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martes, 1 de diciembre de 2015

Félix Molina Colomer: "La poesía se encuentra hasta debajo de una piedra"

Amasa el pan como los versos. Su alma conjuga realidad y sentimiento. Nunca tuvo una vocación clara para nada, afirma, pero solo le bastó reconocerse como poeta para que su talento se esparciera como exquisito perfume. Esta es la historia Félix Molina Colomer, un hombre que no lo tuvo fácil en la vida, pero cuya fortaleza lo condujo a salir adelante pese a su corta edad y los embates del destino.
Comenzaste a trabajar en la tahona de tus padres a los 12 años, ¿ya en ese tiempo pensabas en la poesía o hacerte escritor? ¿Cuándo te das cuenta que la poesía ya estaba alojada en tu alma?
Ni lo pienso. Yo simplemente admiraba a mi padre, un luchador nato y un ejemplo para mí, y quería ayudar en casa. Cuando mis capacidades fueron suficientes las ofrecí a mi familia. Mi primer poema data de mis diez años, aún lo conservo. Es un poema a la Virgen que solía hacerse en mayo, el mío fue elegido para ser leído en la formación de entrada a clase. Pero solo fue un juego. Empiezo a escribir alrededor de los trece años por influjo de Bécquer y de alguna niña que conocí entonces…
En compañía de su esposa Pilar
Seguiste la senda de tu familia en el rubro de la panadería, ¿te viste obligado por las circunstancias o había cierta vocación en ti por esta labor?
Nunca tuve vocación por nada, o bien la tuve por todo. Mi curiosidad es inagotable. Pero es cierto que ayudar en casa me hacía sentir bien y que me lo agradecían. Mi padre me facilitó el estudio, pero me enseñó su oficio y lo hizo bien. “Por si las cosas pintan mal “, decía. Quiero añadir que hacer cosas con las manos y ver el producto de tu trabajo es muy gratificante.
Alternabas el trabajo con los estudios, ¿te quedaba tiempo para ti y poder explorar en tu creatividad poética?
El trabajo manual deja la mente bastante libre una vez lo dominas. Yo repasaba mis lecciones mentalmente mientras laboraba y, ciertamente, hacía mis introspecciones. El pensamiento funciona a varios niveles y eso es una ventaja. Algo así como pensar mientras trabajas y verte a ti mismo pensando, pero también ver a las demás personas que ven cómo te ves trabajando: una especie de matrioska que llegaba a fascinarme. Una fuente de sensaciones y de conceptos que iba asimilando; lo que considero que es crecer, en definitiva.
El hecho de trabajar desde pequeño te dio otra visión de la vida, ¿con qué soñabas en esos tiempos?
No he sido nunca un soñador. Los que trabajamos desde muy jóvenes solemos tener los pies en el suelo, nos damos cuenta pronto de muchas cosas. Pero es cierto que tampoco conocía mis límites y me sentía capaz de mucho; aunque como digo, siempre de objetivos alcanzables. La poesía ya me hacía vibrar, pero era algo íntimo, algo que me guardaba.
De arquero en su equipo de fútbol 
Eres licenciado en Ciencias Químicas y maestro pastelero, ¿cómo se entiende eso? ¿Tienen un denominador en común?  Y algo más, ¿dónde encaja la poesía en dichas actividades?
El denominador común soy yo, y mi propia historia lo explica. Trabajaba y estudiaba y faltando un año para recibirme de licenciado fallece mi padre en accidente de tráfico. Soy el mayor de la casa y me hago cargo del negocio familiar (que con el tiempo amplié) pero que detuvo mis estudios hasta que los retomé a la primera ocasión que tuve, con la idea de acabarlos, cosa que conseguí finalmente. Fue la época más dura de mi vida y suelo decir que me vacunó contra el desánimo. Como profesional seguí creciendo en mi trabajo, y creo dominar con soltura mi oficio de panadero y pastelero. Pienso que la sensibilidad no exime del trabajo serio y que la poesía se encuentra hasta debajo de una piedra: hay tan sólo que sentirla, verla venir, escribirla. También está en mi obrador.
Amas la música clásica, el jazz y las de corte populares, y aprendiste música a los 35 años, y no solo eso, fuiste saxofonista de la banda Nazaret por 10 años, ¿cuándo te decides a estudiar música y por qué escogiste el saxofón para manifestarte en este campo?
Siempre amé la música. Aún conservo en la memoria tonadas de mi infancia de las que nunca supe el nombre. Pero la actividad sobredimensionada y la falta de oportunidades postergaron mi educación musical, lo que siempre sentí como una carencia. Finalmente, una serie de felices coincidencias (una escuela musical próxima, disponer de un instrumento, el tiempo que pude exprimir…) me permitieron llenar esa laguna. El saxofón era una opción viable para mis condiciones, aparte de que su sonido me fascina: cálido, potente, rabioso, dulce…Toco el alto y el tenor, pero la música es absorbente y consume tiempo en exceso, requiere mucha dedicación. Es una novia celosa y puedes pasarlo mal.
¿Alguna vez compusiste una pieza musical o canción?
Fuera de los ejercicios habituales de solfeo no escribí ninguna pieza. Demasiada música acumulada en mi cabeza que me moría por tocar desde hacía tanto tiempo y que pasaba al pentagrama para que no se me perdiese.
Es un hombre que también necesita del silencio
Sé también que necesitas el silencio, ¿en qué situaciones lo buscas y para qué te hace falta?
Cualquier músico te dirá que el silencio también es música, que es un ritmo en sí mismo. El silencio permite escuchar lo inaudible en primera instancia: la brisa, los latidos, el vuelo de aves…y tu propia voz interior. Es una de las formas de la serenidad y en ese sentido es a veces imprescindible. Puedo trabajar con música o con ruido, pero pienso mejor con silencio.
Lees de todo un poco: ciencias, artes, cine, novela, ensayo, filosofía, historia y, por supuesto, poesía, ¿qué buscas en esas lecturas? ¿Cuál es el libro que más ha satisfecho tus expectativas?
Leo de todo mucho. El hambre de conocer me puede. Como científico, la Naturaleza y sus leyes; como ser sensible, toda manifestación artística llena esa necesidad; como ser social, quiero conocer mi origen, los trayectos, las posibilidades que se abren. Mi biblioteca es amplia y heterogénea, la comencé a los ocho años y actualmente es la pesadilla de la casa.
Ningún libro concreto llena este pozo sin fondo; pero el libro de los libros es, por muchas razones, el Quijote.
Has dicho que a ti no te falta tiempo sino sueño, ¿le quitas horas al descanso para aprovecharlas en las actividades que te agradan?
Hay cosas que deben hacerse, y ocupan unas doce horas si no se tiene hijos pequeños a cargo. Hay un tiempo de descanso y un tiempo de actividades libres que se reparten entre ambos las otras doce horas. Si lees, tocas un instrumento, haces deporte y alguna vida social, realmente descansas poco. Puras  matemáticas.
Tocando con sus compañeros de la banda 
Son muchos los autores de tu preferencia, pero ¿cuáles son los que te han acompañado siempre y por qué razones?
Eso es ponerme en un aprieto. Seré breve: Quevedo y Garcilaso, el equilibrio; Vallejo y Neruda, las tempestades; Juan Ramón y Aleixandre, la sensibilidad; Claudio Rodríguez y Pessoa, la visión, llena o vacía, del universo. También Camus, Nietzsche, V.A. Estellés, Ishiguro, Orwell, Gabo… son hitos insoslayables.
¿Qué haces con los libros luego de leerlos? ¿Van a formar parte de tu biblioteca o se los dejas a otros?
Sufro síndrome de Diógenes con respecto a los libros. Si alguno me gusta mucho, compro otro ejemplar y lo regalo, pero el que leo lo conservo. Y generalmente con anotaciones a lápiz.
Has confesado que veces un sólo libro, un sólo poema ya valen una vida, ¿te ha pasado? ¿Cuál es ese libro o poema?
Otro aprieto. Tabacaria de Pessoa, Don de la ebriedad de Claudio Rodriguez, El gatopardo de Lampedusa, Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, La conjura de los necios de J.K. Toole, Trilce de Vallejo, Extramuros de Jesús Fernández Santos, Comemos sombra de Aleixandre…Libros sobre los que vuelves y vuelves, poemas con una música incesante. Y esto es un reduccionismo: no he hablado de cuadros, de cine, de música ( ¡Ah! Bach, siempre Bach…y Stan Getz.
Con los compañeros de su equipo de rugby
¿Por qué escribes poesía y cómo te ves a ti mismo como poeta?
Lo sencillo es decir que me gusta, lo que es cierto. Que hay una necesidad de comunicarme, también. Que quiero dar forma, poseer con palabras mi sentimiento. Eternizar un momento. Escribo como quien escribe un diario o se confiesa a un amigo: me descarga. Pero además está esa alquimia de juntar palabras y obtener un sabor o un color nuevo, un sentido distinto, incluso una música no escuchada. Tal vez eso sea componer.
Soy poeta de la intimidad, escribo sobre mí mismo. Me desagrada pontificar desde los versos, me desagrada la impostación. El poema será mejor o peor pero necesita sinceridad, autenticidad, emoción. Después, el lector juzgará; lo eché a volar y ya no me pertenece.
¿En qué momento te sientes dispuesto a escribir? ¿Lo haces a mano o en el ordenador?
No soy disciplinado, pero sí muy receptivo. Eso implica que cualquier momento es el momento del poema. Siempre tengo a mano lápiz y papel: en mitad de la noche, durante un paseo, cuando la casa está a solas. Atrapo o me dejo atrapar por el instante, que trato de fijar en unas líneas. El verdadero trabajo es después: tachar palabras o versos enteros, romper papeles y renunciar o porfiar hasta hallar la forma deseada. Incluso entonces no está acabado, pero dejo que se escape vivo o lo mantengo en su jaula a la espera. Algún poema ha estado preso por años.
Jugaste fútbol y rugby hasta en siete temporadas, en varios equipos de la ciudad, ¿hay poesía o música  en estos deportes?  ¿Cómo se ve un artista o creador en medio de un ambiente tan competitivo?
Jugué fútbol once años y rugby, siete. Ambos son escuelas de la vida. Al ser deportes de equipo enseñan valores más allá del automejoramiento, sobre todo el rugby. Y sí, hay poesía en ellos: lírica y épica. Como en toda lucha, hay belleza y sacrificio; como en todo grupo, hay compañerismo y generosidad, acciones admirables y también execrables como en toda batalla. Al fin, es sucedáneo civilizado de la guerra y fuente de emoción. “Nada humano me es ajeno”. Lo deplorable es el artificio del espectáculo y lo mezquino del negocio, pero no tuve que sufrir ese nivel.
Posando junto a sus hijos Alexandre y
Azucena, también músicos
Afirmas que puedes ubicar  la mayoría de las constelaciones del Norte en una noche despejada y sin luna,  y que te hallas en capacidad de nombrar buena parte de las plantas y pájaros silvestres de nuestro entorno, ¿cómo se logra eso?  ¿Tiene que ver con tu capacidad de observación o tu comunión perfecta con la vida?
Cada rostro que conocemos tiene un nombre que nos lo acerca como ser humano y nos lleva al conocimiento mutuo. Deja de ser gente y pasa a ser persona. Con la Naturaleza es lo mismo. No hay pájaros: hay gorriones, golondrinas, jilgueros, estorninos…No hay plantas: hay grama , juncia, parietaria, robinia. Y en la noche clara está el lucero, Júpiter, Aldebarán, Sirio, Orión, las Pléyades…No es sólo conocimiento, es gratitud hacia lo creado y es riqueza que gozamos sin que pida a cambio más que un nombre y su música. Claro que hay que observar e indagar un poco, pero es fácil y hermoso hacerlo.
¿Qué ideas o sentimientos quisiste plasmar en tu primer poemario Nocturno y premeditado? ¿Estás satisfecho con el resultado?
Es un libro de autoconocimiento, de gran intimidad. Es un libro de amor y desamor que recorre el camino entre ambos extremos demorándose en cada estancia. Hay poemas de inmediatez como los hay de filigrana. Es un libro sincero, donde mis sombras y yo nos visitamos. Y sí, es un libro recomendable. En su aún corto recorrido me consta que ya ha tocado algunas almas.
Azucena de pequeña mostrando una de sus tortas
Ya has registrado un segundo poemario y el tercero vienes trabajándolo con mucha entrega y entusiasmo, ¿son similares a tu opera prima o has querido aportar algo nuevo en forma y contenido?
Hay novedades estilísticas y temáticas. Son libros más abiertos porque en definitiva se crece hacia arriba, pero sus lectores reconocerán mi tutela. Quiero decir con esto que avanzan sin ruptura, aunque tienen un color diferente: ahora sufro vista cansada…
¿Tu disposición anímica o creativa cuando vas a escribir poesía es la misma que cuando te entregabas a la elaboración de pan?
Permite que justo conteste tu pregunta con un poemita, El pan y la palabra, del segundo libro:

La luz desde el este
Engulle la noche,
Madrugadas de hada,
Trabajo y sudores
De plata.

