La poesía y la microficción son los dos géneros en que deja
volar su imaginación y expresa sus sentimientos. Así lo ha hecho desde niña aunque
para servir más de cerca al prójimo, escogió como primera carrera la Medicina.
Años más tarde, estudió para psicoterapeuta, dejando para el final su vocación
primigenia: la Literatura, a la que hoy le dedica gran parte de su tiempo. Este
es en síntesis el resumen de la vida profesional de la escritora Ana María Intili,
una mujer que dejó su país por amor y aprendió compartir sus afectos entre dos tierras.
Entregaste tu vida a la
medicina del cuerpo y de la mente, y por
qué no, también a la del alma, ¿cómo
descubres tu vocación por la escritura? ¿Cuándo te decides a entregarle parte
de tu tiempo la literatura?
Desde pequeña. Era natural revisar los periódicos. Me gustaba
la tira de dibujos animados, detenerme en las fotografías. Descubrir gestos, la
posición de las manos, bigotes (mi papá los llevaba). El lenguaje gráfico,
visual, especialmente. Aprendí a leer y escribir antes de los cuatro años. Soy
tercera de tres hermanos. Ellos iban a la escuela, y yo quedaba en casa. Cuando
regresaban era para mí una alegría muy grande. Era inevitable una tarde sin compartirla con ellos en la mesa donde
hacían sus tareas. Me daban, como suele suceder, hojas de papel y lápices de
colores. A los quince años debí elegir mi carrera entre Medicina Humana y
Literatura. Fue una decisión muy difícil. Decidí por la primera pero siempre
tuve un libro de poemas en mi mesa de noche, en mi escritorio. Es decir desde
muy temprano me inicié casi jugando. Escribía pequeños poemas, pensamientos
pero no para ser publicados. Desde 1999 tomé mayor interés y comenzaron mis
publicaciones, en Antologías primero. Luego estudié literatura mi tercera
carrera si tomamos como eje el tiempo.
Se inició en la escritura casi jugando |
¿Qué lugar ocupa en tu
vida literaria el recordado poeta Pedro Rivarola? ¿Qué consejos te dio para que
vieras claro tu futuro dentro del mundo de la creación?
Pedro Rivarola fue un gran amigo literario, una persona
excepcional. Conformó el “Trío de la Décima” en Lima, Perú. Incondicional con
los niños, un verdadero juglar del pueblo. Fue junto al periodista sanmarquino
Willy Pinto Gamboa, quien más alentó mi iniciación “oficial” en la literatura.
Ambos murieron por diferencia de pocos años súbitamente: Pedro en su casa,
Willy frente a su escritorio en el diario “El Peruano”, donde era un destacado
y muy querido periodista; entonces Director de Redacción. Siempre los recuerdo
y les dedico mi trabajo. En mi proceso escritural recupero la presencia
literaria de Alfredo Ocampo Zamorano, poeta y docente colombiano. También
incluir el nombre de tres mujeres fundamentales en mi vida escritural: Giovanna
Miñardi, Luisa Valenzuela y Ana María Shua.
Empezaste tu andadura
de la mano de la poesía, ¿es un género bondadoso para quien quiere dar sus
primeros pasos en la literatura? ¿Todo fluyó de inmediato en tu creatividad?
Es algo muy difícil de responder y muy personal. Daré mi
versión. Considero que no es un género bondadoso, flexible o que se adapte. Por
el contrario, junto a la Microficción, son dos géneros más exigentes dentro de
lo demandante que es la tarea escritural. Por la brevedad cada palabra cuenta o
descuenta, en un equilibrio siempre inestable. Cada palabra tiene un significado sustancial dentro de la
imagen, idea, propuesta que se expresa. No hay posibilidad de explayarse o
aclarar. La síntesis es lo que vale como regla principal, junto a otras, para
lograr el resultado óptimo, final. Los textos resultantes son o debieran ser
pequeñas “esculturas”, obras de arte que pueden ser vistas desde diferentes
ángulos, perspectivas, maneras de ver de sentir o de pensar. Tantas como cada
lector que asume la tarea. Diría, sin temor a exagerar, que cada poema es único
para el que lo lee y cada lector debe encontrarse en él o descubrir algo que le
resignifique. De otro modo no hay lector para ese texto. Ahora tenemos mucho
que leer y resulta inevitable separar. José Watanabe, un recordado poeta
peruano, decía que habría escrito mucho más, si acaso no hubiera corregido
tanto. Es una idea que comparto ampliamente.
Los primeros éxitos en
tu carrera literaria no se hicieron esperar. Recibiste reconocimientos tanto
como poeta como narradora, y no solo en Perú sino en Argentina, Chile,
Colombia, México, ¿luchaste por ganarte un espacio desde el comienzo o fue algo
que se fue dando espontáneamente?
