Ha visto la cara menos amable de
la vida a través de su trabajo y experimentado en carne propia vivencias
personales duras, pero se mantiene optimista en cuanto a su fe en el ser humano
y su capacidad para el perdón. Así es el doctor Javier Urra, quien dice no
tener la receta mágica para curar todos los males, pero está dispuesto a
enseñar mediante su obra Psicohigiene
la manera de cuidar uno mismo y de los demás.
Su currículum es realmente admirable, y nos faltaría tiempo para hablar
sobre él, sin embargo, quiero destacar cuatro aspectos fundamentales: su preocupación
por la infancia, su trabajo por la salud mental-emocional, la educación y su
amor por la ética, ¿sus conocimientos trasladados a los libros son parte de su
experiencia en primera persona, es decir, de lo que vivió en su niñez o de sus
días compartiendo con la gente? O quizá ¿es la suma de ambas?
Le preocupa la educación que se le imparte a los niños en sus primeros años |
Me considero un tipo con mucha
ilusión. La vida me ha permitido muchas cosas: hacer la mili por voluntad
propia a los 18 años, ser padre muy joven; tengo un hijo de 35 años. Soy muy
estudioso. He hecho tres carreras, dos doctorados, estoy haciendo el tercero.
He sido defensor del menor, y prestado servicios en la fiscalía por 30 años.
Aprovecho el tiempo. Por eso creo que puedo ayudar en algo a la sociedad, y
decirle a la gente cómo podemos mejorar. No tengo la receta mágica, pero soy
una persona equilibrada, optimista, con un alto grado de esperanza, teniendo en
cuenta que he trabajado con violadores, asesinos, y que, incluso, he sufrido un
infarto de miocardio y llevo tres stents
(prótesis intravascular). No soy Alicia en el país de las maravillas. Conozco
la parte dura de la vida, pero me gusta disfrutar y compartir mis experiencias.
Aprecio el sabor del tomate, me gusta el sol de Valencia, viajar. Como tengo un
gran niño interior disfruto, por ejemplo, conociendo Lima, me gusta ir al casco
antiguo, recorrer sus calles, pero si voy allí, me gusta involucrarme con la
gente…
O sea, ¿le gusta experimentar y aprender?
Lo que no voy a hacer es como el norteamericano que va y acaba
pidiendo hamburguesas. Me gusta probar los platos típicos, acudir a los
espectáculos que ve la gente, hablar con los taxistas. A todo eso le sumo la
lectura de un total 70 libros y un poco de
sentido común para escribir una obra. No genero nada novedoso, pero soy
coherente. Lo que está allí, soy yo.
Dicho esto, tengo a mi madre con Alzheimer en una residencia, casi tres
años, y he aprendido mucho de la gente ‘demenciada’. No entiende lo que le
dices, pero sí siente cuando la tocas. Aprendo de todo lo que tengo a mi
alcance.
¿Cuál es el hilo conductor entre estos temas, y por ende, al que pone
más atención?
El hilo central se llama educación.
Esta no se da solo en los primeros años de vida, sino antes de nacer. El niño
no es el futuro. Nosotros somos lo que quedó de él. Y me parece que todo lo que se invierta en
esfuerzo, cariño, tiempo e ilusión para
educar a nuestros niños, será una mejora para la sociedad.
Psicohigiene está escrito en
un tono filosófico y casi poético, y no solo eso, roza más aún
lo
Una de sus más importantes obras |
literario
cuando cierra cada capítulo con un poema. ¿Se considera un poeta?
¡No! Absolutamente.
He hecho algunas cosas en verso, pero no es poesía. Es una forma de
‘desgrasar’ el libro, y decir algo en otro tono. Soy un tipo observador, y creí
que los lectores recordarían mejor así, como cuando la gente viaja y rememora en positivo, o negativo. Eso puede ser escrito en verso o prosa.
Me gusta la literatura, sí, sobre todo el lenguaje. A propósito, lo estamos
perdiendo. Es gravísimo porque el cerebro del ser humano se desarrolla desde la
palabra.
¿Estos poemas fueron escritos ex profeso para el libro o los tenía por allí?
Ha habido de todo. Por ejemplo, si escribí sobre la maleta es
porque me iba de viaje, surgió la idea y sentí que fluía, y en otros casos,
simplemente los tenía y encajaban.
¿Le gustaría escribir un poemario?
