Si desean saber sobre mi faceta de escritora, por favor, ingresen a https://elgareategui.com/ Asimismo pueden hallar información sobre mi actividad como periodista literaria y promotora cultural en La ardilla literaria ( https://laardillaliteraria.com/)

viernes, 20 de septiembre de 2024

Almudena Jiménez: «A mí me parece muy difícil escribir»

 



El amor por la lectura también ofrece diversos caminos. Muchos se convierten en escritores, mientras otros deciden convertirse en editores.  Eso le pasó a Almudena Jiménez, quien tras perder su puesto de trabajo en una editorial -debido a los estragos de la Covid-19, decide fundar La Rueca, en donde hace tres años hila historias: las de sus autores. 

Desde temprana edad manifestaste un abierto amor por la lectura, sin embargo, a diferencia de muchos,  a la hora de vincularte con ese mundo, no te decantaste por la escritura sino por la edición de libros, ¿cuáles son o fueron tus razones?

Siempre me ha gustado mucho leer, sin embargo,  no he sentido la necesidad de escribir. Tampoco he tenido tiempo para planteármelo.

Tu andadura profesional con la edición se inició con Cultiva Libros, ¿cómo llegas a esta casa editorial? ¿De qué manera se dio tu proceso de aprendizaje?

Junto a Mauro Escobar, primer autor de su casa editorial

Un conocido me presentó al editor Abel de Lamo. Fueron varios años trabajando en Cultiva Libros. Por tanto en la práctica se va aprendiendo el oficio; sin prisa, pero sin pausa.

Luego una vez adquirido  el conocimiento suficiente para desarrollarte  en el ámbito  editorial, ingresas -con sumo entusiasmo- a Letras de autor, ¿qué te aportó tu paso por este lugar?

Terminé mi aprendizaje haciendo cursos de maquetación y de ilustración.

Como muchos profesionales que vieron sus carreras o sus centros de labor  tambalear o fenecer con la Covid-19, tu volviste al ruedo insistiendo con una tarea que amas: la edición, y, de ese modo, nace Editorial la Rueca.  ¿Quién te dio el impulso para fundarla? ¿Y cuál es el origen del nombre?

Yo misma.  Es lo que quería hacer, pero lo que no tenía claro era el cuándo… y tras el Covid-19, me tiré al ruedo. A una amiga se le ocurrió el nombre, pero ella ya no está con nosotros.

¿Cuál es el primer paso para iniciar este tipo de empresas?  ¿Lo hiciste todo sola o hubo alguien que te secundó?  ¿Cómo  diste a conocer la Editorial la Rueca?

Lo primero fue contar con una página web. Mis hijos me apoyaron en esto. Luego empecé a dar a conocer la editorial a través de las RR.SS., Instagram, X (exTwitter) y a través de contactos.

Sé que el primer libro que publicaste fue La vida de Adonis, ¿de qué manera viviste la experiencia de estreno?

Con algunos de sus escritores en la Feria de Moralzarzal (Madrid)

Ya había hecho varios libros sin editorial, pero, lo realmente  distinto, fue la presentación del libro; hablar en público fue todo un reto para mí.

Desde aquel libro no has parado, la Editorial la Rueca siguió adelante, e incluso,  ha logrado un lugar de privilegio entre las editoriales  no sólo  madrileñas  sino  españolas, ¿cuál crees que es la característica fundamental que la distingue frente a las otras?

La honradez, la constancia, la pasión con la que se edita cada libro.

¿Cuántos autores integran  el catálogo la Editorial La Rueca?  ¿Publicas, en particular,  a nacionales o también admites escritores foráneos?

He publicado 178 títulos en 3 años. Admito a todo escritor, novel o consagrado que quiera cumplir su sueño de publicar un libro.

¿Cuáles son los géneros que más editas? ¿Abundan las novelas o poemarios?

En pleno paseo por el monte 
Poesía, novelas… Últimamente se han editado más poemarios

Tus novelas predilectas son las de misterio e intriga, ¿qué lugar ocupan  en el gusto de tus lectores?

No sabría decirte… a cada persona le gusta una cosa.

­­­­Para  quienes no conocemos a fondo el trabajo del editor, revélanos algo de ese tu mundo.  Cito algunos de ejemplo: ¿Hay algún manual interno sobre qué escritor sí y qué escritor no publicar?

No, no hay ningún manual. Mientras el libro esté bien escrito, se edita, sino, contamos con un corrector profesional.  Hay muchos libros que sólo se van a vender en el entorno del autor. Y si está bien escrito, ¿por qué no hacer que este autor cumpla su sueño?

Tu vida laboral  es ardua, y me consta que le dedicas un tiempo considerable a  tus escritores; estás al pendiente, sin importar fines de semana o fiestas, ¿cuándo te relajas y a qué actividad  recurres para desconectar?

Me gusta salir al campo con mis amigos y mi perro. Tengo la gran suerte de vivir en la sierra de Madrid, y me encanta mi entorno.

¿La música ocupa un sitio especial en tu existencia?  ¿Por qué te gusta tanto cierta canción de Alaska y Los Pegamoides? ¿Cuál es el mensaje que te anima?

Esta canción en concreto la escuchaba desde muy joven y siempre me he sentido muy identificada con ella. Soy muy independiente.

¿Cómo has conseguido equilibrar tu carrera de editora con tu vida familiar?¿Te viste,  en algún instante, en la disyuntiva de escoger entre una y otra?

Bueno, como toda mujer que trabaja, hay tiempo para todo, pero nunca me vi en una situación semejante.

¿Existe la posibilidad de ver algún libro publicado por Almudena Jiménez? ¿Tal vez del género negro o un thriller?

No, no creo (risas). A mí me parece muy difícil escribir.

Si desean saber más sobre La Rueca editorial
pueden pinchar 
el siguiente
enlace:
https://editoriallarueca.com/






miércoles, 1 de mayo de 2024

Jimmy Entraigües: «Valencia es como un diamante en la novela»

 


Se sacudió de los reparos de enfrentarse a la novela y obtuvo un resultado exitoso. Y es que con  su opera prima Diamantes negros (Ediciones Contrabando), el reconocido periodista y guionista Jimmy Entraigües, rompió el esquema tradicional del género, pues optó por escribir su historia, dejando la narración pura y dura a un lado, para permitir que fueran sus protagonistas quienes llevaran la voz cantante.

El autor, de origen argentino, desde un inicio se propuso lograr una novela fluida, alejada de aspectos descriptivos y divagaciones, de allí que otorga un protagonismo absoluto a sus personajes y dinamiza el acontecer de la historia mediante el manejo de los diálogos, los cuales nos permitirán conocer quiénes son y las intenciones que los mueven. 

Diamantes negros te ha significado un enorme reto, según sé, pues se trata de tu primera novela y, además, porque miras con respeto dicho género. ¿Cuánto decidiste hacerle frente a tus miedos y contar la historia?