Amaso mi masa,
Mi verso se escribe,
Fermenta y levanta
Y lento se cuece
En el alma.

Vaivén de bolígrafos,
Estira y afloja,
Heñido de pájaros,
Música son
De tahona.

Pan y papel,
Masa mansa,
Blancura, albura,
Llenando mi vida
De ola.

 …y sigo pensando que la poesía se encuentra donde la busques, no importa  tiempo ni lugar. Es una actitud.         
Si desean saber más del autor o su libro
pueden pinchar
los siguientes enlaces:
http://editorialcirculorojo.com/nocturno-y-premeditado
  http://www.amazon.es/Nocturno-premeditado-F%C3%A9lix-Molina-Colomer/dp/8491152423          
        


domingo, 1 de noviembre de 2015

María José Pastor: "No se es poeta con fines utilitarios"

Fue primero médico. Más tarde se descubrió como poeta en circunstancias que necesitaba salir de sí misma y darse a conocer. A partir de allí, su vida dio un giro completo tanto en lo personal como en lo creativo.  Se adentró en el mundo de la poesía con una forma de escribir diferente que llama mucho la atención y genera controversia, pues ha introducido en sus versos la terminología médica, aporte o innovación que no ha sido muy bien recibido por quienes se oponen al 'mestizaje literario'.
Les invito a penetrar en el cuerpo poético de María José Pastor, una escritora que afirma convencida: "La poesía nos penetra y cuando tienes imágenes del cuerpo a nivel microscópico la ves fluir por él".

Eres una médico involucrada en el mundo de los versos, ¿cuánto de poesía hay en nuestro organismo que has podido reflejar en tus escritos?
Somos cuerpo y somos poesía. Se trata de ver ambas facetas del individuo y no tener miedo a experimentar su fusión.
Somos poesía porque-lo sintamos o no- estamos en el mundo rodeados de objetos, de sucesos y del propio cuerpo y mantenemos una relación con ellos de una forma especial que a menudo no percibimos. No es una relación como la que se describe de forma lineal tanto por los medios de comunicación como en la literatura en prosa.  Es una relación rizomática en la que las palabras se relacionan entre sí formando redes.
Muy concentrada en su faceta de médico analista 
Además en nuestro estar poético los límites entre lo supuestamente externo y lo supuestamente interno se desdibujan, sufren cizallamientos, mezclas que dan como resultado un tipo de vivencia más sensible.
Fruto de ello son los poemas que son capaces de crear entidades complejas al combinar palabras de distintos campos semánticos que arrastran connotaciones de ritmo y ambientes evocadores que dan multidimensionalidad a la experiencia y al conocimiento.
La poesía nos penetra y cuando tienes imágenes del cuerpo a nivel microscópico la ves fluir por él.

La palabra carnal

sagrada si se conecta con los humores
que recorren tejidos nutriendo espacios
y células                  y posee
esa plasticidad de quien está en camino.


La palabra se mueve      
y su estela sacude textos
y ablanda fibras          y las deforma 
rejuvenece puentes          perfora muros.

La palabra tiene membranas     poros
por donde escapa un gel de extrema ligereza
capta mensajes y abandona           
         el texto inicial en busca de aventura.

La palabra se arquea                bailarina
sobre las puntas romas
promiscua
presta cada faceta al mejor postor
tira del hilo                    y engendra el hilo
y la melodía fluye a través del cobre
y hiere
con ebriedad que te navega       que te circula.
.


Entonces es                 eje virtual          silencio de raíces
un remolino           una borrasca
un parásito abecedario móvil
                                                    en los tejidos. 
( La palabra microscópica, libro inédito)

El libro que le abre las puertas al  mundo
literario 
Tu caso es tanto inédito en nuestro medio, ¿cuál es tu visión cuando empiezas a crear un poema? ¿Partes de lo físico a lo espiritual?
Por regla general cuando construyo un libro me lo planteo como una unidad de pensamiento. Un hilo conductor que guía los poemas que lo conforman. Lo físico es secundario aunque es omnipresente y necesario a la vez que condicionador del libro.
Pero ¿cuándo se gestó María José la poeta? ¿Fue antes que la médica?
No primero fui médico. Empecé a escribir en 1999 poco antes de terminar mi tesis. Coincidió también con un cambio vital importante. Tal vez el esfuerzo de condensación de toda la información fue el desencadenante juntamente con la necesidad de salir de mí misma.
¿Qué tuvo que ver el poeta Ricardo Llopesa en tu decisión de mostrarte como poeta?
Empecé asistiendo a sus tertulias y  allí me encontré en un medio de cultivo ideal. Hablaba de poesía con los compañeros contertulios, empecé a leer mis poemas en un ambiente protector y amable. Supe que aquéllo me atrapaba en sus redes y que me gustaba sentirme atrapada.
¿Por qué escribes poesía? ¿Qué te condujo hasta ella?
Julia Kristeva habla de retorno a la jorá. Ese lugar antes del lenguaje del padre, antes de que el individuo se vea reflejado en el espejo (Lacan) y adquiera un lenguaje lineal y simbólico. Sería un retorno a un estado anterior de fusión con la madre. El lenguaje entonces tendría otros componentes que acompañaban a la palabra.
Sea esto verdad o no - ¿Qué es verdad?-, me parece interesante.

