Si desean saber sobre mi faceta de escritora, por favor, ingresen a https://elgareategui.com/ Asimismo pueden hallar información sobre mi actividad como periodista literaria y promotora cultural en La ardilla literaria ( https://laardillaliteraria.com/)

domingo, 31 de julio de 2011

Franco Goyenechea: “Intento contar historias a través de mis imágenes”

Admite que heredó el gusto por la fotografía de su lado materno y observa con gran ilusión el éxito que viene obteniendo con sus muestras individuales en España. Evidencia particular interés en retratar con su inquieta cámara al hombre y los grupos humanos. Es  por eso que tiene entre ceja y ceja seguir realizando reportajes al interior del Perú y, en breve, poner en marcha su proyecto “Nuestro propio mundo”, con el que pretende dar a conocer la dinámica de los individuos europeos en sus particulares ‘burbujas’ sociales. 
Este hombre con rostro de niño juguetón cuenta que la primera cámara fotográfica que tuvo en sus manos fue un regalo de su tía y que la primera imagen que captó fue la de unas mariposas que revolteaban a su alrededor.
Conozcamos a Franco Goyenechea, un peruano de raíces vascas e italianas que hace siete años abandonó la tierra inca para trasladarse a España con la ilusión de desarrollar sus dones al máximo.

Cómo teniéndolo todo en Perú, ¿se arriesga a venir a España en busca de algo diferente?  ¿Se puede decir que tiene un espíritu aventurero?
Siempre he tenido ese espíritu aventurero de viajar y conocer nuevo lugares, pero mi decisión de venir a Valencia se debió a otras circunstancias. Por un lado, hacía un tiempo que tenía la idea de viajar a Europa a estudiar un máster, y por otro, en ese momento tenía a parte de mi familia viviendo en España, por eso la decisión de venir a este país.

Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad San Martín de Porres de Lima, pero a diferencia de la mayoría que se enamora del periodismo, usted  se dejó seducir por los encantos de la cámara fotográfica, ¿qué pasó?
Mi idea de estudiar Ciencias de la Comunicación era porque pensaba especializarme en medios audiovisuales, ya que quería dedicarme a lo relacionado al vídeo, que son imágenes en movimiento, pero finalmente el destino me llevo a inclinarme por las imágenes estáticas. De todas formas, lo que aprendí en las clases de periodismo me han servido de mucho a la hora de hacer fotografías.

¿Dónde tuvo lugar su primer encuentro con la fotografía?
Desde niño he estado vinculado a la fotografía, ya que en mi familia materna han habido varios fotógrafos. Recuerdo cuando de muy pequeño acompañaba a mis tíos a hacer fotos o a revelar en el cuarto oscuro.
Aunque las primeras fotos que hice profesionalmente se dieron por casualidad. Cierto día, cuando estaba haciendo mis prácticas en el departamento de imagen del concejo de Miraflores, ninguno de los fotógrafos pudo asistir a cubrir uno de los eventos que se realizaban en esa fecha. En ese entonces mi tía me había prestado una cámara réflex con la que les hacía fotos a unos amigos músicos en sus conciertos. Entonces, como en la municipalidad no tenían quién fotografíe la ceremonia, la secretaria le “chismeó” a la jefa que yo hacía fotos, así es que me dijeron que vaya yo. Obviamente que fui con muchos nervios, pero finalmente, las fotos no salieron tan mal. Así es que cada vez que no podía asistir ninguno de los fotógrafos oficiales, me llamaban a mí. Al final dejé las prácticas y empecé a trabajar como fotógrafo freelance para el ayuntamiento.

¿Recuerda cuál fue la primera imagen que captó con su cámara?  ¿Qué fue y dónde?
Recuerdo que de niño, mi madrina me regaló por mi cumpleaños una cámara Kodak de 110. Apenas la saqué de la caja, me fui al lado de mi casa y encontré unas mariposas naranjas a las que retraté.

¿Qué le aporta la fotografía? ¿Qué pretende comunicar?
La fotografía me ha aportado y me aporta mucho, mi vida en Valencia gira a su alrededor. Gracias a ella he hecho grandes amigos y he conocido gente muy interesante, además de permitirme vivir de ella. Pero lo más importante es que a través de ella me puedo expresar. Intento contar historias a través de mis imágenes.

Trabajó para importantes empresas como Microsoft, HP, DHL, entre otras ¿por qué  renunció a ellas? Acaso, ¿no colmaban sus expectativas? ¿Qué estaba buscando?
Bueno, yo trabajaba para ellas como freelance, por lo cual no renuncié, sino simplemente les conté que viajaría a hacer un máster y que ya no podría seguir trabajando con ellos.
Al final tomé esa decisión porque, a pesar de que económicamente me iba muy bien, sentía que profesional y personalmente me había estancado.

La fotografía es su medio de expresión
Realizó un máster de fotografía en la Universidad Politécnica de Valencia, ¿qué nueva visión le proporcionó esta experiencia?
El máster hizo que la visión que tenía hacía la fotografía diera un giro de 180º. Antes para mí sólo existía la fotografía comercial, pero luego descubrí que era mucho más que eso. Me encontré con un medio de expresión, con una forma de vida.

Está entregado a hacer trabajos de fotografía corporativa, publicitaria de eventos, y así como de moda, ¿en qué terreno se siente más a gusto?
Profesionalmente me gusta la fotografía corporativa y publicitaria, pero personalmente la fotografía de calle y el retrato.

Ha expuesto sus fotografías en importantes salas con mucho éxito, y hace poco pudimos apreciar su trabajo en una muestra colectiva en el Club Diario Levante. Fue uno de los que más aplausos y elogios cosechó. ¿Por qué cree que gustó tanto su exposición?
Es un halago, la verdad que no me imaginé que iba a tener tanto éxito. Habría que preguntarle a los visitantes por qué fue que les gustó :)

Cuéntenos sobre las historias que exhiben sus imágenes y sobre esa peculiar espiritualidad que el público ve en ellas.
La fotografía es para mí como un diario donde voy congelando las escenas que me voy encontrando en el camino. Son las historias que voy viviendo, sobre todo cuando viajo.
En cuanto a la espiritualidad, pienso que ésta está en las personas y los lugares que recorro, yo simplemente intento que se refleje en mis imágenes.

El poblador de la sierra está muy presente en sus fotografías, ¿vivió  mucho tiempo en las alturas para conseguir ese material? ¿Fue muy complicado obtener esas imágenes?
Lamentablemente sólo pude estar tres días para realizar este reportaje, muy poco tiempo para lo que hubiese querido, pero mi estadía en Perú fue muy corta y contaba con un tiempo muy limitado.
No fue complicado capturar esas imágenes ya que siempre tuve la complicidad de la gente y la belleza natural de los paisajes.

¿Volverá a viajar a esas zonas del Perú o cree que ya es tema superado?
No, cada vez que el tiempo me lo permita intentaré seguir viajando al interior del Perú. Quisiera seguir difundiendo imágenes de distintos lugares de mi país.