Siempre sentí que sumergirse en el universo de la novela era algo complejo y difícil, especialmente al tener como referencia a autores y autoras a quienes admiro mucho. Más que miedo es lo que tú comentas en la pregunta, respeto. Respeto a los lectores y el respeto de uno mismo hacia la literatura. Ya había escrito tres libros de cuentos y microrrelatos y abordar la novela era algo que tenía pendiente. Dado que me gusta mucho el thriller y el género negro, tanto en cine como en la novela, albergaba la idea de acercarme a un relato interesante desde esas plataformas. Obviamente cuando surgió la posibilidad de tener entre las manos una historia que me diera la opción de crear un argumento sólido…, me decidí a pasar del cuento a la novela.

¿Qué hizo que pusieras tu mirada en el mundo del tráfico de joyas y sus habitantes? ¿Cuál fue la causa fundamental?

Siendo un niño, hace como cinco décadas, recuerdo que en Buenos Aires apareció la noticia del robo de una joyería que ocultaba joyas procedentes del mercado negro. El ladrón estuvo asediado por la policía durante muchas horas y finalmente se entregó. Al parecer había logrado extraer parte del botín antes del asedio; aquello le permitió, tras salir de la cárcel, disfrutar, supongo yo, de una vida muy satisfactoria en alguna isla paradisíaca. Aquel suceso me permitió imaginar un robo, muy similar, con la idea de  incluir un ladrón de guante blanco que intenta dar un buen y último golpe. Valencia me parecía perfecta para ese argumento. Los ladrones de guante blanco siempre me resultaron interesantes. Lo primero que hice fue pensarlo como un cuento largo y…, luego comencé a construir un guion cinematográfico y…, mientras investigaba fui alternando el guion con la construcción del cuento hasta que descubrí que se convertía en una novela.

La gente que está inmersa la red de comercio de joyas constituye una élite y operan bajo pedido. Tú que los has tratado cara a cara, ¿qué te cuentan sobre su participación? ¿Dónde aprenden el oficio?

Para crear su novela apeló a un recuerdo
de infancia 

Sólo tuve la oportunidad de conocer a un supuesto ladrón especializado en obras de arte y piezas preciosas. La charla duró poco más de una hora y sus comentarios estaban muy medidos. Este tipo de personas conocen su oficio desde muy jóvenes. Muchos de ellos empiezan como estafadores y, al parecer, son pocos lo que se interesan por subir en el escalafón delictivo. Sus primeros pasos los dan dentro de una organización o a través de otro ladrón de gran escuela. Casi siempre operan en solitario para importantes organizaciones de traficantes. En mi opinión, alguien que avanza en este tipo de mundo delictivo y especializado, es porque les gusta el mundo del arte. Tienen cultura, viajan, leen, conocen museos, se interesan por las nuevas corrientes artísticas…, es decir, son personas muy al día. Ese interés y ese amor por la cultura les invita al deseo de obtener piezas u obras gran valor. El supuesto ladrón de guante que conocí trabajaba por encargo. Bien para un magnate deseoso de una obra antigua o un cuadro, o bien para alguna organización.

Este negocio es mucho más que una relación comercial, de encargo y venta, pues  a estos individuos, además de gustarles la adrenalina,  sienten un placer que roza con lo erótico al estar en contacto con artículos llenos de belleza, lujo y valor.  ¿Cuál es el perfil de los implicados? ¿Qué requisitos deben cumplir?

Fíjate que ese placer, esa pulsión casi sexual me la descubrió el escultor y pintor Miquel Navarro, quien aportó la ilustración de la portada y las otras cuatro que contiene el libro. Ese aspecto psicológico se me había pasado y Miquel detectó que un ladrón muy especializado debe sentir un placer erótico al obtener el objeto de su deseo y…, sí, doy por hecho que un ladrón capaz de robar un cuadro de Cecilio Pla, un Paul Klee o un Vermeer debe tener la adrenalina disparada al poseer la pieza, no lo dudo.

Tengo entendido que escribiste esta historia, en paralelo y de dos formas distintas: novela y guión, ¿cuál  te mandó mayor trabajo o, en su defecto, en la que sentiste que todo fluía perfecto?

Trabajé varios años en la televisión, en la radio, hice publicidad, escribí los guiones de dos musicales y realicé tratamientos cinematográficos de algunos libros y…, esa experiencia me permitió trabajar en paralelo entre el guion y la novela. Confieso que el guion me resultó bastante cómodo y la novela me dio más trabajo. Quería que la novela fuera atractiva en diálogos y situaciones sin caer en la tentación de generar una lectura casi secuencial como la que ofrece el cine. Preferí situar los personajes en sus escenarios y dejar que ellos hablarán, el diálogo es otra forma de mostrar sus personalidades. Si el cine se basa en mostrar, algo que fecundé en el guion, en el libro opté por decir.

Durante tu investigación tuviste la oportunidad  de hablar con la policía, joyeros, traficantes y cada uno de los elementos implicados que, de una u otra forma, son parte de esta sofisticada red. ¿Fue sencillo obtener información de la gente involucrada? ¿Tal vez algunos se mostraron recelosos y fueron poco colaboradores?

Decidió que el escenario de su 
novela fuese Valencia

De entrada, tengo que dar la gracias al grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad de la Policía Nacional de Valencia y la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal) por la gran ayuda que me prestaron al pedirles información. Creo que sin ellos hubiera sido imposible escribir el libro. Nadie sabe muy bien dónde podían haber ‘colchones’ en nuestra Comunidad (colchones son joyerías de nivel barrial que se utilizan como lugares de paso de piezas ilegales). Algunos de los joyeros con los que hablé no tenían ni idea que eso existiera. La Policía busca de forma cautelosa este tipo de operaciones, pero las mafias saben muy bien en qué momento dejar de operar con una joyería. Digamos que los servicios policiales saben de su existencia, pero no logran dar con ellos. Sólo los malos lo saben. 

Luego de recaudar información precisa y de primera mano, tras una investigación exhaustiva, en la que pesaron tus años de periodista, ¿qué nos puedes contar de lo que es real y verdadero en el teje y maneje de aquel mundo y sus habitantes?

Creo que voy a recurrir a Borges cuando comentaba que la realidad era una de las partes de la ficción. El mundo del tráfico ilegal de joyas, diamantes y cuadros es muy complejo, lleno de misterios y hasta laberíntico. Yo apenas toqué su parte más superficial y me resultó increíble. Existen territorios divididos por caminos ilegales por donde circulan joyas y…, otros por dónde van los cuadros y las piezas históricas como estatuillas o reliquias. Existe todo un mapa urbano y marino por donde se mueven los objetos robados o falsificados. ¿Existe un submundo cercano al nuestro que vive de la ilegalidad? La respuesta es sí. ¿Y cómo se mueve? Pues…, son las autoridades las que más invierten en descubrirlo.

Los diamantes siguen fascinando a hombres y mujeres por igual, pero, al margen de su valor material, ¿existe algo en su mitología que sigue siendo fuera de este mundo? Y ¿qué hay de especial  o trascendente en tus Diamantes negros?

