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martes, 30 de mayo de 2017

Elena Casero:“Jamás pensé que podría llegar a considerarme escritora”



Empezó su andadura como escritora sin proponérselo. Ponía sobre el papel todo lo que fluía por su mente. Como una terapia, sin otra intención.  Escribió a mano una novela. En varios blocs. Cuando estuvo lista, la tipeó en su vieja  máquina de escribir y de allí,  la pasó al ordenador. Se animó a llamar a las puertas de una editorial. La respuesta no tardó en llegar, se la publicaban. Esta es  la historia de Elena Casero y su debut en la literatura con Tango sin memoria (1996).  Ha sucumbido a la seducción del microrrelato, que hoy cultiva con pasión, dejando atrás la novela. En esta entrevista, la autora nos cuenta sobre eso y más. 
La escritura está ligada a tu vida desde siempre, pero confiesas que recién lo admitiste tras cumplir los 30 años, ¿por qué esa resistencia a aceptar algo tan evidente? ¿Cómo era tu relación con tu vocación de escritora por ese entonces?
En realidad, yo jamás pensé que podría llegar a considerarme escritora. Todavía sido sin creérmelo. Las historias se quedaban en mi cabeza. Generalmente, no llegaban a tomar forma sobre el papel. Lo primero que escribí en serio fue un cuento infantil para mi hija mayor. Después, seguí con ellos sin intención de que los leyera nadie, excepto ellas. De hecho, siguen dentro de una carpeta en el ordenador.
Te costó aceptar tu condición de escritora y sabes el momento exacto en que ocurrió, pero qué me puedes decir sobre tu primer encuentro con la escritura, ¿fue algo que afloró de pronto o un descubrimiento que se presentó de a pocos?
Al comienzo le costó asumirse como escritora 
La escritura suponía una especie de terapia. Una manera de ordenar lo que fluía en mi cabeza, entre los pensamientos, las sensaciones, los deseos y las frustraciones. Poco a poco fui comenzando a escribir relatos con ese lenguaje rimbombante de los principiantes. Hasta que llegó el momento en que decidí abordar la escritura de una novela. Una idea que se había ido gestando lentamente. La escribí a mano, en varios blocs. Después la pasé al ordenador, en la oficina, ya que estamos hablando del año 1996 y yo todavía no tenía en casa más que una máquina de escribir. Mi sorpresa fue grande cuando una editorial me dijo que me la publicaba. Y este fue el verdadero inicio de mi aceptación como escritora.
Tu producción literaria ha ido a la inversa, empezaste escribiendo novelas, le siguieron los cuentos y hoy centras tu atención en los microrrelatos, ¿cómo se dio este cambio de sentido? ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué buscabas, por ejemplo, en los relatos breves?
Empecé con los cuentos, como ya he comentado, aunque fue la novela lo primero que me publicaron. Los relatos breves me gustan por el riesgo que conlleva su escritura. Por lo que te obligan a centrarte en la búsqueda del término apropiado para cada momento. Por la concentración que necesitas para decir mucho en poco espacio. Para sombrear situaciones más que iluminarlas, para dejar que sea el lector el que ponga la imagen en los párrafos donde se insinúa más que se dice. Llegar al microrrelato ha sido por curiosidad. Empecé en el blog, leyendo lo que escribían otros escritores. Poco a poco fui iniciándome, buscando la técnica de un género tan pequeño, leyendo en otros blogs de escritores que ya practicaban el micro con normalidad. La gente me comentaba en el blog y empecé a enviar algunos a los concursos. En unos cuantos quedé finalista, en otros gané y me enganché a ellos.
Tus lectores destacan tu versatilidad como narradora y ese punto de fina ironía que imprimes en tus historias, ¿cómo escoges tus temas? ¿Le das mucha vueltas a las ideas?  Y, ¿tienes claro el tono que le vas a dar a la composición de tu texto?
Su primera novela 
Tengo la sensación de que los temas acuden a mí. No busco ninguno en concreto, aunque es cierto que siempre hay asuntos recurrentes. En mi caso son la soledad, la muerte, la incomprensión y las relaciones humanas. Todo ello sin perder el sentido del humor, la ironía, la retranca. Exactamente igual que intento hacer en mi vida. El tono suele salir solo dependiendo del tema. En algunas ocasiones me cuesta encontrarlo. Entonces sí que le doy vueltas hasta que me encuentro cómoda y considero que es el adecuado.
Todos tienen claro el estilo de Elena Casero, y entiendo que se fue gestando a través de innumerables lecturas y a fuerza de darle a la tecla, ¿tuviste otros maestros a parte de los libros? ¿Asististe a algún taller de escritura?
Soy lectora desde pequeña, desde que leía los libros de mi hermana a escondidas. Esas lecturas me hicieron descubrir los mundos que habitan en la imaginación y en la realidad. Nunca he hecho un taller de escritura de novela, por ejemplo. Las cuatro que tengo publicadas son fruto del trabajo y de la ayuda de algunos amigos para su corrección antes de enviarlas a una editorial. Hice un taller de escritura cuando me decidí a sacar los cuentos del cajón. Me apunté a uno virtual con el escritor Fernando Clemot para que me ayudara a corregir unos cuantos de ellos y para saber qué orden debía establecer, si el libro tenía lo que llaman hilo conductor o no era necesario. En resumen, para estar segura de que lo que quería hacer tenía sentido. De ese taller y ese trabajo salió mi libro Discordancias. En cuanto a los microrrelatos actué de igual manera. Siempre me he sentido más segura escribiendo las novelas que los relatos. Probablemente, porque la dificultad mayor para mí está en la distancia corta. El mejor taller que he hecho ha sido con Patricia Esteban Erlés, una gran escritora de cuentos.
¿Eres una escritora de días, horas y lugares establecidos o cualquier lugar, momento y circunstancia es el adecuado para dar rienda suelta a los impulsos creativos?
Me temo que soy muy anárquica. Cualquier momento es bueno si siento la necesidad de escribir. Excepto por la noche. Entonces solo leo. O, en todo caso, apunto en una libreta o en el móvil lo que me viene a la mente.
¿Manejas tiempos estimados en la redacción de tus historias? ¿Le pones fechas de término a tus novelas? ¿Cómo es o se comporta Elena Casero novelista?
Revela que siempre ha tenido claro lo que va a escribir 