El artista en acción
¿Qué trabajos tiene en mente realizar?
Quisiera continuar realizando reportajes del interior del Perú, además tengo en mente un proyecto sobre la diversidad de las familias limeñas.
Aquí, en Europa, tengo un proyecto abierto titulado "Nuestro propio mundo" donde intento mostrar cómo los grupos humanos interactúan en los lugares públicos como si estuvieran en una burbuja, sin tomar en cuenta a la gente que está a su alrededor.

¿Cuál es la máxima aspiración de un artista como usted en cuanto a la imagen? ¿Tiene que ver con la luz, con la emoción…? ¿Cuál es el ingrediente mágico para conseguir la fotografía ideal?
Creo que la receta es estar en el lugar, a la hora y con la inspiración indicada.

Su apellido es de origen vasco, ¿no?  ¿Qué cualidad o defecto ha heredado de sus ancestros?
Así es, mi primer apellido es vasco, lamentablemente con mi familia paterna tengo poco contacto. Sin embargo pienso que de lo vasco me viene el gusto por la cocina y a comer rico, aunque probablemente eso también sea por la sangre italiana de mi familia materna, de quienes heredé además mi gusto por la fotografía.

Sus fotografías impactaron al público español
Si desean contactar con el artista o saber más de su trabajo pueden pinchar:
http://www.francogoyenechea.com/


lunes, 25 de julio de 2011

Alonso Cueto: “Creo que los únicos tesoros de un escritor son la soledad, el silencio y el dolor”

Foto: Dominique Favre
Con una facilidad tremenda para introducirse en el mundo de los instintos humanos, Alonso Cueto, explora con maestría y plasma con absoluto realismo las bondades y miserias del mortal común y corriente; de ése que de súbito puede alzarse con un acto bondadoso o heroico, o descender al infierno convirtiéndose en el más despreciable de los demonios.
En especial, le es más cómodo adentrarse en el mundo de las mujeres, pues según él,  “su universo personal es en ese sentido más complejo y delicado que el de los hombres, que por lo general estamos más encerrados en nosotros mismos”.
Su infancia solitaria lo llevó a penetrar en el mundo de la lectura y la fantasía, y optaba por permanecer en él, pues lo veía y sentía más coherente y ordenado frente a la realidad externa.
Es categórico al afirmar que un escritor escribe con el estímulo del dolor, luego de haber vivido experiencias intensas reales o imaginarias con otros. “Una persona feliz, que vive en la sociedad sin sentirse perturbado por ella, no es un escritor”.
Los invito a conocer a este señor de las letras que se declara disciplinado y romántico, y que pese a tener ordenador a veces prefiere escribir a mano.

Sus colegas coinciden en definirlo como un escritor disciplinado, ordenado y elegante, ¿está de acuerdo con estas apreciaciones?

Solo estoy de acuerdo con la primera.

La inspiración nunca lo abandona. Siempre sorprende a sus lectores con alguna nueva publicación. ¿Es usted un escritor que tiene la cabeza llena de ideas y no puede estar sin plasmarlas?

Sí, tengo más ideas que tiempo para desarrollarlas. Pero creo que nos pasa a todos. Estamos rodeados de historias que vale la pena contar. La vida es un montón de historias, la mayoría inconclusas.

Ningún género le es ajeno. Ha  incursionado con éxito en todo, pero ¿se siente mejor o más cómodo en las novelas, los ensayos, el teatro o los relatos?

Me siento más cómodo con el género en el que estoy en ese momento. ¿Por qué elijo un género para una historia? Es un misterio para mí. Pero creo que hay historias hechas para ser vistas y oídas, otras para ser contadas con palabras. Lo fundamental en un cuento es definir el destino de una persona en una o dos escenas. En una novela, en cambio, uno sale de viaje para contar un proceso. Cortázar decía que escribir novelas es salir a buscar un tesoro mientras que el cuento debe ser el tesoro mismo.

Con la novela “El susurro de la mujer ballena” conectó con el público español, ¿le significó algún tipo de desgaste mental-emocional escribirla? Lo digo teniendo en cuenta que hace algún tiempo declaró que “un escritor debe ser un esquizofrénico”. Amplíenos el concepto, por favor.

Una novela siempre es un universo de personajes y el escritor debe estar al interior de todos ellos. Si no lo hace, serán personajes acartonados y exteriores. En ese sentido, involucrarnos con cada personaje significa mirar el mundo desde su conciencia y desde sus sentidos. La esquizofrenia, es decir asumir múltiples personalidades, es natural en alguien que quiere contar historias desde varios puntos de vista. “El susurro de la mujer ballena” me costó mucho trabajo porque me hizo recordar mis años en el colegio, donde vi muchos maltratos a  alumnos de la clase, y también sufrí algunos. Un salón de clase es un microcosmos de poder, donde se reproducen las formas de la sociedad a la que pertenece. A propósito de la protagonista de esa novela, creo también que la sociedad moderna ha entablado un castigo contra las personas que no tienen un “cuerpo adecuado”. Hoy vivimos bajo los dictados de una religión del cuerpo perfecto. Lo podemos ver en las revistas, en la televisión y en el cine, también en los deportes y hasta en la cultura. Quería dramatizar esa noción en la relación entre dos amigas que se encuentran muchos años después de ir al colegio. Es una historia de amistad entre dos mujeres.



La poesía de Vallejo definió su vocación de escritor
Foto: Daniel Mordzinski

¿Por qué un escritor de su talla tiene que seguir viviendo en Perú?  ¿No sería mejor ir tras la completa internacionalización estableciendo su residencia en algún país europeo?

He tenido la posibilidad de vivir en otros países varias veces, y no estoy seguro de por qué no las he aceptado. Solo se me ocurre pensar que las historias que me interesan ocurren en el Perú, y que quisiera estar cerca de ellas. No creo que nunca viva de un modo prolongado en otro país, aunque viajo mucho y con mucho interés siempre por los lugares donde voy.

Tenemos entendido que fue un niño solitario y que esas circunstancias, desarrolló su pasión por la lectura, ¿aún lo es?  ¿Qué le aportó  la soledad en aquellos tiempos?

Era un niño muy solitario y enfermizo, lo que acentuó mucho mi necesidad de leer. La muerte de mi padre fue un nuevo estímulo a ese impulso permanente por vivir en el mundo de la fantasía que parecía mucho más ordenado y coherente, que el mundo real. Creo que los únicos tesoros de un escritor son la soledad, el silencio y el dolor. Estos son tesoros que cuesta adquirir, pues suponen una experiencia en el mundo. Un escritor escribe luego de haber vivido, de haber tenido relaciones intensas, reales o imaginarias, con otros. Pero escribe siempre desde la soledad y el silencio, y con el estímulo del dolor. Una persona feliz, que vive en la sociedad sin sentirse perturbado por ella, no es un escritor.

¿Cuándo o en qué circunstancias surgió en usted la necesidad de escribir? Recuerda su primer escrito. ¿Fue quizá un poema?