El genial tallador Gabi Tolkowsky dijo que “dentro de un diamante hay tiempo, luz y espacio y que el universo se concentraba en él”, lo cual ya es toda una declaración de amor y pasión metafísica sobre los diamantes. Los diamantes son misteriosos, cuando la luz los atraviesa ofrecen un algo muy especial en su interior. Elizabeth Taylor fue propietaria del famoso diamante Krupp, de 33,19 quilates, y…, según comentaba ella era mágico: la hacía mucho más bella. Más allá del humor, las piedras de diamantes son las más hermosas del mundo y siempre su función estuvo relacionada al mundo de los misterios. Mi novela no aborda esa dimensión esotérica, pero sí demuestra que tanto el mercado legal como ilegal siente verdadera fascinación por los diamantes al igual que hace 2 mil  años atrás.

El escenario de tu novela es Valencia, la ciudad en la que resides desde hace mucho, ¿es complicado verla como parte del entramado del tráfico de diamantes internacional teniendo en cuenta lugar que da la impresión de ser un lugar tranquilo y apacible, sin duda aquí se cumple aquello de «Caras vemos, corazones no sabemos», ¿no es verdad, Jimmy?

Con la autora de la nota 

Si bien no se cita Valencia directamente, creo que los lectores locales sabrán reconocer algunos detalles de la ciudad. De alguna forma se darán cuenta que Valencia está presente como escenario de la historia. Preferí no dar a conocer de forma explícita la ciudad porque creo que cualquier ciudad del mundo puede ser representativa de estos hechos. Cualquier gran ciudad tiene un casco antiguo, grandes avenidas, callejuelas y zonas barriales y populares como para que se de un robo o una historia parecida a la que narro. Valencia es como un diamante en la novela, está pero no está.

La redacción de Diamantes negros  es sencilla, ágil y divertida, porque  has huido, a toda costa, de lo farragoso y lo innecesario, ¿estás conforme con el resultado? ¿Crees has cumplido con tu reto o meta?

R: La verdad es que intenté, por todos los medios, en no caer en largos pasajes descriptivos o en digresiones. Siempre busqué situar a los personajes en el escenario, desarrollar la acción y que sean los diálogos y las intenciones de los personajes lo que ocuparan el protagonismo. Estoy muy contento con el resultado y creo que el objetivo se cumplió. Son muchísimas las personas que me dicen que la novela les resultó divertida, muy entretenida y amena y…, la verdad, es el mejor cumplido que puedo recibir. Un gran porcentaje de escritura de la novela, consistía en que fuera ágil, con una historia atractiva y para nada farragosa.

Si desean saber del autor o su obra 
pueden pinchar los siguientes enlaces:
https://www.hortanoticias.com/author/jimmy-entraigues/
https://www.facebook.com/jimmy.entraigues
https://www.edicionescontrabando.com/shop/diamantes-negros/





 

 


lunes, 25 de marzo de 2024

Maricarmen López Olivares: «El arte consuela mucho»

 



Maricarmen López Olivares es una creadora que se ha mantenido consecuente y firme con su vocación y amor profundo por el arte. Desde que contestó a ese persistente llamado que la empujaba a plasmar el bullir de su mundo interior mediante líneas y colores inició un camino que la condujo a aprender, a viajar y a soñar con imágenes posibles. Sin pérdida de tiempo y prestando oído a su corazón, se propuso explorar otros terrenos de expresión creativa, lo que le permitió incursionar con voz propia en los ámbitos de la dramaturgia y la literatura misma.

López Olivares posee una historia de vida y artística que les invitamos a conocer, porque de ella no solo podemos contar que ha ganado premios y reconocimientos, que es copista del Museo del Prado o que hoy nos presenta Specchio, su segunda novela, un tanto autobiográfica, sino que es una mujer que ha convertido sus vicisitudes personales en un arte de sanación.

¿En qué momento una diplomada en Magisterio se ve involucrada en el mundo del arte y la literatura? ¿Todo ocurrió de golpe o qué fue primero?

El arte fue primero, estaba en mí desde mi infancia. De hecho hice Magisterio sin ganas ni ilusión, yo quería estudiar Bellas Artes en Valencia. Finalmente, me quedé en Castellón para estar más tiempo en casa, pues mi madre tenía la salud delicada. A pesar de eso, disfruté mucho la carrera y nunca me arrepentí, porque estudiar me encantaba. Llegué a presentarme dos veces a las oposiciones, aún sin tenerlo nada claro. No las saqué y entré en la Bolsa de Preescolar. Trabajé en colegios de la provincia de Castellón de forma intermitente durante pocos años.

Sé que tu vida creativa se desarrolla casi al íntegro en el arte pictórico, sin embargo, también te expresas a través de la escritura desde hace mucho tiempo, ¿qué  te condujo a incursionar en la literatura?

Precisamente fue en Magisterio, durante la carrera, donde sentí mi inclinación hacia la literatura. En una de aquellas narraciones que hacíamos en la clase de literatura fue donde di vida a unas pinzas de tender la ropa: una escena en un terrao de una vivienda donde las prendas y las pinzas dialogaban sobre las injusticias sociales. Toda la clase me aplaudió tras leerlo y la profesora me dijo que tenía madera para escribir. Me dieron un empuje, pero la pintura era más  que la escritura y aplacé años el asunto de escribir. También quise tocar el piano y hace siete años que estoy en una escuela de baile, aprendiendo claqué (una sublimación de aquel deseo de ser pianista). Creo que siempre hay tiempo para desarrollar estas pasiones.  

La pintura ha sido tu mejor apoyo y el medio para volcar las manifestaciones de tu alma en diversas etapas de tu existencia, ¿el arte sabe cómo reconfortarte o ayudarte a sanar?

López revela que, en sus inicios, pintar era un imperativo constante

La pintura ha sido mi gran vehículo en la vida, con mi familia dentro. Pintar era un sí o sí. O pintaba o no existía, y en ese vehículo, a veces inestable, incómodo y poco confortable (la parte confortable la ponía mi familia) sentía que estaba en un éxtasis constante, como una bendición de la vida o una misión divina, y una sanación, a pesar de sentir la presión de la autoexigencia. Pintar era casi enfermizo en mis inicios, obsesivo. Mis pensamientos y emociones se veían sometidos por esa clase de binomios constantes: placer/dolor, satisfacción/conflicto…Con el tiempo me he liberado, he ido soltando las riendas de la autoexigencia. 

Has revelado que te consideras una autodidacta, sin embargo, realizaste estudios en Madrid y Florencia. A la larga,  ¿es necesaria una formación, aunque un espíritu libre resida en el creador?

Sí, con los años quise formarme más, ampliar mis conocimientos con profesores muy especializados. Yo había recibido clases en Castellón de forma muy esporádica. Habían pasado más de veinte años desde que empecé a pintar y ya había expuesto dentro y fuera de España y era el momento. Aceptaron mi solicitud en un curso de verano impartido por Antonio López García, el maestro realista manchego. Pero el retrato me pedía más, de ahí que fuera a estudiar otro verano, muy posteriormente, a una escuela de Florencia donde enseñan una técnica específica de retrato, el método Sight size.

