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miércoles, 28 de enero de 2015

Javier Alejandro Ramos: “Soy muy duro con los políticos”



Sabe muy bien de qué habla porque ha sido testigo privilegiado no solo de la evolución de la sociedad peruana, sino de los cambios que ha experimentado el periodismo en los últimos tiempos. Es un muchachón, pese a que pinta canas, pero su experiencia como hombre de prensa especializado en política vale su peso en oro.  Les invito a conocer a  Javier Alejandro Ramos, periodista limeño, o mejor dicho barranquino, que ha sabido encajar bien las innovaciones en su quehacer informativo, se sirve de las ventajas que ofrece Internet para sus negocios vinculados con la comunicación, pero no por ello, deja de sentir nostalgia por las máquinas de escribir y todo aquello que se vivía en las salas de redacción hace algunas décadas atrás.
Nacer y crecer  en un distrito tradicional y romántico, como lo es Barranco (Lima, Perú), que además está bañado con las aguas del océano Pacífico, ¿condiciona la manera de ser y la vida de alguien que se vislumbra como periodista? ¿Qué te ha aportado como persona y profesional tu hábitat costero?
Desde pequeño tuvo clara su vocación
Me agrada que la primera pregunta sea sobre Barranco, Elga. Es para quienes nacimos aquí, la “sucursal del cielo”, por sus calles tranquilas, su brisa y olor a jazmines, su mar sosegado que invita a la reflexión y la inspiración, su gente bondadosa y amable, tocada por la tradición y amante de la cultura. Si, condiciona a quienes tenemos predisposición por las letras. ¿Cómo no sentir en cada paseo el estar transitando por donde lo hicieron también José María Eguren, Martín Adán, Chabuca Granda, César Calvo, Amador Rivera Navarrete, Juan Parra del Riego, Estuardo Nuñez, Jorge Montoro, el Reverendo Padre Wiesse, Abelardo Vásquez?. Grandes escritores, poetas, periodistas de distintas generaciones, políticos, cultores de nuestra música, han vivido y viven aún en nuestro rincón.
Muchos construyen su carrera periodística, a partir de su vocación por la escritura, ¿lo tuviste claro desde el comienzo? ¿Qué te atrajo del periodismo? ¿Qué condiciones reconociste en tu carácter para emprender esta profesión?
Yo aprendí a leer a los tres años, aún antes de ir al colegio, “Transición” como se llamaba antes al Primer Grado. Tenía esa edad y meses cuando iba al “nido” que es como se denominaba al Jardín de Infancia, y mi abuelo era asiduo lector de La Prensa, un diario que desapareció años después, pero que era la competencia de El Comercio, el decano de los periódicos nacionales. Ya le fallaba la vista y me enseñó a leer con los titulares del excelente producto de la llamada “Cueva de Baquíjano” de Pedro Beltrán, donde estaban los mejores periodistas del medio, con muchos de los cuales me siento honrado de haber trabajado luego en otros medios, de haber aprendido de ellos, de poder llamarnos colegas y amigos.
Recuerdo que a los 5 o 6 años mi “juego” era imitar a los locutores de los noticieros que aparecieron en los entonces jóvenes programas de televisión. Hablo de los ’60, y me refiero a Humberto Martínez Morosini (con quien hoy soy amigo, ¡imagínate!, Arturo Pomar, Ernesto García Calderón….Cogía un periódico pasado y ante un telepromter imaginario (aún no se inventaban) leía las noticias, modulaba, me preocupaba de la dicción y pronunciación.
Un año antes de terminar la secundaria, llegó de México un Test Vocacional que duró meses por la cantidad de preguntas que tenía de todo tipo. Al año siguiente, antes de nuestra fiesta de promoción, llegaron los resultados. En el 99% de mi percentil decía “Periodista, Comunicador”. Yo ya lo tenía decidido, esto sólo lo confirmó. Esa sería mi vocación.
Siempre estuvo rodeado de grandes periodistas
(Humberto Castillo Anselmi  y Fernando Barrantes-Larraín)
Te formaste en las aulas universitarias, ¿en dónde crees que aprendiste más, en la calle,  escuchando clase o en los bares conversando con los colegas?  A propósito, ¿el periodismo y los periodistas siguen siendo bebedores empedernidos y bohemios infatigables?
Jajajajajajaja. Que buena pregunta. ¿Tú que crees? Me acuerdo haberte visto hace años en alguno de esos bares con el gran J. L. Díaz, un maestro, y estoy seguro que aprendiste más ahí que en muchas sesudas clases teóricas, jajajajaja.
