Escribe: Rafael Herrera Robles
(Sociólogo y escritor)
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Portada de la edición peruana |
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Elga Reátegui Zumaeta: "El Santo Cura" (novela)
Primera edición (española), Madrid, 2007.
Primera edición (peruana), arteidea editores, Lima, 2009.
No tenía nada de santo. "Santo Cura" era el apelativo de Ignacio Nemesio Fernández Maldonado Ninahuanca desde su época de seminarista indisciplinado, cuando en una discusión frente al salón de clase, el padre Fritz lo llamó "cucaracha", "rastrero", "bicho digno de lástima", que se quiere mezclar con la "gente bien", dejando entrever que conocía el secreto de su procedencia. El seminarista no se quedó atrás y dijo que en el Instituto existían "asesinos" disfrazados de religiosos piadosos. La réplica, llena de furia, en el idioma materno -el alemán-, del padre Fritz, fue: "¡Deje de jugar conmigo muchacho! Me debe respeto ¿Quién se cree Ud.? ¿El Santo Cura?". Gracias a su principal protector, el sacerdote Giorgio Zanetti, amigo de su padre, el "Santo Cura" no fue echado del seminario.
El seminarista conocía que el padre Fritz había sido miembro de las hordas hitlerianas durante la segunda guerra mundial y el padre Fritz conocía la procedencia del seminarista, fruto de una relación extra matrimonial de Fico Fernández Maldonado en un alejado poblado andino, de modo que cada uno conocía el secreto del otro.
Fico había deseado tener hijos varones, pero su esposa, Concepción Valle Riestra solamente le dio dos niñas (Elizabeth y Moniquita), motivo por el cual Fico envió a uno de sus familiares para recoger a su hijo varón, con el consentimiento de su madre. Apenas llegado, pese a sus protestas, el niño fue internado en el seminario, con la mejor intención de su padre, para que se vaya acostumbrando a la capital.
A la muerte de Fico, Nemesio contaba apenas con doce años de edad, quedando al cuidado de Concepción, que se convirtió en una verdadera madre, cosa que el seminarista nunca olvidaría. Pasaron los años, ya anciana y sola, pues sus hijas (concepción y Moniquita) vivían en el extranjero, doña Concepción quedó inválida y el Santo Cura pidió permiso a su congregación para vivir con ella y así poder cuidarla. Un amigo desde los tiempos del colegio, el Dr. Bernales, Director del "Organismo Público Descentralizado", -una dependencia "autónoma" del Ministerio-, lo introdujo como asesor, comenzando así el Santo Cura, -sacando provecho de su condición de religioso y de los contactos de su familia-, abrirse camino en el ámbito personal y de los negocios, no importa si por medios legales o ilegales. En su vida más íntima entra en relación con Ana, una discapacitada que por un tiempo fue su secretaria de confianza, a la que poco a poco lo fue relegando, hasta que a la final lo hecha, al enterarse que iban a tener un hijo, que se niega a reconocer porque podía ser un obstáculo en su carrera.
Ana compartía un departamento con tres amigas: Jenny, Luz y Amparo, ayudándose y cuidándose mutuamente. De todas ellas, Ana, a su condición de discapacitada, agregaba una vida misteriosa. Tulio, que llegó a ser chofer del Santo Cura, se convierte en su novio o enamorado, pero Ana abandona a todos y por un tiempo no se sabe nada de ella. Había estado conviviendo con el Santo Cura. Un día regresa desconsolada y triste, pero no cuenta la historia de su vida. Tulio por compasión funge quererla y Ana también funge corresponderla intentando reanudar su relación que no se concreta porque Tulio se ha enamorado de Amparo, que también le corresponde. En esas circunstancias surge la noticia del embarazo de Ana, fruto de su relación con el Santo Cura, quien no reconoce a su hijo y presiona a Tulio para que funja ser el padre.
