Empezó su andadura como escritora
sin proponérselo. Ponía sobre el papel todo lo que fluía por su mente. Como una
terapia, sin otra intención. Escribió a
mano una novela. En varios blocs. Cuando estuvo lista, la tipeó en su vieja máquina de escribir y de allí, la pasó al ordenador. Se animó a llamar a las
puertas de una editorial. La respuesta no tardó en llegar, se la publicaban. Esta
es la historia de Elena Casero y su
debut en la literatura con Tango sin
memoria (1996). Ha sucumbido a la
seducción del microrrelato, que hoy cultiva con pasión, dejando atrás la
novela. En esta entrevista, la autora nos cuenta sobre eso y más.
La escritura está ligada a tu vida desde siempre, pero confiesas que
recién lo admitiste tras cumplir los 30 años, ¿por qué esa resistencia a
aceptar algo tan evidente? ¿Cómo era tu relación con tu vocación de escritora
por ese entonces?
En realidad, yo jamás pensé que
podría llegar a considerarme escritora. Todavía sido sin creérmelo. Las
historias se quedaban en mi cabeza. Generalmente, no llegaban a tomar forma
sobre el papel. Lo primero que escribí en serio fue un cuento infantil para mi
hija mayor. Después, seguí con ellos sin intención de que los leyera nadie,
excepto ellas. De hecho, siguen dentro de una carpeta en el ordenador.
Te costó aceptar tu condición de escritora y sabes el momento exacto en
que ocurrió, pero qué me puedes decir sobre tu primer encuentro con la
escritura, ¿fue algo que afloró de pronto o un descubrimiento que se presentó
de a pocos?
Al comienzo le costó asumirse como escritora |
La escritura suponía una especie
de terapia. Una manera de ordenar lo que fluía en mi cabeza, entre los
pensamientos, las sensaciones, los deseos y las frustraciones. Poco a poco fui
comenzando a escribir relatos con ese lenguaje rimbombante de los
principiantes. Hasta que llegó el momento en que decidí abordar la escritura de
una novela. Una idea que se había ido gestando lentamente. La escribí a mano,
en varios blocs. Después la pasé al ordenador, en la oficina, ya que estamos
hablando del año 1996 y yo todavía no tenía en casa más que una máquina de
escribir. Mi sorpresa fue grande cuando una editorial me dijo que me la
publicaba. Y este fue el verdadero inicio de mi aceptación como escritora.
Tu producción literaria ha ido a la inversa, empezaste escribiendo
novelas, le siguieron los cuentos y hoy centras tu atención en los
microrrelatos, ¿cómo se dio este cambio de sentido? ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué
buscabas, por ejemplo, en los relatos breves?
Empecé con los cuentos, como ya
he comentado, aunque fue la novela lo primero que me publicaron. Los relatos
breves me gustan por el riesgo que conlleva su escritura. Por lo que te obligan
a centrarte en la búsqueda del término apropiado para cada momento. Por la
concentración que necesitas para decir mucho en poco espacio. Para sombrear
situaciones más que iluminarlas, para dejar que sea el lector el que ponga la
imagen en los párrafos donde se insinúa más que se dice. Llegar al microrrelato
ha sido por curiosidad. Empecé en el blog, leyendo lo que escribían otros
escritores. Poco a poco fui iniciándome, buscando la técnica de un género tan
pequeño, leyendo en otros blogs de escritores que ya practicaban el micro con
normalidad. La gente me comentaba en el blog y empecé a enviar algunos a los
concursos. En unos cuantos quedé finalista, en otros gané y me enganché a
ellos.
Tus lectores destacan tu versatilidad como narradora y ese punto de
fina ironía que imprimes en tus historias, ¿cómo escoges tus temas? ¿Le das
mucha vueltas a las ideas? Y, ¿tienes
claro el tono que le vas a dar a la composición de tu texto?
Su primera novela |
Tengo la sensación de que los
temas acuden a mí. No busco ninguno en concreto, aunque es cierto que siempre
hay asuntos recurrentes. En mi caso son la soledad, la muerte, la incomprensión
y las relaciones humanas. Todo ello sin perder el sentido del humor, la ironía,
la retranca. Exactamente igual que intento hacer en mi vida. El tono suele
salir solo dependiendo del tema. En algunas ocasiones me cuesta encontrarlo.
Entonces sí que le doy vueltas hasta que me encuentro cómoda y considero que es
el adecuado.
Todos tienen claro el estilo de Elena Casero, y entiendo que se fue
gestando a través de innumerables lecturas y a fuerza de darle a la tecla,
¿tuviste otros maestros a parte de los libros? ¿Asististe a algún taller de
escritura?
