Lleva poco tiempo en la literatura y triunfa con sus novelas
históricas. Es que el escritor catalán Martí Gironell tiene claro lo que le gusta
a la gente, y cómo dárselo, prueba de ello, es que vende como nadie desde que
incursionó en la literatura.
Es también periodista, escribe en catalán, sueña con vivir de su obra, y hoy se
halla promocionando su novela El primer
héroe, una historia donde reivindica al hombre primitivo.
Es un experimentando y exitoso escritor de novela histórica pese a que
lleva relativamente poco tiempo en el mundo literario, ¿cuándo surge en usted el deseo de escribir,
y cómo lo lleva a cabo?
Supongo que es porque nací en un
pueblo muy pequeño de nombre Besalú, ubicada en la Garrotxa , cerca de
Girona, que rezuma historia por los
cuatro costados, por lo que, de una u otra manera, tenía muchas ganas de contar cómo éramos hace
muchos años, dar cuenta de la gente que
nos ha precedido, nuestros antecesores. Pero comencé a escribir por otra
pulsación, cuando me hallaba en una colaborando en la ONG Setem (Servicio al
Tercer Mundo). Estuve luego, un verano en Bombay con otra organización que
trabaja con niños cuyas madres son prostitutas en uno de los lenocinios más
grandes de Asia, situado en Kamatiphura.
Fue allí donde empecé a tomar notas en unos diarios personales, y cuando
regresé a Barcelona le conté a un amigo editor sobre estas experiencias, y mis
ganas de convertirlo en un libro. Lo hice. Me gustó la idea. Y a partir de eso,
me decanté completamente por la ficción. Me di cuenta que mis palabras llegaban
al lector, que había una conexión con él, y me atreví a dar el salto al género
histórico, que motivaba desde hacía tiempo. A continuación empecé a encontrar
argumentos, partiendo de personajes de segunda fila, injustamente olvidados,
pero que tuvieron importancia y merecían ser reivindicados, y, al mismo tiempo,
también rescatar los tiempos en que vivieron, darlos a conocer, y amplificar su
significado. Asimismo he cogido
episodios un tanto relegados pero que hablan mucho de nosotros y cómo hemos
llegado hasta aquí. Así ha seguido mi trayectoria literaria que
se inició en 2007 con El puente de los
judíos, al que siguieron, La venganza
del bandolero, El arqueólogo, El último abad hasta día de hoy con El primer héroe.
Su primera obra |
¿El periodismo fue una buena preparación para luego hacer el paso más
sencillo hacia la literatura? ¿Qué herramientas le dio y de qué manera las aprovechó?
Sí, totalmente. El hecho que
desde los 14 años haya empezado a trabajar en el mundo de las comunicaciones, me
ayudó mucho en mi labor literaria. Creo que sin esa preparación no hubiese sido
posible construir mis novelas y avanzar con la escritura. Las herramientas que
da el periodismo sirven para ordenar las ideas, pulir el vocabulario, crear
estructuras, incluso mentales, esquematizar, etc., para luego dar rienda suelta
a la creatividad que no es posible canalizar a través de los medios.
¿Los periodistas son generalmente buenos escritores?
Los que conozco y he leído, sí. Hay
muchos y son variopintos. Desde Josep Pla a Noah Gordon, pasando por las nuevas
generaciones que han compartido conmigo, por ejemplo, en programas de radio que
también se han lanzado a la aventura de escribir.
Haber hecho o hacer periodismo allana mucho el camino, ¿no?
Creo que sí, sobre todo en el
caso de quienes hacemos novela histórica porque es como hacer periodismo de
investigación. Tenemos que ir a las fuentes, documentarnos, cerciorarnos que lo
que nos han dicho es cierto, y nadie nos está intentando vender una moto. Por
lo tanto, tienes que recurrir al historiador o al arqueólogo de turno, y hacer
un intercambio de pareceres para ver si esto es así realmente, o pretenden
colarte algo que no es. Y esto ya lo has aprendido haciendo el oficio.
¿Por qué se decanta por la novela histórica? ¿Dónde radica su encanto? ¿Por
qué este género y no otro?
Porque nací, crecí e hice de guía
turístico en un pueblo que tiene mucha historia, rodeado de cultura románica y
hebrea. Por decirte algo, en Besalú se hallan los únicos baños judíos de
purificación (Miqwé) en España y son los terceros mejor conservados en Europa.
Sobre todo porque me gusta saber qué
pasa cuando no estoy, y creo a la gente le ocurre mismo: le gusta saber qué pasa
cuando no está ahí. Si esto lo aplicas a cualquier época, funciona. Si tú tienes la
capacidad de encontrar un buen tema, un personaje creíble, y hacerlo cercano al
lector, ya has ganado como narrador, y si además, logras involucrarlo en la
historia, habrás conseguido que sea parte y partícipe de la trama. En el caso
de mi última novela El primer héroe,
el lector podría pensar “y ¿qué tengo
que ver con alguien que vivió hace 5 mil años? Es aquí, cuando mediante la
lectura tiene la oportunidad de descubrir que estamos más emparentados con esta
gente de lo que podríamos llegar a imaginar.
