Si desean saber sobre mi faceta de escritora, por favor, ingresen a https://elgareategui.com/ Asimismo pueden hallar información sobre mi actividad como periodista literaria y promotora cultural en La ardilla literaria ( https://laardillaliteraria.com/)

sábado, 3 de febrero de 2018

Susana Fortes: "Supongo que hay mujeres que ganan las guerras pero pierden la paz"

No hay que dejarse llevar por las apariencias. Con ella la advertencia se cumple. Es delicada, frágil e indefensa a simple vista, pero basta un intercambio unas palabras para advertir de inmediato la fuerza de un espíritu rebelde, inconforme y apasionado.  Susana Fortes no se va por las ramas. Va al punto. Sabe decir lo que piensa y lo hace con mucha clase. De allí que en su lista para este 2018, se compromete a  “No buscar la felicidad que es muy cansado, pero cultivar la alegría a deshoras y con empeño” y “Discutir menos de política que es un género de ficción en caída libre y dedicar más tiempo a cambiar las cosas”.  Les invito a adentrarse en el pensamiento de esta autora gallega, que por estos días se ocupa de la promoción de Septiembre puede esperar, su más reciente novela.
Tu cocina literaria se toma su tiempo y  la preparación de tu más reciente novela  Septiembre puede esperar tuvo que ir paso a paso.  La idea se presentó pero no fuiste del todo consciente de ella desde el comienzo. Mucho menos  del final.  Te faltaba el hilo conductor y hasta que no lo hallaste, el arranque demoró.  Es la mecánica de tu creación.
Posee mentalidad de lectora al empezar su trabajo creativo.
Sí, es mi manera de hacer las cosas. Tengo mentalidad de lectora, por lo tanto no trabajo  con un esquema previo.  Si  supiera de antemano todo lo que va a ocurrir en la novela, tendría la sensación  de estar escribiendo al dictado. Necesito cierto suspense, hacerme preguntas e intentar encontrar las respuestas en el transcurso de la novela. La pregunta inicial en este caso fue: ¿Por qué las mujeres que escriben son peligrosas? Las vidas de escritoras apartadas abruptamente  del carril siempre me han interesado. En un mundo donde los hombres hacen las leyes y las mujeres lavan la ropa interior,  una mujer que escribe puede representar una amenaza.   Emily J. Parker, la protagonista de Septiembre puede esperar, es una escritora prometedora que desaparece en extrañas circunstancias en pleno centro de Londres el 8 de mayo de 1955, el mismo día  que la ciudad celebraba el décimo aniversario de la II Guerra Mundial. Nunca encontraron su cuerpo. Sesenta años después, Rebeca Aldán, una estudiante de Filología inglesa, decide viajar a Londres para  escribir su tesis y empieza a seguir su rastro. La voz de Rebeca es el hilo que va cosiendo la historia. Sus pesquisas la acaban llevando a un nudo bastante apretado.   
Destacas que es vital para ti tener bien atado los cabos para empezar, porque en el arranque se halla la carga genética de la historia, que todo se decide en el primer párrafo, ¿es eso cierto?
No exactamente. Para atar todos los cabos hay que esperar al final. Pero es verdad que el arranque de la historia es muy importante.  El ADN de la novela está en el arranque: la voz narrativa, el estilo, el tono… Cualquier escritor sabe que ahí se la juega.
La autora afirma que el ADN de la novela se encuentra en el arranque.
Casi todas tus historias se te han ocurrido en la cocina. ¿Un estómago vacío es propicio para la creación o simplemente la hora de los alimentos es la de mayor relajación para ti?
No. La cocina es el corazón de la casa. Yo me crié en una familia numerosa, mi abuela acostumbraba a contarnos historias en la cocina para tenernos pacificados. Quizá me viene de ahí. El olor a café y pan tostado del desayuno, la prensa encima de la mesa, el mundo que empieza a andar… para mí es una atmósfera propicia y sugerente.
En el caso de tu última obra la idea vino de una imagen que viste en una revista mientras desayunabas, también en el escenario de tu cocina. De repente la protagonista apareció en tu mente y te condujo a su mundo, unos tacones pisando las calles de una zona devastada por la guerra da mucho que pensar e imaginar, ¿no es así, Susana?