Fuera de bromas, es indudable que la formación profesional que te dan las aulas es importantísima, aprendes a discernir entre fuentes y géneros, a reconocer valores éticos y de los otros, todo antes de enfrentarte a la realidad. En mi caso por supuesto que sirvió, pero yo ya andaba por el segundo año de estudios y comencé a practicar y a ganarme mi sueldo  en los medios, y aprendí muchísimo más en la calle, en la sala de redacción, viendo trabajar a grandes periodistas, que se movían como pez en el agua en cualquier circunstancia.
Bebedores empedernidos y bohemios infatigables no han sido todos, pero muchos de los buenos sí. Una tertulia después del cierre con los colegas ante unos vasos, nos relajaba, nos permitía intercambiar puntos de vista personales, al margen de la “línea” que debíamos seguir en nuestras respectivas empresas periodísticas. Claro que esta “sana” costumbre arruinó muchos matrimonios, jajajaja, aunque algunos decimos que fue al revés, que el matrimonio ha arruinado a muchos buenos periodistas, jajajajaja.
Tu generación se codeó con los grandes del periodismo peruano, aparte de su talento para tratar la noticia, ¿qué reconoces y destacas en ellos? ¿Podrías citar nombres y decirnos sus virtudes?
Hay (y hubo) tantos y tan buenos. Por su don de gentes y su docencia Alfredo “Pío” Fernández Cano, por su virtuosísimo arte para elaborar una crónica de miles de palabras habiendo anotado apenas una docena de ellas, Humberto “el Chivo” Castillo, por su bonhomía y gran responsabilidad aun estando enfermos, los desaparecidos Armando Campos, Ismael León, César Terán, Hernán Zegarra. Odiaban las computadoras, siempre le tuvieron afecto a las máquinas de escribir, y eran maestros (aun lo son) en ellas: Pablo Truel, Eduardo Deza, Alberto Aquino, Nelvar Carreteros. He trabajado o competido con otros grandes que aún todavía dan cátedra como Luis Alberto Guerrero, Eloy Jaúregui, César Campos, Jorge Saldaña, Adolfo Huirse, Gilberto Miranda. Admiro el talento para emocionar que tienen Félix “el flaco” Delgado y Octavio Huachani, lo precisa que es Maritza Espinoza, lo directa y expresiva que es Ana Teresa Molina, la pulcritud en el idioma que siempre han tenido Justo Linares, Luis Eduardo Podestá, Domingo Tamariz, las amenas columnas de Roberto Salinas, lo conciso y puntilloso que es José Luis “Piolín” Vargas
Le gusta prestar su colaboración a diversos
medios periodísticos
Sifuentes. En fin, hay tantos.
Hiciste prensa en un momento en que se peleaba por la primicia, hoy que el panorama ha cambiado y todos informan lo mismo,  y son repetitivos en las noticias, ¿no sientes que el periodismo ha perdido el gusto y la calidad? ¿Cuándo y por qué hemos llegado a esto?
La inmediatez de la radio y la televisión fue una de las causas. Antes uno se pensaba lo que iba a redactar y cómo lo iba a redactar, pues se leería al día siguiente. Sólo las agencias noticiosas escribían ganándole al reloj, competían porque uno de sus despachos llegara primero a las redacciones. Al aparecer los reporteros de radio y TV, las transmisiones en directo, las microondas, la noticia se convirtió en producto veloz y perecible en minutos. Algo que pasaba a las 10 de la mañana, a las tres de la tarde ya era “periódico de ayer” como dice una popular canción de Héctor Lavoe. Esto hizo que muchos llegaran con lo mismo que los demás, porque no podían perdérselo, y se fue apagando la lid por la primicia, que quedó a cargo de las llamadas Unidades de Investigación, que se formaron en periódicos y canales de televisión.
Tú que fuiste periodista en los 80 y  90, ¿cómo te afectó el paso de las máquinas de escribir a los ordenadores (computadoras)? ¿Existe nostalgia entre los viejos hombres y mujeres de prensa?
Era fabuloso llegar a la redacción y ser recibido por el ruidoso traqueteo con que los colegas escribían sus notas en las entrañables máquinas de escribir. Uno elegía sus carillas, ponía entre ellas papel copia carbón, y se lanzaba a pergeñar su nota, incentivado por el sonido de otras cientos de teclas disparando palabras a nuestro alrededor. Equivocarse era arrancar la hoja y empezar de nuevo, no había liquid paper ni un botón para retroceder y editar lo ya escrito. Existe nostalgia, por supuesto. Uno ve una vieja máquina de escribir en algún sitio y tiene ganas de sentarse ante ella como en los viejos tiempos, a generar esa tan querida bulla.