Fue luego de la muerte de mi padre, seguramente. La muerte de un padre a la edad que yo tenía, los catorce años, supone perder un mediador con el mundo. Es una edad en la que uno ya no vive en la primera infancia pero tampoco ha entrado en la adultez. En ese proceso, la figura del padre es la de un guía y un acompañante. Al menos lo fue en mi caso. Encontrarme de frente en el mundo, mirarlo cara a cara, descubrir la ferocidad de la muerte y de la ausencia,  fueron elementos de un trauma del que creo que no me he recuperado.  Poco después de su muerte, descubrí la poesía de Vallejo y sentí que sintonizaba con ese universo de fragmentos, en el que las palabras y las cosas parecen flotar a la deriva. Me parecía que allí estaba expresada la experiencia fundamental de la orfandad. Sentí que las palabras eran la respuesta a la fugacidad, a la temporalidad y a la muerte, y seguramente fue entonces cuando se definió mi vocación de escritor. Pero a lo mejor todo esto también es una especulación. Escribir y contar historias son impulsos naturales y un escritor solo sigue esos impulsos.    

Declaró en alguna ocasión que  “le parece un extraño que haya gente que pueda vivir sin escribir”, explíquenos su posición.

Porque la vida sin su expresión en palabras, me parece que se vuelve inútil y perecedera. Quizá todos los seres humanos debían escribir al menos un libro, contando algo acerca de su vida. Cada vida es distinta a la otra. 

Se dice de usted que tiene un perfecto manejo de las miserias humanas porque conoce las debilidades de sus congéneres y que destaca situaciones de conflicto en sus tramas en busca darle más realismo a sus historias, y que cree, sobre todo, en la capacidad de heroísmo de la gente.  Es algo un tanto contradictorio, ¿no le parece? ¿Todavía cree posible la bondad en el hombre?

Sí, porque creo que el ser humano es contradictorio. Una misma persona es capaz de las peores bajezas y de los actos más nobles. Un torturador puede salvar la vida a una mujer y una joven limeña convencional puede convertirse en una asesina, como ha ocurrido en dos de mis novelas. Lo que me interesa es esa dualidad y esa contradicción que creo que tenemos todos, en mayor o menor medida. La narrativa es la exploración de los límites de la conducta humana. Un escritor es un explorador de todo lo que un ser humano es capaz de hacer en nombre de algún instinto. Creo que estamos gobernados por los instintos a los que algunos dan el nombre de ideología o de religión. Pero de entre todos esos instintos, el que más me asombra es el que algunos por seguir viviendo o seguir ayudando a vivir a otros. Ese heroísmo de la vida cotidiana, el mero impulso de continuar, es lo que define a los personajes que me interesan.

La mujer juega un rol fundamental en su obra, ¿cómo se preparó para dar forma a los personajes femeninos de “El susurro de la mujer ballena” y “Grandes miradas”?

Me interesa especialmente explorar el mundo femenino porque creo que las mujeres viven las relaciones de un modo más pleno. Su universo personal es en ese sentido más complejo y delicado que el de los hombres, que por lo general estamos más encerrados en nosotros mismos. Por otro lado, en esas novelas me interesaba especialmente involucrarme como narrador en un personaje femenino, algo que me resultaba muy difícil pero que por eso mismo me atraía.

Para usted  el pasado de sus personajes es fundamental sino crucial, ¿considera que en la vida real es también un pesado equipaje que se lleva cuestas hasta el final? ¿No podemos renunciar a él y voltear la página?

En el mundo quechua, el pasado es lo que aparece delante de nosotros. Como sabemos lo que ha ocurrido, lo podemos ver. En cambio, el futuro está atrás porque es algo desconocido. Es un tema que siempre me ha apasionado porque creo que todos libramos una relación dura y compleja con nuestro pasado. En mi primer libro que se llamó “La batalla del pasado”, aparece una serie de personajes jóvenes que descubre por primera vez a su edad, la complejidad del pasado como un ladrón que con frecuencia les tiende emboscadas.

Por otro lado, algunos de sus colegas, los que se consideran indigenistas, ven en un usted un escritor ‘pijo’ (pituco), ¿le molesta que lo ubiquen en una determinada clase social o económica?

No los he leído ni recuerdo mucho de acusaciones.

Una de sus novelas más éxitosas
A propósito, ¿qué significa ser peruano? ¿Qué nos distingue del resto?


Es un privilegio porque el Perú es un país definido por la diversidad, en el que se han dado cita todas las culturas del mundo. Las migraciones europeas, los nativos indígenas, la llegada de los africanos y los asiáticos tienen una larga tradición. Todo conforma un universo lleno de historias y de conflictos, un material precioso para un escritor. Una realidad tan diversa es un punto de partida para una obra literaria, es decir para el tratamiento y la exploración de lo diverso de lo humano.  

Los escritores Juan Carlos Onetti y Henry James han influido mucho en su vida de escritor ¿qué le ha aportado cada uno de ellos?

Fueron los primeros en hacerme descubrir que las historias reales se viven en la conciencia y en la intimidad. Los hechos son solo detonantes del drama que vivimos dentro.

¿Es usted romántico?  ¿Cómo suele expresar sus sentimientos por alguien?

Sí, soy muy romántico, y puedo expresar mis sentimientos de manera muy directa, como de hecho lo hago todos los días con mi mujer.

Y a la amistad, ¿cree en ella?

Tengo un culto por la amistad. Tengo pocos amigos y hace poco leí un texto de Ribeyro donde se decía que nadie puede tener muchos amigos. La cifra siempre es reducida porque el tiempo y la intimidad tienen sus exigencias.

El portátil (laptop) lo acompaña a todas partes. ¿Es cierto que va con usted a todas partes? ¿Alguna vez escribió a mano como algunos de sus colegas todavía  hacen?

Hasta hace muy poco escribía a mano, pero ahora uso la computadora. Solo espero mantener el tiempo de la escritura a mano, que siempre es más lenta. Toda obra que aspira a durar necesita de la lentitud, de la contemplación, de la observación. Es algo extraño en la  cultura de la fugacidad y de la prisa en la que vivimos. Sin embargo, creo que los seres humanos necesitan también de la lentitud y de la inmovilidad de vez en cuando. Por eso es que las iglesias todavía reciben fieles.

¿Es usuario de las  redes sociales (Facebook, Twitter, etc)?

No lo era pero di una conferencia sobre el tema y para prepararme abrí una cuenta. Sin embargo, ahora no la uso. Creo que las redes sociales van demasiado rápido y son demasiado públicas.

¿Con qué escritor le gustaría sentarse a tomar un café y charlar?

Con muchísimos, pero creo que sobre todo con Henry James.

Una actividad de su vida doméstica o su rutina diaria que no dejaría de realizar por nada del mundo.

