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martes, 9 de febrero de 2016

Raúl Aguilar Gargurevich: "Mi escritura es fundamentalmente emocional"

Con sus dos primeros libros abordó el tema social en su máxima efervescencia y con el tercero quiso explorar el laberinto de la mente y el impacto de las emociones. Fue hacia dentro y escarbó hasta lo más profundo de la soledad y la angustia que un ser humano puede padecer. De esa experiencia mitad realidad y ficción salió Trance agónico, el más reciente libro del escritor Raúl Aguilar Gargurevich redactado en prosa lírica.
Eres un alma inquieta y creativa que no se conformó con el periodismo y se entregó casi por completo a la escritura, aunque entiendo que escribes de toda la vida, ¿cuándo o en qué momento  descubres tu talento para la literatura?
La verdad es que todavía no estoy muy seguro de si tengo talento literario y te aseguro que no es la típica frase de modestia. De lo que sí estoy seguro es de mi amor y terca pasión por escribir. Soy escritor desde siempre, quizá desde antes y durante la etapa escolar en la que, al estilo de Alfredo Bryce, en lugar de prestar atención a la clase, fantaseaba, imaginando cosas de todo tipo. Por eso me identifico tanto con Felipe, el personaje de Quino en Mafalda. Comienzo a tomar la escritura más seriamente en la etapa universitaria y me doy cuenta que escribir ficción me resulta placentero.    
Su primera obra 
Me cuentan que siempre andabas con un libro bajo el brazo mientras cursabas estudios en la Universidad Garcilaso de la Vega, y que fue durante esa época publicaste Peso muerto, tu primer libro de ficción, ¿qué ideas y sentimientos plasmaste en esa obra? ¿Fuiste muy minucioso en su preparación?
No soy consciente de si andaba con un libro bajo el brazo pero sí leía bastante, aunque era y es una tarea asociada a la intimidad, nunca me gustó ufanarme de ser intelectual o escritor. Más bien, por mi aspecto, podría pensarse que era un rockero, que dicho sea de paso sí era. Respecto a la segunda parte de tu pregunta, efectivamente, en esa época descubrí la literatura y animado por un excelente profesor y consejero como César Toro Montalvo, pensé en escribir un libro y poco a poco, con una pasión desbordante, junté diez relatos y los publiqué de forma independiente. Tomé el tema de lo social, por influencias musicales y literarias como Rubén Blades y Miki González, en el primer caso, y Juan Rulfo, José María Arguedas, en el segundo. Aunque parezca extraño también hubo influencia de Alfredo Bryce, ya que es un libro de lenguaje también. Hay mucha jerga y habla coloquial. Eran los momentos del primer gobierno de Alan García, del terrorismo, de las muertes absurdas, de la violencia, de Uchuraccay. Fueron relatos ambientados en Lima y en el interior del país. Me interesaba también como se desarrollaban algunos migrantes en Lima. No sé si fui todo lo minucioso que debía, quizá me dejé llevar por el típico ímpetu juvenil, pero fue un buen impulso para continuar escribiendo.      
¿Cómo encaras tu proceso creativo? ¿Tienes una rutina?
Soy como cualquier escritor que es avasallado por un tema y decide encararlo por un motivo inexplicable. Nunca he sido un vehemente para escribir en el sentido que se convierte en mi única y principal actividad diaria pero conforme pasan los años voy mejorando.  He encontrado   un sano equilibrio. Siento que tengo un estilo un poco saltarín porque es parte de mi forma de ser. Sé muy bien cuando he cumplido con mi cuota de escritura del libro que estoy trabajando. No me engaño. Mi
escritura es fundamentalmente emocional. Me gusta dividir y disfrutar de mi tiempo. Estar con la familia y amigos, ir al cine o ver películas en casa, ver fútbol, escuchar música, ir a exposiciones, investigar, leer, tomar fotos. Lo que hago lo debo hacer por placer. Tengo momentos de alta producción en los que estoy muy motivado y enfocado y, otros, en los que me pierdo. Es que hay muchos temas que me llaman la atención. Combino mi escritura  entre mi diario memoria Como el viento, los diversos artículos que publico en Facebook, y el libro que voy escribiendo. Quizá por eso me llevo bien con la literatura breve pues ella te permite esos lujos que a lo mejor un novelista no puede.