Sí, el día del aterrizaje de esta idea yo estaba descalza en la cocina de casa, desayunando y mirando una revista de moda.  Ahí encontré  los zapatos de la protagonista. Al principio era lo único que tenía de ella. Unos preciosos zapatos de tacón de puntera abierta. Luego fueron apareciendo más cosas: fotografías de las calles de Londres bajo los bombardeos,  llenas de escombros y cristales rotos, por las que caminaba una  jovencísima Emily J. Parker con esos zapatos imposibles para el peor invierno de la guerra.  
¿Los tacones siguen siendo un símbolo de rebeldía aún hoy?  En ellos hay también contradicción y doble juego o mezcla interesada, según se vea, de seducción, erotismo, femineidad, peligro, revolución, vanguardia y hasta una declaración de principios.  Emily J. Parker, tu protagonista, los llevaba, y era una mujer que ejercía el periodismo en tiempos de guerra y que finalizado el período bélico desaparece sin dejar rastro. ¿Adónde fue a parar?
La postal que acompaña su libro. Remite a un pasaje importante de la obra.
En realidad durante la Segunda Guerra Mundial, cuando llovía metralla del cielo, ella era una adolescente. Ganó su primer premio de poesía en un concurso de la BBC. Era muy buena con los juegos de palabras, con los crucigramas. Empezó a trabajar en Blechtley Park donde estaba el núcleo de la Inteligencia británica, que intentaba descifrar el código que usaban los nazis para encriptar sus mensajes, la famosa máquina Enigma. Ahí precisamente conoce al que después será su marido, un matemático brillante y también a otros personajes que van apareciendo en la novela. Se va curtiendo en ese ambiente, empieza a escribir en serio, con muy buenas críticas, se convierte una joven promesa,  hasta que un día, después de la guerra,  sin venir a cuento, dejó de escribir sin más.  ¿Qué pasó? Bueno… Supongo que hay mujeres que ganan las guerras pero pierden la paz.
Tus lectores en varios encuentros te han corregido cuando manifiestas que tu protagonista es Emily, pues ellos atribuyen el rol principal a Rebeca, la estudiante de Filología que viaja a Nothing Hill en busca de material para su tesis sobre esta periodista y escritora que de súbito se la tragó la tierra. ¿Qué ve Rebeca en Emiliy para que su búsqueda vaya más allá de sus fines profesionales, por decirlo de algún modo?
Revela queLondres es un lugar adonde le gusta volver.
Se obsesiona con ella, como nos ha pasado a todos alguna vez con alguno de nuestros escritores favoritos. Hay algo en los poemas de Emily, en sus libros que le afecta personalmente. La verdad es que Rebeca está en un momento de su vida en el que no sabe muy bien por dónde tirar, un poco perdida. Encontrar a Emily es una forma de encontrase a sí misma, por eso se va a Londres en enero de 2009 en medio de la peor nevada del invierno, arrastrando su maleta hasta su habitación alquilada en Notting Hill con la señora Bartholomew y su gato. La novela naturalmente tuvo que adaptarse a la ciudad actual, con su ritmo rugiente, sus autobuses rojos y  su manía de conducir por la izquierda.
 Entiendo que Rebeca se obsesiona tanto que cree ver pistas sobre su desaparición en  los libros de Emily. Las analiza y va tras ellas. E incluso llega a pensar que la periodista las ha dejado adrede para ser encontrada, ¿está en lo cierto?
Todos los escritores vamos dejando miguitas de pan en nuestros libros. No es que Emily lo hiciera conscientemente pero sus metáforas no eran casuales. Ni inocentes.
Creaste estos dos personajes en  épocas distantes y distintas, pero con características similares que  son propias del ser humano, por tanto atemporales, ¿esto estaba planeado o fue surgiendo espontáneamente?
Me interesa el cruce de tiempos, entrelazar el pasado y el presente. Aquí estamos hablando además de un pasado no tan lejano. La II Guerra Mundial es un período histórico que fascina a mucha gente. Grandes sueños y grandes miserias. Dioses, héroes y canallas. Para bien o para mal, nacimos en esa época extraña llamada  siglo XX, supongo que por eso necesitamos  volver constantemente a él en el cine y en la literatura.
Has dicho que las novelas se escriben tomando en cuenta los mundos afectivos, y en ese sentido, las tuyas están sujetas a tu educación sentimental. Amplía, por favor.
Junto a sus padres. En todos los hogares existe un lenguaje íntino, asegura.