Creo que dibujar de forma innata, sentir esa llamada, como a mí me ocurrió desde niña, es una suerte inmensa en la vida, porque te obliga a esforzarte y superarte. Tienes un plan en la vida.

Una buena base de dibujo es importante, pero el color es muy libre, tiene su propio discurso y el pintor ha de saberlo recibir, empatizar con él, dejarse guiar por sus vibraciones. A partir de ahí, y con la ayuda de la voluntad, podemos lograr mucho.

Se puede ser autodidacta y funcionar muy bien sin haber recibido clases. Pero yo siempre animo a la gente a que se forme, aunque sea de forma puntual.

Se puede decir que lograste éxito en tu carrera: ganaste un premio importante en 2021 y ejerces de copista en el Museo del Prado. ¿Qué te aporta esta última faceta?

Suma diez años de copista en el Museo del Prado 

Entrar en el museo del Prado ha sido un regalo impagable y la recompensa a tanta lucha, en un momento de mi vida donde ya había dejado de lado las inseguridades artísticas y el temor a no evolucionar o estancarme. Suelo pasar diez horas diarias de deleite constante en el Museo del Prado de lunes a jueves.

Copiar en el Museo del Prado me aporta vida. Empleo el método Sight Size, que es un método donde se trabaja memorizando. Supone un reto grande, rodeada de gente, pero casi ni me percato de que me observan, ni siento que estoy rodeada literalmente por ellos, por la concentración, pero cuando me hacen preguntas les doy conversación. A veces he escuchado que copiar es fácil, que no tienes que crear, que solo has de reproducir lo que tienes delante. Ya llevo diez años como copista y puedo corroborar la dificultad que supone: copiar exige llevar al límite tu imaginación y tu capacidad para inventar, resolver los problemas que te plantea el lienzo, sea un trabajo libre o una copia.  

Como artista estás involucrada en exposiciones, performances y escenografías teatrales, y tu obra pictórica se ha visto en Nueva York, California, Londres, entre otros. ¿Qué se te viene a la mente cuando echas la vista para atrás y te das cuenta que sumas 40 años de trabajo?

Una alegría inexplicable, y casi que puedo decir que hay mucho de supervivencia, aunque suene a exageración. Cuando echo la vista atrás siento cierta nostalgia de mis comienzos, de aquel frenesí tan salvaje, muy inocente, pero sometedor. Pero los pintores pasamos etapas y he evolucionado progresivamente hacia estadios más relajados y dóciles en mi vida actual sintiendo que he aprendido, que no ha sido en vano.

Y siento que era más fácil tirar la toalla. No lo hice. Estoy satisfecha y orgullosa de mis recorridos y esfuerzos, y lidiando con la salud, la crianza de mis hijas.

La artista afirma que está orgullosa de su recorrido y logros

Y de haber antepuesto la economía, posiblemente habría abandonado. De la pintura se vive intermitentemente, se invierte mucho dinero y a veces es lo comido por lo servido. Nunca pensé en el dinero como un fin y eso me ha dado cancha para seguir adelante sin abandonar mi vocación, como tener un as en la manga que me ayudara.

En tu faceta de escritora no sólo has incursionado en la narrativa, si no en la dramaturgia, pero, sin variar, tocando el tema del arte. ¿Cuál es tu reto incluyéndolo en el contenido de tus obras literarias?

Escribir sobre arte implica seguir ligada a esta materia, no desconectar de algo que te apasiona, que conoces y controlas un poco más que otras temáticas. Y supone, y esto es lo que más me gusta, seguir en la búsqueda, en la indagación, estudiando mejor a los artistas, y hasta puedo incluirlos en el relato sin cambiar su biografía. Me resulta muy estimulante alternar personajes de ficción con personajes reales, una combinación difícil donde has de saber ponerte límites, ser absolutamente respetuosa con ellos.

A la vez, hago un homenaje a artistas de la antigüedad y también contemporáneos. El truco está, espero lograrlo, en no cansar al lector, incluir tramas atrayentes, generar ritmos que no hagan abandonar la lectura. En La Hilandera de los Canales había viajes y en Specchio también hay muchas más localizaciones. Pero en esta segunda novela son viajes en el tiempo con cierto humor, y yo soy la protagonista, es un planteamiento muy diferente.  

Tengo entendido que ya tuviste la oportunidad de llevar a escena tu primera obra teatral, y que, ahora te encuentras dándole los toques finales a la segunda que estrenarás, en breve. Cuéntame.

En 2013 pude representar La Dignidad se sirve a las cinco, tres años después de mi cáncer gástrico. Fue una representación a beneficio de la Asociación contra el cáncer, yo estaba en proceso de recuperación, adaptándome a un nuevo aparato digestivo. La vida me dio esa oportunidad de verla representada en un teatro muy querido por mí, el teatro Principal de Castellón.

Escribo  comedias, con tramas rocambolescas y absurdas, pero no es un teatro del absurdo puro difícil de entender. Me inspiro fuera de España, en Londres o New York. Entre otros, Óscar Wilde, con ese humor tan fino y una ironía tan inteligente, es un gran referente en este terreno complejo del teatro. 

Y como denominador común aparece algún animal en las tramas, por los que siento debilidad, y algún científico.

La llamada de la vocación,
 una de sus obras reconocidas

La segunda obra se llama Sal del Himalaya. Espero poder representarla en el 2025, estoy en conversaciones con un grupo muy querido de Castellón. Durante la pandemia se paralizó todo y la obra (ya teníamos grupo y muchas lecturas a cuestas) fue sufriendo contratiempos.

El teatro está muy arraigado en mí. Mi madre hizo teatro en su juventud. Era cantante de copla, hizo Zarzuela en los años 40, por teatros de los pueblos de alrededor de Las Navas (mi pueblo), en Jaén. Y mi hija mayor, Mary Porcar, es cantante y actriz de teatro musical. Ha heredado de su abuela la música y el teatro. Mi otra hija, Laura, se dedica al Cine de Animación. Y su marido se dedica a los Efectos Especiales. Viven en Canadá desde hace seis años. Hay muchas llamaradas artísticas en mi casa.

Tu primera novela se tituló La hilandera de los canales, y también abordó el tema del arte. Se trata de una novela que se ambienta en el siglo XVII, en los Países Bajos, ¿no es así?

Sí. La hilandera de los Canales ha sido una novela especial. Tenía que ambientarse en Holanda e Italia, me lo debía a mí misma. Mi admiración hacia la Pintura flamenca y manierista ha sido un gran estímulo en mi pintura, como un talismán o una brújula. Son mis raíces, aunque en mis inicios me sentía cubista y me sigo sintiendo.

