Está muy orgulloso de sus raíces selváticas y adonde va se encarga de decir fuerte y claro que el Perú no es sólo un país andino, generando siempre sorpresa entre el público que admira y compra su obra pictórica, pues cierto es que muchos habitantes de otros hemisferios creen que Brasil es el único país amazónico.
Algunos lo consideran un pintor chamánico, por buscar inspiración en la ingesta de Ayahuasca, sin embargo, nos confiesa que no siempre es así. “Puedo prescindir de esta planta maestra, pero en ciertas obras no, sobre todo, en aquellas ligadas al chamanismo o iconografía explícitamente amazónica”.
Pero, además del arte, le interesa el deporte y la conciencia ecológica, por tal motivo, junto a unos amigos, ha fundado la Asociación Peruana de Deportes Amazónicos, de la cual es su presidente. “Parte de los objetivos es promover el turismo y la educación ambiental en aéreas rurales a través de actividades deportivas, sean estas recreativas o competitivas”, revela.
Es usted autodidacta y su trabajo pictórico refleja su experiencia con la medicina tradicional amazónica, especialmente con el Ayahuasca, ¿cómo es que vincula su arte a estas prácticas ancestrales selváticas?
Hay tantos paradigmas que se deben enfrentar en este largo proceso: algunos escapan a una clasificación de la realidad que conocemos; y otros desafían las leyes de la vida racional. No únicamente de la física misma sino también de la existencia del alma.
Mi vínculo se originó en Pucallpa, y seguí el camino de la mano de un viejo amigo escultor y chamán de nombre Agustín Rivas, a quien hasta el día de hoy visito en su campamento en un pueblo cercano a la ciudad de Iquitos. También he realizado rituales de Ayahuasca con diferentes curanderos, nativos y mestizos. Algunos adquieren mucha experiencia y sabiduría no sólo con Ayahuasca sino con otras plantas maestras. Existe una gran diversidad de plantas medicinales en nuestra selva, y estos curanderos aún conservan este conocimiento que transmiten de generación en generación.
El Ayahuasca tiene un especial valor y significado para las comunidades aborígenes, sin embargo, para la gente de la ciudad no es más que un alucinógeno, ciñéndonos a su trabajo artístico, ¿qué le ha aportado “su sociedad” con dicha planta? ¿Sin su ayuda puede hallar inspiración?
Cada sociedad o cultura crea sus propias formas de existir y protegerse de aquello que puede afectar o alterar ese supuesto orden concertado o no. Ante algo que no es visible o se halla en el subconsciente se le achaca valores por debajo de la lógica existencial materialista. Hay cosas que pasan por nuestra vida que a veces las ponemos a un lado en nuestra biblioteca mental. Nos olvidamos por un tiempo, pero parte de ese recuerdo vuelve quizás en expresiones visuales fantásticamente placenteras y otras veces desagradables. Es una suma: de nuestras experiencias pasadas, sean estos temores o anhelos-que no lo decimos abiertamente o no lo transmitimos con un lenguaje hablado-, es más sensorial y en un nivel de consciencia que puede generar muchos conflictos si uno mismo no los enfrenta y resuelve.
Ayahuasca es una planta maestra, como muchas que existen es
la Amazonía peruana, pero quizás la más importante, diría que cumplió parte de su fin en mi mente y cuerpo. Puedo prescindir de esta planta maestra, pero en ciertas obras no, sobre todo, en aquellas
ligadas al chamanismo o iconografía explícitamente amazónica.
Muchos artistas e intelectuales han intentando seguir su ejemplo, sin embargo, a la mayoría de estos, la planta sagrada no les hizo caso y no pudieron “ver ni escuchar nada”, sin embargo, una minoría resultó intoxicada, ¿es cierto que ella selecciona a las personas y pocas pueden experimentar ese “viaje o sueño”?
Nuestra arrogancia siempre camina delante de nuestro. A veces en la premura de acumular cosas o conocimiento que nos engrandezca ante los demás, olvidamos que existimos dentro de una cadena de vida donde hasta una hormiga puede ser más importante que un magnate. Algunos sólo buscan nuevas experiencias con nuevas sustancias que alteran su subconsciente; poniendo a la planta maestra en un nivel de droga recreativa. A veces pienso, que reciben lo opuesto o simplemente, no reciben ni una pizca de ese mundo que siempre les será siempre ajeno. Por otro lado, hay mucha gente que ha experimentado con Ayahuasca, sólo con el propósito de “ver” ese mundo que únicamente los pueblos originarios conocían desde hace centurias. Como todo, esto es un proceso, y muchos que buscan su “camino” terminan más confundidos en su propio laberinto.