Sí, pero diría que el que lucha no es uno, si no del texto
por sí mismo es el que se abre paso. Sin embargo no considero haber alcanzado
metas. Creo sí estar en un camino escritural que disfruto y comparto. Me
estimulan los lectores que me envían notas por diferentes medios, muchos de
ellos jóvenes. O mis profesores cuando estudié Literatura primero como alumna
libre en la Universidad Nacional de San Marcos y luego cuando cursé Maestría en
Literatura Peruana y Latinoamericana. Reservo los nombres, pero guardo con
enorme cariño el recuerdo de un profesor, luego de egresar del Programa, y en
una actividad ajena donde descubre que soy Médica, manifestarme que no había
advertido que yo venía de otra disciplina. Eso refuerza y le da sentido a la
tarea. Debo confesar que escribiría siempre, con o sin reconocimiento. Le llamo
“vicio sagrado”. Es una actividad finalmente grata, placentera, irrenunciable.
Siempre le provocó una intensa curiosidad aprender |
¿A qué aspecto de tu
carácter o personalidad le agradeces hoy para estar tan activa y ser exitosa en
la carrera que has emprendido?
A mi constancia con rasgos de terquedad permanente. Obstinada
total. Trato siempre de colocar mi objetivo en una montaña, la más alta y
escarpada. Lo más difícil posible. Eso saca de mí lo oculto y tal vez lo valioso. Imagino que
puedo tropezar o caer y me la creo. Hay mucha constancia. Cuando era escolar
nadie revisaba las notas, solo era necesario aprobar. Esa tolerancia que podría
haber hecho de mí un haragana, surtió el efecto inverso. Estudiaba para saber,
me provocaba intensa curiosidad aprender y consultaba primero los libros que
disponía en casa. Luego, cuando logré independencia, iba a las bibliotecas. El
libro era mi objeto preferido, no un jeans nuevo, zapatos o cualquier otro
objeto, natural en la edad juvenil. Tendría trece años, cuando iba a leer me
fijaba en el número de páginas y era de mi interés calcular el tiempo en que lo
terminaría. Era muy lúdico. Si el interés que despertaba era mayor hacía fichas
de resumen de la historias, personajes,
en fin. Guardé con celo mucho tiempo. Cuando migré a Perú, tuve que dejar
muchas de mis cosas personales.
Muchos de tus poemas
han sido traducidos al italiano. ¿Te gusta escucharlos en ese idioma? ¿Te has
atrevido a leerlos en voz alta?
También al rumano y al portugués. Es una sonoridad otra que
atrae. Me permite imaginar mundos diferentes, o qué efecto puede causar para
aquélla persona de otra manera no accedería a él. Sin embargo guardo
experiencias vividas muy hermosas. Por ejemplo en Roma, cuando presenté mi
libro en “StudioSotterraneo” había gran cantidad de personas, muchos de ellos
jóvenes o recién egresados de carreras de arte o afines. Acordamos se me
tradujera mis palabras de Introducción, pero una vez llegada la lectura de
poemas, no. Como conozco un poco el idioma solo hice una pequeña entonación y
lo admirable fue el resultado. Muchos y muchas se emocionaron, algunos hasta
las lágrimas. Cuando conversamos luego veía en ellos el interés, hubo una buena
venta de libros. Algunos llevaban dos del mismo. Decían que uno era para ellos, pero el otro
para la persona que sí conocía el idioma de origen. Comprendí de manera
vivencial, casi con la piel erizada por la emoción intensa, de cómo podemos
escuchar música en diferentes lenguas de los cuales no sabemos nada, como el
árabe por ejemplo y disfrutarlo enormemente.
Una de sus exitosas obras |
Otro de tus logros es
que desde el 2006 tus poemas pertenecen al Programa de Estudios de Literatura
de Mujeres de Lectura Obligatoria en la Universidad de Guadalajara (México).
Sin duda, todo un honor, ¿cómo lo asumes?
Con sencillez y gratitud. Olga Martha Peña Doria, docente e
investigadora encargada de la Cátedra los incluyó. Encontró mi e-mail y me
escribió una carta muy sensible donde me comentaba el por qué los había
incluido. También que al finalizar el curso los alumnos le preguntaron dónde
podrían adquirir el libro y respondió algo así “Ni modo, al menos que viajen a
Perú, de allí lo traje”. Me escribió también para confesarme que había prestado
el libro para fotocopia. Me pareció su gesto muy lúdico. Acá en Perú, es
frecuente usar fotocopias de libros que los profesores traen de otros países.
Es algo muy delicado, pero de otro modo no se accede a la obra y vivir esa
realidad que nos permite ampliar fronteras.