Está muy seguro de su terca pasión por la literatura
¿Admites que tus aficiones por la música y el cine están presentes en tus escritos?  ¿De qué manera influyen a la hora de ponerte a trabajar? ¿Piensas inspirado en los sonidos e imágenes?
Muy buena e interesante pregunta. Sí, están presentes, a veces de una forma explícita y en otras, implícita. Toda narración literaria posee una parte visual. En ese sentido me gustan mucho las atmósferas, las mismas que he utilizado en Taxi ando y Trance agónico. Pienso que brotan de manera natural, de repente no soy tan descriptivo pero soy de presentar paisajes y ambientes de manera sensible y sugestiva. Me parece importante que la atmósfera participe como un personaje. También me es útil la técnica de argumentación propia del cine en la que se debe contar algo pero en forma de imagen. Respecto a la música, está presente y de forma explícita tanto en Peso Muerto como Taxi ando. Quisiera que tuviera mayor protagonismo en mi obra como lo estuvo en una novela corta El amigo de Margarita, que quedó en el cajón, y tiene mucha música en sus páginas. También en un proyecto que de momento quedó trunco, y que explora la vida de un rockero. Es un filón que voy a desarrollar más, ya que forma parte importante de mi existencia y esencia como ser humano y por ende, debe estar vinculada a mi arte.
La lectura te ha acompañado en cada instante de tu vida, ¿qué género has disfrutado más y cuáles han sido tus autores de cabecera?
Sin duda la lectura forma parte esencial de mi vida como casi la mayoría de escritores. No sé si soy lector de un género exclusivo, pienso que no, aunque me atrae lo fantástico y también lo real. Hay muchos escritores que me agradan pero si debo escoger me quedo con tres: Julio Ramón Ribeyro, Edgar Allan Poe y Julio Cortázar. Tres grandes. Tres maestros. A ellos, de hecho, les debo mucho. Aunque nunca he pretendido imitarlos, no conscientemente, al menos. Pienso que el mejor tributo que se le puede hacer al artista admirado reside en ser original. También admiro a Abraham Valdelomar, Antonio Gálvez Ronceros, Oswaldo Reynoso, Edgardo Rivera Martínez, Fernando Ampuero, César Vallejo y José Watanabe, estos dos últimos, poetas.
Otra de sus obras de contenido social 
Como periodista has sido testigo de historias de todo tipo, ¿apelas a esa experiencia para construir los temas de tus relatos o cada uno de ellos es solo producto de tu imaginación?
Los temas que un escritor escoge casi siempre tienen un punto de partida vinculado a una vivencia. Diría que muchos de mis relatos son una combinación entre la realidad y la ficción, aunque tengo relatos que han sido producto único de la imaginación.
¿El periodista que eres acompaña al escritor irremediablemente al momento de plasmar sus historias o le pides con cortesía que te deje crear con independencia? ¿Hay batalla entre ambos?
Le pido al periodista que me deje crear con independencia. El escritor y el periodista saben bien cuando le toca su momento. Eso es algo que uno aprende con el tiempo y la experiencia. Tener diferentes voces según sea el caso. Un texto periodístico puede tomar muchas formas, igual sucede con la ficción, pero cada uno tiene su espacio y sus modos propios, todo es cuestión de saber y aplicar.
También escribes guiones, y en 1992 redactaste el argumento para un corto animado sobre Garcilaso de la Vega, ¿cómo viviste esta experiencia? Con Garcilaso todos tenemos una deuda, ¿no es así?
En realidad estaba empezando en los guiones pero fue una experiencia enriquecedora, aprendí mucho. 2016 es un año en que se conmemoran los 400 años de su fallecimiento. Y claro que a él se le debe mucho, es un escritor fundamental, el primero que entendió esa dualidad, esa fusión que somos los peruanos y de la cual tenemos que estar orgullosos. La diferencia con nosotros es que Gómez Suárez de Figueroa o Garcilaso de la Vega, como es mejor conocido, lo entendió en 1609 cuando se publica la primera parte de Los Comentarios Reales. Otros todavía no entienden el concepto. Los peruanos estamos obligados a leerlo y a conocerlo para saber quiénes somos y de dónde venimos.
