La poeta Pilar Verdú es dulce y
sencilla, cercana y empática, atributos que también posee su más reciente trabajo poético, Reino de esponjas, una reveladora obra donde
nos cuenta cómo se va dando la comunicación entre una madre y su hijo desde que
lo tiene por vez primera en sus brazos, el esfuerzo de uno y otro por darse a
entender desde el comienzo, el intercambio de gestos para establecer contacto y
ese lenguaje primitivo al que arriban por necesidad, hasta que por fin, el niño
aprende y brotan las palabras con toda claridad. La maternidad es un tema poco explorado en narradoras
y poetas, y ya era hora que una mujer lo abordara con pleno conocimiento de causa.
Les invito a penetrar paso a paso en este Reino de esponjas.
Tu poemario comprende un tema casi inédito en la literatura femenina, pocas
veces tocado por poetas y narradoras a través de sus libros, dejado (inconscientemente,
quizá) a la libre y a veces cursi exposición de los hombres en sus obras,
aunque sí compartido con mucha frecuencia en grupos de mujeres a manera de
monólogos o charlas. La maternidad ha
sido un tema 'usurpado' por los escritores varones, a decir de muchos, ¿fue
todo un reto salir con algo distinto y complejo como es el proceso comunicativo
entre una madre y su hijo? Les invito a penetrar paso a paso en este Reino de esponjas.
Cada vez, por suerte, hay más
voces femeninas que se están dedicando a escribir sobre maternidad, o a darle
salida a lo escrito, por entender que no es un asunto meramente privado. Yo no me
lo planteé en principio como un reto, puesto que era más bien una imperiosa
necesidad expresiva para comprender la revolución vital que me sobrevenía. Lo
que sí resultó un desafío fue encontrar el tono para hacerlo sin caer en la
cursilería expositiva que citabas. Eso era un peligro que me acechaba y del que
quería huir por todos los medios. Cuando un tema te conmueve tanto resulta
complicado desdoblarte para que la madre no sofoque a la poeta y así poder
mantener la objetividad para juzgar la calidad de los textos.
Junto a la poeta Paca Aguirre, su principal referente poético |
Teniendo cuenta que tú eres una mujer que tiene como base de
comunicación las palabras, ¿cuán difícil fue afrontar todo ese período? ¿Hubo momentos de desconcierto o ansiedad?
El inicio de este poemario –como acaso
de todos- fue el desconcierto. El primer poema lo escribí al darme cuenta
exactamente de eso que dices: que soy una mujer que vive por, para y entre las
palabras, las cuales iban a resultarme inútiles cuando naciera un bebé que
obviamente no iba a saber hablar. Tras ese ataque de pánico momentáneo intenté
aceptar que hay otras formas de expresión, bellísimas además, y que era el
momento de investigarlas y abandonarme a ellas. Eso cuenta el primer poema que
da título y abre el libro, “Reino de esponjas”.
Si el emisor y el receptor (se entiende el cambio de roles) están
dispuestos se establece la comunicación, ambos hacen lo que pueden y consiguen
entenderse; eso lo saben las madres y los hijos, pero tú ¿cómo lo viviste? Danos
una descripción del primer instante, el llanto, por ejemplo.
Por supervivencia, mi mente ha
borrado muchos momentos difíciles. Sí recuerdo una vez en que mi bebé lloraba
sin parar y yo no lograba ni entenderlo ni calmarlo. Fue angustioso hasta que se durmió sobre mí
quizá por puro cansancio. Pero recuerdo mucho más esos instantes en que solo
yo, por ser su madre, lograba saber qué le pasaba, o cómo podía traducir sus
balbuceos en clarísimas expresiones ante la perplejidad de quienes me rodeaban.
Tuvo dudas en cuanto a la publicación de su poemario |
Luego superada esa etapa aparecen los balbuceos, las palabras inventadas
y mal pronunciadas, el lenguaje propio, personalizado, ese que tú, yo y el
resto tuvo con sus hijos, ¿de dónde nace esa facultad o capacidad para
entenderlo al vuelo? Porque no hay tiempo de aprenderlo pausadamente porque es
para ya, ahora y es urgente. ¿Todo viene del cerebro o sale del corazón?
Suena poco romántico, pero creo
que tiene mucho que ver con que el cerebro almacena datos de manera
inconsciente que la madre es capaz de interpretar de manera lúcida. Por
ejemplo, me di cuenta de que soy capaz de prever cuándo mi hijo va a tener
fiebre. Pues fijándome en eso que parece magia, me di cuenta de que en esos
momentos tiene unos levísimos síntomas que percibo: se le hinchan un poquito
los labios, le brillan los ojos de un modo especial y hasta huele diferente.