En la actualidad es un reconocido pintor y está considerado uno de los más importantes artistas plásticos amazónicos a nivel internacional, ¿qué lo distingue sus colegas?
No sé si internacional, pero muchas veces me miro al espejo y me pregunto: “¿cuándo haré algo realmente importante en mi carrera como pintor?” Y sí, hay muchos más proyectos, y uno de ellos es pintar murales grandes en las ciudades más importantes del mundo. Pero dirigidos el público, con la finalidad de que los vean como una alianza con otras culturas a través de una iconografía multicolor y multicultural.
Existen muy buenos pintores, algunos son consumados y otros consumidos en el largo camino del artista.
La Amazonía peruana, en el caso de la ciudad de Iquitos, está aislada del resto del país. Entonces,
nos lleva a preguntarnos si las formas de expresión cultural amazónica tienen importancia en la realidad nacional. Como siempre ocurre aquí o allá, puede ser que un artista guste a través de su obra más que como individuo o viceversa
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¿Cómo definiría su arte? ¿Qué pretenden mostrarnos sus pinturas?
Trato de recrear mi experiencia visual con Ayahuasca. Sé que hay muchos artistas que pintan sobre ello. Algunos nos llaman “sicodélicos”. Sea así o no, mi trabajo muestra un poco de esto y de aquellos procesos circunstanciales que puedo experimentar en ese instante. A veces mi obra es un poco intrincada, muchos detalles; también hay historias dentro o personajes que a simple vista no se ven. Ha ocurrido algunas veces que alguno de mis clientes me ha comentado que encontraron cosas ocultas dentro de la obra, que no las vieron desde el principio. He tratado de tener una producción constante. Contar con diferentes obras que, no necesariamente, tendrán el valor pictórico de aquellos maestros, pero quiero transmitir el vaho de la selva amazónica que se expresa en otras formas no convencionales como árboles o animales. Es a través de los espíritus de la profundidad de su laberinto verde y húmedo que comunico la esencia de mi arte.
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Plasmando una de sus "visiones" |
¿Se considera un pintor chamánico?
Soy un pintor que aprendió de los elementos que estaban a su alcance, pero que desea compartir no sólo con quienes ven en mis obras el nexo con el curanderismo en la selva. Alguna vez participé en un taller de dibujo y pintura en el Museo de Arte de Lima, pero básicamente soy autodidacta. He tenido experiencias muy buenas y otras un poco aterradoras, pero igual fue parte del proceso de aprendizaje. No me dediqué a aprender el chamanismo, como alguna vez, dijeron de mí. Lo poco que sé sobre Ayahuasca se lo debo a aquellos amigos que me invitaron a realizar “los viajes” por los caminos llenos de luminosos colores de la vida y la magia amazónica. Es cierto que soy un pintor autodidacta, pero tengo estudios en diseño publicitario y esa experiencia también me ha permitido participar en una muestra sobre arquitectura urbana en Iquitos con una obra digital (Photoshop).
¿Qué significó para usted el pintor amazónico Pablo Amaringo?
Conocí a Pablo hace muchos años en Pucallpa. Nunca llegamos a confraternizar o coincidir en eventos, pero conozco a algunos de sus alumnos, y la escuela en donde se formaron. Pablo fue un curandero, y después llevado por esas cosas de la vida, se convirtió en pintor ayahuasquero. Valoro su obra, y respeto lo que hizo a lo largo de su carrera como pintor. Sin lugar a dudas, es uno de esos íconos amazónicos que pasará a la historia del arte en la selva peruana.
Fuera de la corriente chamánica, ¿a qué pintores admira?
Existen pocos nombres de artistas geniales en mi mente que no me atrevería a precisar en qué nivel puedo situarlos dentro de una escala personal. Pero siempre vienen a mi mente los nombres de Salvador Dalí y Ernst Escher.
Es verdad que cada cierto tiempo, se interna en la selva a meditar y que casi siempre lo hace acompañado de chamanes, ¿lo toma acaso como una especie de preparación para su labor artística?
