Ferrnando Morote con su novela Jugo bien, mereció ganar, pero perdió (ediciones Erradícame, 2024) nos ofrece la historia de un personaje provisto de valores éticos cuestionables, pero que va por la vida con la firme convicción de que está en lo cierto y que su máximo objetivo es servir a la gente. Cree tanto en sus intenciones altruistas, que ni las acusaciones de fraude y su posterior internamiento en la cárcel, le conduce a reflexionar, ni por un instante, que pudo haber actuado mal.
Tu novela Jugó bien, mereció ganar, pero perdió (Ediciones Erradícame,
2024) trae consigo una metáfora más allá del significado de consuelo que
repiten los comentaristas deportivos al ver a su equipo perder, ¿por qué lo escoges
para ponerlo como título y plantear tu historia?
En el pasado solía ser fanático del fútbol. Lo admiraba con pasión y lo jugaba para pasar buenos
momentos con los amigos. El día de hoy, sin embargo, encuentro que se ha
convertido en una farsa absoluta. Se supone que es un deporte masculino, una
expresión de virilidad, pero cada vez se parece más a un juego de muñecas. También,
en algunos casos, se ha perdido el espíritu competitivo, y en otros se ha
distorsionado. En la actualidad no hay nada más aberrante para mí que perder el
tiempo viendo un partido de fútbol. El título de la novela es una referencia directa a ese deterioro
colectivo, precisamente debido al desempeño del protagonista en el contexto de
la historia narrada.
Dentro de todo, tu personaje es un sobreviviente de abusos y manifiesta su resiliencia haciéndose justicia y prometiéndose a ayudar a otras víctimas como él, aunque no se considere como tal. Sus creencias son muy férreas, ¿no lo crees?
Apela al lenguaje futbolístico en el título de su libro |
Sus creencias son muy cuestionables, pero él las sostiene
firmemente. Está convencido de que siguiéndolas y
aplicándolas puede producir un impacto positivo en su vida y en la de otros. El
abuso del padre y la sobreprotección de la madre, durante su niñez,
probablemente generó mucha confusión en su interior y lo
empujó a elaborar una psicología personal que le impidió distinguir
límites sensatos o saludables. Actúa motivado por la idea sincera de
que su empresa contribuye al bienestar general. En ningún momento se detiene a
pensar o considerar los daños que acarrea.
Entre las cosas que
tiene claras es no ser como su padre, sin embargo, en varias ocasiones se ve
actuando de modo similar. El referente paterno es difícil de erradicar aun
cuando ha sido tóxico en la vida de un hijo, según lo expones.
Sí, el protagonista sufre un trauma infantil a causa del abuso sexual sufrido a manos del padre. Eso le deja una herida espiritual que marca las diferentes etapas de su crecimiento. A través de los años intenta desprenderse y alejarse de esa influencia negativa. Sin embargo, cuando llega a ser adulto descubre que procede de modo similar. Ahora es él quien aborda ciertas relaciones de la misma manera. Es una contradicción no infrecuente en la naturaleza humana.
La personalidad e incluso la manera de actuar de tu personaje son opuestos a lo que realmente se espera de una persona exitosa o con afanes de triunfo, ¿a pesar de lo que muestra es en el fondo un perdedor?
Es un perdedor que se esfuerza por reflejar o aparentar una
imagen de ganador. Creció en un ambiente hostil y recibió una educación
arcaica, lo que fermentó una diversidad de complejos en su
carácter. Posee un perfil que no responde al modelo tradicional del hombre
exitoso. Explota su habilidad de cautivar al público y logra formar una legión
de seguidores que lo defienden a muerte.
El protagonista denota
gran inteligencia, una enorme capacidad de observación y una muy solvente
labia, cualidades que le sirven para conectar con sus inversores o
beneficiarios, sin embargo, no lo mueve el deseo de enriquecerse a costa de ellos,
sino que él está convencido de su labor altruista. Algo extraño en un
estafador, ¿no te parece?
Por el contrario, un estafador es por lo general un manipulador
nato que se adapta a las circunstancias y se desenvuelve sin escrúpulos, desplegando
múltiples facetas perniciosas. El protagonista de esta historia es un tipo
cultivado que ha aprendido a utilizar sus conocimientos y su carisma para
atraer, seducir y luego embaucar a las personas que confían en él. Parte de su
juego es ayudar y ofrecer la salvación económica a otros, aunque en el fondo su
auténtico propósito es crear un imperio para sí mismo.
El lenguaje
futbolístico no sólo se halla presente en el nombre de tu obra, sino además en
sus capítulos, ¿qué tanto tienen que ver o resumen cada uno de éstos?
“Posición adelantada”, “Tarjeta roja” y “Autogol” son
infracciones y sanciones que se cometen o reciben en el transcurso del juego.
Decidí utilizarlas como nombres de los capítulos para alinearlas con el título general. Son un recurso gráfico para describir un terreno donde
siempre se está buscando la forma y la oportunidad de hacer trampa con el
propósito de vencer al oponente.
El protagonista carece de un nombre y el resto de los personajes es nombrado a través de sus cargos o profesiones, ¿cuál fue el criterio que te condujo a desarrollarlo de ese modo?
Me propuse el reto de contar la historia sin necesidad de identificar a nadie, manteniendo a todos en el anonimato, de modo que destacaran los eventos antes que las personalidades. Los lugares donde ocurren las escenas también pueden ubicarse en cualquier ciudad o país del mundo.
¿Consideras que en el
mundo real pueda existir alguien que actúe o dirija su vida con los valores tan
particulares como el de tu protagonista? Porque él cree con firmeza en sus
buenas intenciones hasta el final.
Individuos con las características morales e intelectuales del
protagonista de esta historia irrumpen y están presentes en todos los campos de
la vida humana. Lo lamentable es que también existen muchos ingenuos que les
creen, los adulan e idolatran. Luego tienen que sufrir las consecuencias, a
veces irreversibles, de su ignorancia.
Tu historia me remite a
Carlos Manrique y CLAE (Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial),
un caso de estafa piramidal ocurrida en la década de los 90 en Perú, en donde
dicho personaje, en plena hiperinflación nacional, era capaz de pagar mayores
intereses a sus clientes que la banca formal. ¿Te inspiraste, de algún modo, en
aquel empresario?
En uno de mis libros anteriores, Sardanápalos (Ediciones Erradícame, 2022), donde presento una
variedad de personajes infames de la historia peruana, incluyo una sección,
compuesta a base de titulares de periódicos, dedicada a Carlos Manrique y su no
menos famoso CLAE. El protagonista de “Jugó bien” puede parecerse a él, pero
también a otros que ejecutaron fraudes similares en otras latitudes y épocas.
¿Cómo encaja la frase
Jugó bien, mereció ganar, pero perdió dentro de la historia de tu personaje?
Es el típico mediocre que tuvo su instante de gloria. Planeó y organizó de manera cerebral su proyecto,
consiguió reclutar decenas de miles de adeptos, haciendo florecer y prosperar su
negocio en tiempo récord, pero al final la dudosa base no soportó la presión, entonces empezó a agrietarse y la construcción
entera terminó desmoronándose, obligando a algunos de sus partidarios a
cometer suicidio y confinándolo a él en una prisión de larga condena.
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