La poesía llegó a Eloi Yagüe durante la adolescencia, sin embargo, en aquel tiempo no hubo quién lo ayudara en esos primeros escritos pese a que frecuentaba un Club de Poesía. Un tanto decepcionado dejó de hacerlo y se centró en la narrativa, pues era mucha su necesidad de expresarse. De vuelta a su natal Valencia (España), en 2019, retornaron esos poemas del pasado, decidió trabajarlos y someterse a la inspiración para crear otros. El poemario Punto de partida e Ignota revela sus vivencias de inmigrante, la urgencia de reconectar con sus raíces y la nostalgia por lo que dejó atrás, experiencias que le son comunes a miles como él que tuvieron que salir de sus países en busca de un sueño o la necesidad de mejora.
Se te conoce por tu labor
narrativa, pues publicaste varias novelas, algunas de las cuales fueron
galardonadas, sin embargo, ahora nos sorprendes con la aparición del poemario Punto de partida e ignota, ¿qué te motivó a publicar en este
género?
Empecé escribiendo poesía cuando era adolescente, luego seguí
en la universidad Central de Venezuela, mientras estudiaba periodismo escribía
más que nada poesía. Más tarde estuve en uno de los famosos talleres literarios
del Centro Rómulo Gallegos, donde se formaron varias generaciones de escritores
venezolanos. Fue una experiencia contradictoria: buena porque conocí a
escritores de mi edad (menores de treinta) y leí mucha poesía; mala porque mi
jefe de taller, un destacado poeta, no me dio ningún feedback lo cual
alentó mi inseguridad y como resultado dejé de escribir poesía. Pero como la
necesidad de escribir era mucha, pronto derivé hacia la narrativa, primero
relatos y después novela. Por otra parte, para mí no es una cuestión de género
sino de necesidad expresiva. Cuando escribo no me planteo en qué género lo
estoy haciendo, escribo y ya. La parte racional la dejo para después, para la
revisión y corrección.
Esta obra contiene, en verdad, dos
libros, los cuales pertenecen a dos épocas distintas, ¿que los une y los hace
diferentes?
![]() |
| Con su libro finalista del Concurso Rómulo Gallegos |
En el poemario evidencias el
sentir del inmigrante debido a que saliste muy pequeño desde España a Venezuela
y, luego, en 2019, a una edad madura, decides retornar al inicio del periplo.
¿Qué sentimientos son los más persistentes en tu libro? ¿Cómo experimentas lo
que dejaste y recuperaste?
R: La realidad del emigrante es compleja, yo la he vivido dos
veces, de niño y de mayor. Pero los sentimientos son los mismos: la
incertidumbre, el asombro, la inseguridad por salir de la zona de confort que
habías construido durante tantos años y el temor, a veces, al enfrentarte a un
nuevo medio que te parece hostil al comienzo, hasta que entiendes cómo son las
nuevas reglas del juego. No añoro las cosas materiales que dejé atrás sino los
amigos, que son irremplazables. Trato de hacer nuevos amigos y de no dejarme
inmovilizar por la nostalgia. Por lo demás, siento que he regresado a mi hogar:
allí, en El Cabañal, está la casa donde nací y vivimos muchos años y eso me
conforta.
En Punto de partida hablas de tus
vivencias propias, sin embargo, en Ignota el yo poético se convierte en un
nosotros, porque incluyes a los otros que también salen de sus hogares y
tierras en busca de mejores condiciones de vida, ¿crees que quien migra ya no
se reconoce en ningún sitio, que siempre le falta algo?
En los poemas de Ignota
reconozco que el planeta actualmente está surcado por multitudes errantes,
gente que se ve obligada a irse de sus lugares de origen impulsada por la
guerra, por la pobreza, por las dictaduras de todo tipo. Esa movilización
general, que si lo pensamos bien ha sido así durante toda la historia de la
humanidad, es conmovedora por lo que tiene de tragedia y a la vez de osadía.
Pienso por ejemplo en los venezolanos y de otras nacionalidades que atraviesan
a pie el peligroso Darién en busca de una existencia mejor, una utopía que a
veces les cuesta la vida. O los africanos que montados en improvisadas
embarcaciones huyen desesperadamente de la miseria y la opresión. La memoria de
los seres queridos es el único equipaje que los salva. Yo conozco personas
migrantes que se adaptan perfectamente al nuevo entorno, mientras que a otros
les cuesta más o no lo logran y esto yo creo que sucede porque se abandonan a
la nostalgia, una emoción que puede ser desmotivadora o incluso paralizante.
En Venezuela forjaste una
destacada carrera como periodista, escritor y docente universitario, ¿en tu
decisión de volver a España pesaron las circunstancias políticas del país o es
que querías ir al encuentro de tus raíces?
![]() |
| Por las calles de valencia acompañado de su libro |
¿Cuán importante fue formar parte
del Club de poesía de Patraix entre tus motivos para escribir tu poemario?
Muy importante pues para todo poeta es fundamental poder
compartir con otros, conocer sus escritos y poder opinar y escuchar opiniones.
Forma parte del crecimiento de un escritor. Oyendo a los compañeros me sentí
estimulado a escribir poesía, cosa que no hacía desde años.
Uno de tus importantes logros fue
ser finalista del prestigioso premio Rómulo Gallegos en 2001, ¿cómo viviste esa
experiencia?
Con asombro y alegría a la vez, porque Las alfombras gastadas del gran hotel Venezuela era mi primera
novela y el espaldarazo de Roberto Bolaño –quien fue miembro del jurado y yo no
conocía personalmente– resultó decisivo para llegar a ser finalista. Ello me
motivó a seguir escribiendo novelas.
En la actualidad, te dedicas a
escribir, por supuesto, pero también a dictar talleres literarios y a organizar
actos culturales, ¿al regresar supiste, exactamente, que querías entregarte por
completo a la literatura?
Yo esto lo sabía desde
los diecisiete años, cuando llené la planilla de inscripción de la universidad.
Pero no quise estudiar Letras sino Comunicación Social porque pensé que me
sería más fácil conseguir trabajo siendo periodista y que a la vez me
mantendría siempre cerca de la literatura. Y así fue, en efecto, el periodismo
me dio muchas satisfacciones y aún lo practico escribiendo crónicas. Luego fui
docente universitario casi veinte años y ahora, finalmente, me siento libre de
dedicarme por completo a la literatura, pues, por fortuna, para ejercer este
oficio la edad no es impedimento (aunque preferiría que no doliera la espalda).
¿En qué género te sientes más tú?
O, poniéndolo de otro modo, ¿qué te permite expresar la poesía que la narrativa
no?
A ver, cuando escribo narrativa busco contar una historia, y
pienso más en factores externos a mí como el público al que va dirigida, la
posibilidad de edición, etcétera. Con la poesía no hay ese problema; sí pudiera
asumir que en la poesía me siento más libre, pues profundizo más en mí mismo, exploro
en mi subjetividad de manera más exhaustiva. La narrativa es más externa,
implica un desdoblamiento; la poesía es más íntima, más de estar con uno mismo.
Pero, en general, toda escritura es liberación. Cuando escribo me siento
verdaderamente libre.
![]() |
Si desean saber más del autor y/o su obra pueden pinchar el siguientes enlace: |

.jpg)
.jpg)
























