Si unos cuantos más padecieran del
tipo de locura que ‘aqueja’ a Oswaldo Mejía, ¡qué distinto sería el mundo! Este demente, que así se describe a sí mismo,
es el arte personificado. Y si hubiese
nacido en la época del Renacimiento, no tenemos dudas que habría sido encumbrado
a la categoría de creador excepcional. La razón es simple: cultiva casi todo y
lo hace con una originalidad sorprendente: es artista plástico, ilustrador,
diseñador, historietista, poeta, narrador, músico, letrista, comunicador, etc.,
y por estos días, se atreve a desnudar su alma ante el mundo, sin ningún pudor
ni preocupación por el qué dirán, con una autobiografía no convencional que
lleva por título “Como se gesta un demente”.
Les invito a conocer al ser
humano y al artista. No lo dejará indiferente. Siempre da de qué hablar. Por
nada la balanza entre sus seguidores y detractores raras veces se equilibra. No
busca la polémica. Tan solo se muestra tal cual es.
¿Se ha definido a sí mismo como creador de mundos y no un artista
plástico, y ahora que ha incursionado en la narrativa cómo quiere que lo
perciban sus seguidores y los lectores en general?
Siempre estuve inmerso en la
narrativa. Desde mi niñez solía escribir historias cortas, prosas y poesía.
Aunque mi primer cuento con propuesta personal, titulada “Hambruna”, lo realicé
a los quince años, y luego lo utilicé como guión para una historieta de dos
páginas. No sé cómo me perciben quienes siguen mi obra mixta (Ilustración y
texto), pero debo decirles que me valgo de ambas formas de expresión para
facilitar, por medio de ellas, llaves que les permitan abrir el portal hacia
los mundos que propongo.
Es un artista que está convencido de que tiene mucho que decir |
Ni por asomo me atrevería a
adjudicarme un título divino, pero sí estoy convencido de ser una especie de
antena receptora de mensajes e inspiración que proviene del Gran Orden
Universal. En ello seré tajante: No soy quien emite los mensajes, sólo soy
quien los plasma.
Su novela “Cómo se gesta un demente” es autobiográfica y en ella se ha
desnudado en todos los sentidos y ha huido de la autocensura, ¿por qué esta
necesidad de hacerlo? ¿Qué lo llevó tomar tal determinación?
En mi novela “Cómo se gesta un
demente” desnudo muchos aspectos íntimos de mi vida, pero lo que queda más
expuesto son mis percepciones, cómo desde mi subconsciente deletreaba lo que en
mi vida física acontecía, y para ello ameritaba desprenderme de todo rezago de
autocensura; debía ser honesto conmigo mismo ya que era un llamado catártico.
Escribir el libro fue excavar en mi subconsciente, buscando liberarme de mis
propios demonios, fobias y traumas.
¿Qué es más peligroso: desnudar el cuerpo o el alma?
En un mundo tan deshumanizado
como el nuestro, ambos desprendimientos pueden ser peligrosos, pero ello no me
causa temor. Asumo a cabalidad mi rol de mensajero sin importarme los dardos de
los intolerantes. Tengo mucho que decir y mi arte me confiere las armas para
hacerlo, aunque mis detractores se rasguen las vestiduras y se revuelquen en
sus ansias por silenciarme.
¿Le importa que sus admiradores puedan modificar el concepto que tienen
de usted a partir de la lectura de biografía?
La verdad es que me tiene sin
cuidado si alguien modifica el concepto sobre mi persona. Escribí mi autobiografía
para fabricar luz; quienes no perciban esa luminosidad, será por que mi luz no
se hizo para ellos.
"Huellas sobre lo dormido" |
Manifiesta que su paso por la escuela de arte fue frustrante y casi
estéril, por tanto se declara autodidacta, ¿lo es también en la escritura?
Lo explico en mi autobiografía.
Mi paso por la Escuela
de arte me sirvió de poco o nada. Fui construyendo mis conceptos, mis técnicas
y mi oficio a mi propio pulso. Nunca vi una obra de quienes allí fungían de
profesores, jamás escuche de ninguno de ellos ni media palabra de su magia.
Igualmente fue con la escritura. Soy por naturaleza un narrador, y leyendo a
García Márquez, Hermann Hesse, Alan Poe y otros narradores fantásticos, fui forjando
mi forma de narrar y escribir.