Escribir y escuchar o ver historias. Novelas, cuentos, películas, series de TV, crónicas periodísticas. Oír a gente contar cuentos reales o falsos. Pero también leer poesía y escuchar música. Hablar con mi familia y mis amigos. Interesarme de lo que pasa en nuestro país, que tiene tantas necesidades. Tratar de colaborar enseñando y escribiendo, lo mejor que puedo. Y si tuviera algo que agregar, también poder reírme de vez en cuando.
Si quieren saber más del autor o su obra pueden pichar el siguiente enlace:
http://www.alonsocueto.com.pe/






viernes, 15 de julio de 2011

Fernando Iwasaki: “Quien me malquiera por ser amigo de Vargas Llosa me tiene sin cuidado”

Foto: Santi Burgos
Vive soñando en que llegue el día de su jubilación para ser dueño de su tiempo y leer y escribir lo que le dé la gana. Mientras tanto, se resigna a lo que hay y toma su guitarra para ayudarse a pensar. Ella le ofrece la música inspiradora a sus creaciones literarias y periodísticas. Pero no se rompe mucho la cabeza (¡Qué envidia!), pues afirma  que siempre tiene ideas  y son tantas que incluso, no tiene ningún reparo en tomar algunas de ellas y proponérselas a sus colegas columnistas a fin de que las aprovechen.
Este es Fernando Iwasaki Cauti, escritor indisciplinado, investigador acucioso y notable historiador peruano afincado en Sevilla desde hace muchos años, que se define a sí mismo como pesimista, pero de esos que quieren que las cosas salgan bien.
Captó la atención de los lectores españoles con “El libro de mal amor” donde relata sus desventuras sentimentales con una gran dosis de humor, y desde allí no ha  dejado  de estar en boca de la gente para bien o para mal.  Es que siempre él va con ‘su verdad’ por delante.
En la siguiente entrevista nos habla un poquito de todo, en especial, se refiere al  valor de la amistad, su postura frente a las críticas, los premios literarios, y la peculiar forma de pensar que tienen los escritores que recién dan sus primeros pasos.
La mayoría de la gente prefiere no decir lo que piensa por temor a la crítica, ¿considera que sus opiniones gozan de gran consenso o, más bien, es impopular?

Mis opiniones siempre han sido impopulares y ojalá sigan siendo así. El día que todo el mundo me felicite por lo que pienso será que estaré reblandecido.

¿Cómo cree que lo ven sus compatriotas? Lo digo, por su cercanía a don Mario Vargas Llosa y esa especie de antipatía que algunos sienten por el destacado escritor.

La opinión de los compatriotas sólo porque son compatriotas no debería condicionarnos. Otra cosa muy distinta es la opinión de las personas que me quieren o las que yo quiero. Y en esa segunda categoría hay tantos peruanos como no peruanos. Ahora bien, quien me malquiera por ser amigo de Vargas Llosa me trae sin cuidado.

¿Se puede decir que usted sabe ser amigo de sus amigos? ¿Qué estaría dispuesto a hacer por proteger una amistad?

Por ejemplo, no consentir que nadie hable mal de un amigo delante mío. La amistad no se demuestra contándole al amigo quién «raja» a sus espaldas, sino cortando los «rajes» de raíz y después quedándose uno calladito.

Es un escritor lleno de ideas
Caricatura: Fernando Vicente




Algunos de sus detractores manifiestan que es una persona tímida y pesimista, ¿cree lo contrario o certifica ese punto de vista?

No soy tímido aunque sí pesimista. En todo caso, soy un pesimista que quiere que las cosas salgan bien. Pero tengo una curiosidad: ¿mis detractores no deberían pensar que soy temerario y sinvergüenza? Tímido y pesimista no es suficiente para tener detractores. ¿O será que también he decepcionado a mis detractores?

¿Se considera un escritor disciplinado y de horarios establecidos?

Por desgracia, no. Soy un escritor indisciplinado, aunque capaz de trabajar más horas extras que nadie (¿será mi gen japonés?).

¿Sigue algún método o rutina a la hora de ponerse escribir?

No puedo escribir ficción lejos de casa y toco la guitarra mientras pienso.

Dicen sus críticos que ningún género se le resiste, ¿está de acuerdo con esa aseveración?

Por supuesto que no, ya que no soy ni poeta ni autor de teatro. Y si pudiera elegir entre uno de los dos, elegiría la escritura dramática. Oiga, qué amables esos críticos, ¿no? Deben de ser amigos de mis detractores.

Ya suman muchos los que no creen en los concursos literarios. Usted que ha sido juez de varios, ¿puede garantizarnos la igualdad de condiciones?

En los que yo he sido jurado –como el Alfaguara- claro que sí. También me consta que el premio de novela de Tusquets es limpio y transparente. Y la mayoría de premios de poesía o ensayo también lo son.

Desde que llegó a España se estableció en Sevilla, ¿qué lo liga a esta tierra?

Mi esposa, mis hijos, mi casa, mi pueblo, los amigos, la ciudad, el humor, la música, el Betis... ¿quiere que siga?

Hubo un tiempo en que se dedicó a la cátedra universitaria, ¿por qué se alejó de la enseñanza?

Porque tardé casi diez años en convalidar mis títulos peruanos y tenía que llevar comida, pañales, jabón y sapolio a mi casa. Por lo tanto, el arroz de la universidad se me pasó.

¿Cómo elige el tema para sus temas y para sus artículos periodísticos? ¿Se quedó alguna vez sin ideas?

Siempre tengo ideas. Cuando escribía en «Diario 16» tenía una columna diaria y me acostumbré a cazar los temas de cualquier parte. Ahora, como sólo escribo dos veces por semana y llamo a otros columnistas amigos para sugerirles argumentos.

No permite que 'rajen' de sus amigos delante suyo
Foto: Daniel Mordzinski
¿Hay en cantera jóvenes escritores o no tan jóvenes pero aún inéditos (en Perú)- que puedan destacar fuera de las fronteras como lo hicieron Vargas Llosa, Ribeyro, Bryce, entre otros?

Si fueran inéditos no los conocería, pero puedo mencionar a Enrique Planas, Carlos Herrera, Lorenzo Helguero, Claudia Ulloa, Camilo Torres, María Luisa del Río y Julie de Trazegnies, entre otros.

Cierta vez don Mario Vargas Llosa dijo que el Perú es el país de los «casi» y que en esta categoría también entran los escritores; esos que estuvieron «ad portas» de lograr algo y les faltó valor, usted, ¿coincide con él?

Todos conocemos casos de personas que no colmaron las expectativas que suscitaron. Me da igual que se trate de escritores o futbolistas, aunque comprendo que Vargas Llosa haya reparado más en los escritores. En cambio, yo soy más consciente de los futbolistas.

«El libro de mal amor» se está convirtiendo en lectura obligatoria en numerosos colegios peruanos, ¿cómo lo asume?

Es un privilegio y un motivo de satisfacción. Cuando cursaba quinto de media llevé un libro de literatura de Mirko Lauer y José Miguel Oviedo, que me descubrió lo mejor de la literatura peruana. Ojalá que mi novela le sirva a otros adolescentes como me sirvió a mí aquel maravilloso manual de Lauer y Oviedo.