El Santo Cura se ha ganado contactos al más alto nivel y es requerido como asesor de diversos negocios. Conoce así al Ingeniero Frisancho, un empresario provinciano, honrado y honorable, que comenzó amasar fortuna con una academia pre universitaria para luego aumentar sus inversiones, surgiendo la Corporación, adquiriendo prestigio en el ámbito económico y social del país. Tiene dos hermanos, Rómulo y Paco, que ambicionan hacer dinero a como dé lugar, y una hija, Angie, cuya única ambición de hija mimada, es tener su canal de televisión propio. Por mediación de sus dos hermanos, el Ingeniero Frisancho se contacta con el Santo Cura que les asesora en la fundación de una universidad, (sin pasar por todas las formalidades), que desea lo dirija su hija Angie como rectora, y lo administren sus hermanos. Angie, confabulada con sus tíos, que le ofrecen crear su canal de televisión, acepta. El Ingeniero Frisancho junto a su esposa viajan al extranjero pretendiendo vivir un futuro lleno de tranquilidad. Por mediación del Santo Cura, Angie logra tener su canal propio, aunque usando una frecuencia de manera ilegal. Sus tíos desvalijan los fondos de la universidad y la Corporación, para luego desvincularse por completo. La universidad colapsa por falta de fondos para pagar a trabajadores y profesores. Los padres de familia denuncian a Angie que, además, tiene que afrontar otros cargos, entre ellos, haber utilizado de manera ilegal una frecuencia para su canal de televisión. Lo espera la cárcel. El Ministerio, es una muestra de una sede administrativa del estado, con sus funcionarios y asesores, hombres de confianza del poder político; con sus empleados, unos, nombrados por concurso público, son los que se sienten más seguros en su puesto, al contrario de los que han ingresado por "vara" que pueden ser removidos. El ministro Mijail Villa Stein se ha puesto de meta seguir la carrera diplomática como embajador en algún país extranjero. Al igual que todos los funcionarios de alta jerarquía, cuida que su imagen resalte ante la opinión pública. Para evitar verse envuelto en los pleitos que a diario suceden y para hacer el trabajo "sucio", se ha creado la Oficina Pública Descentralizada (supuestamente autónoma) que tiene de Director al Dr. Bernales, que no bien fue nombrado, se vio obligado a despedir personal, que a la postre acarrearían grandes problemas, pues conjuntamente a despedidos de administraciones anteriores, se encadenaban en la puerta del ministerio y hasta vivían en carpas en un parque. El Dr. Bernales fue sacrificado como el "chivo" expiatorio de todos los problemas y el Santo Cura fue el encargado de "solucionarlos" mediante artimañas, con ofrecimientos que no se cumplirían. Sólo sirvieron para calmar el temporal para que el ministro no vea afectada su imagen y su carrera. El Santo Cura, con ayuda de parlamentarios, entre ellos el presidente del congreso y otras gentes sin escrúpulos, utilizando a las fuerzas del orden, hacen desalojar a miles de familias de un asentamiento humano ("Cerro Camote"), -conformado por desplazados del interior andino amenazados por el terrorismo-, argumentando que está ubicado en un terreno considerado patrimonio cultural, por haber encontrado resquicios de antiguas culturas. Pero es solamente una estratagema para quedarse con el terreno, que a la final, es repartido entre el Santo Cura, el presidente del congreso, el "partido" y Chuman.
Los méritos del Santo Cura lo llevan a ocupar los más altos rangos de la política oficial, logrando ser elegido parlamentario en las filas del "partido". No reconoce a su hijo con Ana. Su chofer, Tulio, que ama a otra joven (Amparo), amiga de Ana, por presión del Santo Cura, funge de padre.
Un sacerdote, en un lejano poblado andino, se ve arrinconado, al igual que la mayoría de la población, entre dos fuegos: de las fuerzas del orden y del terrorismo. Intenta llevarse bien con unos y otros. No se llega a conocer cual de los dos bandos lo dio muerte, acusado de colaborar con el enemigo. Si bien no hay mayor adentramiento en el tema, simboliza el drama del Perú por cerca de dos décadas.
Los personajes de la novela tienen cada cual su propia historia, elevándose por encima de todos la figura del Santo Cura, por el contraste de su investidura religiosa supuestamente portador de las más altas virtudes de la moral y buenas costumbres, con su accionar cotidiano que dista de cumplirlas, tanto en el ámbito de sus necesidades biológicas más íntimas, como en el mundo de los negocios y de la política.
Con El Santo Cura, Elga Reátegui hace su ingreso a la gran narrativa hispano americana. Su rebeldía no proviene de ningún discurso social o político, sino de su sensibilidad y de su amor por la humanidad, en un mundo cada día más inhumano. En cada episodio, con una técnica "cinematográfica" impecable, patrimonio de los grandes narradores modernos, sin mayores alardes verbales, desfilan los personajes del ámbito público, religioso, político, económico..., y si no están aureolados de las más excelsas virtudes, -salvo algunas excepciones, entre ellas el dirigente barrial Hilario, el padre Zanetti o el Ingeniero Frisancho-, no es su culpa de que el mundo actual, al igual que las civilizaciones de la antigüedad que llegaron a su decadencia, vean como sus más emblemáticos organismos públicos y privados, son copados por la corrupción en todas sus formas.