Nunca escribo con la presión del tiempo. No tengo ninguna necesidad. Solo podría decir que me pongo esa presión cuando estoy al final de una novela. Cuando veo que la historia se está terminando. Mientras tanto, disfruto de la escritura, de inventar, de recopilar información, de modificar cosas sobre la marcha, incluso de corregir la totalidad del libro, que es lo más arduo.
 ¿Tus microrrelatos están listos a la primera? ¿O no paras de corregir y nunca estás satisfecha con el producto final?
Los microrrelatos rara vez están listos a la primera. En pocas ocasiones me han salido de un tirón. Suelo dejarlos, si no voy a presentarlos a ningún concurso, unos días para que reposen. Después, corrijo las veces necesarias hasta que quedan listos. Más de uno se ha quedado por el camino.
¿Qué historias son las propicias de contar en una novela, un relato o microrrelato?  ¿Has vuelto atrás en la redacción de alguno por estar dentro del género que lo estabas trabajando?
Hasta ahora siempre he tenido claro lo que he querido escribir y el género en el que podía estar incluido. El microrrelato, por ejemplo, no necesita de varios personajes. Es fácil tener la idea concreta. Puedo tener más dudas en cuanto a la novela o el cuento. Pero suelo ver la distancia que puedo alcanzar en la escritura. Si la historia da para muchas páginas o pocas. Si una idea se puede alargar hasta convertirla en un relato o en una novela.
¿Ciertos personajes o situaciones de tu entorno te han servido de inspiración para alguna de tus historias? ¿Alguna gente se puede reconocer en ellas?
Al lado de la escritura Ana Añón durante una de sus presentaciones
Me temo que sí. Que en algunas ocasiones he recurrido a los que me rodean para formarme una idea del personaje. Excepto la primera novela que estaba basada en un par de vecinas de mi finca, ya fallecidas, el resto han sido ficticias. En la que estoy escribiendo es seguro que se van a reconocer porque va sobre algunas mujeres de mi familia, con la salvedad de que habrá mezcla de ficción y realidad.
El microrrelato es el género al que estás abocada actualmente, ¿te llevas el ritmo a la hora de redactar?  ¿Hay música en su estructura?  ¿Cuándo sabes que ya está terminado?
Intento que los microrrelatos contengan musicalidad. Eso se nota cuando los lees en voz alta. Que no haya discordancias que chirríen al oído. Sé que está terminado cuando siento que lo he escrito tal como yo imaginaba. Cuando quedo satisfecha del resultado.
¿Qué cultores del microrrelato valenciano te han impresionado más? ¿Sigues a alguno?
Yo prefiero incluir el microrrelato dentro del género del relato. La diferencia sería la longitud de lo escrito. Entre los escritores valencianos que cultivan el relato, en cualquier longitud, yo destacaría a Pepe Cervera, Miguel Sanfeliu, Marian Torrejón, Raúl Ariza y Ginés S. Cutillas. Desde luego, los sigo a todos. Me parecen muy buenos escritores, dignos de ser leídos en cualquier momento.
¿Has considerado incursionar en la poesía? ¿Cómo te llevas con este género?
Entregada a la música 
No. No me atrevo. Me quedo en la opción de la lectura. Prefiero disfrutarla de esa manera. Tengo mucho respeto por este género.
En tu vida coexiste una trilogía que amas: la escritura, la música y el deporte. Hasta hace poco practicabas atletismo, y al igual que te sucedió con la literatura te animaste a  incursionar en la música al arribar a la madurez, como dices ‘peinando canas’. Te inscribiste en el conservatorio, aprendiste a tocar el oboe, el más complicado de los instrumentos, conseguiste formar parte de dos bandas, y hoy asistes a clases de piano. Pero cuéntame todo esto al detalle.
El atletismo fue lo primero que comencé. Si no recuerdo mal a los trece años, más o menos. Siempre me ha apasionado correr. Quería ser como uno de mis ídolos. No lo alcancé, lógicamente, pero he disfrutado del placer de correr durante muchos años hasta que mis rodillas se han quejado. Ahora me limito a andar deprisa, todo lo que puedo. Si es a través del campo o del monte, muchísimo mejor.
La música forma parte de mi ADN. Uno de mis recuerdos de infancia es la radio. Los domingos por la mañana. El sol entraba con fuerza a través de la galería de mi casa, sobre la mesa el tazón de chocolate con leche, pan cortado y, cuando podía ser, algo de mantequilla. Y, siempre, de fondo, la música. En ese momento recuerdo la zarzuela. Y también siempre la voz de mi madre cantando romanzas, coplas o lo que se le ocurriera en cada momento. Cuando mis hijas eran pequeñas las apuntamos a una coral. De ahí, la mayor comenzó a tocar el piano y después el saxofón. A la pequeña
Los seres que habitan su huerto hablan de de paz, vida y naturaleza, afirma
la apuntamos también a una banda de música donde emprendió el estudio de trompeta. Yo nunca he querido quedarme con ganas de hacer alguna cosa que me apasione. Por esa razón, decidí lanzarme a estudiar solfeo. Durante unos años tocábamos todos juntos. Mi marido tocaba el bombo de oído. Ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. La música me llena totalmente, a pesar de su dificultad. Me gusta ir a clase y me gustan los retos que motivan en intelecto. Y es un nexo de unión muy fuerte con mis hijas y mi marido.
Por lo que veo eres una mujer que consigue todo lo que se propone y dueña de un espíritu creativo. Tú que conoces el lenguaje de la escritura y la música, ¿de qué te hablan los seres que habitan tu huerto? ¿Se pueden hallar historias entre flores, hortalizas y frutos?
Yo intento conseguir lo que me propongo. Tengo muy claro los límites. Es decir, que no me propongo nada que no sepa de antemano que puedo lograr. Lo medito mucho antes de embarcarme en aventuras inútiles. Como alguien me dijo: Hay que tener los pies sobre la tierra y la cabeza en las nubes. Proponerte hacer algo imposible conduce a la frustración. Los seres que habitan mi huerto me hablan de paz, de vida, de naturaleza. Yo creo que las historias se encuentran en cualquier lugar. Cuando estoy en la huerta, que está en medio del monte, entre pinos, la mente se relaja y se me ocurren cosas
que luego intento llevar al papel. Unas veces lo consigo, otras no. La mayoría de las veces la mente se queda en blanco, se me pasan las horas volando, casi sin sentir. Es una sensación muy agradable.
¿Cómo sería tu historia en un microrrelato?