¿Cree que el poseer buen sentido del humor es fundamental a la hora de escribir?

Para escribir libros como los de Borges, Bryce o Cabrera Infante, sí. Para escribir libros como los de Sabato, Arguedas o Lezama Lima, no. Tener humor no te convierte en un escritor mejor que otros y por eso cito a escritores que me gustan, aunque no tengan sentido del humor.

Después de tantos años viviendo en España, ¿ha logrado adaptarse del todo? O quizá, ¿se sigue sintiendo un extranjero?

Hace más de quince años que dejé de sentirme un extranjero en España, porque España es otro de mis países. La verdad es que tengo como cinco países: Perú, España, Japón, Ecuador e Italia.

Viaja mucho a Latinoamérica, ¿encuentra algún aspecto, en especial,  que distinga a un escritor de esas tierras a un europeo? En este caso, me refiero a los que recién hacen sus pinitos.

Los escritores latinoamericanos –sobre todo si recién están haciendo sus pinitos- tienden a pensar que sólo publican en España quienes tienen contactos. Si ya publican en España tienden a pensar que sólo son reseñados quienes tienen contactos. Y si ya son reseñados tienden a pensar que sólo son traducidos quienes tienen contactos. A quienes tienden a pensar así, alguien debería explicarles que escribir desde Buenos Aires, México, Lima o Santiago es mejor que hacerlo desde Murcia, Praga, Sevilla o Ginebra.

Usted, que es un veterano en las letras y ha logrado un envidiable éxito y prestigio, supongo que no ha dejado de soñar y plantearse metas, ¿qué es lo que más desea alcanzar dentro de su carrera?

Lo que más deseo es alcanzar la edad de la jubilación para poder ser dueño de mi tiempo y leer y escribir lo que me dé la gana. ¿Quiere decir que ahora mismo no leo ni escribo lo que me da la gana? Pues no. Ni leo ni escribo lo que me da la gana. Por lo tanto, no me considero digno de ninguna envidia.

Finalmente, la mejor combinación que existió para Jorge Luis Borges fue el café con leche, ¿cuál es la suya?

Café con Borges.

Si desean saber más del autor o su obra pueden pinchar el siguiente enlace:
http://www.fernandoiwasaki.com/
Foto: Nicolás Haro


 

lunes, 11 de julio de 2011

Walter Lingán: “En Alemania tengo todo lo que necesito como ser humano y escritor”