Para algunos la transición fue relativamente cómoda y rutinaria, para otros fue difícil. Había que aprender sobre la marcha muchas cosas nuevas, códigos, funciones, estrategias, herramientas. En mi caso, llegamos un día al diario y ya no estaban las máquinas, había computadoras y un tipo que tenía dos horas y media para enseñarnos a sacar el periódico del día siguiente usándolas. Hubo que aprender sí o sí.
Recorriendo las calles de Lima junto a su colega
y amigo Juan Silva Vidaurre
La gente le sigue echando la culpa a los periodistas de todo cuanto informan y criticando el modo en que lo hacen. ¿Resulta difícil decirle que ellos son (somos) unos empleados más y que todo es responsabilidad de la línea política de la empresa periodística?  Después de todo, los periodistas no son tan libres de informar o decir lo que piensan, ¿no?
Existe la secular costumbre de matar al mensajero que te trae malas noticias pues. En tiempos remotos, lo decapitaban. La función del periodista es informar. Obviamente también comentamos, opinamos, y al hacerlo de alguna manera influenciamos.
Es cierto que quienes trabajan para una empresa periodística se deben ceñir a una línea dispuesta por sus jefes. Transgredirla puede ser causal de despido. Es decir, si el periódico tiene como accionista a un político, o la principal fuente de financiamiento es una compañía que pone avisos, y nadie los toca en forma negativa ahí, sería suicida hacerlo ¿no? Es ahí cuando salen a relucir los llamados “conflictos de intereses”. Yo he tenido algunos en mi trayectoria, y gracias a Dios había siempre una puerta abierta esperándome, por lo que en esos casos opté por mi conciencia. Al trabajar en forma independiente ahora, vía webs y mis blogs, soy mi propio jefe, y en las redes sociales tengo absoluta libertad para expresar mi punto de vista guste o no.
Casi siempre lo tuyo fue el periodismo político, sin embargo, supiste mantener tus convicciones o inclinaciones políticas al margen de tu labor periodística, ¿es complicado ser objetivo al momento de contar la noticia? ¿Qué opinas de los periodistas que abiertamente muestran sus preferencias partidaristas?
Entrevistando a Marco Núñez Melgar Maguiña,
Cónsul del Perú en Argentina
Los periodistas también votamos, y es natural que como ciudadanos tengamos afinidad con determinadas ideas o personalidades políticas, así como ojeriza por otras. Quien diga que no, es un hipócrita. Existen periodistas que militan activamente en organizaciones políticas y hasta son candidatos a cargos públicos y electos a ellos. No me parece mal. Si se puede contribuir en algo a mejorar el país y somos llamados para hacerlo, es una oportunidad que se debe aprovechar. Pero si nuestra función es informar debemos hacerlo con ética y responsabilidad, despojándonos en la medida de lo posible de camisetas. Ser objetivos. En lo personal, soy muy duro con los políticos, con todos los partidos, en mis artículos de opinión, teniendo buenos amigos en todas las organizaciones partidarias. Es mi manera de contribuir. Yo sólo he estado metido en política dos veces, en una ocasión que un ministro me nombró su asesor, y en otra, que el pueblo de mi Barranco me votó como Concejal independiente.
Durante el ejercicio de tu carrera viste ocupar palacio de gobierno a varios presidentes y salir y entrar a muchos legisladores en el congreso, ¿en qué momento la calidad moral de estos personajes fue mermando? ¿Es cierto que todo está podrido en la política?
No todo está podrido, pero mucho sí. Esto se debe a que la población siempre aguantó y los políticos siempre se creyeron iluminados y únicos salvadores, cada uno desde su particular visión para entender nuestra realidad. Es una pena que todos nuestros expresidentes vivos estén con un pie en la cárcel y haya uno ya en prisión. Esto revela el grado de descomposición al que hemos llegado, como la corrupción ha sentado sus reales en la política, asociada al narcotráfico e incluso a la delincuencia común.
Junto a Edwin Sarmiento, compañero de numerosas
aventuras periodísticas
Incluso estuviste cerca del poder. Fuiste asesor de un ministro que, según sé, no te hacía caso, ¿hay mucha soberbia en esos ámbitos por lo visto?