De vez en cuando, visito a mis amigos curanderos -ayahuasqueros-, con los cuales comparto momentos agradables de mutuo respeto. Las razones casi siempre son por un tema de salud y equilibrio. Busco tranquilidad -fuera de la ruidosa ciudad-, y en el monte encuentro la compañía de las plantas, espíritus, los animales e insectos. Todo esto dentro de un entorno cargado de misterio para los que todavía seguimos creyendo que la vida va más allá de lo que vemos o tocamos. No quiero hacer apología al uso de Ayahuasca, tan solo cuento mi experiencia.
Sus admiradores y compradores se hallan fundamentalmente en Estados Unidos, y pocos pueden jactarse de haber vendido una considerable cantidad de cuadros en ese país, ¿qué cree que los motiva a mostrar su preferencia por usted?
Normalmente, la gente que ha comprado mis obras, lo ha hecho en el Perú o a través de mi contacto en USA. Son personas que, de alguna u otra forma, han tenido experiencias chamánicas en
la Amazonía o alguna otra parte del orbe. Quizá se sienten identificados con lo que ven en mis recreaciones visuales tanto del ritual como de las visiones durante la ceremonia. Todavía no he alcanzado a vender tantos cuadros como quisiera y,
menos aún, al precio que alguien pagaría por una obra de Pablo Amaringo. Pero espero volver con fuerza en los próximos años. He estado un poco alejado de la producción que tenía años atrás.
Hablando de USA, quiero compartir con sus lectores una anécdota muy especial: Una vez anduve por una ciudad llamada Tacoma, estaba atravesando un período difícil -una exposición cancelada, y sin dinero- y me encontraba un poco desalentado. Fue en estas circunstancias, que en el bus de regreso al departamento encontré un botón de hojalata el cual tenía estampado una frase de Tolkien: “Not all those who wander are lost.” (“No todos los extraviados, están perdidos”). Fue muy claro, y hoy puedo decir que este mensaje, me renovó para continuar mi camino como pintor, pese a los tiempos duros. Concluí diciendo que quizá debía pasar mucho tiempo para alcanzar la meta.
La ciudad de Seattle lo acogió muy bien e incluso realizó una exposición individual en la prestigiosa Universidad de Washington, ¿qué nos puede contar de esa experiencia?
Mi primera exposición en el extranjero fue justamente en
la Biblioteca de
la Universidad. de Seattle (Estado de Washington).
En ese entonces, estaba algo nervioso ante el público conformado en su mayoría por estudiantes y docentes del Departamento de Literatura y Español. Para mí era algo nuevo, no sólo por el idioma sino el tema cultural. Me intrigaba saber qué opiniones generaría la muestra ante un público en el cual era yo el foráneo. La experiencia fue buena. Encontré a algunos estudiantes peruanos que tuvieron preguntas sobre mi procedencia y me bombardearon con preguntas sobre si conocía a tal o cual artista peruano. En resumen, obviamente, moverse desde Iquitos a Seattle, ya era de por sí una tarea difícil, pero valió la pena, pues
llevar en los lienzos el mensaje de los runas de la selva amazónica fue muy gratificante. Siempre se ve al Perú como un país andino, pero algo que debería sorprendernos es que a pesar que nuestro territorio tiene un 60 por ciento de selva,
no seamos vistos con la importancia debida. Es por ello, que había más sorpresa en los concurrentes al saber que no sólo es Brasil sinónimo de Amazonía.
Tenemos entendido que incluso el bufete que se sirvió fue preparado por usted y que la gente quedó encantada con la comida selvática y criolla.
Ofrecí la comida en otra exposición. Fue en Salt Lake City, Utah. Lo hice durante una muestra libre y use cada espacio de la vivienda -Open House- para mostrar las obras que había llevado conmigo y las que pinte allá. La comida, fue para muchos una novedad, pero creo que tanto la comida y mis pinturas dieron una perspectiva diferente y más valiosa de lo que ellos habían esperado. Hice lo posible para conseguir los ingredientes idóneos para elaborar los platillos de mi lista. No soy cocinero, pero disfruté preparándolos. Esta experiencia se repitió en dos oportunidades más en la misma ciudad, y una de ellas de particular importancia en una muestra abierta al público (en las tiendas del centro de la ciudad), en donde se exhibían obras de diferentes artistas (escultura, fotografía, serigrafía, pintura, etc.).