La Hilandera es un homenaje a los artistas flamencos e italianos a través de una  historia de amor entre una esclava china y un pintor de Leyden. Es un novela de gratitud a la vida y a la amistad.

Disfruté mucho escribiéndola, me permitió seguir conectada con mi mundo, los pintores, las escuelas (la guilda de S. Lucas, de los Países Bajos y los talleres italianos). Un homenaje coral a mucha gente. Miguel Ángel tiene su capítulo y Van Eyck, pero también menciono a gente de la ciencia, a Galileo o a Mercator, el cartógrafo.

Y casualmente, no estaba en mi idea inicial, la obra tiene erotismo, por lo que fue catalogada como una novela histórica y erótica.

¿Se puede decir que Specchio es la novela  que te ha permitido contar tu parte de tu biografía, tu trabajo profesional y a la vez enlazarla con una trama llena de ficción donde el arte peligra y la protagonista ( o sea tú) te alzas como heroína?

El camino de la pintura, otra de sus obras

Es un reencuentro con mi infancia y adolescencia, en clave de humor. Es una metáfora de mi vida en realidad, que de heroína tengo poco, pero sí salí airosa de situaciones duras y las afronté bien, con tesón y humildad y muchas dosis de humor.

La novela está dedicada a mi madre y a la casa donde nací, La Casilla, y a los grandes maestros de la Ciencia Ficción.

Specchio es una obra de fantasía, se podría decir que juvenil, por la regresión a mi infancia y adolescencia, periodos donde comencé a dibujar y a pintar. Pero, por encima de todo, y con todo, es un viaje interior, de aceptación. Hay varias Maricarmen: la adulta que copia en el Museo del Prado y descubre que ha viajado en el tiempo y que trabaja a las órdenes de un ser malvado. Es muy divertido tener que huir de este personaje para que no te mate.

Las situaciones disparatadas, imposibles (ficticias) se van alternando con pasajes de mi vida y personajes reales. Algunos amigos de mi juventud van a ser importantes, tienen su protagonismo en la novela, al igual que algunos familiares muy próximos. 

Specchio es un canto a la vocación y a la voluntad, a mi entrega por la pintura, a mis sacrificios y renuncias, y a la emoción y pasión sentidas pintando. Y una oda a la vida y a la muerte, a la pérdida de un ser querido, y a los momentos duros de la vida.

Su opera prima

Specchio es el portal que te permite viajar en el tiempo para conocer la historia del arte y sus representantes, pero, además,  es el espejo que te muestra cómo eres por dentro y por fuera, ¿qué has visto ese reflejo con tus ojos físicos y del alma en ti?

Escribir Specchio ha sido un revulsivo, una reconciliación con mis momentos duros de la vida, pintando, y los personales. Ha sido liberador, pero no se trataba de solucionar aquí traumas, porque los que hubiese ya estaban solucionados en este periodo de mi vida.

La novela está a medio camino entre lo serio y lo irrisorio, entre la comedia y la tragedia, Escribirlo ha supuesto un divertimento por encima de todo, y una indagación histórica.

Has declarado que tu intención con Specchio ha sido divertirte contando, con grandes dosis de humor, aspectos de tu persona y de tu vida, ¿es sencillo  exponerse  tal cual y reírse de uno mismo?

Para mí ha sido sencillo exponer mis flaquezas y torpezas, no me cuesta por mi sentido del humor. Hay una retranca tragicómica, en esta novela, como la vida en sí de cualquier persona, pero es una novela de aventuras con lo que eso representa: muchas localizaciones, escenarios muy variopintos, situaciones jocosas, personajes atractivos... Sin esa dosis de humor, incluso hablando de la muerte, no sería yo. Pero el tono de Specchio es dócil, amable, desenfadado e ingenuo. Era el momento de escribirlo, sin sentir complejos de ningún tipo. 

Tu espíritu creador no para, y me parece que te encuentras preparando con sumo cuidado un poemario. ¿Hay fecha de publicación?

La poesía la he llevado conmigo siempre de un modo clandestino, como solo para mí. Pero hace unos años entré a formar parte de unas tertulias. Ahí me animaron a escribir con asiduidad y a dar visibilizar a mis textos. Empecé a leer mis poemas en voz alta y en público.

Considera que la vida es más llevadera con el arte

A diferencia de la novela o el teatro, en mis poemas no hay rastro de humor, todo lo contrario. Hay tragedia, muerte, desesperación… puede que me dejaran muy impresionada los autores ingleses del siglo diecinueve y nuestros grandes poetas: García Lorca, Machado…

El tema amoroso no me inspira mucho en sí mismo, siento la llamada poética del amor hacia la naturaleza, hacia un amor muy elevado, espiritual y metafísico, no centrado en personas concretas.   

¿La vida es más digerible si nos rodeamos de arte y literatura, María del Carmen?

Sin duda. No concibo la vida de otra manera. Creo que todas las contrariedades que uno pueda tener, de salud o circunstancias personales difíciles y dolorosas, son más llevaderas si tienes el amparo del arte, su compañía y su calor constante. El arte consuela mucho. Yo siempre he considerado el arte como un aliado contra todo lo malo de la vida y contra lo triste o empobrecedor. Y si no puedo trabajar, oír jazz ya me restablece de cualquier tristeza.

Leonardo decía: “El Arte es una cosa mental”.  


Se quieren saber más de la autora y su obra
pueden pinchar
los siguientes enlaces: 







viernes, 23 de febrero de 2024

Rául Aguilar Gargurevich: « La vida es un viaje en el que soñamos pero también jugamos »

 


Raúl Aguilar Gargurevich es un veterano en el mundo de los relatos cortos.  Empezó su andadura literaria, a la par que sus estudios de Periodismo, en la Universidad Inca Garcilaso de la capital peruana. Al joven aspirante a escritor, se le advertía de continuo, recluido en sus pensamientos, quizá imaginando historias, que luego plasmaría  aquella libreta de anotaciones que llevaba debajo el brazo como devota cómplice. No lo comentaba, pero muchos intuían su vocación de artista de la palabra. Era indiscutible que había aterrizado en este plano para crear y compartir historias. Su amor por la escritura saltaba a la vista tanto como la casaca negra, recubierta por decenas de chapas alusivas a grupos de rock, que vestía para asistir a clases. De allí, su bien ganado apodo: «Chapita».

Fue el primero en publicar un libro, y todavía estaba en las aulas, aprendiendo a redactar noticias. Más tarde, lo emularon otros siguiendo su marcada huella. Era evidente que Aguilar iba por delante de su promoción sin pretenderlo, pero en su camino no solo abría puertas para sí mismo sino también para el resto. De ese modo lo dejó patente en su incursión como guionista de cine, televisión y radio.  E incluso, se dio el lujo de ejercer de profesor de redacción en la casa de estudios que lo formó como periodista. Cerca de 20 años desempeñó dicha labor en la Escuela de Periodismo de ‘La Garcilaso’, en los cuales tuvo que hacer malabares para no descuidar sus quehaceres de reportero local y, aprovechar, al máximo, los minutos que le quedaban- después de cumplir con esas actividades serias y remuneradas-para jugar con su imaginación y alumbrar otras narraciones.

