Es rebelde, y los personajes malditos ejercen sobre él una extraña fascinación que linda con la sensualidad. Le seducen los actos políticamente incorrectos, y es el poeta que mejor interpreta la calle pero no lo sabe. Se deja la piel y la sangre en sus historias, y como nadie comprende la complejidad de la naturaleza humana. Esto
y aún más, es el escritor Carlos Meneses Nebot que hoy por hoy presenta su libro de relatos “El día que murió Amy Winehouse”, personaje que ha calado profundamente en sus fibras sensibles por diversos motivos.
Les invito a conocerlo.
Vale la pena hacerlo.
Usted se mueve con suma comodidad entre el relato y la novela, y los intercala con una soltura que sorprende, y hoy nuevamente le tocó el turno a los relatos, dejando descansar por instante a su otra pasión, ¿es así o puede escribir en simultáneo y es cuestión de prioridades a la hora de publicar?
Me es indiferente escribir novela o relato. Tal vez debería señalar que mis novelas no son largas, me muevo mejor en la novela corta. Tal vez, porque yo mismo soy muy nervioso,
procuro atajar al máximo, esforzándome en que el resultado sea “pura fibra muscular libre de grasa”. Últimamente
mis relatos no son cortos, lo cual puede sonar contradictorio, si no más bien largos. Con lo que algunos acaban con apariencia de novela corta o nouvelles.
Su libros siempre tienen buena crítica |
Ha logrado sorprender a la crítica y cosechar numerosos lectores por sus contenidos audaces y peculiar forma de materializar en el
papel sus historias, por ejemplo el crítico Antoni Serra que lo ha seguido
desde sus inicios lo califica como “un narrador sin complejos de modernidad,
atrevido, valiente, libre por el
lenguaje y la forma expresiva”. En medio de estos conceptos, ¿cómo se ve realmente a sí mismo como escritor?
Ahora mismo me veo mucho más aposentado que antes. Calibrando mejor
lo que deseo transmitir. Ordenando mejor mis historias y realizando una
corrección mayor del resultado final.
Antaño, me da la impresión, era mucho más espontáneo y, quizás, fresco,
pero, sospecho, que también a medida que maduras tu estilo se va definiendo con mayor nitidez.
Es usted también periodista, ¿fue su carrera la que lo condujo a la literatura o se dio al revés?
¿Se registra una lucha interna entre ambos por ganar el protagonismo a
la hora de expresarse?
Lo que me interesa realmente es escribir mis relatos y mis novelas. Mis historias en general. El campo de la columna periodística lo he cultivado un poco forzoso. Sé que tal
vez ahí gane en sentido del humor, ironía tal vez, pero lo que me llena es, por ejemplo, rematar un relato.
Uno de sus grandes logros literarios |
¿Qué le ha aportado el periodismo a la hora de buscar temas
para sus historias y al momento crucial de la escritura?
La actualidad siempre te
aporta, el saber qué acaece ahí afuera es crucial para mí. En el caso de la novela policiaca, siempre he
dicho que es un fiel reflejo de la turbiedad que nos asola, aparte de lo que
pueda haber de invención por parte del autor.
Uno no debería escribir si no es con las tripas, y en las tripas de uno
se refleja la realidad cotidiana.
Ha manifestado que se inició en la literatura como una forma
de explicar su entorno, pero también ha confesado con decepción que no lo ha
conseguido, sin embargo, estos acontecimientos le han servido como fuente de
inspiración para sus historias, ¿el acto de escribir le produce
sufrimiento? ¿Cómo maneja su
sensibilidad?
El acto de escribir no me produce el gozo que suponen algunos. Es
una necesidad de primer orden en mi caso.
No sé estar sin sacar afuera esos fantasmas que asolan mi cráneo y preciso de liberarme de ellos. Es una especie de defensa que pasa al ataque. Y ayuda a exorcizar los demonios que lo corroen a uno.
Admite que antes era más espontáneo a la hora de contar sus historias |
La escritura también le sirve como terapia, lo digo por su
libro “No te lamentes mucho, Carlitos” que tiene que ver con su experiencia
personal. A propósito ¿se ha lamentado de haber incursionado en la literatura?
¿Ha encontrado en ella lo que esperaba?