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"Curandero" |
La ciudad de Iquitos (Loreto) es su centro de operaciones, pero nació en Pucallpa (Ucayali), ¿es fundamental para usted estar en la Amazonía para desarrollar su trabajo?
No necesariamente, pero he vivido los últimos 15 años aquí. Mi raíz y alma están en
la Amazonía. Ya estuve en diferentes escenarios geográficos, y hasta el cambio de las estaciones, me hacen
pensar en el mundo maravilloso que tenemos cada día al despertar. Felizmente vivo, duermo y surco por estos caminos que para muchos
es imposible de entender. La importancia que tiene, aún es ignorada por los propios peruanos. A veces es un poco irónico ver publicidad en la televisión nacional con una visión totalmente errada sobre la vida en la selva y sobre su gente. Nos vendría muy bien terminar con el centralismo costeño (infraestructura, educación, deportes, teatro, etc.), que únicamente beneficia a unos cuantos y que el resto del país lo siga viendo por la televisión.
¿Es cierto que dictó un curso de dibujo y pintura a niños de la calle? ¿Fue fácil tratar con ellos?
Lo hice hace muchos años en la ciudad de Iquitos. Fue sólo un pequeño taller con quienes querían explorar nuevas formas de expresar sus vivencias de calle. Tratar con niños o adolescentes que trabajan en la calle es un reto, pues hacer que ellos confíen en sí mismos, es un trabajo de gente especializada que tuve asumir yo. Ya en el asunto, pude observar que luego que ellos identificaron y reconocieron la situación que les tocó vivir, estuvieron listos para expresarla de variadas formas. Sólo puedo mencionar que la pintura es una de las tantas vías de comunicación en que puede manifestarse un ser humano. También tuve la suerte de colaborar en el pabellón de pediatría de un hospital local, haciendo dibujos con los niños de diferente procedencia y edad. Tenía un vínculo especial con una niña que, prácticamente, me había robado el corazón por su fortaleza y lucha para vivir feliz en un mundo que le estaba arrebatando el derecho a vivir por ser pobre. Es en estas situaciones, donde uno puede ver a través de ojos ajenos lo sutil del espíritu y frugal que es la existencia.
Pero usted también tiene otras inquietudes, no es hemos enterado que es el Presidente de la Asociación Peruana de Deportes Amazónicos, ¿cuándo surgió la idea de formarla y por qué?
Esta asociación surge de una idea colectiva de amigos loretanos. Nos une el ciclismo cross country y vimos el potencial que tiene la región amazónica para actividades deportivas. No puedo estar quieto, debo hacer algo siempre. Hace poco hice mi primera triatlón en la selva. Para algunos eso significó una locura por el calor imperante. Ideas un poco exageradas sobre nuestro clima y geografía. Parte de los objetivos es promover el turismo y la educación ambiental en aéreas rurales a través de actividades deportivas, sean estas recreativas o competitivas (caminatas, canoas, triatlón, etc.).
La mayor parte de la población todavía no es consciente ni asume ninguna responsabilidad para proteger y preservar los recursos naturales para el futuro. Es por ello, que cuando organizamos actividades rurales aprovechamos para hacer charlas -a cargo de especialistas- dirigidas tanto a niños como adultos sobre temas relacionados a los diferentes ecosistemas amazónicos por donde transitamos y la importancia en nuestra vida. Esta es una forma más directa de educar. Una forma de aprender sobre la selva y valorar lo propio.
¿Estaría dispuesto a dejar la amazonía peruana por otro lugar de residencia en el mundo?
Siempre he tenido el alma itinerante. Me gusta conocer nuevos lugares, estar frente a un reto y aprender de otras culturas. Pero como dije antes, esté donde esté seguro que para regresar a mis raíces amazónicas será una cuestión de tiempo, pero no de distancia.
El mundo tiene tantos lugares en los cuales nosotros podemos soñar en vivir, pero si nosotros mismos no estamos conformes con nuestro propio ser, no existirá un balance entre el interior y el exterior, así vivamos en el mejor lugar o el más increíble paraíso que se pueda encontrar sobre la tierra.
¿Qué le hace realmente feliz?
Ser un artista libre de andar por el mundo.
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