La sensibilidad, la intuición, la destreza narrativa cinematográfica, ágil, sin artificios, de una gran artista como Elga Reátegui, ha sido capaz de reinventar las lacras del sistema inmerso en la normalidad de la democracia, dentro de un gobierno legalmente establecido. Resalta la manera cándida, de la primera a la última página en que el lector es atrapado por lo hechos, hablados por los mismos personajes. Un libro eminentemente rebelde y subversivo que no parece serlo. Atributo que ya lo encontramos en su poesía donde el dolor y la esperanza, el amor y el desamor, la explosión de todas las potencialidades, es presentado con la mayor normalidad, con la mayor candidez, porque están dentro de lo humano, cuestión que lo diferencia de otras poetas mujeres que al reivindicar que nada de lo humano les es ajeno, gritan en alto su rebeldía.
El surgimiento del mundo moderno, con sus grandezas y miserias, tuvo la bendición de las religiones oficiales, entre ellas el catolicismo y el protestantismo, que se constituyeron en pilares del nuevo orden bajo relaciones capitalistas. Pero si bien la modernidad surge con el capitalismo, lo trasciende, porque los intereses de la burguesía europea solamente pudieron confluir en parte con los grandes ideales libertarios de la modernidad, y son las clases populares subalternas quienes las reivindican, surgiendo la prédica socialista.
En los albores del capitalismo en Europa, al margen de las religiones oficiales, surgieron una serie de versiones cristianas, conocidas despectivamente como "sectas" encarnadas principalmente en los campesinos, que reivindicando el cristianismo libertario primigenio, intentaban construir el paraíso bíblico en la tierra. La historia oficial oculta que el advenimiento del capitalismo se realizó aplastando a sangre y fuego a esa vertiente de cristianos libertarios conformado por millares de seres humanos.
El Santo Cura pertenece al mundo de las religiones oficiales, representado principalmente por sus altas jerarquías, que son capaces de perdonar los peores pecados capitales, de unirse y apoyar a regímenes corruptos y represivos que violentan los más elementales derechos humanos, pero no perdonan se les prive en lo más mínimo de sus ingresos pecuniarios.
Lo más polémico en el catolicismo es el celibato, que no tiene ningún asidero en las "sagradas escrituras", sino que fue (y es) una imposición de las altas jerarquías eclesiásticas para evitar que los sacerdotes tengan familia y se apoderen de las riquezas de la iglesia para su descendencia. Pero ningún supuesto mandado divino, menos terrenal, ha podido frenar la naturaleza humana. Muchas historias de amor han nacido bajo el confesionario y las más de las veces las necesidades biológicas primarias (sexuales) de los sacerdotes (y monjas) afloran en su forma pecaminosa. Elga Reátegui presenta al Santo Cura, junto a otros sacerdotes, demostrando que nada de lo humano les es ajeno, e incluso algunos, como en el caso del padre Carloncho, sacerdote gay, lo ostenta públicamente. Por sus dotes histriónicas, tiene su programa televisivo. Un ex seminarista, condiscípulo del Santo Cura, Villanueva (o "Villenueve" cuando se afrancesó), un pintor consumado, también gay, pinta el cuadro de la Ultima Cena con un Jesucristo afeminado, de piel suave y tersa, que contrasta con sus discípulos presentados musculosos y varoniles. El entretenimiento y la diversión desde épocas remotas, bajo diversa modalidad, se han convertido en parte del engranaje de determinado orden que, cuando confluye con bastas aspiraciones sociales, existe mayor amplitud y tolerancia, pero cuando ese orden social declina, porque los intereses de las clases dominantes han dejado de coincidir con el progreso, convirtiéndose en clases sin historia, los espacios se van cerrando y son los más adocenados que se ponen a su servicio, convirtiéndose los demás, la mayor parte de veces al margen de su voluntad, en "subversivos". En los últimos tiempos en el Perú, se ha visto a "payasos" y "chistosos" alquilar su talento para ridiculizar y hasta difamar a los adversarios. Elga Reátegui olvidó en su novela adentrarse en la vida de ellos, pero no importa, como símbolo nos presenta a la "Cuerva", a Carloncho, sacerdote gay, igual que el periodista Tete Quijano, cuyos únicos méritos para tener un programa en la televisión son hacer escándalos, siempre que no dañen la imagen del orden imperante en su conjunto.