Así que no soy adivina, soy una mera observadora. Aunque me gusta pensar que la conexión que
nos une también tiene su fuerza. Hemos tenido pesadillas simultáneamente,
durmiendo uno junto a otro, y eso seguro que significa algo.
Reino de esponjas es el
título del primero de tus poemas, con el que abres el libro, ¿por qué decidiste
llamar así al conjunto de la obra? ¿Qué encierran estas tres palabras o cuál es
su alcance significativo?
Reino de esponjas empezó siendo una metáfora del vientre de la madre,
donde todo es líquido, suave, protector, blando. El líquido amniótico, las
lágrimas y el mar resultan tener una composición química parecida, lo cual me
parecía tremendamente poético. Luego esa metáfora ha ido creciendo a partir de
las interpretaciones de los lectores, todas enriquecedoras: los niños aprenden
absorbiendo como esponjas, se les lava con suaves esponjas, son los reyes de la
casa…
Al lado de su querida maestra Elena Escribano |
¿En qué momento exactamente decides plasmar tu experiencia con la
maternidad a través de poemas? ¿Qué te
motivó a hacerlo?
No lo “decido” yo, me viene
impuesto por la necesidad de ordenar ese cambio bestial que supone la
maternidad. Como dice el verso de Francisca Aguirre que cito, y de pronto la vida se explica de otro modo.
El mundo se reordena. El primer poema, como ya dije Reino de esponjas, lo escribí en el embarazo. El resto vinieron
despacio; casi ocho años he tardado en escribir el libro, pero fueron llegando.
La idea de publicarlo y demás fue posterior, pero la motivación fue puramente
“personal”.
¿Pensaste que era solo una creación para tu entorno íntimo? ¿Diste
muchas vueltas antes de animarte a publicarlo? ¿Consultaste con alguien?
Tuve cierta inseguridad al
principio por pensar que era un poemario demasiado íntimo, que quizá iba a
interesar a un sector pequeño de público y que pocas editoriales iban a
atreverse con él. Consulté a algunos amigos implacables en lo que a cursilería
se refiere, que con mano de hierro y guante de seda me ayudaron a podar lo que
sobraba. Por suerte, la editorial Tigres
de papel me iba siguiendo desde mi libro anterior, Axis mundi, y al escucharme leer poemas inéditos de lo que sería
luego Reino de esponjas en un
festival de poesía en Cuenca, Poesía para náufragos, mostraron un inmediato
interés en hacerse con el libro. Al contarle a la poeta Ana Ares mis miedos,
ella me puso en mi sitio diciéndome que no debía autocensurarme, que la
maternidad es una experiencia universal y que lo que legitima a un poeta para
escribir no es el tema elegido ni su vivencia del mismo, sino la calidad de sus
textos. Y me convenció. Además, entrar en las filas de Tigres de Papel, que ya
conocía y de la que me habían hablado muy bien, era todo un honor. Y ha sido
todo un acierto. Estoy muy agradecida a Paco Moral y Mara Troublant por su
confianza y su cuidado de sus obras y autores. Para alegría de los editores –
aunque ellos lo auguraban- y mía propia, he de reconocer que el libro ha
conectado con un público amplio, y lo que es mejor, con mucho público que
generalmente no lee poesía. Quien ha tenido un niño cerca reconoce las
experiencias que poetizo -- el momento de vestir al bebé, de comenzar a hablar,
de corretear…-- así que, personas que no son lectoras habituales se han
encontrado reflejadas en estas páginas. Conozco adolescentes que se lo han
regalado a sus madres, y eso me causa una enorme felicidad.
En plena lectura de sus poemas |
Este libro es un diálogo entre tu hijo y tú, que se inició en tu
vientre, y se prolongó tras el parto pero ya con un cara a cara, no solo con
latidos, ¿qué aprendiste del lenguaje exento de palabras? ¿Qué crees que
aprendió tu hijo de ti en ese período, y tú de él?
Aprendemos juntos a cada momento.
Soy incapaz de enumerar todo lo que hemos aprendido, y menos entonces, cuando
no hablaba, que me parece ya un período lejano. Lo que me parece ahora más
importante es aprender de él (de los niños en general) a vivir en el presente,
a reír más a menudo y a detectar todos las maravillas que hay en cada milímetro
del mundo. El otro día llegó al colegio feliz porque durante el camino nos
habíamos encontrado un lápiz (¡con punta!) y un muelle. Al llegar su amigo le dijo que si seguía así
ese día iba a encontrar un tesoro, y el resto de compañeros también celebraron
esos hallazgos que los adultos minusvaloramos cuando no despreciamos
directamente.
Se dice que la vida de una mujer cambia cuando tiene un hijo; al menos
para aquellas que no renuncian a su maternidad, es así, y aún cuando crecen ese
vínculo especial persiste e incluso se agudiza, ¿es cierto que también queda en
nosotras una parte física de ellos por siempre?