Recorro ese trayecto hacia los verbos
que levitando en azar se engarzan
y entre sus hilos mis alas catalizan
y enlazan y tejen la escritura.

Camino hacia el recinto en que hechos aire
desnacen de su esencia mientras yo
apenas soy presencia y desconozco
los signos convenidos.

O me deslizo a lo profundo buceando
en busca de la espuma el burbujeo
en busca del bullicio donde hierven.

Y observo con los párpados cerrados
cómo pulsan mis células de nieve
cómo cabalgan curiosas las palabras
a lomos de pegasos que se besan.

Y me desplazo sin brújula y a tientas
con los brazos tendidos como el ciego
que palpa hasta topar con lo seguro
y se abandona y se disuelve y se cobija
y se mece con la música
del esférico vientre de su madre.
(Del libro Ecuaciones recicladas)
En la foto de familia tras un acto literario
Ya sabemos que tu poesía es especial, pero, ¿cómo la defines? ¿Adónde quieres llegar a través de ella?
No quiero llegar a ningún sitio. Escribo por el placer que me proporciona el proceso de escritura, los poemas acabados, la relación que a través de ellos establezco con la gente. La poesía me engancha, supongo que, como dice Christian Pringent en un intento de fundirme con las cosas y  con las personas .
En 2003 te  conceden el  Premio del IV Certámen Literario Tertulandia 2003 de Benetúser en la modalidad de poesía con Autonomía del Deseo, ¿con qué expectativas participaste y qué objetivos cumpliste?
Uno se presenta a los concursos sin muchas expectativas pero siempre con la idea de ser querido y con la falsa idea de que ellos pueden validar tu escritura. Pronto se aprende que eso no es lo importante. Pero siempre es agradable.
Sobre tu primer libro has declarado que "una vez que los individuos crean sus deseos, estos se independizan, tienen autonomía y se defienden por sí mismos", ¿quiere decir que nuestros deseos nos arrastran y ya no tenemos el control sobre ellos?  Explícanos, por favor.
No, no es que nos arrastren es que nos envuelven formando una atmósfera ionizada a nuestro alrededor. Son como gases conductores de la energía que hay entre los individuos. Además considerando que los supuestos límites que nos conforman son membranas permeables, los deseos se introducirían en los individuos y serían capaces de formar parte de ellos y por tanto de condicionar sus existencias. Digamos que son inevitables. Es un ejercicio de visualización de una realidad invisible.
Es una mujer con mucha curiosidad por la vida
En 2004 publicas Esporas de Cordura,  inspirado en La Resistencia de Ernesto Sábato. La temática es distinta y se puede decir que refleja tu postura antiglobalización. ¿Es así?
Bueno, eso lo vi a posteriori. Los poemas fueron fruto de una idea inicial de recuperación de lo que creía importante y fue construyéndose de forma crítica frente a aquellos aspectos sociales que sentía próximos.
Me remito al significado y alcance de la palabra resistencia, ¿a qué te resistes, María José?
Me resisto a la manipulación constante que sufrimos los individuos inmersos en una sociedad  cuyos poderes fácticos te van marcando pautas acerca de lo que definen como importante.
¿Sigues pensando que el individuo es capaz de modificar su realidad? Y si es consciente de ello y sencillamente no quiere hacerlo, ¿estamos condenados a sufrir eternamente por gusto?
Creo que sí somos capaces de modificar las cosas pero desgraciadamente nos cuesta mucho darnos cuenta del poder de la ciudadanía. Creo además que tenemos miedo a movilizarnos. Estos pensamientos son de rabiosa actualidad.
No es que no queramos modificar las cosas en favor de una sociedad más justa, es que son muchos los intereses que van en contra de que las cosas cambien.
Por supuesto no es fácil pero hay injusticias flagrantes que todos sabemos que podrían ser mejoradas.

Nada es irrevocable, autoinventemos.
Rescatemos el valor de la avalancha,
del alud de miles de moléculas,
celebremos la blancura inevitable alfombrando la miseria.
Aunemos nuestros nómadas esfuerzos
a la luz solar del grito humano

Su segunda publicación poética 
¿Qué quiere decir exactamente cuando hablas de esporas y de cordura? ¿Cómo ajustas ambos términos al mensaje que quieres reflejar?
Una espora es un germen que resiste en condiciones desfavorables. En mi poemario las esporas de cordura podrían guardar en su interior valores que sería interesante rescatar. Por ejemplo el sentimiento de comunidad, la capacidad de unirse y relacionarse de una forma más generosa, ajena a las leyes del mercado. Se ha ganado mucho en individualidad pero se ha perdido en empatía.
Esporas de cordura,
esporas en tiempos de sequía
esferas de feroz sabiduría
arte para recordar la historia
núcleos de resistencia germinados
brotes de humanidad otra vez virgen