El famoso Chapita de las épocas universitarias hoy nos presenta su libro de relatos Saca a Conejo de la galera.

Sé que el origen de Saca a Conejo de la galera es un relato que le envías a una amiga y queda encantada. Luego motivado por esta favorable respuesta, te pones a escribir sin parar. Cuéntame.

Es cierto, le envío el texto y motivado e inspirado por la buena recepción comienzo a escribir más relatos. No pensé inicialmente en un libro solo en crear las historias, jugar con el personaje, entretenerme. Meses después fui capturado por Conejo y ya no pude detenerme.

¿Existe alguna razón especial para que hayas escogido como protagonista a un conejo y no otro animal? ¿Acaso te identificas con él?

El personaje en cuestión surge porque a mi amiga le digo conejo de cariño. A partir de esto comienza todo. Luego se transforma en una suerte de alter ego mío

Conejo es la figura central de los relatos, aunque no aparece en todos, ¿en función de qué razones lo incluyes o no?

Conejo, el personaje de la historia

Hay varias razones. Conejo no aparece en todos los relatos por cuestiones creativas. Decidí no incluirlo en todos pues podría saturar al lector. También para darle mayor variedad al conjunto. En un punto, cuando tenía la certeza de que podía convertirse en un libro apelé a todo lo que tuviera relación con este tierno animal.

Defines tu libro como un juego literario  donde tienen cabida los grandes y pequeños, ¿es algo que te propusiste desde el comienzo o se fue dando de modo espontáneo?

Buena pregunta. Considero a Saca a Conejo de la galera como un juego literario, un divertimento, pequeñas historias de emociones y sensaciones que combinan la fantasía con la realidad. Pienso que no fue planeado, los relatos iniciales surgieron así y sin querer formaron el estilo de la obra aunque el libro es diverso, hay de todo: relatos reflexivos y serios y otros de corte más ligero y juguetón.

Señalaste que Conejo explora la parte amable de la vida, ¿compartes la filosofía de tu personaje?

Es un libro que transita el lado amable de la vida, un volumen de luz opuesto a Trance agónico, mi publicación anterior. Comparto la filosofía de mi personaje. Como dije antes es una suerte de alter ego. Con el tiempo me he dado cuenta que la vida, a la manera de Calderón de la Barca, es sueño, pero también juego. La vida es un viaje en el que soñamos pero también jugamos. Ello está presente desde la infancia y sigue con nosotros toda la vida. Lo que ocurre es que con el tiempo algunos ocultan a su niño y se olvidan de jugar. Cuando pensaba a qué público se dirige mi obra tuve la certeza de que se orienta al adulto, al niño del adulto que todos llevamos dentro.

Le pusiste mucho esfuerzo a Saca a Conejo de la galera, tanto al proceso de escritura como el de redacción. ¿Eres muy perfeccionista en tu labor literaria?

Yo le pongo mi esfuerzo, alma y corazón a todo lo que escribo. Es mi manera de ser. Soy perfeccionista, a veces demasiado, creo que hay que corregir hasta que las palabras y signos encajen perfecto. No sé si lo logro pero lo intento. Pienso que una de las razones por las que cultivo el relato breve es porque se puede alcanzar la perfección del texto, que no le falte ni le sobre nada. El perfeccionismo como todo tiene virtudes y defectos pero hay un punto en el que hay que dejar de corregir, de lo contrario no acabas nunca o destruyes lo que habías planteado inicialmente. Como dice Paul Valery, los libros no se terminan se abandonan.

El libro contiene ilustraciones de Luis Morocho, ¿qué me puedes contar sobre su participación en la obra?

La obra apela a la ternura

Luis Morocho me fue sugerido por el editor. La idea fue que acompañe los textos con sus ilustraciones. Cuando Emilio Dumas me envió el primer boceto de Conejo me emocioné al verlo cobrar vida; el personaje existía pero solo de manera literaria. Sin embargo, al principio me opuse a ilustrar el libro por una suerte de fundamentalismo literario, luego acepté felizmente, pues la propuesta se enriqueció. Ambos se complementan. El dibujo llama a la lectura y viceversa. Luis Morocho es un gran talento, un ilustrador de primera que ha dibujado el Hombre-Araña para Marvel, nada más y nada menos. Estoy orgulloso y muy agradecido de que haya participado en el libro.

El relato corto es un género que conoces bien, lo cultivas hace mucho  y vuelves a él, una y otra vez, ¿qué te seduce de este tipo de narración?

Cultivo el relato breve desde hace mucho. En 2001 publiqué Taxi ando, un volumen con textos cortos de todo tipo: historias, sentencias, reflexiones. Debo haber iniciado su práctica en los 90. Mi referente principal es Julio Ramón Ribeyro. Coincido con él. Cuando recién comenzaba escribí unos textos que no sabía a qué género atribuir; al leer Prosas apátridas me di cuenta de que se asemejaba a lo que proponía. Ribeyro equivale al maestro que me enseña el camino. Me gusta lo breve porque es preciso, va al punto sin pérdida de tiempo. Con poco se puede decir mucho. La brevedad es el alma del ingenio dijo Shakespeare. Quizá sea una cuestión de personalidad, algo vinculado con la ansiedad pero también al perfeccionismo.

Según sé, tus anteriores libros te han dejado un aprendizaje, pero, en particular, ¿qué te ha aportado Saca a Conejo de la galera?

Todo hecho siempre deja una enseñanza y escribir y publicar un libro no es la excepción. Escribir requiere de práctica por lo que pergeñar cada relato ha sido instructivo. Se requiere de paciencia y perseverancia, hay que enfrentar no solo la ansiedad de la página en blanco sino los momentos de sequía e insatisfacción, también los de incertidumbre, de modo que ello también supone una lección. Por último, está el asunto de la publicación. No conseguía un sello que quisiera editar mi libro, toqué muchas puertas pero solo se abrió una, por lo que estoy agradecido con Acuedi y su director Héctor Huerto. Me he divertido de principio a fin con el personaje y las historias. Es maravilloso imaginar y fantasear. Tener tiempo de escribir es un privilegio de pocos. Es bastante. Publicar es la gloria y tener lectores, lo máximo.

    

Si deseas  saber más del autor o el libro
pincha en los siguientes enlaces:
https://www.instagram.com/aguilargargurevich/?hl=es
https://www.elvirrey.com/libro/saca-a-conejo-de-la-galera_70137592





 


miércoles, 10 de enero de 2024

Oswaldo Estrada: «Tal vez escribo porque quisiera alargar mi tiempo en este mundo»

 

Oswaldo Estrada se define en sus redes sociales como escritor, cantante de barrio y cocinero por vocación, sin embargo, este autor de orígenes peruanos, es un experto en la llamada literatura de la inmigración, no solo porque en su obra concentre la  nostalgia e idealización de la tierra abandonada, sino porque, por experiencia propia, conoce las mil y una peripecias de un extranjero en el intento de hallar su sitio en lugar extraño y amoldarse a las nuevas costumbres. En suma, reinventarse y salir adelante como objetivos fundamentales.