Una escribe con todo lo que lleva en la mochila, su educación sentimental. Ahí entran desde los terrores infantiles, los amores olvidados,  el humor, las ausencias, los enigmas y los mundos perdidos. Todo ello aderezado con elementos generacionales como la música Y por supuesto el cine. Le he prestado a Rebeca  algunos recuerdos de mi vida, de  mi infancia asilvestrada en Galicia, de mis obsesiones, de   esa educación sentimental… Incluso le he prestado un novio de Lugo, que ya es mucho prestar (risas).
 También echando mano del contexto familiar propio creaste el lenguaje para tu novela. Por ejemplo de ahí nace el título de obra.
En todas las familias hay expresiones y frases repetidas que funcionan como un código íntimo. Puede ser una frase hecha del tipo: “ancha es Castilla” o ingeniosa, por ejemplo mi abuela siempre decía “tener un hijo es como tener una sartén siempre al fuego”. Cuando te vas de casa, esas frases, lo mismo que algunos objetos, un avión de juguete, o un sabor, un postre especial… se convierten en símbolos de algo. Son lo único que nos queda de un mundo perdido. Pero prefiero que el lector descubra por sí mismo su significado.
Supongo que con esta obra más que nunca queda patente lo que sueles decir a menudo: “Los escritores son seres vampíricos”.
Empezó su novela pregntándose "¿por qué las mujeres que
escriben son peligrosas. 
Sí, claro.  Somos cazadores.
El Londres que es el escenario de tu novela posee especial significación para ti.  ¿Por qué?  Es más hay una postal que acompaña al libro que ha calado mucho en tu mundo interior y que por esa razón quisiste compartirla con tus lectores.
Es el metro de Picadilly el día de Navidad de 1940. Esa noche se esperaba el peor ataque de la aviación alemana y todo el mundo acude al refugio del metro, familias con niños de la mano con sus gorros de Papa Noel y sus cestas de picnic, hay un mantel de rayas todo a lo largo del andén. Es el espíritu de la resistencia: pueden bombardearnos pero no quitarnos nuestras costumbres. Hay una escena de la novela que transcurre ahí, por eso he querido incluirla en el libro.
¿Sigues volviendo a Inglaterra buscando ese espíritu o esa mística que destacas del pasado?
Bueno, ese mundo es una especie en extinción, sobre todo después del Brexit. Pero Londres sigue siendo  una ciudad fascinante a la que siempre me gusta volver.
Eres una escritora a la que le gusta abordar el género histórico exenta de sentido reverencial, huyendo del exceso de erudición, con aires desmitificadores, ¿qué te aporta serlo? ¿Qué ventajas le ves?
La escritora durante la presentación de su novela en Valencia. 
Al ser historiadora me resulta fácil documentarme, sé dónde encontrar lo que busco. Supongo que es una ventaja. Y respecto a la erudición, creo que es un peso que debe llevar el escritor, no el lector. No  me gusta poner el lenguaje de tiros largos. Me gusta escribir las novelas en camiseta y vaqueros, sin demasiadas subordinadas y con pocos adverbios. Quiero que mis lectores se sientan cómodos.
Estás cosechando magníficas críticas tanto o más que tus anteriores obras, sin embargo evidencias tu molestia cuando crees detectar esas ‘de perdonavidas’. ¿En verdad has tenido de aquellas?
La verdad es que los críticos siempre me han tratado bien. De momento.  Supongo que lo diría por un sector anquilosado de la crítica, viejos dinosaurios,  que hace algún tiempo, cuando yo empecé, consideraban que si un libro era ameno, ágil  y  tenía muchos lectores, entones no podía ser buena literatura, porque, en su opinión, la literatura difícil, minoritaria y poco leída era la única que valía la pena. Afortunadamente este prejuicio elitista se ha caído por su propio peso. La Ley de la Gravedad nunca falla.
Este libro marca tu vuelta con editorial Planeta, sin duda alguna, con éxito y grandes planes, Susana.
Ya veremos...  Pero sí, tener una buena editorial que te respalde es muy importante para cualquier escritor
Y para no perder la costumbre, ¿qué hace una gallega en Valencia?
(Risas) Bueno… esa sería otra novela.

Si desean saber más de la autora y su obra
pueden pinchar
los siguientes enlaces:
https://es.wikipedia.org/wiki/Susana_Fortes
https://www.planetadelibros.com/autor/susana-fortes/000004121
https://www.facebook.com/susana.fortes.56



No hay comentarios:

Publicar un comentario