Soy lectora desde pequeña, desde
que leía los libros de mi hermana a escondidas. Esas lecturas me hicieron
descubrir los mundos que habitan en la imaginación y en la realidad. Nunca he
hecho un taller de escritura de novela, por ejemplo. Las cuatro que tengo
publicadas son fruto del trabajo y de la ayuda de algunos amigos para su
corrección antes de enviarlas a una editorial. Hice un taller de escritura
cuando me decidí a sacar los cuentos del cajón. Me apunté a uno virtual con el
escritor Fernando Clemot para que me ayudara a corregir unos cuantos de ellos y
para saber qué orden debía establecer, si el libro tenía lo que llaman hilo
conductor o no era necesario. En resumen, para estar segura de que lo que
quería hacer tenía sentido. De ese taller y ese trabajo salió mi libro Discordancias. En cuanto a los
microrrelatos actué de igual manera. Siempre me he sentido más segura
escribiendo las novelas que los relatos. Probablemente, porque la dificultad
mayor para mí está en la distancia corta. El mejor taller que he hecho ha sido
con Patricia Esteban Erlés, una gran escritora de cuentos.
¿Eres una escritora de días, horas y lugares establecidos o cualquier
lugar, momento y circunstancia es el adecuado para dar rienda suelta a los
impulsos creativos?
Me temo que soy muy anárquica. Cualquier
momento es bueno si siento la necesidad de escribir. Excepto por la noche.
Entonces solo leo. O, en todo caso, apunto en una libreta o en el móvil lo que
me viene a la mente.
¿Manejas tiempos estimados en la redacción de tus historias? ¿Le pones
fechas de término a tus novelas? ¿Cómo es o se comporta Elena Casero novelista?
Revela que siempre ha tenido claro lo que va a escribir |
Nunca escribo con la presión del
tiempo. No tengo ninguna necesidad. Solo podría decir que me pongo esa presión
cuando estoy al final de una novela. Cuando veo que la historia se está
terminando. Mientras tanto, disfruto de la escritura, de inventar, de recopilar
información, de modificar cosas sobre la marcha, incluso de corregir la
totalidad del libro, que es lo más arduo.
¿Tus microrrelatos están listos
a la primera? ¿O no paras de corregir y nunca estás satisfecha con el producto
final?
Los microrrelatos rara vez están
listos a la primera. En pocas ocasiones me han salido de un tirón. Suelo
dejarlos, si no voy a presentarlos a ningún concurso, unos días para que
reposen. Después, corrijo las veces necesarias hasta que quedan listos. Más de
uno se ha quedado por el camino.
¿Qué historias son las propicias de contar en una novela, un relato o
microrrelato? ¿Has vuelto atrás en la
redacción de alguno por estar dentro del género que lo estabas trabajando?
Hasta ahora siempre he tenido
claro lo que he querido escribir y el género en el que podía estar incluido. El
microrrelato, por ejemplo, no necesita de varios personajes. Es fácil tener la
idea concreta. Puedo tener más dudas en cuanto a la novela o el cuento. Pero
suelo ver la distancia que puedo alcanzar en la escritura. Si la historia da
para muchas páginas o pocas. Si una idea se puede alargar hasta convertirla en
un relato o en una novela.
¿Ciertos personajes o situaciones de tu entorno te han servido de
inspiración para alguna de tus historias? ¿Alguna gente se puede reconocer en
ellas?
Al lado de la escritura Ana Añón durante una de sus presentaciones |
Me temo que sí. Que en algunas
ocasiones he recurrido a los que me rodean para formarme una idea del
personaje. Excepto la primera novela que estaba basada en un par de vecinas de
mi finca, ya fallecidas, el resto han sido ficticias. En la que estoy
escribiendo es seguro que se van a reconocer porque va sobre algunas mujeres de
mi familia, con la salvedad de que habrá mezcla de ficción y realidad.
El microrrelato es el género al que estás abocada actualmente, ¿te
llevas el ritmo a la hora de redactar?
¿Hay música en su estructura?
¿Cuándo sabes que ya está terminado?
Intento que los microrrelatos
contengan musicalidad. Eso se nota cuando los lees en voz alta. Que no haya
discordancias que chirríen al oído. Sé que está terminado cuando siento que lo
he escrito tal como yo imaginaba. Cuando quedo satisfecha del resultado.
¿Qué cultores del microrrelato valenciano te han impresionado más?
¿Sigues a alguno?
Yo prefiero incluir el
microrrelato dentro del género del relato. La diferencia sería la longitud de
lo escrito. Entre los escritores valencianos que cultivan el relato, en cualquier
longitud, yo destacaría a Pepe Cervera, Miguel Sanfeliu, Marian Torrejón, Raúl
Ariza y Ginés S. Cutillas. Desde luego, los sigo a todos. Me parecen muy buenos
escritores, dignos de ser leídos en cualquier momento.
¿Has considerado incursionar en la poesía? ¿Cómo te llevas con este
género?