Abandonó Perú no buscando nuevas oportunidades sino por salvar su vida. Estaba amenazado de muerte, y fue su madre quien  lo obligó a huir del país mediante súplicas. “Prefiero tenerte lejos y saberte vivo, que aquí a mi lado muerto en cualquier momento”.
Se califica como un cholo recontra jodido y dice que para  escribir necesita dos ingredientes fundamentales: una buena historia y  la compañía de la mujer amada.
Aterrizó hace treinta tantos años en Alemania y asegura que este país le ha dado lo que a muchos se le niega: la ciudadanía, y la considera su segunda patria.
Es médico en un hospital de Colonia, y asegura que la literatura y la medicina son artes.  “Con una se alimenta y cura el alma, con la otra se alimenta y cura el cuerpo. Un buen poema o una buena novela equivalen a un buen diagnóstico o una buena receta”.
Conozcamos a este peruano que no cree en los concursos literarios, que no sabe que tipo de literatura escribe y que sueña con que unos de libros sea un éxito de ventas.
¿Tenemos entendido que su inquietud por escribir afloró en usted, luego de leer “El lobo estepario” de Hermann Hesse? Cuéntenos que parte de la historia hizo que lo removiera al punto de convertirlo en escritor.
En realidad “El lobo estepario” de Hermann Hesse me descubrió un mundo nuevo, estaba en plena adolescencia, etapa en la que buscamos nuestra identidad, donde la rebeldía y las crisis existenciales afloran por toda la piel, fase en que a veces amanecemos como monstruos y otras veces llenos de ternura, anochecemos mordidos por la dualidad luz/oscuridad, entonces al leer un texto que trata el tema del antagonismo o la dualidad en la naturaleza humana, la alternidad entre la bondad de un ser humano y la ferocidad de un lobo estepario, todo esto unido a la fantasía, tan subversiva, tan irreverente, me pareció, en aquella fecha, que estaba escrito para mí. Desde el inicio cuando anuncia Sólo para locos o después cuando en la entrada al Teatro mágico se lee Entrada no para cualquiera y la descripción que hace del lobo estepario: Érase una vez un individuo de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario...así como las anotaciones de Harry Haller y ese desgarrador poema: Yo voy, lobo estepario, trotando / por el mundo de nieve cubierto; / del abedul sale un cuervo volando, / y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto. // Me enamora una corza ligera, / en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso; / con mis dientes y zarpas de fiera / destrozara su cuerpo sabroso... en todo eso había una cierta identidad, la doble naturaleza del artista y el héroe –humana y licantrópica- inmersa en un laberinto de experiencias traumáticas, esa doble moral en toda nuestra historia y en nuestras vidas, es ese mensaje metafórico que señala el rompimiento de la individualidad y las convenciones burguesas que me lleva a la reflexión, a pensar en mi mundo y la manera de contarlo, de escribirlo, pero sin ninguna pretensión de escritor. Yo vivía en una barriada de Lima, habitada por gente pobre y marginada de todo bienestar pero tratando de conquistar, cada mañana, la gloria, el paraíso, o sea, metidos en el agua hasta el cuello pero soñando con una vida burguesa. Este remezón interno que me ocasionó Hermann Hesse, el medio donde vivía y la influencia de mi padre que era un contador excelente, que hasta dejaba de trabajar para llevarnos por los vericuetos de sus fantasías, abonaron el terreno para que mucho tiempo después se despertara en mí el gusanito de hacer literatura, la decisión de dedicarle mi tiempo a la escritura.
Su talento para escribir también lo llevó a ser una especie de Cyrano, pues redactaba cartas de amor para las enamoradas de sus amigos. Díganos, ¿alguna vez una de ellas enteró de la verdad?
Bueno, talento es quizás una apreciación muy bonita de su parte, pero yo creo que cualquiera, si le dan las herramientas necesarias, puede llegar a desarrollar sus inquietudes y todas sus posibilidades. La cosa es que llegaron a mi casa dos tomos de una antología de poesía romántica: Hablemos de amor. Mientras mi padre, que era sastre, trabajaba, me hacía sentar a su lado para leerle en voz alta el periódico El tiempo de Piura que llegaba a Bagua con un retraso de uno o dos días, por ese motivo no fue para mí ningún problema la lectura. Entonces estos libros los leí sin parar y en un cuaderno copié todos aquellos versos que me gustaban. El compañero de carpeta descubrió mi cuaderno con estas anotaciones y creyó que eran de mi autoría, naturalmente yo sonreí y oculté la verdad. Hasta que un día me dijo: “oye poeta, te doy todo lo que me pidas si me escribes una carta bien bacán para declararle mi amor a la ‘jermita’ por quien me mojo todas las noches”. Hice la carta y le entregué. A cambio recibí un trompo y dos canicas “caca de gallina”. Al lograrse el emparejamiento se inició también mi fama de poeta y romántico, pero sólo entre los compañeros, las chicas ni se enteraban por qué me llamaban poeta. Fue así que cada semana escribía entre dos y tres cartas, pero en uno de mis cuadernos quedaban las originales. Hasta que una de las chicas, en uno de esos descuidos, descubrió al autor de las cartas tan tiernas y conmovedoras. Se armó el laberinto, la mayoría intentó ajusticiarme, pero luego se calmaron y me llenaron de bendiciones, más bien sus enamorados pagaron los platos rotos por su poca imaginación, por su torpeza pues al reescribir ellos las cartas cometieron muchos errores. Años después con esa chica me encontré en Lima y nos hicimos novios, pero cuando quise rescatar “mis cartas originales” me dijo que le pertenecían y había dispuesto que cuando ella muera me entreguen el cuaderno, antes, nada de nada.
También hizo periodismo en una revista y un periódico de barrio, comparta con los lectores dicha experiencia.
Fue una experiencia hermosa. Fueron un grupo de obreros y estudiantes de Collique quienes me invitaron a participar en la aventura de sacar un periódico que le llamamos El Obrero. Ahí fue donde aprendí a escribir noticias, a corregir, a resumir, a investigar y empezaron mis visitas a la Biblioteca Nacional. Además tenía que compatibilizar mis estudios en la Universidad de San Marcos, mi trabajo para ganar algo de dinero, mi responsabilidad como dirigente barrial y mis inquietudes de joven, de enamorado. Estaba encargado de la parte cultural. Era una tarea, para mí, gigantesca, yo era lector de periódicos y revistas pero no había leído casi nada de literatura. Los obreros hablaban de huelgas y luchas obreras, de ollas comunes, de masacres a mineros y campesinos, de José Carlos Mariátegui, de Marx, de Lenin, de Mao, del APRA, de luchas obreras por las ocho horas, del voto universal, de democracia. Yo escuchaba en silencio, sin saber qué decir. Y leer a esos señores de los cuales se hablaba en las reuniones de la redacción, me costó mucho, además que empecé a leer a José María Arguedas, Ciro Alegría, César Vallejo y tantísimos otros más. No habían los avances de la tecnología, sino primero se ‘picaban’ los esténciles y luego se lo imprimía en viejas impresoras de rodillo. Después venía la fase de la venta, los obreros lo hacían en las puertas de las fábricas aledañas donde ellos laboraban y a mí me tocaba en el barrio, a la entrada de Collique, en los paraderos más concurridos, en los colegios. Algunas personas me compraban el periódico, lo hojeaban y me decían que era pura politiquería, puro comunismo, lo rompían y me lo restregaban en la cara. Otros en cambio apoyaban la iniciativa y estaban de acuerdo y me compraban varios ejemplares para ellos difundirlos entre sus amigos. Los que defendían a la dictadura de Juan Velasco Alvarado nos acusaban de terroristas. Poco a poco fui entendiendo eso de la lucha de clases, de la dominación imperialista, de la explotación capitalista y la dependencia cultural, la entendí a cabalidad pues la vivía en carne propia, más que por ideas aprendidas entendí el socialismo como una necesidad ante la vida miserable en que vivía la gente de Collique, de Comas y los demás barrios marginales. Después vino una etapa de querer ‘profesionalizar’ esta experiencia y con otros amigos me embarqué en la publicación de Opinión Barrial, mucho más elaborado, un tabloide de oho páginas. Como éramos críticos al gobierno, decomisaron una edición, nos llevaron a la quiebra con eso y a la cárcel por ‘terroristas’. De ahí al exilio, apoyado por una propuesta de estudios, fue cuestión de tiempo nomás.
Ha estado tan ligado a las letras que nos intriga saber, ¿por qué se decantó por la medicina?