¿Considera que algunos artistas no tienen necesidad de ir a clases,
porque por naturaleza están completos, y que para desarrollarse solo tienen que
hurgar en su interior?
No creo estar capacitado para
aseverar eso, es más, creo que todos necesitamos un o unos modelos que nos
influyan para recorrer el camino, pero no tiene por que ser imperante la
búsqueda de ello en las escuelas… Al menos, eso no sirvió para mí.
¿El dolor es más fructífero que la alegría o la estabilidad
psicoemocional para el artista o creador?
Desde los catorce años soy un
maníaco depresivo, y usé mis estados depresivos como fuente recurrente para
crear, siendo estos estados generosamente fértiles, aunque ahora suelo crear
con frecuencia inspirado por la musa del amor sublime.
Junto a Myriam Jara, su editora, representante y pareja sentimental durante una de sus presentaciones |
denominó ‘binomios’. Explíquenos lo que son.
Cada una de mis ilustraciones las
presento de manera indivisible con una
prosa o un poema, a esa indivisibilidad es lo que llamo binomios. Muchos de
quienes se hallan frente a uno de estos binomios por primera vez, se sienten
intrigados ante la aparente relación ilógica entre ilustración, título de la
obra y la prosa. Los más acuciosos, que luego serán mis seguidores, pronto se
ubican, y a su manera se dan cuenta que cada uno de estos elementos tienen vida
propia pero que a la vez son parte de un todo que da vida a mis mundos.
Miguel Ángel de Bernardi, el prologuista de su libro, manifiesta que
usted es producto de sus obsesiones, filias y fobias, ¿está de acuerdo?
Indudablemente, el Sr. Miguel
Ángel de Bernardi fue muy acertado al describirme así. Si optáramos por extraer
de mi subconsciente esas escamas llamadas obsesiones, filias y fobias, evidentemente
no quedaría nada del Oswaldo Mejía artista.
En su libro manifiesta que no está seguro que sus recuerdos sean
realmente tales, y que tal vez se traten de “fantasías mitomaníacas”, esos
necesarios soportes psicológicos que le ayudaron a seguir adelante con su vida.
Entonces, ¿qué tipo de lectura nos sugiere hacer de su biografía?
Le repito: mi autobiografía no es
una biografía convencional. Lo que narro en mi novela es cómo yo percibía,
interpretaba y visionaba lo que ocurría en el mundo fuera de mí. Hubo cosas que
iban hacia la derecha, pero yo las interpretaba deslizándose a la izquierda, y
eso era lo valedero para mí, puesto que era lo que determinaba mi esencia. El
lector debe leerla sin ningún condicionamiento, conforme vaya entrando en mí, irá, hallando sus propios espejos.
"Las nubes no son para todos" |
Su infancia transcurrió feliz hasta la desaparición física de su
hermano Carlos Miguel. Con el se fueron la inocencia, su fe en el amor y su
confianza en las mujeres, y se recluyó entre cuatro paredes sin más compañía
que su dibujos y pintura, ¿en qué momento decide salir y adoptar una nueva
identidad?
Fue a raíz de ver a mi madre y mi
padre sumirse en un doble dolor que el mío: ellos, al igual que yo, habían
perdido a un ser querido, pero al verme atrapado en ese remolino su dolor se
duplicaba, pues sentían que estaban perdiendo a otro más. Es entonces que
decido salir, ponerme una careta sonriente, ocultar mi dolor y salir a
mentirles a ellos y al mundo de afuera que era un niño feliz.
¿En qué momento los que llamaba “los de afuera” reciben la autorización
de ver y apreciar ese mundo fantástico que albergaba su mente?
Esto no fue deliberado ni
preconcebido. En un principio sólo fue mi necesidad de hablar, necesitaba gritar
sobre la existencia de los mundos a los que tenía licencia de ver en mi
interior… sólo eso.
Habla de que tenía la necesidad de ‘parir sus visiones’ y que el resto
se enterara de estas, y lo hizo sin medirse, con honestidad, espontaneidad y
plena libertad, y muchos no han terminado de entenderlo, ¿no es así?
Es cierto, muchos no me entienden
y muchísimos no me entenderán nunca. Los seres humanos somos muy heterogéneos
en lo conceptual, más ello no es una traba para que yo continúe vociferando
sobre lo que se alberga en mi mente.
Cierta crítica denomina a lo que hace “Arte demencial”, ¿qué le sugiere
este calificativo?