Estrada se alzó con un International Latino Book Awards, Best Collection of Short Stories in Spanish Gold Medal por su libro de relatos Las guerras perdidas en 2021.  Y ahora se encuentra en plena promoción de su novela Tus pequeñas huellas (Suburbano Ediciones, 2023). 

Tus pequeñas huellas es tu primera novela, sin embargo, abordas temas que te son conocidos, no solo porque los tocaste en forma de relato en anteriores libros sino por tu condición de inmigrante, la cual forma parte de tu identidad y desenvolvimiento social, ¿cuándo surge la idea de contar la historia de Andrés y Marena, una pareja que abandona su país en una época de extrema violencia terrorista para forjarse una vida más amable?

"Jamás  pensé que viviría una vida errante",
revela el autor californiano.

No sé exactamente cuándo me di cuenta que estaba escribiendo una novela. Lo que sí te puedo decir es que hace unos diez años comencé a escribir las primeras notas, los primeros diálogos o monólogos de estos personajes, cuyas historias me han perseguido constantemente, en distintos viajes, en casa, en el trabajo. Como profesor de literatura latina y latinoamericana, estoy siempre en contacto con cuentos y novelas que tienen que ver con la migración mexicana, centroamericana, caribeña. Y tenía muchas ganas de explorar algo quizás poco trabajado desde los Estados Unidos, en español: la migración peruana durante los años de la violencia. Como bien dices, yo he trabajado la condición de ser inmigrante en varios cuentos, en muchos ensayos. Y quería contar las experiencias migratorias de Andrés y Marena, dos peruanos que se encuentran, por casualidades de la vida, en Nueva York.

A muchos inmigrantes les ha pasado que logrado el sueño de viajar y establecidos en su nuevo hogar, de repente, se dan cuenta -como es obvio-, que todo es distinto y se les termina alojando en el corazón un sentimiento de permanente nostalgia.

Todos los que nos vamos tarde o temprano extrañamos ese mundo que dejamos atrás. Incluso la gente que dice no extrañar nada, en el momento menos pensado vuelve mentalmente al barrio, a la casa. No significa que no puedas llegar a ser feliz en tu hogar de adopción. Uno aprende a vivir con esa nostalgia que a lo mejor solo te visita de vez en cuando, cuando extrañas alguna de tus comidas, cuando te acuerdas de esa canción que escuchaste hace años, cuando pertenecías, sin saberlo, sin cuestionarlo, a ese lugar. Todos vuelven a la tierra en que nacieron, dice la letra de uno de nuestros valses más conocidos, al embrujo incomparable de su sol.  Todos vuelven al rincón donde vivieron, donde acaso floreció más de un amor. El retorno no siempre es físico, eso lo sé ahora, pero uno vuelve, uno vuelve siempre, aunque solo sea de corazón.

Hay un pensamiento unánime que no se pronuncia, pero se siente y es que cuando dejamos nuestro país, por los motivos que sean, terminamos perdiendo 'algo' que no solemos identificar con exactitud.  ¿Eres consciente de eso?

Le costó mucho aprender a vivir 
entre dos orillas.

Los que salimos de nuestros países de origen ganamos mejores oportunidades laborales, estudios, una vida más segura tal vez, otras opciones, vivencias, experiencias diversas… pero perdemos algo importante: nuestra raíz, el sentir que pertenecemos a un lugar, incuestionablemente.

Lo triste, que a su vez se puede percibir como un sentimiento de desubicación total, es cuando vuelves a tu tierra -como les sucede a tus protagonistas-, y te encuentres con que nada es igual, ni tu barrio, ni tu gente ni tu país. Y, es entonces, cuando se te meten en la cabeza pensamientos de culpa o traición por haberte ido.

A veces me pregunto cómo hubiera sido la vida si no hubiéramos abandonado el Perú a principios de los noventa. Era la época de la violencia, ¿te acuerdas? Yo tenía trece o catorce años cuando comencé a atormentar a mi mamá para mudarnos a Estados Unidos. Tenía un pasaporte americano que podía darme otras posibilidades de vida. Y no quité el dedo del renglón hasta que lo conseguí. Creo que en situaciones tan violentas como las que vivimos en aquellos años, uno crece más rápido que otras personas. Y a esa tierna edad estaba convencido de que debíamos irnos. Jamás imaginé que a partir de entonces viviría una vida errante, que me sentiría, como dices, “desubicado” en Estados Unidos y también al volver a mi tierra. En Estados Unidos me sentía muy peruano. Por mi manera de hablar, por mis costumbres, nuestras comidas, nuestra música y tantas cosas más. Pero cuando volvía al Perú a visitar a mis abuelos, la gente me percibía como extranjero. En algún momento cambió mi acento, cambiaron mis palabras. Y no solo eso: mi modo de ver la vida. Ahora vivo feliz con un pie aquí y otro allá. Abrazo mi condición de ser y no ser, de pertenecer y estar en el limbo. Pero me tomó mucho tiempo aceptarme en el puente mismo de mis dos mundos.  

El volver a veces no es una opción viable por una serie de motivos, entre ellos, porque allá no hay una sensación de pertenencia o pocas posibilidades de adaptación o porque donde resides, a pesar de todo, te encuentras seguro y estable, y es lo que perseguías dejando tu terruño. Sin embargo, lo cierto es que vives idealizando lo que dejaste y aferrándote a lo conseguido, ¿lo ves así?

Tus pequeñas huellas: la historia de Andrés
y Marena.

Totalmente. Eso nos pasa a muchos inmigrantes. Idealizamos todo lo que quedó atrás. Para el peruano que vive fuera del Perú no hay nada como la papa amarilla de antaño. Y la chicha morada. Y el cebiche. Y las causas. Los tiraditos. O saludarnos de beso y abrazo. Tomar lonche. Ponernos a bailar en cualquier reunión familiar, arrimando las mesitas a un costado de la sala. O celebrar lo que sea con coctelitos de pisco y algarrobina. Todo eso lo idealizamos en mayor o menor grado. Porque esos recuerdos nos unen en el país de adopción, aunque en el fondo sepamos que ese mundo quedó atrás. Y hay que mirar hacia adelante. Te sacudes las nostalgias, te arreglas para ir al trabajo y sales a la calle convencido de que hiciste bien en dejar la casa, el hogar. Porque ahora tienes mayores oportunidades, porque te va bien económicamente… es la película que imaginamos para hacernos la vida más agradable. Porque sabemos que el retorno no es, en muchos casos, una posibilidad. 

Por otro lado también cuando retornamos, aunque sea de visita o paseo, la gente, llámese familia o amigos, ya no te ve como antes, e incluso pasan a denominarte 'extranjero', lo que profundiza tu confusión: el no ser de aquí ni de allá.