Cuenta la leyenda que el Rey Midas todo lo que tocaba lo convertía en oro, el capitalismo, lo convierte todo en mercancía, incluyendo a los más altos valores celestiales, una veces para bien y otras para mal. En el caso del catolicismo (oficial) se tuvo que autoreformar para ponerse al día con los nuevos cambios, conservando en parte sus privilegios materiales y espirituales del pasado, y adquiriendo otros, acordes al nuevo régimen. Posee una gran autonomía, comparable sólo a las grandes transnacionales, entre ellas del fútbol (FIFA), con la diferencia que a su poder terrenal se agrega su poder espiritual, encarnando a los ojos de las mayorías, los más altos valores de la moral y las buenas costumbres. Sin embargo, nada profano les es ajeno, incluyendo entrar en negocios turbios por parte de su más alta jerarquía, para sacar adelante sus empresas y entrar en contubernios con políticos corruptos.
El Santo Cura saca provecho del poder terrenal y celestial de la iglesia, encarnado en la religión oficial de las altas jerarquías, sostenes de un orden social que despoja a los seres humanos de los más primordiales valores de solidaridad y amor al prójimo. La "cosificación" (mercantilización) conforme denunciaron eminentes filósofos, llega a sus extremos más degradantes e inhumanos.
El Ingeniero Frisancho, con toda su honestidad, en el ámbito de los negocios, no permite que su esposa, hija o hermanos, menos sus amigos y extraños, lo traten con familiaridad, sino usando todas las formalidades del mundo de los negocios, como el "Ingeniero Frisancho". Sus hermanos, Rómulo y Paco, aprovechando el viaje del Ingeniero Frisancho, dejando de lado todo sentimiento de filiación familiar, imbuidos de la mentalidad (capitalista) del lucro, desvalijan la Corporación. Han hecho las cosas tan bien, que nadie los puede acusar y a quien espera la cárcel es a su sobrina Angie. El Santo Cura, inmerso en ese mundo, ya lo había predicho, pero no hace nada por detener su marcha, ni siquiera intenta defender a Angie que termina como un personaje digno de compasión. El presidente del congreso, el Santo Cura, el "partido" y Chuman, se reparten los terrenos del Asentamiento Humano "Cerro Camote", haciendo desalojar a miles de familias usando el poder político y militar. El oficial encargado del desalojo intenta hacer entrar en razones a los pobladores indicándoles que toda resistencia es vana, ya que las ordenes han sido dadas desde las más altas jerarquías y no se discuten si están en el reino del bien o del mal. Cuando se estaba retirando luego de un infructuoso diálogo, una piedra lanzada por un joven ("Pitufo") le cayó en la cabeza dejándolo inconsciente, iniciándose la violencia abierta. Aquí el oficial solamente cumplía órdenes, resultando, al igual que los pobladores, ser una víctima más.
En el ámbito político, los ideales, los principios, no cuentan, sino las influencias y la imagen que los personajes irradien ante la opinión pública por mediación de la radio, televisión y prensa escrita, que se convierten así en un componente esencial en la novela. Para promover o remover gente al interior del "partido" (gobernante), no es necesario una convención, un plenario, una asamblea, sino el día del cumpleaños del Patriarca (del partido), oriundo de un poblado lejano y pobre, enclavado en los andes, lo cual le suma réditos políticos. En medio de brindis con Whisky "etiqueta azul", las melodías de una cotizada cantante italiana, públicamente se promueven a los "favoritos" y también se sabe de los que caen en desgracia. El Dr. Bernales no fue invitado al cumpleaños, señal que ha caído en desgracia y quién se llevó los máximos lauros fue el ministro Mijail Villa Stein.
Las acciones de ayuda social y todo acto "piadoso" no se realizan sino están presentes los medios de comunicación. La opinión pública no se forma sobre la base de ideales o principios, en las virtudes, en la moral, menos en el amor al prójimo. Los programas y escritos de espectáculos, entre ellos de Tete Quijano (periodista gay), del padre Carloncho o de la "cuerva", son los escogidos para promocionar y mejorar la imagen de los políticos y también para intentar mejorar las relaciones de algunas familias. El Santo Cura, que al inicio no veía bien al padre Carloncho, se acerca a él porque lo puede promocionar. A la final se hacen amigos y el Santo Cura le confiesa su "opción" bisexual. Los méritos del Santo Cura para ser electo congresista por el "partido", están en las argucias y acomodos en las altas esferas de la política.