Compartiendo momentos con Mila Villanueva, presidenta de Concilyarte |
También das cabida al padre de tu hijo en tus poemas, le hablas de él
al niño, esto también es algo novedoso, pues siempre la figura paterna está
ausente o sencillamente no existe en una relación madre e hijo. El poema Concurso, donde el hijo derrotado pide
al papá compañía, consuelo, fuerza, está lleno de ternura.
Fíjate que hablar del padre me
daba más pudor que hablar del hijo. Pero el poemario está estructurado a partir
de sucesos reales, de imágenes que han quedado en mi retina. Hay poetas a los
que les surge un verso y lo desarrollan; yo no, a mí me fascina una imagen o un
suceso y lo (d)escribo. Y en algunas de esas imágenes, por suerte, está el
padre, que en nuestro caso ha estado y está muy presente en la crianza. Además,
el contraste entre el padre, tan grande, y el niño, tan pequeño, tiene una
fuerza icónica importante. El padre también ha colaborado en varios aspectos
del libro físico. Me parecía hermoso que
este fuera un proyecto en el que estuviéramos implicados los tres.
Paco Moral, su editor, en el uso de la palabra durante su presentación |
Más que contenida trato de ser
sutil. Intento controlar la expresión de lo que siento- no necesariamente lo
que siento- para que no me sobrepase y encontrar la fórmula que me parezca más
adecuada dentro de mis posibilidades.
Esto lo hago tanto en mi escritura como en mi vida personal, ambas
regidas por la búsqueda del ajuste entre lo que pienso, siento y digo. Escribí
en Axis mundi que estoy aprendiendo a medir la belleza/para que no resbale. Y este libro tenía el peligro de destilar
almíbar, que es muy resbaladizo.
Muchas mujeres evocaron momentos de la infancia de sus hijos al momento
que tomaste la palabra en la presentación de tu poemario, sin duda es una
experiencia colectiva y personal a la vez, ¿qué rescatas de estos testimonios
que comparten las madres contigo tras leer tus poemas o contarles los
antecedentes?
Rescato una hermosa sensación de
hermandad, de compañía que trasciende las fronteras de la edad, de las lenguas
y de los países. Y me siento afortunada
por haber logrado escribir mejor o peor lo que muchas personas (porque también
a los hombres les llega este poemario) han experimentado alguna vez. Y de que recuerden
aquellos momentos hermosos que vivieron con sus bebés, que hoy quizá son ya adolescentes
rabiosos o adultos hechos y derechos. Es un privilegio lograr entrar en sus
memorias y facilitar que la ternura regrese y se comparta.
Escuchando atenta los comentarios acerca de su libro |
Están grabados con mi voz, aunque
hay un par de sorpresas, como un poema versionado por la cantautora argentina
Silvia Noemí Occorso. Fue un precioso regalo que ella me hizo en su momento y
que quise incluir.
Cuando por fin tu hijo aprendió a hablar correctamente pasó luego a
usar lenguaje casi poético y, no solo eso, a interpretar las realidad como
harían los filósofos o sabios, eso no deja de sorprenderte, ¿no?
No deja de sorprenderme, claro
que no. Y qué bien poder contar un pequeño sabio tan cerca, aparte de algunos
otros de cuya amistad puedo disfrutar y de los que pueblan mi biblioteca. Creo
que es fundamental contar en la vida con referentes que te guíen y acompañen, a
quienes recurrir en la desorientación.
¿Crees que ver la vida con poesía o con los ojos del corazón se hereda
o se aprende?
Creo que los niños vienen con la
poesía puesta, pero se les apaga si no se les alimenta. De algún modo se
hereda, pero se puede aprender también. Lo creo firmemente; si no, no podría ser
profesora. Dedico muchas clases a leer poesía, a explicarles, a elegir los
autores adecuados, pero sobre todo, más allá del análisis textual- que a veces
se parece más a una autopsia que a una lectura gozosa- a hacerles llegar la
emoción. Y, contra lo que dicen muchas voces agoreras que jamás han pisado un
aula, a los adolescentes les gusta la poesía porque les ayuda a comprenderse en
esa complicada etapa vital. Si sabes
hacérsela llegar, claro, lo cual creo que es la llave para llegar a cualquier
público, incluido el adulto. Los poetas y/o profesores tenemos por delante
mucho trabajo, pero como dice una vez más Francisca Aguirre: Qué oficio tan humilde y ambicioso, qué meta inalcanzable, qué hermoso oficio para dejarse en él la vida entera.
Si desean saber más de la poeta o su obra pueden pinchar el siguiente enlace http://www.pilarverdu.es/ |