Más que ligado a las letras me preocupaba el destino de mi barrio, de mi país, de las luchas obreras y campesinas, de la izquierda. Fui, soy y seré socialista. Moriré con ese defecto. Hace poco estuve en Perú y una amiga me dijo: “¿sigues aún pensando así?, creí que ya te había pasado la locura”. Yo nunca soñé ni pensé en la escritura como profesión, siempre estuvo en mí la medicina como un medio para poder vivir con cierta holgura y poder ayudar a la gente, además, dicen que nadie es perfecto, de algo hay que morirse. Pero no me quejo, trabajo en un hospital de Colonia, escribo lo que se me da la gana, publico lo que se puede y cuando se puede. Literatura y medicina son artes, con una se alimenta y cura el alma, con la otra se alimenta y cura el cuerpo. Un buen poema o una buena novela equivalen a un buen diagnóstico o una buena receta.
¿Por qué se marcha de Perú y se establece en Alemania? Pensó, quizá, que tendría más oportunidades como escritor.
En los años 80 a pesar del avance de un espíritu democrático en Perú se empieza a desarrollar también un talante antidemocrático, gérmenes que más tarde desembocarían en el autoritarismo y la violencia política jamás vividas en nuestra historia. El aire empezó a viciarse. La represión a todo opositor empieza en forma velada, paralelo a esto se inician también las actividades de Sendero Luminoso. En estas circunstancias detienen a los responsables de Opinión Barrial, yo salgo de la cárcel pero ante las amenazas de muerte del comandante Reátegui, ex jefe de SINAMOS-Norte, me veo obligado a salir del país, fundamentalmente a pedido de mi madre quien, al saber que había una beca de por medio para estudiar en Alemania, me dijo: “prefiero tenerte lejos y saberte vivo, que aquí a mi lado muerto en cualquier momento”. No fue pues la búsqueda de oportunidades como escritor por las que me fui de Perú, pero eso sí, aquí en Alemania me hice o intento ser un escritor. Actualmente en Alemania tengo todo lo que necesito como ser humano y como escritor.
En Alemania se siente realmente en casa
Alemania le dio las condiciones para ordenar su trabajo literario y transcribir escritos a la computadora, pues redactaba a mano y todo lo tenía en cuadernos, ¿qué tipo de literatura hacía?
Creo que más que Alemania, fue una mujer en Alemania quien lo facilitó al regalarme la primera computadora de mi vida. A diario, luego de cumplir mis obligaciones maritales, es decir, estudiar, cocinar, poner la ropa a la lavadora, llevar a la cama a los hijos, me ponía a transcribir mis cuadernos a los famosos Doc. de Word, al tiempo que, por la experiencia y lecturas acumuladas, iba corrigiendo, borrando, aumentando, a veces se originaban nuevas historias. Tanto me metí en mis cuentos y novelas que esta misma mujer que me regaló la computadora en Alemania me dijo un día que no aguantaba más tanta rutina y poca atención; que mejor se iba. No me quedó más que decirle, incapaz ya de retenerla, que se fuera pero me dejara mis libros y mis CDs, todo lo demás podía llevarse. Y así se hizo. Al comienzo fue duro, aunque después me dediqué, tras terminar mis labores en el  hospital, a escribir, reescribir y reordenar todos mis proyectos literarios. Claro que amores no me han faltado, ni me faltan. A decir verdad, sin una mujer a mi lado tampoco podría escribir. ¿Y qué tipo de literatura escribo? Pues no lo sé. ¿Fantástica? ¿Romántica? ¿Pornográfica? ¿Realista? ¿Mágica? ¿Política? ¿Chistosa? En verdad que no lo sé, yo escribo una historia y trato de darle la atmósfera adecuada. Lo único que me preocupa es escribir bien, esa es mi meta.
¿Ha participado en numerosos concursos literarios y ha ganado varios, pero no siempre participaba directamente, ¿Por qué tenían que ser sus amigos quienes lo inscribían en esos certámenes? ¿Existía algo de miedo en usted por los resultados?
No ha sido por miedo a los resultados por los que casi nunca participé directamente en concursos literarios, se debe más que todo a que antes nunca tomé en serio esto de escribir, escribía para mí, además creo y no creo en los concursos literarios, me da la impresión que ya todo está predispuesto, de antemano ya se tiene un ganador y que sólo el concurso es para formalizar el hecho, para justificarlo. Además me parece que casi nunca se premia a la calidad literaria, salvo excepciones. Yo escribía las historias y las repartía entre algunos amigos y ellos optaban por mandarlo o no a un concurso. Incluso la publicación de dos novelas primeras y un libro de cuentos se debe al empeño de dos amigos: Melacio Castro y Fernando Heredia. Pero también he participado y en verdad, sorpresivamente, he ganado algunos concursos, en otros he sido finalista. Cuando recibía los resultados dándome por ganador siempre me preguntaba: ¿Y ahora dónde está el error? Además es cuestión de agarrarle el gustito a participar, aunque sea por inercia, así no se gane. Ahora yo decido si participo o no en uno u otro concurso y actualmente sí me gustaría ganar algún concurso nacional o internacional, quizás porque ahora tengo ya varias publicaciones de las cuales se puede decir algo, aunque sea algo malo, pero hay tema de qué tratar. Aunque para ganar seguramente debo escribir algo ‘facilongo’, comercial y mediático...
Tuvo que pasar mil y una peripecias para publicar su primera obra, ¿cómo hizo para salir airoso de esas dificultades y por fin ver su libro entre sus manos?
El primer libro Por un puñadito de sal se publica en 1993 y se lo agradezco a Melacio Castro por todas las gestiones ante la Derrama Magisterial, yo no hice nada más que escribirlo. Esa misma novela la he reescrito y espera su publicación bajo el título de La vida a palos de doña Juana Mendoza. Después en Trujillo, y nuevamente gracias a los buenos oficios de Melacio Castro y la decisión de Rada Editores aparece en 1996 la novela El lado oscuro de Magdalena. Motivado por esta cierta facilidad con que se publicaron esas novelas lancé yo mismo mi propuesta de edición de lo que serían en realidad mis primeros escritos, se trató de la colección de cuentos La danza de la viuda negra. En España reboté sin misericordia, pero entonces apareció como un milagro el editor leonés Javier Menéndez Llamazares a quien le gustaron las historias de Los tocadores de la pocaelipsis y vino incluso en 1999 a la feria del libro de Frankfurt a presentarlo. Con estos antecedentes pensé que en Perú me sería diferente. Mala idea. Las editoriales más importantes rechazaron mis manuscritos sin miramientos. Una de ellas me dijo que no tenía tiempo para leerla, que vuelva en dos años o me vaya con mi musiquita a otro sitio. Otra me quiso cobrar cuatro mil dólares por 500 ejemplares. De pronto me llega un email de un amigo de la juventud, de aquella “loca juventud”, contándome que tenían con la municipalidad de Comas un proyecto de Fondo Editorial y es así como, por pura suerte, entra a la imprenta en el 2001 La danza de la viuda negra. Ese año cuando retornaba a duras penas una tal democracia, regresé a Perú para presentar el libro y en esas circunstancias conocí a los editores Jorge Luis Roncal de Arteidea y a Ricardo Vírhuez de Pasacalle y empezamos a coordinar algunos proyectos, entre ellos, la publicación de mis últimas novelas y cuentos. Sin embargo, estas editoras carecen de una distribuidora profesional y eficaz, de tal forma que los libros puedan llegar por lo menos a las librerías más importantes. Si como dicen escribir un libro es fácil, publicarlo es difícil y mucho más difícil es distribuirlo. Eso es lo que más cuesta.
Nunca se desligó de su país
¿Cómo siente leer un libro suyo en alemán? Se lo pregunto porque muchos dicen que la literatura española pierde mucho al ser traducida a otro idioma.
Cada idioma tiene su propia filosofía, entonces hay que saber interpretar eso a la hora de la traducción. Aparentemente hay una pérdida desde el punto de vista del traducido o lector español cuando no conoce el alemán, pero si una traducción es buena, traduce el sentir del traducido al idioma traducido. Eso me he dado cuenta cuando escribía mis artículos y eran traducidos al alemán. No es una pérdida es otro espíritu que se imprime en el texto, pero es el espíritu traducido del texto original. Me sucede ahora que cuando escribo en castellano estoy pensando en alemán y hay frases que no sé como decirlo en castellano y me bloqueo, entonces me salvo escribiendo un buen rato en alemán, en la sintaxis y en la estructura de las oraciones o frases a veces lo hago pensando en alemán y al revisar reparo en eso, otras veces no, son terceros que leen mi texto y me hacen ver esos giros extraños. Incluso hay lectores que me han pedido explicación por algunas palabras que no las encuentran en el diccionario. Son palabras que las inventé sin querer queriendo, debido a que no las conocía exactamente en castellano, son palabras producto de una pésima traducción, pero que al fin el defecto se convierte en una virtud. Se está traduciendo mi última novela al alemán y eso sí es que es una lucha de titanes debido a las dificultades de traducir la jerga peruana y muchos conceptos culturales ajenos al alemán, como la cultura chicha que no es lo mismo que la bebida o el baile chicha.