En poesía no sé por qué
siempre nos remitimos a los ya destacados y reconocidos, por ejemplo, en
Latinoamérica, ¿no hay otras generaciones o sangre nueva que puedan tomar la
posta a Martí, Neruda, Vallejo, Rubén Darío, entre otros? Y, ¿qué pasa con las poetas? ¿Cuándo veremos
otras Gabriela Mistral, Blanca Varela,
Gioconda Belli o Alfonsina Storni?
Es una excelente pregunta que requiere de algunas
reflexiones. No solo en poesía, en otros géneros y disciplinas sucede lo
mismo. Más aún dentro de un mismo país
los escritores del interior, de provincias o departamento (cada país tiene su
nombre) ocurre lo propio. Es impresionante cómo escriben, en un contenido
diferente, por supuesto, pero igualmente valioso. Muchos de ellos quedan en el
olvido. A veces su misma obra los rescata. Daré tres ejemplos Carlos Oquendo de
Amat, Gamaliel Churata y más recientemente Magda Portal (motivo de mi tesis en
la Maestría). Especialmente de escritoras mujeres. Lo evidencié cuando fui
invitada a Colombia al evento “Poesía de la Mujer. XXX Encuentro de Poetas
Colombianas Museo Rayo, Roldanillo, Julio 14 al 20 de julio. 2014”, liderado
por Águeda Pizarro desde su inicio, junto a otra enorme poeta colombiana
Guiomar Cuesta Escobar. Advirtieron que las poetas mujeres no eran consideradas
en las Antologías, solo en un número muy pequeño. Decidieron entonces, hace
treinta años, hacer un evento solo para mujeres. Por supuesto que la asistencia
es mixta y la experiencia despierta mucho interés. Pero solo participan
mujeres. Acuden de todas la Universidades, Centros de Estudios, escolares, en
sus lenguas originarias. Es emocionante escucharlas, son catedráticas,
profesoras, talleristas como Marga López Diaz. La gama de asistentes es muy
amplia como el de las emociones. Todas las edades, “Todas las sangres” se
encuentran año a año. Comienza siempre el 16 de julio y finaliza el 20 de
julio, Día Nacional de la Independencia. Esta vez inició el 14 de julio porqué
era un aniversario especial. Para ellas la convocatoria está dada, no es necesario
recordar la fecha. Escuché a poetas increíbles.
Disfruta mucho de su intensa actividad literaria |
Has nacido en
Argentina, pero llevas residiendo toda una vida en tierra Inca, ¿qué significó
para ti representar a la poeta peruana en el marco de la Feria del Libro de
Bogotá 2014, donde el país invitado fue justamente el Perú?
Creo que los migrantes llevamos “el corazón partío”, nunca
mejor puesto este apelativo tomado de una canción popular. Es una emoción
extraña y me tocó vivirlo en Argentina mismo y últimamente en Chile, si me permite la digresión, Jornada
Trinacional de Microficción Borrando Fronteras Ergo Sun 2014”/
Argentina-Chile-Perú. Es inevitable que en algún momento alguien se acerque
para preguntarte algo así, en especial los jóvenes cuando lo descubren en tus
libros en la hoja de vida. Resulta inevitable también que en tus lecturas o
intervenciones lo menciones. Aquí, en América, hay una gran hermandad entre los
países, unido a que en la gran mayoría se habla el mismo idioma y compartimos
decires, costumbres, o nombres como Córdoba, Trujillo, Miraflores por ejemplo,
que son comunes. Eso atenúa un poco, por supuesto, pero uno suele recordar de
igual modo anécdotas y vivencias de uno u otro país. No se puede elegir entre el amor y gratitud
del país de origen, del amor y gratitud del país que nos alberga, al que nos
adaptamos y nos entregó también su nacionalidad. Canto con igual respeto ambos
himnos nacionales. En ambos tengo amigos y colegas entrañables. En resumen
significó el orgullo, con mi parte peruana, de representar un país tan vasto en
culturas, lenguas, procedencias de razas, el de “Todas la sangres” del
recordado escritor y antropólogo peruano que fue José María Arguedas.
Hoy por hoy estás
abocada en escribir microficción y has publicado dos libros al respecto, El hombre roto y Pesadilla de amor, ¿qué te atrae de este género y a qué atribuyes
el éxito que has obtenido con tus obras entre los más jóvenes?
El desafío, me atrae el desafío permanente y la disputa, una
especie de pelea muy particular que se establece con el lenguaje. Es una lucha
permanente, lúdica, pero muy respetuosa también. A cada palabra se le debe
extraer, por decirlo así, sus múltiples acepciones que en lengua castellana es
muy rica y variada. Hay que contar una historia y todo cuenta. Desde el título,
que es muy importante, fundamental, porque la historia ya comenzó. Hay ejemplos
en los que se hace especialmente notoria. Daré uno con una microficción que me
pertenece, Pesadilla de amor:
“Despertó alucinado”. Si se usara el texto “Despertó alucinado” podría ser el
inicio de un cuento o una novela, pero en sí no se entiende significado alguno
ligado a una historia. Es así que unido al título, toma sentido.