En el año 1996 participaste en Micción imposible, una tragedia audiovisual, ¿te sentiste satisfecho con el resultado?
Sí, la escribí con placer, fue el equivalente a una maestría en guiones a pesar de ser una obra mediana. Con ella me di cuenta del enorme, tenaz y sacrificado trabajo que tienen que desarrollar los escritores para el cine. De paso me sirvió para enseñar con mayor precisión el proceso de elaboración de guiones. Lo lamentable, en todo caso, es que no pude realizarla ni verla en la pantalla, porque lo que vale en este tipo de escritura es el producto culminado. El guion, a diferencia de otros modos escritos, no está hecho para quedarse en el papel sino para ejecutarse. Igual, fue una experiencia notable. Gracias por recordármelo. 
Disfrutando con amigos en el Nevado Pastoruri  (Áncash-Perú)
Luego años después, en 2001, aparece Taxi ando, nuevamente en tono de relato, ¿en algún momento darás el salto a la novela o le serás fiel a la narrativa corta?  ¿Hay una necesidad de dejar un mensaje preciso en tus historias?
Solo para aclarar, Taxi ando fue mi primera incursión en el microrrelato. El libro está plagado de ellos. En algún momento daré el salto a la novela pero a la novela corta o cuento largo. No me llama la atención ni tengo lo que se requiere para escribir una novela propiamente dicha. Como Julio Ramón Ribeyro sugiere en Dichos de Luder, no tengo pasta de maratonista, soy un corredor de distancias cortas. En cuanto a si tengo necesidad de dejar un mensaje preciso en mis historias, no lo sé. Solo siento que debo ser breve; será acaso porque me gusta que los mensajes sean breves. Conmigo funciona eso de "a buen entendedor, pocas palabras". Me ocurre cuando veo una obra cinematográfica, leo un libro y hasta en la música. Me digo, ya entendí, o porque la hacen larga. De repente soy muy ansioso. En una parte de la introducción de Taxi ando en la que trato el tema de la brevedad del relato escribí: autor ansioso y ocioso que escribe para lector de igual condición (risas).  
Tu más reciente libro escrito en prosa lírica es Trance agónico, compuesto de dos partes, uno que trata del aislamiento, y otro, centrado en las pesadillas, la depresión es un mal común en estos tiempos y lo reflejas muy bien en tu obra ¿Nadie está libre de caer en ese estado? Lupus, al que asumo como personaje, ¿habita entre nosotros o es producto de tu imaginación?
Sostiene que el arte ha hecho rica su existencia 
Nadie está libre, efectivamente. Es y será una de las patologías más graves de este siglo. El tema de la salud mental es sumamente importante y debe ser tomado en cuenta y atendido  con la dedicación y esmero que merece. La depresión es una condición delicada que puede terminar, sino no se trata a tiempo, en suicidio; es decir, en la muerte de una persona. No es broma, ni es un leve bajón anímico que algunos asumen como tristeza. La tristeza es pasajera la depresión no, se mantiene. Lupus es una suerte de alter ego. Los textos iniciales del libro se plasmaron por una melancolía natural en mí, luego los retomé al pasar etapas depresivas. Eso con respecto a la primera parte, la segunda es producto de la imaginación, ya que noté que había un personaje torturado que se suicida y al cuestionarme sobre que le espera tras la muerte se me fueron ocurriendo algunas ideas extremas. 
¿En qué estado quedas cuando terminas una obra tan fuerte como Trance agónico? ¿Te cuesta volver a tu realidad?