Entregada a la música |
No. No me atrevo. Me quedo en la
opción de la lectura. Prefiero disfrutarla de esa manera. Tengo mucho respeto
por este género.
En tu vida coexiste una trilogía que amas: la escritura, la música y el
deporte. Hasta hace poco practicabas atletismo, y al igual que te sucedió con
la literatura te animaste a incursionar
en la música al arribar a la madurez, como dices ‘peinando canas’. Te
inscribiste en el conservatorio, aprendiste a tocar el oboe, el más complicado
de los instrumentos, conseguiste formar parte de dos bandas, y hoy asistes a
clases de piano. Pero cuéntame todo esto al detalle.
El atletismo fue lo primero que
comencé. Si no recuerdo mal a los trece años, más o menos. Siempre me ha
apasionado correr. Quería ser como uno de mis ídolos. No lo alcancé,
lógicamente, pero he disfrutado del placer de correr durante muchos años hasta
que mis rodillas se han quejado. Ahora me limito a andar deprisa, todo lo que
puedo. Si es a través del campo o del monte, muchísimo mejor.
La música forma parte de mi ADN.
Uno de mis recuerdos de infancia es la radio. Los domingos por la mañana. El
sol entraba con fuerza a través de la galería de mi casa, sobre la mesa el
tazón de chocolate con leche, pan cortado y, cuando podía ser, algo de
mantequilla. Y, siempre, de fondo, la música. En ese momento recuerdo la
zarzuela. Y también siempre la voz de mi madre cantando romanzas, coplas o lo
que se le ocurriera en cada momento. Cuando mis hijas eran pequeñas las
apuntamos a una coral. De ahí, la mayor comenzó a tocar el piano y después el
saxofón. A la pequeña
Los seres que habitan su huerto hablan de de paz, vida y naturaleza, afirma |
la apuntamos también a una banda de música donde
emprendió el estudio de trompeta. Yo nunca he querido quedarme con ganas de
hacer alguna cosa que me apasione. Por esa razón, decidí lanzarme a estudiar
solfeo. Durante unos años tocábamos todos juntos. Mi marido tocaba el bombo de
oído. Ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. La música me llena
totalmente, a pesar de su dificultad. Me gusta ir a clase y me gustan los retos
que motivan en intelecto. Y es un nexo de unión muy fuerte con mis hijas y mi
marido.
Por lo que veo eres una mujer que consigue todo lo que se propone y
dueña de un espíritu creativo. Tú que conoces el lenguaje de la escritura y la
música, ¿de qué te hablan los seres que habitan tu huerto? ¿Se pueden hallar
historias entre flores, hortalizas y frutos?
Yo intento conseguir lo que me
propongo. Tengo muy claro los límites. Es decir, que no me propongo nada que no
sepa de antemano que puedo lograr. Lo medito mucho antes de embarcarme en
aventuras inútiles. Como alguien me dijo: Hay que tener los pies sobre la tierra
y la cabeza en las nubes. Proponerte hacer algo imposible conduce a la
frustración. Los seres que habitan mi huerto me hablan de paz, de vida, de
naturaleza. Yo creo que las historias se encuentran en cualquier lugar. Cuando
estoy en la huerta, que está en medio del monte, entre pinos, la mente se
relaja y se me ocurren cosas
¿Cómo sería tu historia en un microrrelato?
Nací pequeña y con frío
En un enero recién estrenado
Una tía dijo que en mi cara no cabía ni un beso
Hija de representante de comercio
Que llenaba la casa de cacerolas y cosas de ferretería
Y en Navidades de polvorones de la Estepa sevillana.
Quise tener familia original
A fuerza de ser tan normal, empecé a inventar
Mi primer recuerdo es acústico.
Un orinal rodando y mi abuela tras él
De sonrisa fácil e ironía latente
Aficionada a los sueños que no se roncan
Por verlos cumplidos sueño.
Si desean saber más de la autora o sus libros pueden pinchar los siguientes enlaces: http://librosylecturasdeelena.blogspot.com.es/ http://lalbosa.blogspot.com.es/ |
FELICITACIONES Y UN ABRAZO A ELENA CASERO. A TI ELGA REATEGUI, PALMAS POR LO ACERTADA QUE RESULTAS AL LLEVAR LA CHARLA-INTERROGATORIO.
ResponderEliminarGracias, maestro Oswaldo. Un abrazo.
EliminarMuchisimas gracias por tu cariño y generosidad.
ResponderEliminarMuy feliz de encontrarme aquí
Un abrazo
Gracias a ti, Elena. Muy satisfecha de tenerte en mi espacio. Un abrazo fuerte.
EliminarHay que felicitar a una mujer tan productiva como lo es Elena Casero, y a Elga Reátegui por su sagacidad periodística.
ResponderEliminarGracias, José por estar siempre ahí. Muchos cariños.
EliminarEnhorabuena a ambas!! Y muchos éxitos!!
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