenido la suerte de contar con la presencia de magníficos escritores y/o periodistas nacionales así como poetas de la talla de Amparo Andrés Martí, Juan Miguel Aguilera, Santiago Álvarez, Isabel Barceló, Alejandro Gallo, Vicente Garrido, Vicente Marco, David G. Panadero, Emili Piera, Santiago Posteguillo, Marta Querol, Sebastián Roa…
Recuerdo anécdotas de cada intervención pero solo me referiré a dos en concreto –ambas de escritoras, para seguir en la tónica de esta entrevista-. Muy sonada fue, durante el ciclo consagrado al poder de la palabra, la mesa redonda de novela histórica entre Santiago Posteguillo, Sebastián Roa e Isabel Barceló donde ésta explicó a través de la mitología cómo habían retirado la palabra a las mujeres y por qué sus descubrimientos científicos poseían menos valor. Y, en la misma línea y durante el mismo ciclo, Marta Querol expuso el tema del pirateo con tal brillantez que, al día siguiente, no vi en las mesas ni un solo manual fotocopiado.
Colabora muy a menudo con el espacio radial Pegando la
hebra que dirige María Vicenta Porcar 
¿Qué sacó en claro sobre la mujer-objeto en su taller Miradas que matan? ¿De quién es la responsabilidad de cambiar esta mala costumbre o tendencia machista?
En España nos queda mucho por hacer, diría incluso que rozamos el suspenso. Falta una política educativa orientada –de nuevo, desde el colegio- en erradicar la violencia en el seno de la familia y por ello siempre nos encontramos con la necesidad de aplicar parches (proteger a las mujeres que denuncian) y los castigos consiguientes a los maltratadores (o las maltratadoras).
Las conclusiones del taller Miradas que matan fueron demoledoras: se “cosifica” -como bien dices- de diversas formas a la mujer y desde cualquier medio.
La más evidente es cuando su cuerpo –perfecto e irreal- invade la pantalla. De pronto, las mujeres dejan de estar-en-el cuerpo para convertirse en un mero producto-mercancía. Otra más sutil insiste, como quien no quiere la cosa, sobre la pasividad de las mujeres (por ejemplo, anuncios donde ellos actúan y ellas observan). En ambos casos, así nos lo muestra este reportaje sobre la importancia de la tele, procuran hacernos desaparecer y, lo peor de todo, con nuestro silencioso consentimiento: https://www.youtube.com/watch?v=1teAJZE1ark. Aviso, el contenido especialmente violento de este vídeo hiere la sensibilidad.
En cuanto a la responsabilidad, nos pertenece a todos. Entre otras cosas, deberíamos reclamar más comités éticos destinados a evaluar las representaciones en los medios de comunicación para erradicar cualquier estereotipo discriminador y la consideración de las mujeres como seres inferiores que solo pueden aspirar a la belleza.
En el marco del Festival del Género Negro flanqueada por
Santiago Álvarez y Jordi Llobregat
Háblenos de su libro Ecrivaines algériennes et catalanes. Entre tradition et modernité (2013), ¿qué la motivó a escribirlo y cómo abordó el tema?
En 2009 seleccionaron mi candidatura para un proyecto internacional de cooperación y solidaridad en torno a la representación cultural de las mujeres en la cuenca del mediterráneo y, junto a otras tres investigadoras, Faouzia Bendjelid, Laia Climent y Yamina Zinaï, nos dedicamos a analizar, en publicaciones de escritoras argelinas y catalanas, cuán determinante es la literatura para fijar imágenes en el ideario colectivo.
Tengo entendido que en sus creaciones de ficción se presenta como Marina Lomar, ¿por qué? ¿Quiere protegerse de algo?
Me parecía más adecuado separar mi faceta investigadora y literaria y para ello elegí un nombre que aunara los apellidos de mis padres. De algún modo, no te falta razón, pretendía pasar inadvertida entre mis estudiantes y compañeros en la universidad.
Y ¿qué me dice de sus incursiones en la literatura erótica? ¿Hay una necesidad de reivindicar la sexualidad femenina de su parte al expresarse en este registro?
Existen incursiones de las mujeres en lo erótico desde hace tiempo, pero son todavía escasas. Como consecuencia,  la lectura de la sexualidad es masculina. Se impone por ello, la necesidad de una visión del sexo en femenino, y no solo eso, sino la elaboración de un lenguaje propio para hablar del deseo en femenino. Además, escribir erótico me parece un ejercicio saludable y me divierte mostrar a mujeres que gozan. Recuerdo un amigo del Cuaderno Rojo, Raúl Borrás el cual, después de leer una escena mía me preguntó “¿y yo, qué?”, me hizo mucha gracia y resume lo comentado anteriormente, siempre leemos con ojos masculinos un relato erótico. Al darle la vuelta, el resultado sorprende. Espero que algún día deje de hacerlo.
¿Suenan mejor las palabras mujer, sexo o amor en francés que en español?
Seguramente son de las pocas palabras que suenan bien en cualquier idioma.


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