El ministro Villa Stein fue echado de su casa por su esposa Soraya, hasta que no despida a Carmen, -secretaria y amante del Dr. Bernales-, que ante la imposibilidad de hacer tal cosa, porque ninguna norma prohibe ser amantes, Andy Freundt, asesor y amigo del ministro lo aconseja recurrir a Sophy (la "Cuerva") para que lo promocione en su revista y programa de televisión como uno de los hombres más codiciados por las mujeres, para así salvar su matrimonio haciendo surgir los celos en Soraya. Pero el ministro, que antes era un marido ejemplar, tiene un breve romance con la "Cuerva" para luego dejar el ministerio y ser nombrado embajador, cumpliendo así su meta. Soraya, su esposa, ya no le sirve y se divorcia.
Al margen de lo que hubiese o no buscado la autora, desde los baluartes indigenistas más radicales que denunciaban al conjunto del sistema simbolizado en la trinidad explotadora del indio formado por el prefecto, el gamonal (hacendado) y el cura, ninguna novela peruana ha mostrado una crítica tan feroz contra el conjunto del orden imperante. Suficiente mérito para que los críticos literarios que fungen de orientadores de la cultura oficial lo releguen.
Existe la narrativa de denuncia contra la corrupción y las tiranías que tienen de escenario coyunturas especiales, presentadas como fuera de la normalidad, mayormente ajenos a la democracia. Y los personajes corruptos, represivos, genocidas, se pueden señalar con el dedo, con nombre y apellidos, presentándoles como anomalías. Contrariamente a todo eso, en El Santo Cura, el escenario es la normalidad, la democracia, la vigencia de las libertades y del orden, inmerso en la corrupción que reproduce a su democracia, a sus políticos, a sus funcionarios, a sus religiosos... de todas las jerarquías del mundo oficial.
HIlario, dirigente del Asentamiento humano "Cerro Camote" que intenta conseguir los títulos de propiedad mediante la vía legal, junto a su esposa Zarina, tiene una familia honrada, honesta, que sale adelante mediante el trabajo de cooperación familiar y vecinal, comenzando por vender comida, incluyendo en el Ministerio, lugar donde Mara, la hija de Hilario y Zarina, que a diferencia de sus hermanos decide salirse del negocio familiar para buscar nuevos horizontes, tiene conocimiento de la existencia del Santo Cura, que a la final lo contrata como su secretaria, pero cuando Mara llega a descubrir involuntariamente escuchando una conversación, de la repartición del terreno de Cerro Camote, lo increpa al Santo Cura, decidiendo renunciar a su puesto. El Santo Cura sin perder la compostura le dice que en ningún otro lugar lo pagarán igual y que además, "Pitufo", novio de Mara, podría quedar encarcelado por mucho tiempo por apedrear al oficial encargado de desalojar a los habitantes de Cerro Camote. Así es como Mara es retenida en el engranaje de un sistema que se reproduce.
La falta de ideales, de principios, de un derrotero que sirva de meta, no es sino un signo de la decadencia de un sistema que no ha logrado solucionar los más elementales problemas humanos, a pesar de contar con los inventos más increíbles, entre ellos, las naves que oradan espacios inter siderales, de la sabiduría que no tiene fronteras, capaz hoy en día de descifrar el genoma humano y de crear vida en probeta.
Mariátegui decía que la primera guerra mundial (1914-1919) marca el inicio de la decadencia del capitalismo, donde se podrá encontrar paliativos para la crisis económica, pero la crisis moral cultural es irreversible. En el mismo sentido, hace algunos años el prestigioso intelectual norteamericano Noamy Chomsky, decía que el dominio de clase en su país y en el mundo, desde la primera guerra mundial, se basa en utilizar a los grandes medios de comunicación, sistema educativo oficial, iglesia oficial..., para moldear el cerebro de los ciudadanos de acuerdo a los intereses de las grandes transnacionales, por ejemplo, para desacreditar a personas, para legitimar la represión al movimiento obrero, para derribar gobiernos extranjeros, para hacer guerras como las de Vietnam o el Golfo Pérsico...