En cierto modo sí, lo he
lamentado. Mi nivel de adicción a
escribir se ha desarrollado de tal manera que no concibo el día a día sin
meterle mano a un teclado. En cierta
manera, sufro la tiranía de la escritura, lo cual puede repercutir en el resto
de tu vida cotidiana. Y no precisamente para bien, aunque en este punto se
podría debatir y mucho. Respecto a la
segunda pregunta, no, no he encontrado aún el “orgasmo” literario… aunque lo
sigo persiguiendo.
La novela negra se ha puesto de moda. Ahora muchos quieren
convertirse en figuras de dicho género. ¿Esto le afecta de algún modo?
¿Considera que han invadido su terreno?
Estoy de acuerdo en que
se ha puesto de moda. Pero no la veo
“negra” si no que pienso que se convertirá en “histórica” porque es la que
mejor refleja el mundo de a pie. En todo
caso, el que invadió el terreno fui yo.
Siempre deseé compartir catálogo con los grandes del género negro:
Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Walter Mosley, por poner ejemplos. Y aún mantengo el deseo inconscientemente.
Sostiene que para escribir novela negra hay que conocer las "reglas de juego" |
En auténtico escritor de novela negra debe cumplir con
ciertos requisitos de carácter o personalidad, ¿hay que ser muy oscuro?
No estoy seguro. Más bien pienso que ha de “conocer las
reglas” del juego. El saber crear un
“suspense” hasta el final no es sencillo.
Se debe leer mucho y rellenar muchos folios que se pueden ir a la
papelera. La empatía también es
crucial. Meterte en el pellejo de un
criminal es fundamental, aunque te resulte detestable.
Su pareja influyó de sobremanera en su forma de expresión,
¿ciertas personas que lo rodean producen ese efecto en usted o se trató de un
caso excepcional?
Hay más personas que me
producen ese efecto. Me nutro de mis
propias experiencias y de las cercanas e, incluso, de las lejanas pero que
conozco. Sin embargo, sí, es cierto que mi
pareja sentimental fue fundamental para que mi narrativa madurara. No sé si para bien o para mal, no sé si en
calidad literario o no. Pero sí que se
produjo un cambio.
¿Cuál es la relación que tiene con sus obras una vez
publicadas? Cuando las revisa se siente conforme o tal vez, concluye convencido
que debió hacer más por tal o cual personaje o precisar o ampliar tal cual
situación.
Creo que a todos los que
acabamos una historia y la releemos nos sucede que la encontramos inferior a lo
que nos había parecido al ir desarrollándola. Me parece inevitable. Por lo
general, una vez publicada la obra no la suelo a volver a releer, un cierto
pudor a encontrar relativos fallos o que realmente me quedé corto, me
invade. Me dedico más bien a “matar”
manuscritos. Una vez escritos y publicados,
“asesinados”, me olvido de ellos.
Durante su trabajo creativo acostumbra a pedir la opinión a
sus amigos o
colegas sobre un determinado personaje o hecho que está
desarrollando, o ¿todo lo resuelve solo?
Otra de sus obras |
Sólo le pido la opinión a
uno. Su nombre es Alfonso Dicenta
Quiroga y me ha acompañado en mi introducción en el campo literario desde mi
primera obra, “Vuélate la tapa de los sesos”.
Él las lee y me aconseja. Tal vez
le haga caso o tal vez no, pero siempre le escucho.
¿Es sumamente crítico consigo? ¿Es de aquellos que desechan
continuamente lo avanzado por no estar satisfecho? ¿Su humor cambia del todo
cuando está escribiendo? ¿Se aleja del mundo cuando las musas lo visitan?
Sí a las tres
preguntas. Me irrita no poder
“desatascarme” cuando estoy escribiendo, hallar un obstáculo y no hallar manera
de salvarlo. Sí, en ocasiones, lo dejo,
tal vez porque no vea salida o, tal vez, porque otra historia se ha colado en
mi mollera. Es verdad, que cuando una
historia me “colapsa” me alejo, me distancio.
O, si estoy rodeado de gente, estoy ausente, en la inopia. No creo que sea positivo socialmente pero me
resulta inevitable.