Es que no me creo capaz…
Pero fue capaz de escribir esos versos y compartirlo con la gente en el
libro…
Porque están metidos como en un
sándwich, un poco ocultos. Creo que para el mundo de la poesía hay que tener
una riqueza musical. Soy previsible, tópico, además, muy psicólogo.
O ¿tiene miedo a las críticas?
Poco, porque cuando me han
criticado, lo he asumido. Más bien, tengo miedo al ridículo, sí, pero al mío.
Otro de sus libros que tuvo un rotundo éxito |
La manera en que nos criaron y educaron cuando niños marca la pauta de
lo que seremos en el futuro, ¿cuánto podemos corregir de nosotros mismos en
busca de una mejora?
En porcentaje, no lo sé. Se calcula que igual tú naces con un color de
ojos, una altura más o menos determinada, y casi hasta una esperanza de vida,
el temperamento es el 50 por ciento, luego el carácter y personalidad podemos
desarrollarlo. Es ese 50 por ciento es lo que puede moldear la educación. Los
padres nos educan de acuerdo a lo que saben, y lo ridículo de nosotros es querer educar
a nuestros hijos mejor de lo que hicieron ellos. Es un acto de soberbia. Yo
creo que siempre podemos superarnos, muscular nuestra voluntad. Hacernos
religiosos, austeros, empáticos, comprometidos, solidarios. Es una cuestión de
actitud.
En estos tiempos en que se tiende a etiquetar a todas y a una cada una
de las personas, ¿qué medidas debemos adoptar para que eso no nos afecte o
condicione?
Yo creo que una buena forma es
cumplir años. Cuantos más tienes, menos te importa lo que piensen los demás.
Vas relativizando a medida que pasa el tiempo. Hay que dar importancia a la
crítica dependiendo de donde venga.
Las mujeres están en ventaja a la hora de expresar emociones frente a
los hombres, ¿de quémanera un varón podría superar estas limitaciones de su
género?
Esa respuesta me la sé (risas). Está en mi libro Mujer creciente, hombre menguante. El hombre tiene que empezar a
educar a los niños pequeños en los colegios. En España no se da. Los varones
heterosexuales tienen que ser enfermeros, los hay, pero en poco número. Es un
campo donde se desenvuelven generalmente mujeres y homosexuales. El varón tiene
que llegar a entender que la sensibilidad
y el cuidado es un terreno que también le pertenece. Por otro lado, al
niño se le tendría enseñar un juego sencillo pero muy interesante: “el que no
sabe lo que siente el otro, pierde”.
El autor insiste en la impotancia de la educación |
Se habla mucho de perdón, ¿cuánto tiempo se tarda en perdonar de
verdad? ¿Ya es un avance, como algunos dicen, pronunciar “te perdono”?
Hay personas que no perdonan
nunca, que son rencorosas, hay quienes no se perdonan, y las que no se dejarían
perdonar. Hay un juego entre el perdón y el olvido. Es terapéuticamente muy
bueno y esencial. Por otro lado, no se puede perdonar por otros. Irene Villa,
víctima de ETA, me dijo siempre: “La justicia puede hacer justicia, perdonar solo
la víctima. Estoy de acuerdo con ella.
Pero ¿es posible perdonar?
Sí, se puede perdonar. Desde un
violador o hasta el que ha matado a tu hijo. Se hace necesario, pero es muy
difícil. Es una ley de compensación. Perdonar
es una capacidad del ser humano, como el reír o el llorar. Sin embargo, es
complicado, cuesta.
¿Es cierto que el talento no abunda y por eso, hay que buscarlo? ¿A
qué se refiere exactamente cuando lo
menciona y recomienda?
A eso precisamente. Hay muy poca gente con
talento. Se nace con él. Todos podemos tocar el piano, sin duda, y llegar a
hacerlo bien practicando miles de horas.
Sin embargo, eso no nos va
conducir a convertirnos en Mozart. Los demás solo podemos aprender,
defendernos y nada más. Pero la gente se
pone pesada, y quiere hacerlo todo.
La gente incursiona en todos los terrenos hoy en día. Se ha puesto de
moda.
Lo penoso es que resultan malos
en todo. Ahora mismo, todos publican libros, quieren ser escritores. Por
ejemplo, las presentadoras. Algunas son buenas amigas mías, pero no por eso
dejo de ser realista. Es triste, pues si lees sus libros, tienen la misma
pluma. Eso es preocupante. ¿Se hacen famosos? Sí. Pero ¿son reconocidos? No ¿Ganan dinero? Sí. ¿Para mí eso es importante?