Rosa Luxemburgo, esa valerosa mujer que pagó con su vida acaudillar junto a Carl Liebnecht la insurrección obrera popular en Alemania (1919), a inicios del siglo ya había alertado de los peligros que el capitalismo en decadencia significaría para la humanidad, poniendo como dilema: socialismo o barbarie, que mantiene plena actualidad. Del seno de los países más "civilizados" han surgido grandes ideales, pero también los peores lastres como el racismo, dos guerras mundiales con millones de víctimas. Son además, los principales vendedores y traficantes de armas, lo mismo que los primeros promotores de violencia y guerras. Todo en nombre de la democracia, de la libertad.
Cada país tiene sus peculiaridades dentro de ese esquema de declinación de un orden social, manifestado en todas sus formas. En el Perú, Sebastián Salazar Bondy, en su obra "Lima la Horrible" publicado por primera vez en 1964 (?) y silenciado en los últimos tiempos, hablaba del criollismo ingenuo, costumbrista, popular, evidenciado por ejemplo en obras literarias como la de José Diez Canseco; que contrasta con el criollismo que resalta el colonialismo, el perricholismo, promovido por las grandes familias que tienen el poder. En la "viveza criolla", escribía, se dan la mano el político profesional al servicio de las grandes familias que puede llegar con cinismo y mentiras a palacio de gobierno, con el más vulgar "trapacero" que con los mismos métodos pretende encubrir sus fechorías. Confluye con todo esto el "perricholismo", en alusión a la Perricholi (perra chola) una actriz limeña que se hizo amante de un Virrey recibiendo a cambio prebendas materiales, simbolizando el ascenso social a cómo de lugar, sin importar los métodos. Al igual que la vida farsante del Santo Cura, una excursión por la política peruana oficial, -al igual que en el conjunto del sistema mundial-, demostrará toda una farsa, desde la proclamación de la independencia por San Martín en 1821, fruto de las componendas con los españoles para no tener enfrentamientos en Lima por el temor a ser desbordados por guerrilleros compuestos de indios, negros y patriotas consecuentes que tenían sitiada la capital, porque ponían en peligro la estructura colonial defendida por San Martín y los criollos. Vargas Llosa en el mismo sentido a fines del siglo veinte despotricaba contra los partidos políticos "tradicionales", pero se une a ellos intentando llegar a palacio de gobierno. Sin embargo, los medios de comunicación lo presentan como el político ingenuo, sin tacha que no llegó a palacio de gobierno por su falta de astucia, porque supuestamente no sabía mentir. Vargas Llosa en su accionar político, es un personaje pintoresco, que supera con creces a los personajes por él inventados en sus novelas.
En el Perú los intereses de las clases dominantes desde la conquista, no han logrado confluir con los intereses del conjunto de la sociedad, constituyéndose en clases sin historia, porque no contribuyen a dignificar la condición humana. Manuel Scorza, el autor de "Redoble por Rancas", decía por esto que las clases dominantes peruanas, en vez de libertad, igualdad y fraternidad, impusieron sobre el pueblo: infantería, artillería y caballería.
Los Santos Curas cabalgan por el mundo, acorde a la globalización, en todos los credos y en todas las religiones, coludidos y formando parte de la normalidad en la política oficial, cuyos voceros, todos los días, condenan en nombre de sus gobiernos a la corrupción, pero para salvaguardar los intereses de las transnacionales de la corrupción, - tráfico de armas, tráfico de drogas, tráfico de personas, tráfico de bienes culturales, robos al erario público....-, crean los paraísos financieros, donde no es necesario la identificación del depositante de dinero, sino solamente una clave. El capitalismo colapsaría sin esos dineros mal habidos.
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Rafael Herrera Robles
Es sociólogo.
En 1980 publicó "Mariátegui o la Revolución Permanente". Entre otras obras inéditas cuenta: "Barbarie y Modernidad: El Perú en la Globalización Capitalista". Dos capítulos de esta obra están publicados en Internet: Capitulo I.- "Historia y anti historia" (Una recusación contra la prédica burguesa de que se ha llegado al final de la historia para la humanidad, demostrando que es la burguesía quién se ha convertido en una clase sin historia, pero no la humanidad que lucha por dignificar su existencia)
Capítulo V.- "Literatura y Modernidad: (El Indigenismo)”.
Se puede encontrar además: "Opinión de Mariátegui sobre la pugna entre Trotsky y Stalin".
En el terreno literario ha escrito la novela aún inédita: "Yo fui Angel".Ha incursionado en el terreno de la composición de canciones populares.