Nací pequeña y con frío
En un enero recién estrenado
Una tía dijo que en mi cara no cabía ni un beso
Hija de representante de comercio
Que llenaba la casa de cacerolas y cosas de ferretería
Y en Navidades de polvorones de la Estepa sevillana.
Quise tener familia original
A fuerza de ser tan normal, empecé a inventar
Mi primer recuerdo es acústico.
Un orinal rodando y mi abuela tras él
De sonrisa fácil e ironía latente
Aficionada a los sueños que no se roncan
Por verlos cumplidos sueño.


Si desean saber más de la autora o sus libros
pueden pinchar
los siguientes enlaces:
http://librosylecturasdeelena.blogspot.com.es/
http://lalbosa.blogspot.com.es/




7 comentarios:

  1. FELICITACIONES Y UN ABRAZO A ELENA CASERO. A TI ELGA REATEGUI, PALMAS POR LO ACERTADA QUE RESULTAS AL LLEVAR LA CHARLA-INTERROGATORIO.

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  2. Muchisimas gracias por tu cariño y generosidad.
    Muy feliz de encontrarme aquí

    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias a ti, Elena. Muy satisfecha de tenerte en mi espacio. Un abrazo fuerte.

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  3. Hay que felicitar a una mujer tan productiva como lo es Elena Casero, y a Elga Reátegui por su sagacidad periodística.

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  4. Enhorabuena a ambas!! Y muchos éxitos!!

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