“El día que murió Amy Winehouse” es el título de su nuevo libro de relatos, y
ha declarado que con esta publicación no solo quiere rendirle un homenaje a la
desaparecida cantante, sino al mismo tiempo, reivindicar su imagen, ¿qué lo
llevó a fijarse en un personaje como ella, sobre todo, cuando todos hacían leña
del árbol caído? ¿Tal vez algo de
empatía?
Pues dos puntos. El primero la fascinación que tenía por ella
mi pareja sentimental, que falleció al igual que Amy. Y el segundo la inevitable atracción que he
sentido siempre por aquellos personajes que teniéndolo todo al alcance de su mano
lo tiran por la borda.
Posando con su nuevo hijo literario Imagen by Últimahora.es |
¿Le llaman la atención los personajes atormentados,
malditos? ¿Por qué en algunas personas
ejercen una especie de fascinación? ¿Se
puede hallar belleza en la tragedia, en el dolor?
Sí, me llaman a gritos. Hay
una cierta sensualidad en la autodestrucción.
Incluso un grito de libertad políticamente incorrecto que me
seduce. Un aire de rebeldía, a sabiendas
de lo que provoca en su interior, que me parece de una hermosura etérea y
superior.
¿También ha querido rendirle algún tipo tributo a Bukowski,
Kerouac, Burroughs y Fante haciéndolos parte de ese todo que es su libro de
relatos? ¿Qué papel cumplen en su
literatura cada uno de estos escritores?
O tal vez sería mejor preguntar si existe algún tipo de identificación
con ellos a nivel de las emociones y sentimientos, es decir, en el aspecto
meramente humano.
Siempre cuento que cuando
tenía 16 años me fracturé el tobillo justo antes de partir de viaje de
estudios. En casa me aburría muchísimo
tratando de caminar con muletas. Revisando los muchos libros de la extensa librería
de mi padre, hallé “La senda del perdedor” de Charles Bukowski. Me la zampé en una noche, sorprendido de que
un tipo que me sacaba 40 años de edad, “hablara” como yo. Esa especie de empatía la hallé en Kerouac o
Burroughs. Y, más adelante, en John Fante.
Forman parte de mi escritura porque, al igual, que el género negro me
atrajeron profundamente. Y son las
inevitables las referencias.
¿Cuál es la meta que se ha fijado con este nuevo trabajo?
Mi meta, cuando se ha
publicado un libro, es que los posibles lectores pasen un rato
entretenidos. Pienso que lo único
prohibido al escribir es aburrir.
¿Cree en el éxito? ¿Se ve como uno de sus elegidos?
Creo en el éxito de
ventas pero no en el mío. Es evidente
que existe, basta repasar las listas, pero no creo que lo que yo haga forme
parte de ello. Para eso se deberían
conjugar muchos factores como estar “en el momento de la actualidad oportuno” o
contar con el respaldo de un mecenas que te lance. Cosas que veo complicadísimas.
Si desean conocer más del autor o de su obra pueden pinchar: Carlos Meneses Nebot | Facebookhttps://twitter.com/carlosmenesesne |
Hay paralelismos entre su vida y su ficción.
ResponderEliminarY sí, hace falta un mecenas para lanzar una carrera literaria.
Un abrazo!
Un poco que se me sumo al coment de Ricardo Guadalupe......que tanto de su ser pone Carlos en la construccion del personaje en sus obras literarias?....y mi pregunta que viene a continuacion es un poco parafraseando a Elga....que tan maldito se siente carlos en la readccion de su novela a la hora de construir su personaje,saludos,Carlo Bedoya
ResponderEliminarMe gustaría leer su libro y saber más de Meneses puesto que me he sentido identificado como autor (y lector, o viceversa) de relatos y por esas confesiones sobra la necesidad de escribir, los fantasmas y los demonios por exorcizar. Bravo. Enhorabuena, Elga. Mucha tinta y fuerza a Carlos Meneses.
ResponderEliminarMe encanta su forma canallesca que tiene al afrontar de frente todas las realidades de la vida. Sea politica personaje de a pie o lo que se le ponga por delante, aunque a veces hecha mano de tanto personaje que logra confundirme. Debería poder vivir de la literatura.Ánimo sigue así y que les den a los catetos sabiondos.
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