¿Es verdad que este poemario lo escribiste mientras navegabas en internet? ¿Qué buscabas?
Fue un divertimento. Buscaba contrastar y acompañar mis ideas con textos escritos por otros y que cito a modo de artículo científico o tesis.
Me gusta la intertextualidad, creo que la conversación con otros genera textos ricos y dialogantes.
Tu tercer poemario se titula Plomo papilas pluma (sin comas) y  se refiere al  cuerpo y a la  escritura, ¿a qué hace alusión esta combinación de términos y qué quieres contar con ellas de manera individual y colectiva?
El libro surge tras la lectura y la asistencia a un curso impartido por Hélène Cixous en el Escorial. Tiene ecos de las lecturas de las escritoras feministas, también de Derrida y Deleuze.
Es un trayecto desde la pesantez del cuerpo a la liberación por la escritura pasando por la sensibilidad, De ahí el título: Plomo por la pesadez, Papilas por la sensibilidad, Pluma por la escritura.
Acompañada de varios compañeros del mundo poético 
Rosa Mª Rodríguez Magda fue muy generosa conmigo y escribió un espléndido prólogo que desmenuza todo el trasfondo del libro.  Yo no habría sabido sintetizar mis lecturas previas como lo ha hecho – magistralmente- ella.
“y ello nos abre otra de las claves referenciales para situar la poética de María José Pastor, que se inscribe dentro de lo que se ha dado en llamar “escrituras del cuerpo”. Esta tendencia se desarrolla a partir del giro lingüístico que en la filosofía propiciaron las corrientes postestructuralistas, sobre todo en Francia. Frente a la preeminencia del sentido, el significado aparece como el producto de la yuxtaposición de significantes; emerge la mirada hacia la materialidad de los discursos. La escritura, el trazo, la huella y su dispersión se convierten en elementos para destronar y desvelar la hegemonía del “Logocentrismo” (Derrida), profundizar en “el placer del texto” (Roland Barthes), se evidencia cómo el saber, en su bifronte dimensión de poder, “penetra los cuerpos” (Foucault), explora el deseo (Lyotard), en una simbología biológico-cartográfica (Deleuze). Esta inflexión teórica adquiere una nueva dimensión en pensadoras como Hélène Cixous y Luce Irigaray, quienes indagan en la escritura del cuerpo sexuado, del cuerpo femenino.”
¿Alguna vez te has sentido discriminada por venir de otro ámbito que no es el literario? ¿Hay resistencia a este tipo de 'mestizaje'?
Es una creadora a la que le gusta el mestizaje artístico 
No más discriminada que todos aquellos heterodoxos, los que escriben fuera de los cánones establecidos. Pero está claro que hay gente que aprecia la marginalidad. Considero un regalo poder combinar campos de conocimiento teóricamente alejados.
Creo que es un error cerrar puertas, formar grupos. Solemos tender a encontrarnos más cómodos en aquello que conocemos. Literatura que habla de literatura. Sospecho que bajo el argumento de que esto no es para gente de ciencias se nos considera intrusos y de algún modo competidores. Nada  más lejos de mi interés que competir con filólogos. Se trata sencillamente de expresar una necesidad de forma personal, sin pretensiones.
Participas con frecuencia en antologías poéticas, ¿qué tipo de aprendizaje o experiencias extraes de ellas?
Escribir poemas para una antología temática me ha obligado a desarrollar la creatividad puntualmente. Trato de escribir un poema para la ocasión y eso me estimula.
En otras antologías he participado con poemas que ya tenía escritos. Por ejemplo  “por donde pasa la poesía” recoge los poemas que en principio estaban pensados para otro libro porque me pareció interesante que estuvieran en esa antología.
María José sostiene que hay que mirar siempre 
¿En qué momento te sientes dispuesta a escribir? ¿Hay visita de la musas y es cuestión de estar dispuesta simplemente?
Inicialmente me daba la sensación de ser visitada por las musas. Luego prevaleció la idea de escribir sobre un tema. Ahora sé que hay que preparar el terreno, estar disponible. Vivir de una determinada forma. Hay que situarse en el margen, mirar las cosas y a uno mismo con un continuo ejercicio de enfoque y desenfoque, de cizallamiento, de porosidad. Con un continuo ajuste de las escalas desde lo microscópico a lo filosófico pasando por lo sensible.
Se trata de cultivar la mirada. En este sentido tras mis cursos de fotografía creo que hay que aprender a mirar. Mirar con los ojos abiertos, mirar con los ojos velados, mirar con los ojos cerrados pero siempre mirar.
La red lanzada desde el umbral del párpado
el intento ambicioso de atrapar
la capa interna de las cosas
los espacios que anidan electrones
el vuelo del aire en la memoria.

De párpados adentro es de color violeta
de nudos remendados.

La red experta que se lanza
con su arteriosclerosis sus dosis de sosiego
sus movimientos vanos.

El arte de la pesca de las noches.

De puertas para adentro
                      las redes de los párpados
recogen su cosecha.

Afirma que ni ella sabe quién es en su poesía
¿Escribes a mano o tienes que estar frente al ordenador?
Escribo en el ordenador. Es una herramienta fundamental que te permite hacer versiones y versiones. Eso no quita que tome notas en papel de forma esporádica.
En poesía, aparte de Sábato, ¿qué poetas alimentan tu espíritu y te animan a escribir?
Valente, Paz, Claudio Rodríguez, Gamoneda, Juarroz, Lorca, Pizarnik, Chantal Maillard. Abelardo Linares. Félix Grande, César Vallejo, Huidobro, Pessoa, Elliot.
Clarice Lispector, María Zambrano.
¿Cómo funciona una médico que tiene el alma de poeta o viceversa?  ¿El poeta llega a tener conflictos con la ciencia?
Para nada. Todos tenemos facetas distintas, fragmentos que nos definen a la vez que van evolucionando e indefiniendo. Somos mestizaje. Es inevitable mezclar disciplinas. No hay que empeñarse en ser estancos, puristas, en ser algo concreto. Se es un compendio de facetas en continuo trayecto.  Yo creo que esta mezcla además de necesaria es positiva. El producto que segrega cada persona es único, fruto de sus experiencias, sus conocimientos,  su creatividad.
¿Pensando en fines prácticos y terrenales de qué le sirve a una médico ser poeta?
No se es poeta con fines utilitarios. Pero en todo caso es divertido, por ejemplo, explicar que la glucemia de un diabético es como la foto de un radar al principio del túnel y que la hemoglobina glicosilada se calcula midiendo el tiempo que tardas en atravesar el túnel y ya que se sabe su longitud puedes calcular la velocidad media a la que has circulado.
¿Cómo encajan tus aficiones, tales como la fotografía o tu gusto por customizar ropa y muebles con la escritora y la científica?
El trabajo manual me resulta creativo a la vez que relajante. Ver el resultado tras personalizar un objeto me parece muy relacionado con la poesía. Es creación al fin y al cabo. En cuanto a la fotografía - además de ser un reto a la hora de conseguir algo bello- me parece que está relacionado íntimamente con la poesía y también con la ciencia. Como decía antes para escribir hay que mirar.
La poeta afirma que se encuentra en constante cambio
Además combinar imagen y texto es una forma de mestizaje que atrae.
Una experiencia interesante me vino -de nuevo- de la mano de Rosa María Rodríguez Magda.
Cuando me dirigí a ella para pedirle que escribiera el prólogo de Plomo Papilas Pluma, le dije que quería que el libro llevase fotografías. Como directora de la revista Debats , me propuso participar en el número que se estaba elaborando sobre Ética y Ciencia
Me lancé al ruedo y estuve un mes fotografiando , enloquecidamente, para ilustrar los artículos incluidos en la revista. Fue muy divertido –por ejemplo- transformar una fuente en óvulo .