Aspira a vivir de su trabajo literario |
¿Cuál es el lugar que ocupan el periodismo y la literatura en tu vida?
¿Cómo divide su tiempo entre ellos?
Por la mañana me dedico al
periodismo. Trabajo en televisión. Madrugo bastante. Por la tarde, compagino
las presentaciones, cuando estoy de promoción, con las visitas a los clubes de lectura, que son muy
interesantes, y que constituyen la segunda parte de la campaña de difusión de
un libro. En estos encuentros aprendes mucho porque compartes con quienes te
han leído, y puedes recibir sus críticas de manera directa. Así reparto mi
tiempo, entre mi oficio y profesión, y mi vocación e ilusión. Aspiro a vivir de las
letras, de los libros y de su promoción. Creo en ella. Tiene que hacerse,
porque considero el libro como un medio de comunicación más. La comunicación
para mí es básica. Es contar algo con emoción, que despierte algo en ti, y eso
es lo que hace un libro. Por eso intento ir a todas las presentaciones, pues
pienso “quién mejor que yo para contar mi historia y hacerlos vibrar”.
¿Escribe sus novelas originalmente en catalán?
Sí, escribo en catalán. No me
atrevo a escribirlas en castellano porque tengo un respeto inmenso por las
lenguas. Soy licenciado en filología inglesa. Me apasionan los idiomas. Me
gustaría hablar muchos más de los que domino. Estuve estudiando árabe, pero
tuve que dejarlo por razones de trabajo, sin embargo, creo que lo retomaré en
algún momento. Mi mujer está en el quinto año de chino. Como ves, nos gustan
las lenguas. Repito, no me arriesgo a
escribir en castellano. Prefiero confiar en un traductor, que es un profesional
en lo suyo, e indudablemente lo va a hacer mejor que yo.
¿Da a leer su manuscrito durante el proceso creativo? ¿Acepta de buena
gana hacer cambios cuando se los sugieren?
Lo suelo hacer. Tengo un amigo
librero a quien le alcanzo el manuscrito cuando ya tiene algo de cuerpo, cierta
entidad, cuando se sabe por dónde van los tiros. Lo lee mi mujer, lo hace desde
antes de casarnos. También escojo a alguien que no esté contaminado con lo
estoy haciendo. Dicha persona sabe que estoy escribiendo, pero no está al tanto
de qué. Le doy 120 páginas y le digo “léelo, a ver qué te parece”. Luego reúno
los comentarios, hago mis valoraciones y me quedo con las que considero convenientes. Como
en todo, escucho más a unos que a otros.
Otra de sus famosas obras |
¿Están en la historia todas las respuestas a nuestros problemas
sociales o solo nos sirve para mostrarnos que hemos cambiado poco o nada y
seguimos siendo esos seres conflictivos con nosotros mismos y con los demás?
Si me ciño a la documentación que
he estado revisando para escribir este libro, tengo que decirte que hemos
avanzado muy poco. Ya me lo había advertido hace seis años Eudald Carbonell,
uno de mis grandes asesores, cuando me estaba planteando el libro. En esa
oportunidad me dijo: “Ten en cuenta Martí
que al final del libro vas a confirmar dos realidades, en primer
lugar, que no hemos cambiado tanto como
parece, y, en segundo término, que la única diferencia entre ellos y nosotros
es la tecnología”. Es básico y verdad.
Porque tenemos los mismos sueños, ilusiones, conflictos, problemas, etc. Lo que
pasa es que antes lo solucionaban de una forma, y nosotros, ahora de otra. Pero
en la raíz es exactamente igual, lo que cambia es el modo de afrontarlo. Eso es
todo.
¿Cuánto de verdad hay en la historia? O, tal vez ¿deberíamos preguntar
cuál es el promedio de duración de la verdad en la historia? Fantasiamos mucho
con ella, ¿no?
Depende de quién te lo cuente. Lo
puede hacer con un ejercicio verbal para que tu imaginación vuele, o, a modo
cronista que te cuenta sin más y sin menos, lo que ha pasado. Yo quiero pensar
que todo lo que nos ha llegado a través de los libros de historia—los
contrastados— es lo que ha ocurrido en realidad. Aunque tenemos la tendencia a
fabular, a imaginar, son precisamente los libros de historia los que nos ponen
los pies sobre la tierra. El resto déjalo a los novelistas. Como decimos en
catalán: “No hi ha més cera que la que crema” (“No hay más cera que la que arde”).
Si quieres adornar, vestir o dar el enfoque tal, allá tú, pero dile a lector
que estás reinterpretando un episodio que las fuentes históricas dicen que fue
de otro modo. Yo no tengo por qué dudarlo, porque si comenzamos a dudar de todo...Ya
sé que puede ser bueno, pero hasta cierto punto. Como inventar también lo es.
