Para el escritor Agustín Campos escribir es una forma
de conquista o expansión. Al comienzo
opuso resistencia, pero finalmente se dejó arrastrar, y es que ya en su
adolescencia lo tenía como refugio y solo era cuestión de tiempo atender a su
llamado definitivo.
En esta entrevista el autor
argentino nos habla de sus obras que bien podrían encajar en la denominada
literatura posmoderna, según sus críticos.
Tengo entendido que estabas predestinado a seguir el camino de la
música, pero hubo un hecho en tu vida que, puede catalogarse de paranormal, que
te puso en otra ruta: la de la escritura. Acataste sin oponer ninguna
resistencia, ¿no es así?
Su opera prima |
No hubo sucesos paranormales y sí
opuse resistencia. La escritura fue esa forma de resistencia e incluso de
expansión, de conquista o intento de conquista…
Sé que fue tu abuelo quien te inculcó su amor por la lectura y puso a
tu alcance lo mejor de su biblioteca, ¿crees que veía en ti las condiciones
necesarias para la escritura y era una forma de ayudarte a descubrir tu
talento?
Mi abuelo no inculcó directamente
su amor por la lectura en mí. Tengo entendido que su madre, o sea mi bisabuela
que vino a la Argentina desde España a principios del siglo XX, era muy
lectora. Es decir, el hábito de la lectura fue pasando de generación en
generación, de mi bisabuela a mi abuelo, de mi abuelo a mi padre y de mi padre
a mí. Aunque mi mamá también es muy lectora.
Te formaste de talleres de escritura prestigio como lo son ‘Punto y aparte’ y ‘Corte y corrección’ en tu afán de convertirte en escritor, ¿cómo viviste tu paso por esas aulas? ¿Eran lo que buscabas?
En esos talleres aprendí algunos
trucos o recetas, que me sirvieron para terminar de darle forma a mis ideas.
Sobre todo en el caso de las dos novelas.
En 2011 aparece tu primera obra, una novela de título Ventana esquizo, donde narras el drama
de la esquizofrenia a través de Máximo Riels. ¿De dónde vino la idea para
escribir esta historia y cómo la trabajaste?
Uno de los primeros comentarios
que recibí de aquella novela era que se trataba de literatura posmoderna. En
aquel momento no lo comprendí, pero hoy creo que esa etiqueta le podría ir
bien, teniendo en cuenta que se trata de un narrador en primera persona que
renuncia a la objetividad. Es decir el sujeto que narra se convierte en el
objeto de la historia.
Un par de años después, en 2013, aparece el poemario La otra vida, donde observas la vida
desde distintas perspectivas, ¿cuál fue la intención de la obra?
Su primer poemario |
La intención de aquella obra fue mostrar un lado más sentimental, ya que el narrador de la primera novela parecía bastante frío y distante.
Al año siguiente, en 2014, repites género y publicas Variaciones, un libro donde pones de
manifiesto el lado oscuro de la vida y los sentimientos humanos. Con este
libro, a decir de tus críticos, no dejas casi agujeros para el ingreso de la
luz, ¿dónde se encuentra el lado luminoso del poeta Agustín Campos?
El lado luminoso se encuentra en
mi propia vida, al lado de mi mujer, en su amor y su contención.
¿Es verdad que tu anhelo manifiesto es lograr lo que comunica Bob Dylan
en sus canciones pero volcado en la literatura, sobre todo en poesía? ¿De dónde
viene esa admiración profunda que le profesas al músico estadounidense?
Bob Dylan recibió el premio Nobel
de Letras, pero es un artista inclasificable, que escapa a todo tipo de
etiquetas y se ha ido reinventado constantemente a lo largo de su carrera que
abarca, me parece, unos sesenta años. Creo que no es una mala figura para
admirar.
En 2015 publicas Miscelánea,
un conjunto de textos variopintos, donde tienen cabida el cine, la filosofía,
la literatura, entre otros, ¿cuál era el hilo conductor de tan disímiles temas?
El hilo conductor era mi deseo y
mi interés en esos temas.
Confiesa su admiración por Bob Dylan |
Por supuesto que viven desde siempre sus existencias cerca nuestro, pero van mutando. Aunque quizás van mutando para que todo siga igual.
Has declarado que escribir es para ti “el último refugio de
sentimientos y pensamientos a los que no se debe renunciar”, ¿eso quiere decir
que la vida real es una continua sucesión de renuncias de lo que pensamos y
sentimos? ¿Es imposible retenerlos fuera del mundo de la escritura?
Escribir es también parte de la
vida. Es un acto creativo, de resistencia. Escribir y publicar es un lujo que
no muchos se pueden dar. Yo tengo la suerte de poder hacerlo.
Por estos días circula en redes aquello de que un buen escritor (a)
debe también ser una buena persona y viceversa, que quienes triunfan son
aquellos que cumplen con tal condición, ¿cuál es tu comentario?
Desconozco totalmente ese rumor y creo que es errado. Ser un buen artista no tiene nada que ver con ser buena persona y el triunfo tampoco tiene nada que ver con ser buena persona. De las dos cosas hay claros ejemplos en la historia y en la actualidad.
Si desean saber más del autor y sus obras pueden pinchar los siguientes enlaces: |