Gracias a esto conocí a Pompeo de Vicienti  responsable de la maquetación de la revista y que magníficamente realizó el diseño de mi libro Plomo Papilas Pluma.

¿Podemos llegar a saber quién es exactamente María José Pastor a través de su poesía?
Ni yo misma sé quién soy. A través de mi poesía se conocerá mi faceta poética, es indudable que mis sentimientos y pensamientos alimentan mis versos, no trato de ocultarlos. A través de mi trabajo se conocerá mi faceta laboral, etc.
Todo metido en una coctelera y agitado dará lugar a una bebida que aspiro a que resulte agradable. Pero si pretenden definirme no creo que puedan, soy un constante cambio.

Soy un sujeto en tránsito soy
temblor y anhelo entre las palabras.

Inmersa estoy en la ingravidez
de lo indecible y de lo sagrado.
.
Retorno y tejo para contarte
trazos de espacios y de trayectos.

 Si desean saber más de la autora o sus libros
pueden pinchar 
los siguientes enlaces: 



jueves, 8 de octubre de 2015

Marta Querol: "Tengo un don para contar historias"


Acercarse a Marta Querol y ver el paisaje  de sus ojos verdes  es como contemplar el mar en su estado más armónico y apacible.  Transmite una inmensa calma, y sí, debemos aceptar que ella es lo que proyecta.  Su naturalidad y sencillez son rasgos de su manera de ser. Por eso se deja querer y la quieren. Con Marta aplica " lo que ves es lo que hay".
Les invito a conocer a esta escritora valenciana que se ha convertido en una de las exponentes de la narrativa española con mayores perspectivas a nivel internacional.