En realidad no quedé afectado, al contrario, fue como ver que mi vida no era tan oscura. Quedé contento con el resultado pues desarrollé el tema artísticamente. Utilicé algunas vivencias para crear, me valí de ellas, de modo que Trance agónico no debe verse como una autobiografía sino como ficción. Claro, a los que me conocen les resulta imposible abstraerse de esa idea y está bien. Todo es válido para el lector, es él quien imagina lo que desea. Algunos hablan de escribir a modo de catarsis pero no fue mi caso, yo lo hice pues el tema estaba cerca y en ese momento me pareció interesante, fue algo que me apasionó. Aparte quería escribir algo desde dentro, algo que conociera bien. Con los dos primeros libros ya había probado lo social; mi búsqueda era más íntima y sicológica, y logré mi cometido. Pienso que los tres forman parte de una transición hacia mi camino de madurez como escritor.
Con algunos de sus compañeros de la universidad
¿Cuáles son tus proyectos creativos en el corto y largo plazo? ¿Quieres adelantarnos algo?
Este año debo culminar los textos de un volumen que se llama Saca a Conexo de la galera, que es un libro en el que sigo explorando el relato breve. El protagonista es un conejo llamado Conexo, y se narran sus aventuras, vivencias y pensamientos.  
¿Qué queda del muchacho aquel a quien apodaban Chapita? ¿Les revelas a los lectores por qué te llamaban así?
Chapita sigue fiel a su filosofía de ser feliz e intentar hacer feliz a otros. Está más maduro por el paso de los años y las experiencias vividas pero en esencia sigue siendo el mismo: juguetón, alegre, divertido. He tratado de vivir según mi gusto y pienso que no lo hice mal. Como dijo Facundo Cabral, "mi éxito es mi vida, no mi obra". Aunque sigo insistiendo con mi obra. 
Respecto al apelativo, me lo puso Rodney, un amigo de la facultad; vale decir en la etapa universitaria. Usaba una casaca de jean con pines de grupos de rock. Al verme me dijo: "Capitán Chapita", ya que los pines semejaban chapas (tapas metálicas de botellas). Como el apodo era muy largo quedó simplemente, Chapita.  
Con la autora de la nota 
¿A quién le reza o en qué deidad cree un escritor de tu especie?
A estas alturas del partido creo en la vida, en los regalos que ésta nos ofrece. Intento ser feliz sin hacerle daño a nadie. La vida (salvo en algunos casos) no tiene por qué resultar tan dura. Hay que simplificarla, volviéndonos más simples. Exigiendo menos, dando más y siendo agradecido con lo que se tiene. El tema es que los seres humanos somos complejos y exigentes, cada vez queremos más y nunca estamos satisfechos con lo que tenemos, generándose un vacío en nosotros. Dice una canción de Rubén Blades, "de qué te vale tener y tener, si tú no sabes qué hacer ni qué hacer con lo que tienes". Tiene mucha razón.
Intento vivir con humildad y alegría, sin excesos ni derroches, buscando el sabio equilibrio de las cosas, de las cosas maravillosas que la vida te provee. Aprecio la salud, la familia y las amistades; los paseos, la naturaleza, el arte. El arte ha hecho mi vida muy rica. Eso no se consigue con dinero. La libertad es impagable. Pienso que el arte es mi religión, por eso digo siempre que hay que nutrir el alma. Alguien que está fundido con el arte difícilmente ve la vida como una tortura. El arte hace que broten los mejores sentimientos, sensaciones y emociones para con la vida y nuestros semejantes. La gente necesita ser más espiritual y menos materialista. Actualmente prima lo último y ya vemos cómo le va al planeta.  
Por último, aunque no me lo hayas preguntado, quiero agradecerte por darme un espacio para volcar mis ideas y pensamientos. Es muy importante para mí. Es la primera entrevista que me hacen y pienso que además de promover al autor y su obra sirve para que el propio entrevistado haga un análisis de su vida literaria y artística, recorriendo mentalmente el camino que hizo y el que está por hacer. Te felicito por tu entrega y devoción a las letras. Gracias, Elga. Que sigan los éxitos.  



1 comentario:

  1. Los conozco a ambos entrevistado y entrevistadora. Desde muy jóvenes excelentes personas, buenos estudiantes y en especial Raúl Aguilar era tal y como se describe en la Universidad: pícaro, dinámico, alegre, comprometido con la vida.
    He disfrutado la entrevista, la he leído con alegría e interés. Gracias a ambos por hacer arte, del buen arte.

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