Es un escritor que disfruta del contacto con sus lectores |
Sobre su novela El último héroe, que según entiendo ya es un best seller, el viaje que realiza su protagonista Ynatsé
en busca de un remedio contra la enfermedad que está matando a la gente de su
pueblo, podría ser entendido también como una expedición hacia su interior, una
experiencia espiritual, ¿son las circunstancias externas las que nos conducen a
vernos de otra manera distinta y replantear lo que somos en un determinado
momento?
Puede ser interpretado como viaje
interior, es cierto, pero también podría
serlo hacia el exterior, en tanto que cualquier travesía te permite ensanchar
horizontes, ampliar tu mente, tus conocimientos, airear tus ideas, introducir
conceptos nuevos. Yo creo en ese enriquecimiento que da el contacto con el
entorno. Pero el pausado, que te permite observarlo, no el de pasada. Como
vivimos actualmente, en que estamos de paso de todo, donde no nos detenemos lo
suficiente para aprehender de la gente y el paisaje. Somos fruto del ambiente
donde nos hemos vivido o en el que nos movemos.
¿Poseemos el gen del heroísmo o asumimos ese papel sobre la marcha? Y algo más, ¿podemos decirle no a ese destino?
No lo sé. En la novela planteo
que Ynatsé es un hombre que está predestinado aunque no lo sepa, pero tampoco él cree que sea la persona
idónea para afrontar ese encargo. No sé
si alguien ha pensado nuestra vida por nosotros, nos la pone justo enfrente y
nos dice: “Venga, a caminar por esta senda que es la que los dioses han
imaginado por ti”. Yo creo, más bien, en lo que pasa hacia el final de la
novela, donde van viendo que son ellos quienes recogen los frutos de acuerdo a
cómo han sembrado. Conforme va avanzando la novela, notarás que irán creyendo
más en sí mismos, en sus fuerzas, en su poder, y arrinconando viejos conceptos
sobre la divinidad, y el destino. Ocurrió en verdad. Esto está demostrado y documentado.
Escribe en su lengua materna: el catalán |
Se dice que reivindica la modernidad del Neolítico, pues ha descubierto
que la gente no era tan rudimentaria en sus ideas con respecto a sí mismo, los
otros, la divinidad, entre otros aspectos. Al parecer se cuestionaba y mucho.
Abonó esta teoría el hallazgo de
una estatua en forma humana en Turquía.Los hombres y mujeres de aquella época
aunque creían en sus deidades y seguían rindiéndoles pleitesía, paralelamente
fueron siendo conscientes de su poder hasta colocar en el centro del universo
al hombre. Eso está muy bien como
referencia mental, pues nos dice sobre cómo fuimos creyendo en nuestras
posibilidades. Ellos dieron el primer paso. Fueron los primeros en creer en sí
mismos. Seguimos haciéndolo pese a que dependemos cada vez más de la tecnología.
Recibió asesoramiento del arqueólogo Eudald Carbonell para la elaboración de su libro, ¿en qué
aspectos le permitió dejar volar su imaginación y en que otros no?
En muchas cosas. He tenido muchas
charlas con él y otros asesores. Iba planteándoles las cosas que iba
descubriendo, y formulando preguntas tales como “¿puedo ir por aquí?”. Hay
cosas que evidentemente ni ellos saben, pero sí hubo aspectos con cierta
verosimilitud, que aunque no lo podían contrastar, dejaban margen para trabajar
con la imaginación. En las notas históricas sale el periodista y ofrezco las
fuentes que he consultado. Digo lo que es cierto o no. Pero siempre he
intentado tener una base científica que
aguante el edificio literario. Creo mucho en la documentación para darle
veracidad a mi trabajo. Es importante para que la gente dé crédito a lo que les
he contado.
¿A nivel humano qué es lo que rescatas del Neolítico y más valoras de tu
novela?
La igualdad entre hombres y
mujeres.Sumamos fuerzas contando con ambos, y vamos a mejor. Aprendemos mucho
más de las mujeres que de los hombres. Por otro lado, atender si hay una llamada interior. Debemos
dejar salir al héroe por el bien de todos. En otro aspecto, darle valor a la sabiduría de
los ancianos, extraer de su experiencia lo importante. Sin pretender ser
ecologistas, aprender a descifrar el lenguaje de la naturaleza. No tienes
idea la cantidad de información que ellos sabían interpretar y
aprovechar en su día a día. También
destaco el respeto por las personas con
discapacidad. Los insertaban en su sociedad, no los apartaban, sabían
convivir con ellos.
Debemos reivindicar el adjetivo
primitivo, no como para calificar un hombre o mujer de pocas luces, sino como
el primero, el que dio origen a la sociedad, el que puso los cimientos de lo
que somos.
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