¿Cómo es desarrollar el papel de escritora no sintiéndose como tal? Si ya la gente te considera así, y tus lectores mucho más, ¿qué te falta para verte como lo que eres para nosotros: una autora de los pies a la cabeza?
No sé en qué consiste desarrollar el papel de escritora. Yo escribo. Y escribo porque me gusta contar historias que me motiven. Y ya está. No hay más. Hace poco un lector me decía que era una narradora fantástica. De momento, ahí sí me veo ubicada. Como contadora de historias. En cuanto a qué me falta para sentirme escritora, la verdad es que no lo sé. Imagino que me falta recorrido, producción literaria y también, claro, reconocimiento externo y no me refiero al de los lectores, que por fortuna no puedo quejarme, sino a algo más “profesional”, a que me consideren escritora los medios especializados o la crítica. Pero tampoco tiene importancia cómo me considere yo porque, como digo, escribo por el gusto de contar historias que me espolean y la etiqueta de escritora deben ponértela los lectores. Si quien me lee me considera escritora, es más que suficiente.
Cuando quedó entre las 10 finalistas del Premio Planeta
Viendo tu currículum profesional que da cuenta de varias carreras y con una extensa experiencia en todas ellas, nadie podría imaginar que terminarías incursionando en la literatura, ¿es una vocación que guardabas celosamente para ti sin atreverte a dar el paso definitivo o fue algo que se manifestó de repente ante una necesidad emocional, o quizá vital?
Carrera tengo una, aunque cursos de posgrado (máster que se llamaban antes) si tengo muchos. Como he comentado alguna vez, la vocación se manifestó de repente, como una necesidad vital. De no haberse unido una serie de circunstancias tal vez esta vocación continuaría sepultada bajo la vorágine diaria. Hasta que no pude mirar hacia adentro no supe lo que necesitaba.
¿Eres una mujer que se lleva por impulsos o que hace caso a su intuición?  Porque imaginamos que uno de ellos te condujo a presentarte a la 56 de edición del Premio Planeta de Novela y quedar finalista con tu opera prima El final de la ave Fénix, ¿en este caso te gusta hablar de suerte o el cumplimiento de tu destino?
Soy intuitiva pero también reflexiva. En mi vida privada soy mucho más impulsiva que en la profesional, y lo literario está más cercano a lo privado que a lo profesional. Si hubiera reflexionado no habría mandado mi opera prima al Premio Planeta. Creo que tuve mucha suerte al quedar entre los diez finalistas. He tenido la oportunidad de hacer de lectora en algún premio relevante y sé lo difícil que es pasar ese filtro entre tantísimas obras. No basta con que la obra sea buena ―que sí creo que es imprescindible―, hace falta además que la suerte acompañe y el lector encuentre en las páginas leídas de tu texto algo que no ha visto en los demás. No creo en el destino, creo que cada uno se va labrando el suyo según va tomando decisiones.
El periodismo no es una de tus carreras, pero colaboraste en varios medios de comunicación, ¿cómo te valúas en ese desempeño y qué aprendiste de ese campo? ¿Te gustaría volver?
Durante una de las presentaciones de su exitosa novela 
La verdad es que nunca imaginé que llegaría a colaborar en prensa escrita, radio y televisión, en los tres casos lo he hecho de forma continuada, ya fuera con columna propia o como participante en programas semanales. Y en todos ellos me he sentido muy cómoda. Tal vez la radio es el que más me gusta, me siento como en casa. De todos he aprendido. El ejercicio de hacer una columna de opinión semanal en un diario de gran tirada es sanísimo. Es una responsabilidad y un reto que se complica cuanto más tiempo llevas escribiendo. En cuatro años hablé de casi todo y cuesta no repetirse. También supone un ejercicio de síntesis estupendo y que, a mí en particular, me vino muy bien.
La televisión también es un buen campo de aprendizaje. Aprendes a pensar con rapidez antes de hablar, allí no existe la posibilidad de eliminar o corregir un párrafo cuando se trata de directos o falsos directos; y a fuerza de observarte mejoras también la forma de comunicar. Recuerdo que al principio me veía sin voz y me entraba risa porque movía tanto las manos que parecía que bailaba la Macarena. He tenido que esforzarme por ser menos mediterránea en la expresión no verbal. En la radio eso no es problema, aunque tampoco puedes moverte mucho o los micros lo “chivan” todo. Pero sí, de todo se aprende.
Me encantaría volver a cualquiera de ellos, pero por desgracia es un sector en el que es muy complicado que te contraten y optan siempre por colaboraciones gratuitas a la hora de ampliar contenidos.
Con los integrantes de su equipo de baloncesto universitario 
Un viejo profesor de redacción periodística nos decía que el periodismo es literatura hecha a la carrera (a prisa), pero con aspiraciones de un ascenso definitivo a ella, ¿compartes este punto de vista?
Depende. El periodismo cubre muchas parcelas y estilos. Cada artículo tiene el sello de su autor y no es lo mismo escribir una noticia que una columna de opinión. Creo que en Opinión la vena literaria puede potenciarse más, y ahí sí que estaría de acuerdo con el viejo profesor de redacción. Aunque, dentro de lo que son artículos informativos, los hay que se limitan a relatar los hechos como meros fedatarios y otros en cambio intentan crear un texto que haga vivir lo sucedido y que impacte en el lector.
Transmites mucha serenidad en tu actitud y comportamiento, ¿eres así también al momento de escribir?, ¿jamás pierdes la paciencia cuando no fluyes o no estás inspirada?
Soy una persona tranquila y paciente, me cuesta mucho perder los nervios que no es lo mismo que no desesperarse. Eso sí, cuando los pierdo, exploto, tal vez por el tiempo en que, ya desesperada, me he mantenido en calma. Pero la falta de inspiración me afecta más en forma de abatimiento que de rabia y eso puede dar la impresión a quien me rodea de que no me altera.
Has participado como jurado en varios certámenes literarios, ¿qué te tiene que dar o aportar un manuscrito para que le des tu voto? ¿Qué buscas en la literatura de otros?
Cuando hago de jurado funciono, imagino que como muchos, por eliminación. Exijo unos mínimos indispensables y a partir de ahí, las obras que los reúnen (ortografía correcta, uso adecuado de la gramática, fluidez en el texto, coherencia…), les vas subiendo el listón. Me llaman la atención los textos que sorprenden por lo original de la historia, por la contundencia a la forma de narrar, por la verosimilitud de los diálogos… Busco que el texto me cautive y que cada línea me invite a la siguiente, que mantenga mi interés y mi placer en lo que leo, tanto por lo que cuenta como por cómo lo cuenta, que me sorprenda.
En uno de los lugares que disfrutó más: las cataratas de Niágara
En un mundo tan poblado -en el que todos buscan hacerse un nombre y dejarse sentir- como es el literario, ¿qué esfuerzos desplegaste para tener tu parcela y,  además, ganarte  el respeto de tus colegas?