En plena actividad de promoción y difusión de su obra |
Tengo entendido que en
julio próximo, en el marco de la Feria del Libro de Lima, estarás presentando
tu micronovela El amor encendió la pradera, a la que le dedicaste mucho tiempo
y todo tu cariño, ¿me puedes adelantar algo de su contenido?
Sí, en él Caperucita Roja se transforma y deja de ser la niña
inocente que le agrada desafiar al lobo y finalmente termina devorada por él
para finalmente ser salvada por el leñador. Es una propuesta diferente. Una
vuelta de tuerca original, donde Caperucita toma la rienda de su vida, desde su
origen. Surgió de una manera que suelen surgir los trabajos. Tenía una cantidad
de microrelatos referidos al mismo personaje. Pensé incluirlo en mi último
libro como un capítulo más. Luego lo pensé mejor y se me ocurrió la idea de
separarlo y preparar una micronovela.
En tu rol de Neuróloga
Clínica y Psicoterapeuta, ¿qué has aprendido del ser humano en el plano
científico y qué otros conocimientos mirándolo y explorándolo con ojos de
escritora? ¿Hay mucho de ficción en la mente del hombre?
Esta pregunta necesitaría una entrevista aparte, o más, ser
motivo de un debate, de uno o muchos congresos. Diría, una pregunta universal.
Diría también que aparece en mis textos y de tantos otros autores universales
como Los Miserables de Víctor Hugo.
No por la extensión, si no por lo
insondable que es el alma. Freud dijo: “Si quieres saber más del alma humana,
pregúntaselo a los poetas”. Pero es
posible invertir la pregunta y sería igual de exhaustiva la respuesta. Aquí sí
me declaro incompetente para responder en un ámbito tan reducido.
En 1987 fundas el
Servicio de Neuropediatría del Hospital Edgardo Rebagliati Martins (Perú), en
plano infantil, ¿dónde detectas mayores anomalías o trastornos en el cerebro o
en la mente de los niños?
Con la autora de la nota en Miraflores (Lima, Perú) |
Debo hacer un Testimonio de parte. Espero que con esto
responder a su pregunta. Cursaba mis
estudios en Psicoanálisis cuando se me asignó el cargo. Fue un regalo, lo sentí
así. Sucedió hace casi tres décadas. Entonces en el Perú no había la
especialidad clínica de Neuropediatría. El Doctor Pedro Ortiz Cabanillas, Jefe
del Servicio de Neurología del Hospital Central Nº 1 del Perú, me llama y me
dice que se me solicitaba mis servicios para ese cargo, porque habían observado
que atendía a los hijos de otros colegas, enfermeras, auxiliares, en fin, y con
acierto. Me sorprendieron estas
referencias. En un hospital, no puedes negarte atender a un familiar, más si es
un niño. En general formamos una gran familia. No ejercía la profesión en consultorio
particular, creo que son incompatibles si realmente te dedicas como
corresponde. Además se trata de un hospital emblemático, el más grande del
país. Pero nunca pensé que trascendiera tanto. A partir de entonces unimos
esfuerzos con el Dr. Samuel Pecho del Departamento de Psiquiatría, asignado
como en mi caso a “Psiquiatría Infantil”. Establecimos una especie de “Escuela
para padres” con los progenitores de ambas unidades, los sábados en la tarde y
fuera de nuestro horario asistencial, con los permisos del caso. El motivo fue
que habíamos observado en ambas disciplinas la enorme conmoción que generaba en
la familia tener un niño con alguna de estas entidades clínicas. Muchos de
estos niños, si no todos, requerirían ayuda psicoterapéutica.
¿Somos una especie que
adolece de demasiados conflictos o problemas psiquiátricos y psicológicos de
compleja o imposible rehabilitación o curación? ¿Qué nos falta en nuestra vida
para ser saludables a nivel psíquico y espiritual?
Aquí también hay varias preguntas en diversos niveles.
Difíciles de responder en una entrevista como esta. Lo haré en la brevedad,
respondiendo solo la segunda parte. Nos falta amor. Mucho amor para poder
convivir en paz.
¿La vida es a veces un
poema o una microficción? ¿En qué registro estás escribiendo la tuya?
En ambos.
Si desean saber más de la aurora o sus obras pueden pinchar los siguientes enlaces: https://www.facebook.com/anamaria.intili?fref=ts https://elgatodescalzo.wordpress.com/2013/03/05/el-hombre-roto-de-ana-maria-intili-edita-el-gato-descalzo-2012-libro-de-microficcion/ http://www.librosperuanos.com/autores/autor/3369/Intili-Ana-Maria |