No ha perdido su ligazón con el suelo que le vio nacer, tras los treintantos años que lleva viviendo fuera, ¿cómo observa su país a la distancia? ¿Se atrevería a descubrirnos sus emociones, y por qué no, a hacernos un breve análisis crítico sobre su situación actual?
En verdad, con el suelo que me vio nacer sí me he desligado, más no con el país y mi barrio Collique de Comas. Incluso estaba más ligado a Bagua y Jaén, lugares en que viví algunos años de mi niñez. Salí de San Miguel de Pallaques en 1966 y recién volví el 2009. Dicen que de lejos los toros se ven mejor. Aquí hay mucho más información sobre el Perú que allá mismo, las noticias y los informes son más imparciales y veraces. Aquí aprendí a ver a mi país en su gente más que en su bandera, su escudo, su escarapela y en la heroicidad de casi todas sus guerras perdidas. Leí la historia desde otra perspectiva. En cuanto a los peruanos que estaban aquí, ya sean blancos y ricos, esos privilegios no les servían de nada, todos éramos extranjeros. En Alemania me despercudí de ese patrioterismo barato y se convirtió Latinoamérica en la patria grande, en la referencia. La militancia en Izquierda Unida (IU)  me obligaba a coordinar una serie de actividades y proyectos ya sea con el magisterio, las rondas campesinas, los comedores populares, las barriadas, las municipalidades, las organizaciones de derechos humanos, etc. Esa actividad fue decayendo en la medida que la IU iba perdiendo la brújula en cuanto a alternativas frente al terrorismo, a la violencia política, a la globalización, al autoritarismo y la dictadura. La población fue sometida a los designios de la mafia fujimontesinista. Esta gavilla de sabandijas destruyeron toda capacidad de respuesta popular organizada, por ejemplo los sindicatos fueron divididos y anulados en la mayoría de los casos. La situación internacional también iba siendo adversa para los intereses populares, para ese sueño llamado socialismo. Las últimas elecciones nos han devuelto en algo las esperanzas, pero se han despertado también el racismo más recalcitrante y la resistencia más egoísta de las clases pudientes, de los ricos, de los privilegiados de siempre, de aquellos que no les interesa el Perú sino sólo su dinero y sus ingentes ganancias, para aquellos que la democracia sólo debe jugar de su lado y para sus beneficios. El nuevo gobierno necesita una sólida organización partidaria y el pueblo necesita urgente organizarse para defender lo ganado, no sólo en las instancias legales o formales, sino también en la calles. La organización popular es garantía, sólo tener el gobierno amigo no basta, para luchar contra la corrupción, para llevar a la cárcel a todos los corruptos y para construir un país para todos, solidario, digno y desarrollado.
Usted, a decir de muchos es un luchador social incansable, y ha mantenido su compromiso a través de los tiempos, ¿se considera a ese respecto optimista o pesimista?
En la vida hasta para el amor hay que ser optimistas. También hay que tener una dosis de humor. A la izquierda peruana y a los políticos en general les hace falta un toque de humor, son muy acartonados. Ideológicamente pertenezco a la pequeña burguesía la cual es normalmente pesimista y sueña con el triunfo rápido, pero será que provengo de una familia pobre y he vivido entre pobres que siempre están luchando, sin perder la esperanza, por un mañana mejor, y ahí están, cada amanecer, con las banderas en alto, luchando, soñando, con optimismo por un futuro diferente, por una patria nueva para sus hijos, para sus nietos, por eso será que en mí no hay sitio para el pesimismo.
¿Le ha sido fácil adaptarse a la idiosincrasia alemana? ¿Qué es lo que más le gusta o destaca de ese pueblo?
No he tenido ninguna dificultad para adaptarme a las costumbres y a la cultura alemanas. Me he acostumbrado rápidamente a su disciplina, a esa manera de amar y respetar cuando uno realmente se lo merece, sin hipocresías. Conozco a mucha gente que está siempre renegando de los alemanes, incluso estando casados/as con alemanas/es, me da la impresión que es una ligazón más económica que sentimental, o será esa dualidad de la que habla Hermann Hesse, esa naturaleza humana y lobuna. De esta manera trato de explicarme esa crítica y ese descontento. Desde que llegué a Alemania no me faltó nada. Este país me ha dado lo que en Perú se le niega a las grandes mayorías, a los pobres, me ha otorgado el derecho de ciudadanía, derecho que se les niega a los nativos de la selva y los Andes, a “los perros del hortelano”. Alemania se ha convertido en mi segunda patria, hasta puedo decir, en mi verdadera patria. Aquí vivo, escribo en castellano y alemán, hablo y discuto en alemán y amo como un mestizo: en peruano y alemán, o sea, soy un cholo recontra jodido...
 ¿Cómo ha recibido el lector alemán sus obras? ¿Es fácil para un autor extranjero publicar en una tierra que no es la suya?
Para un autor es difícil publicar en cualquier parte, sobre todo cuando no se escribe comercialmente. Mucho más complicado, doblemente difícil, es para alguien que no escribe en alemán. Mis libros, igual que en Perú, han sido recibidos también con cierta indiferencia, en ambos lados la crítica me ignora. Poca gente ligada a los medios menciona críticamente mis libros. Claro que en ambos sitios hay amigos que se esfuerzan por dar a conocer mis publicaciones, me invitan a lecturas y seminarios. Quizás sea también a que no hago vida de escritor, yo mismo no me ‘marketeo’, como me dicen algunos peruanos, no estoy detrás de los críticos literarios rogando por una reseña. A veces quiero creer que mis libros no son lo suficientemente buenos y por eso a la crítica no le interesa ocuparse de ellos.
¿Hay fecha de publicación para su próxima novela? ¿Irá como siempre a promocionarla en Perú?
Hace unos meses atrás envié un nuevo manuscrito pero hasta la fecha no tengo respuesta. Se trata de una novela sobre la tradición oral de los aguaruna y lo he titulado: Koko Shijam, El libro andante del Marañón. Acabo de enviarla también a una editorial universitaria, espero con paciencia. En cuanto haya una respuesta, estaré coordinando la fecha de su publicación para ver la posibilidad de viajar a Perú y participar en su promoción. Mientras tanto, trabajo en otra nueva novela que la he titulado provisionalmente Elisa, con el corazón atado a tus pies. Es una historia de amor, de sexo salvaje, de libros y autores, redes sociales y con pinceladas de cultura y política en general. Y ordeno el material de la que será una novela que trate sobre los desaparecidos en los tiempos de la violencia política, la cual no empezó en 1982 sino que siempre estuvo presente en la vida del pueblo.
¿Cuáles son sus sueños o metas como escritor? Quizá, que una de sus obras llegue a ser un éxito en ventas.
Que la vida me alcance para terminar de escribir todos mis proyectos. Ojalá tenga también la suerte de gozar del éxito con alguna de mis publicaciones, sería chévere. Me gustaría que el pueblo peruano descubra mis libros, los lea y, si es necesario, que las meta al fuego por inservibles. A veces sueño que un libro mío se ha vuelto un éxito de ventas. Veo escaparates y estantes llenos con mis libros, fotos a todo color de mi rostro aindiado, con esa sonrisa entre tímida y bandida. Me veo firmando autógrafos y saludado en las calles por desconocidos que llevan en las manos uno de mis libros. Pero puntual el despertador cumple con su tarea de interrumpir mis sueños y la realidad me atrapa con todos su bemoles, siento al lado la suavidad del cuerpo de mi ‘jermita’ que me invita a medir la temperatura de su piel, entonces me olvido de mis sueños de grandeza, penetro en la hondura de sus manantiales y después de ese minuto y medio de felicidad oigo bajo su pie el humo de la locomotora...

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