Una cosa es hacerse visible y otra bien distinta ganarse el respeto de los colegas. Cuando empiezas piensas que al publicar ya está todo hecho: la editorial te publicitará, te llevará a presentaciones, el libro estará en todas las librerías, contactará medios para que te entrevisten, tu obra se conocerá y los lectores harán el resto. Pero no tardas en darte cuenta de que la realidad es bien distinta. Y entonces no queda otra que moverte por tu cuenta para llegar a los lectores. Por eso abrí mi primer perfil en FB y por eso tengo una web, el blog, la cuenta de Twitter… Es un desgaste tremendo, cuesta hacerlo de forma elegante, sin cargar a quienes te siguen ni saturarles de publicidad. Tengo colegas a los que les funciona la publicidad tipo spam, pero a mí se me da fatal, no me gusta y lo que hago a disgusto se me nota.
En cuanto al respeto… Sé que mis compañeras de letras me respetan. Con los compañeros cuesta más (me refiero a respetarme dentro del mundo literario, en el personal siempre me he sentido respetada) porque para mi sorpresa ya hace tiempo que descubrí que les cuesta (por decirlo de alguna forma) leer a mujeres por prejuicios e ideas preconcebidas sobre cómo y qué escribimos. Directamente no te leen e incluso alguno te desprecia sin haberte leído. No lo entiendo, pero pasa. Lo que no quita para que sean amigos y tengas una relación buena con ellos.
A los  tres añitos disfrutando de la playa
Sé que te gusta el deporte, y obviamente, en él prima la competencia, aparte de la camaradería, ¿también entraste a medir tus posibilidades en la literatura? ¿Había en ti un espíritu de competencia? ¿De salir a ganar?
No soy nada competitiva. De hecho tengo amigos que se quejan de que conmigo no se disfruta ganándome porque no me molesta perder. Me gusta el deporte, pero practicarlo, no ganar o perder. Y en la literatura me pasa otro tanto. No soy ambiciosa ni quiero ser más que otro. Quiero ser yo, aspiro a escribir bien, a ser leída, a hacerme un nombre, pero sin pasar por encima de nadie o ver qué hacen los demás salvo para aprender de ellos.
En todo ámbito hay que lidiar con los juicios de valor, y quizá, en el literario como en el artístico mucho más, ¿cómo respondes cuando critican con mala leche tu obra o tu persona? ¿Lo sobrellevas bien o te cuesta levantar cabeza luego?
Las críticas me afectan, claro. Las que son a mala leche de forma distinta a las que son sinceras porque se distinguen perfectamente unas de otras. Las que son a mala leche me producen desazón porque escapan a mi entendimiento. Suelen ser anónimas y te dejan con la sensación de que tienes un enemigo cerca y no sabes quién es (aunque a veces lo intuyes). Me afectan por la maldad que implican. Y a veces me indigno porque llegan a mentir o falsear para desprestigiar y estás indefensa en esas situaciones. Callas porque si lo rebates le das más publicidad y para eso lo hacen.
Cuando son críticas porque de verdad no ha gustado el libro duelen menos aunque me las tomo más en serio. Tengo claro que no puedo gustar a todo el mundo y, si están bien argumentadas, tomo nota de lo que dicen por si es algo que puedo mejorar en el futuro.
Sobre si está o no presente el autor en sus obras, los escritores todavía no se ponen de acuerdo -y quizá nunca lo hagan-, ¿podemos hallar a Marta en sus relatos o novelas? ¿Cuánto de ti dejas en tus obras?
Practicando ballet, otra de sus pasiones
Voluntariamente, salvo en el prólogo y el epílogo de mi primera novela, nada. Inconscientemente imagino que todos nos filtramos por alguna rendija del texto, en alguna idea de un personaje, en la reacción de otro… Pero son trazas no reconocibles que se mezclan con otros rasgos que nada tienen que ver.
¿Qué aspiraciones o metas cumples cuando pones punto final a tus relatos o novelas? ¿Hay en ti una necesidad de dejar un mensaje o moraleja?
Cuando pongo punto final a una historia mi aspiración es sentirme satisfecha con el trabajo realizado, que sienta que el final ha quedado “redondo”.  No me pongo metas en cuanto al mensaje, no soy un gurú ni un maestro. Tengo la necesidad de emocionar, de conectar con el lector, y me gusta también dejar preguntas abiertas. No sé si puede llamarse moraleja, pero con frecuencia mis historias se mueven en un terreno en que nada es blanco ni negro y hasta del personaje más perverso puede entenderse su punto de vista. Pero no es una meta o algo premeditado.
Te gusta la música y el baile, e incluso practicaste ballet, ¿qué papel desempeñan estas artes en el mundo literario de Marta y su vida en general?
La música y el baile me devuelven la energía que pierdo en tantas cosas de las que me ocupo y me preocupan. Son mis pilas, y además bailar me pone de buen humor. La música me ha acompañado a lo largo de toda mi vida y de hecho, en mi tercera novela (que está pendiente de publicación) hago un pequeño homenaje a la música de los 80’s y 90’s.
Durante su paso por  Indonesia 
Tengo entendido que soportas mal el frío, ¿con qué sentimiento o emoción lo asocias?  ¿Podría ser un tema literario?
El frío me aletarga y lo soporto mal. El invierno lo pasaría hibernando, como los plantígrados. Literariamente lo asociaría con la muerte o la enfermedad. No me llama escribir sobre el frío aunque tengo un micro relato en el que es el protagonista.
A los 20 años ya habías recorrido medio mundo, ¿te has quedado con algún paisaje o algunas personas, en especial, de aquellos periplos?  ¿Qué nos une y nos separa a los seres humanos tú que has visto más diversidad de tierras y gente que la mayoría?
Me costaría decidir porque fueron muchos los que me impresionaron profundamente. Recuerdo de forma  muy vívida las cataratas de Iguazú. Llegamos hasta el borde mismo, a una roca que parte la catarata, y no solo vi sino que sentí en mi cuerpo la fuerza brutal del agua. Quedé conmocionada. Pero vivimos en un planeta muy hermoso y con mucho para ver y llenar el alma, y nos empeñamos en mirarnos el ombligo.
Nos separa la sinrazón, los prejuicios, el egoísmo, la falta de empatía, la ignorancia… Cada uno tiene sus costumbres y su historia, pero con respeto y una mente abierta por ambas partes puedes sentirte bien en cualquier lugar del mundo por diferente que sea a tu entorno habitual.
Has probado varias de las cosas que te han llamado la atención como la fotografía, los idiomas, aunque no, el dibujo, ¿qué tienen en común estos y cómo encajan en tu personalidad?  ¿Qué nos informan de ti?
Creo que ponen de manifiesto cierta sensibilidad hacia las artes plásticas y que soy bastante proactiva, me gusta hacer cosas, aprender. Soy inquieta y también, para mi desgracia, poco constante. Dice el refrán que quien mucho abarca poco aprieta y yo me disperso mucho. Me faltan horas en el día para todo lo que me gustaría hacer.
Te defines como curiosa pero aclaras que no eres cotilla (chismosa), en particular, ¿qué
Se la recuerda como una de las falleras mayores más bellas
despierta tu curiosidad?  ¡Ah! También sé que tienes un sexto sentido con las personas, eso ayuda mucho para no llevarse disgustos o decepciones, ¿no?