No.
Es un hombre que gusta disfrutar cada momento de su vida |
A mucha gente no le gusta estar sola, se pone nerviosa, no sabe qué
hacer, ¿a qué atribuimos estos tipos de actitudes o comportamientos?
A una angustia cerval profunda.
La soledad te recuerda que esto tiene un fin.
Que tus seres queridos morirán antes que tú o viceversa. Entonces, hay gente que huye, busca el ruido,
que necesita una pantalla o unos cascos (auriculares). Es importante estar solo. A mí me encanta
viajar en coche y ver los distintos paisajes que se me van presentando en el
camino. Para eso desconecto los
teléfonos y quito la radio. Me sumerjo
en la contemplación. Me encanta hablar
conmigo mismo, pensar. Llámale meditación u oración, pero es necesario aprender
a disfrutar de nuestra propia compañía. Hay que convivir con nuestra soledad.
Somos distintos pese a que la sociedad nos quiera ver iguales, ¿cómo
deberíamos manejar nuestra singularidad sin generar altercados con la que gente
que discrepa de nosotros?
Siendo educados, diplomáticos,
pidiendo perdón, dando las gracias, sonriendo, y al mismo tiempo, siendo asertivos. Entiendo esto así: “No te
quiero molestar, no lo tomes a mal, pero mi punto de vista es otro”. Manifestarlo claramente, pero intentando
agradar. Se puede ser duro en lo profundo, en las convicciones, pero delicado
en las maneras. Aquí muchas veces son muy brutos en las formas, muy primarios,
para luego no discrepar tanto. Saber ceder, ser flexible, es bueno.
El respeto es la regla de oro para nuestro trato con los demás, todavía
se escucha decir y recomendar, sin embargo, en la práctica, hoy más que nunca es desdeñada y dejada de
lado.
En España la gente es a veces muy
irrespetuosa, sin embargo, en Iberoamérica es distinto. Yo doy clases en Santiago de Chile y veo que los chicos son
respetuosos: te abren la puerta, se esmeran en el trato, en la forma de
presentarse a los demás. A lo mejor solo en lo protocolario, y luego te balean,
no lo sé, pero observo esa diferencia. La ética es esencial, pero la estética
es importante. Tenemos que poner atención en ello, y volver al respeto en todos
los aspectos.
Con la autora de la nota |
Hoy en día en que aparentemente estamos conectados con los demás a
través de las redes sociales e intercambiamos información personal constante, y
decimos con orgullo que tenemos miles de amigos en Facebook y Twitter ¿por qué
somos incapaces de comunicarnos cara a cara?
Es fácil ser indiferentes, por ejemplo, con la familia.
No estoy de acuerdo contigo. Creo
que la gente cuida mucho la comunicación cara a cara. La imagen que se muestra en
los medios de comunicación no corresponde a la realidad. Nos pintan un panorama
mucho peor de lo que es.
Vivimos en un síndrome de Amaro constante a nivel de programas rosa o
los famosos reality shows, ¿hay algo
que se está pudriendo en el ser humano?
No. El ser humano es muy voyerista,
le gusta mucho el morbo, ver qué le pasa a los demás. Si bien a la gente le
complace estar con su grupo, rodeado de sus iguales, también
siente curiosidad por otros que
piensan y actúan distinto o que hacen
cosas extrañas. Por eso, cuando voy a las teles y veo a las personas que
aparecen en estos programas, sin
maquillaje y fuera de plató (set), me
doy cuenta que representan un papel. No existen de verdad. Les dicen lo que
tienen que hacer o decir por el pinganillo (audífono). No son reales. Son
ficción.
¿Es todo una actuación, entonces?
Sí, la vida no es lo que le pasa a esos
‘actores’ en la tele, es otra: es la
calle, son los lunes y los domingos. Los seres humanos quieren vivir bien y rodeados de los suyos. Quieren ser
felices. Pero no todo es fácil. Y esto
se complica cuando se ponen metas a veces inalcanzables, utópicas Sería ideal vivir en un estado de bienestar y de felicidad
permanente, pero esa ya no sería la vida.
Si quieren saber más del autor o su obra pueden pinchar los siguientes enlaces: http://www.javierurra.com/ https://www.facebook.com/pages/Javier-Urra/185933701495025 http://www.librosaguilar.com/es/autor/javier-urra/ http://www.casadellibro.com/libros-ebooks/javier-urra/139437 |