Antes me molestaba que la gente me preguntara de dónde era cada vez que volvía al Perú. Ahora me río. Es lógico que sea diferente a los que nunca dejaron el suelo patrio. Que hable con otro acento y camine con otros pasos. Que utilice otras palabras. Que esté hecho de otras vivencias, si salí del Perú hace más de treinta años. Y me pasa en todas partes. En la Ciudad de México me preguntan de qué parte de la república soy, pensando tal vez que soy mexicano. En California, soy un latino más, sobre todo cuando paso del inglés al español en una misma oración, como aprendí a hacerlo en la adolescencia y en la universidad, para crear, junto a otras minorías de origen latinoamericano, cierto sentimiento de comunidad. En la universidad, uso un español bastante estándar para comunicarme con mis alumnos. Y aunque hablo el inglés con la misma fluidez que el español, hay palabras que nunca podré pronunciar en esa lengua.  

Mucha gente afirma, con aparente convicción, que se siente ciudadana del mundo, que no tiene el menor arraigo con su tierra de origen ni con ningún sitio del mundo, ¿crees que esto sea realmente posible? ¿Que sea cierto?

Estrada es profesor de Literatura latinoamericana 
en la Universidad de Carolina del Norte.

Yo no lo veo así. Uno es del lugar donde creció. La infancia, la adolescencia, la juventud nos marcan para siempre, aunque la gente nos perciba de manera distinta. Las primeras amistades en el colegio, el entorno familiar, la primera vez que te enamoraste te marcan para el resto de tu vida. Y esos recuerdos, esa formación, esas vivencias compartidas, experimentadas en comunidad, se convierten en tu verdadera patria. Eso no quita, claro, que más adelante te nutras de otras experiencias, que la vida te lleve por otros rumbos y te cambie, incluso sin que te des cuenta.

Tus pequeñas huellas es una novela de pérdidas absolutas y a medias, no solo de una identidad que se tambalea sino también por la ausencia de unos seres queridos. En tu historia, además, la pareja protagónica se enfrenta al dolor que acarrea la desaparición física de sus hijos. Aquí muestras que las madres y los padres no afrontan este tipo de luto de manera semejante.

Correcto. Debido al machismo en nuestras sociedades latinas, latinoamericanas, o a nuestras marcadas divisiones de género (si queremos ser más amables), por lo regular se piensa que los hijos, la crianza de los hijos, es una cuestión de mujeres. Por eso mismo, cuando una pareja pierde a un hijo, a medio embarazo o al nacer, la gente siempre se preocupa por ella, por la madre, pero casi nunca se piensa en el padre que debe vivir esa pérdida de manera solitaria, silente. La mujer que pierde a un hijo incomoda a la gente de su entorno. La gente no sabe qué decirle. Porque no parece natural que se te muera un bebé, aunque ocurre con más frecuencia de la que pensamos. Si ese estigma acompaña a la mujer que pierde a un hijo, el hombre que vive este trauma de manera paralela no existe. Nadie lo toma en cuenta.

Las ganas de un hombre por ser padre es un punto que, raras veces, se desarrolla en una novela. Tampoco la frustración de no ser tomado en cuenta a la hora de apostar por la vida de un hijo o no por parte de la pareja de turno. A Andrés lo dejan fuera, en un par de ocasiones, sin voz ni voto en este aspecto. Ocurre a menudo, ¿no?

Durante la presentación de uno de sus libros en la
Feria del Libro de Guadalajara 2023.

Debido al sexismo en nuestras sociedades, y a causa de nuestras absurdas divisiones de género, le adjudicamos el deseo de tener hijos casi exclusivamente a las mujeres, como si los hombres no fuéramos capaces de desearlo con la misma intensidad. Yo creo en el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, a que decidan tener hijos o no, pero es verdad que Andrés siente que lo dejan fuera de toda decisión al menos en un par de ocasiones. Así es la vida. Todo no se puede tener. En demasiadas ocasiones, la sociedad decide por la mujer. Hablo de la presión social, de la familia, de la pareja y un largo etcétera. Es justo que una mujer decida por sí misma, porque es su cuerpo, porque es ella la que va a cargar a esa criatura en su vientre a lo largo de nueve meses, aunque su pareja (como sucede con Andrés en la novela), tal vez quisiera que lo tomaran en cuenta. 

Eres de orígenes peruanos, sin embargo, naciste en California. Luego volviste a Perú, para después, en plena adolescencia, retornar a los Estados Unidos, donde radicas hasta la actualidad.  ¿Cuál es la tierra que sientes como tu verdadero hogar?

Qué pregunta más difícil. Yo seguiré siendo peruano hasta la muerte. Peruanos son mis padres. Y peruanos fueron mis abuelos, mis bisabuelos. Mi hija de ocho años lo sabe y nos reímos juntos cuando preparo algún plato típico y concluimos que es lo máximo porque es peruano. Ya sea una causa, un arroz chaufa, un escabeche, un pollo a la brasa. El Perú es y seguirá siendo la tierra de mi corazón. Pero ya no imagino el retorno, menos si tomo en cuenta que mi madre y mis hermanos viven también en Estados Unidos. Los inmigrantes nos acostumbramos a vivir entre el mundo que dejamos atrás y el lugar de adopción. Y ese intersticio, esa cuerda floja, ese puente, se convierte, aunque no lo busquemos conscientemente, en el verdadero hogar.

Escribes en reposo y en movimiento; entre el ruido y el silencio. Sin importar el soporte ni la hora, según tú lo haces: «Para que mi mundo de fantasías no se desarme». ¿Lo puedes explicar?

Se pregunta a menudo qué hubiese sido de él 
de no haber inmigrado. 

Desde chico me acostumbré a imaginar historias distintas a las de mi vida cotidiana, en el Perú, en los Estados Unidos. Imagino que todo escritor vive algo parecido. Porque la vida es monótona, predecible. Y las historias que uno imagina nos dan otras posibilidades, algo que no siempre hallamos en la cotidianidad. Yo me paso la vida imaginando escenarios, diálogos, posibles desenlaces que sólo existen en mi mente y que sólo a veces pasan a mis cuadernos, a mi teléfono, a mi computadora. Son totalmente ficticios. Sin embargo, esas fantasías forman también parte de mi mundo real. Escribo en todas partes, a todas horas, porque tengo miedo de no volver a hacerlo. Y si eso pasara, siento que mi vida no sería igual.

Y por último, afirmas también en tu biografía que aspiras vivir de la escritura. Subrayas...«cuando la función se acabe ». ¿Qué debemos entender por esto?

La vida pasa muy rápido. ¿No te parece? Tal vez escribo porque quisiera alargar mi tiempo en este mundo, llenarlo de otras voces y experiencias que me ayudan a vivir de múltiples maneras. O porque quisiera que quedara algo de mí cuando ya no esté en la tierra.   

Si desean saber más del autor
y/o su obra
pueden pinchar el siguiente enlace: 
https://oswaldoestradaescritor.com/