"Pat agujereó mi alma" |
Muchos de mis detractores, que en
su mayoría se dicen artistas, guiados por su intolerancia y el temor a lo que
no logran entender, me han tildado de loco, y a mi arte como demencial. Pero yo
no estoy en el mundo para hacer entender nada a quienes no desean entenderme y
mucho menos para agradarle a quienes no les agrado. Bastante trabajo tengo con
mi rol de mensajero.
Y otros que lo califican de inmoral, machista y hasta pervertido
sexual, y lo persiguen incluso en las redes sociales porque les afecta lo que
hace, ¿nos puede decir cuál es, a su parecer, la verdadera razón de esta
actitud y comportamiento hacia su arte?
Para ser sincero, creo que esta
actitud de intolerancia se da, en la mayoría de los casos, entre personas
reprimidas que temen verse reflejados en mis obras-espejos y descubrir su
propia inmundicia, y también en colegas artistas que se motivan en la envidia
hacia mi libertad de poder expresarme sin temores ni tapujos ¡Soy un ente
sexual y lo asumo con orgullo y honestidad ante todos!
La mujer es el tema recurrente de sus obras, ¿por qué? Y, algo más, ¿cómo se lleva en la actualidad
con el sexo opuesto?
En mi percepción, la mujer es
metáfora y simbología de belleza, delicadeza, ternura, amor y también
contradicción sublime. Sé que ella es diferente, más, necesariamente
complementaria. Necesito a la mujer para amarla, para cantarle, para que me ame
y me cante… Para vivir a su lado.
"Destructureica para Bardo" |
¿Cuándo le da una nueva oportunidad a Dios en su vida? ¿Es vital creer en algo superior? ¿Qué le
pasó al agnóstico que había en usted?
Dios siempre estuvo presente en mí,
pero fue mi soberbia injustificada lo que me hizo caer en un abismo, y fue Él
quien me dio una y otra nueva oportunidad. El agnosticismo no fue más que esa
posición nimrodiana en la que muchos caemos cuando empezamos a creernos
autosuficientes para desafiar designios cuya potestad sólo está en manos del
Gran Orden Universal.
¿Qué rol juega Myriam Jara en la
producción de su novela?
La escritora Myriam Jara es mi editora,
mi amiga, mi cómplice, mi socia, mi manager, mi musa, mi compañera de viaje por
este polvoriento mundo. Ella fue mi estimulo para escribir “Cómo se gesta un demente”,
pues hacerlo fue agotador y muy doloroso, he removido pus de heridas muy
antiguas para tentar la sanación de recuerdos terribles, y ella estuvo a mi
lado en cada línea, ella fue secando las heridas. Hemos llegado a un punto de
conexión tan profunda que escribimos a dúo pero resulta casi imposible
descubrir qué parte del texto pertenece a cada uno.
¿El escritor y el artista plástico o viceversa que habitan en
usted se necesitan para crear?
No sé si ellos se necesiten, pero
yo sí necesito de ambos para seguir pariendo estos mundos que constantemente
embarazan mi mente.
¿Qué es la demencia fuera del ámbito psiquiátrico?
En mi modesto criterio, la
demencia es ese atrevimiento para ir contra la corriente, para ser diferente y
consecuente si creemos en nuestros principios y convicciones.
Bimonio
Sopla el viento, necio es su poder.
Esferas de cristales, fluyen en tropel.
Si matan al talento, no quiero ver.
Si matan al talento, caerá el corcel.
El Rey es ciego y de cerdos su ley.
No sé a quién orar ¿Porqué lo voy a hacer?
Si matan al talento, no quiero ver.
Si matan al talento, caerá el corcel.
Mis alas han volado donde se muere la luz.
Lascivas mariposas, han hurtado el mar azul.
No quiero ver caer al corcel
vociferando:
¡EXISTOOOOOO!
Esferas de cristales, fluyen en tropel.
Si matan al talento, no quiero ver.
Si matan al talento, caerá el corcel.
El Rey es ciego y de cerdos su ley.
No sé a quién orar ¿Porqué lo voy a hacer?
Si matan al talento, no quiero ver.
Si matan al talento, caerá el corcel.
Mis alas han volado donde se muere la luz.
Lascivas mariposas, han hurtado el mar azul.
No quiero ver caer al corcel
vociferando:
¡EXISTOOOOOO!
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