Lo he comentado, me gusta aprender, y en esa vía es en la que soy curiosa. También me gusta comprender el fondo de las cosas y para ello es necesario tener mucha información sobre lo que rodea aquello que se quiere entender. En esa medida soy curiosa.
En cuanto a ver venir a la gente me dicen que tengo un sexto sentido, pero como soy de cuestionármelo todo, me cuestiono hasta mis propias apreciaciones intuitivas mientras los hechos no confirmen (casi siempre lo hacen) lo intuido. No sé si se ahorra uno decepciones o se las lleva antes de tiempo. La ignorancia a veces evita disgustos.
¿Qué le ha aportado  Marta Querol ser humano a  la escritora y viceversa? ¿Difieren mucho una de otra?
No hay dos Martas, son inseparables. Los que me conocen saben que lo que se ve o se escucha en las entrevistas es lo que hay. Lo único que la Marta escritora le ha aportado a la Marta ser humano son unas amistades impagables que no habría conocido de no haber emprendido el camino de la literatura. Algunas de esas personas se han convertido en pilares fundamentales en mi vida.
Junto a un escaparate de La Casa de Libro 
En 1988 fuiste elegida Fallera Mayor de Valencia,  ¿por qué quisiste serlo? ¿Asumir este cargo fue uno de los mayores retos de tu vida? ¿Cuál es el aprendizaje que te trajo esta experiencia?
Tampoco fue algo que me planteé. Yo era una enamorada de la fiesta de las Fallas y a mi padre le hacía muchísima ilusión. Me presentaron a la elección porque era lo habitual, lo último que se hacía cuando acababas de representar a la falla de tu barrio, y fui pasando filtros hasta ser la elegida. Me costó asimilarlo y sí, fue el mayor reto que hasta entonces había tenido enfrente. Me obligó a mejorar en muchas cosas como a hablar en público, habilidades sociales, espíritu  de sacrificio, sentido de la responsabilidad… Aprendí muchísimo pero, sobre todo, maduré y, como en el caso de la literatura, hice muchísimos amigos y alguna de las amigas de entonces hoy en día son una parte importantísima de mi vida.
¿Crees que ser escritora es el propósito de tu vida? ¿Naciste para contar historias?
Creo que sí, que tengo un don para contar historias. Cuando tengo el tema claro la escritura me fluye con una facilidad que me sorprende. Pero no creo que ese sea el propósito de mi vida. Mi propósito es ser feliz y hacer feliz a los que me rodean.
Si desean saber más de al autora o su obra
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