Siempre digo eso, pero es una broma. El ministro con el que me tocó servir es un buen tipo, no estuvo ligado jamás a ningún acto de corrupción, no fue investigado ni fue acusado por ningún fiscal, nunca pasó ni un día preso. Tuvo su momento, hizo algunas cosas buenas, otras regulares, se desgastó, y se fue. Casi nadie lo recuerda porque no hizo nada extraordinario, ni tampoco su nombre engalanó las páginas de las secciones policiales. Cumplió su papel y ya. En muchos que he visto, y alguno de los recientes y actuales sí hay mucha soberbia y el llamado “figuretismo”. Tú lo has retratado perfectamente en tu novela “El Santo Cura”.
Has sido profesor de redacción periodística y de otras asignaturas similares en diversos centros de enseñanza, ¿qué buscan en el periodismo las nuevas generaciones?
Espero que busquen ser las piezas de recambio de nosotros en lo que a informar con veracidad y buen estilo se refiere. Si sólo buscan la fama mediática o la plata, estamos fritos pescaditos como decía una caricatura del genial Crose, y ellos también, pues tendrán que dedicarse a otra cosa. La fama es efímera, la plata también.
Cierto. Muchos periodistas jóvenes han olvidado que ellos no son la noticia. Todos quieren ser el centro de atención. Ser famosos.
 La fama dura un cuarto de hora. Todos nos sentimos satisfechos si vemos nuestro crédito en un diario, una revista, o en un reportaje de televisión. Pero somos un vehículo, eso debe ser entendido, para que la población esté bien informada. Ese es nuestro objetivo, esa nuestra misión principal. A eso se le llama vocación.
No se cansa de repetir que la misión del periodista
es la de informar
Tengo entendido que fuiste concejal de la comuna de Barranco, si bien es un cargo vecinal, no  está libre  de exhibir matices políticos, ¿qué tanto de paciencia te demandó  trabajar con representantes de diversas tiendas políticas? ¿Cumpliste con tus promesas? ¿Puedes salir a la calle sin que te agredan a cada paso?
Fue una experiencia interesante. Barranco es chiquito, 3 kilómetros cuadrados, y todos nos conocemos, así que sentarse en un Concejo Municipal con regidores de otras bancadas es sólo una reunión de vecinos más, cada uno representando una opción en ese momento. Con la mayoría de mis colegas de esas épocas en el municipio era amigo de antes, y ahora que han pasado más de veinte años, lo seguimos siendo. Fui concejal de oposición, así que quien tenía que cumplir sus promesas era el alcalde. Me encargué que no las olvidara, y mantuvimos una cordial relación pese a mis persistentes críticas en temas que no me parecían correctos. Me encargó tareas que desempeñé y sí, puedo salir a la calle y recibir el trato amable de siempre de mis vecinos. Edito, además, regularmente un informativo que analiza la marcha de los sucesivos gobiernos municipales.
Tu negocio actual es la creación de portales web, pero no has dejado tus columnas políticas en diarios, revistas y blogs, así como los reportajes sobre cine en websites y otros medios digitales, ¿el cine te ayuda a evadirte de la cruda realidad, como sostienen muchos? ¿Eres de los que extrañan la calidad de las películas  clásicas y vuelve a ellas o de los que igual disfrutan con las producciones contemporáneas?
Gracias a mi paso por www.peru.com como Jefe de Prensa descubrí la importancia de una web. Si bien el internet ya se usaba como herramienta de consulta, valiosísima, la aplicación comercial de los sitios web como vehículo para promover productos y servicios me llamó la atención, me involucré en ese mundo, analizándolo y capacitándome por casi dos años antes de formar mi propia compañía dedicada a brindar soluciones informáticas a empresas que las requieran.
Respecto del cine, es una afición desde muy joven. Veo muchas películas, disfruto analizándolas, comentándolas, redescubriendo mensajes en ellas al deshilvanarlas con personas que también las aprecian. Mi colección se acerca a los 3 mil títulos, y hay mucho cine clásico, como también actual, de muchos países, de todos los géneros, de todos los años, remontándonos incluso al cine mudo.
Se enorgullece de tener muy buenas amistades dentro
del medio de prensa.
(Justo Linares y  José Luis Vargas Sifuentes)
En el plano institucional y profesional actual es Vicepresidente del Club de Periodistas del Perú, institución que ha cumplido 50 años de actividades creando confraternidad entre los hombres y mujeres de prensa, ¿se van cumpliendo los objetivos? ¿Qué les falta por lograr?
Se van cumpliendo felizmente, gracias a que hemos formado con los otros directivos un equipo de amigos que queremos al Club. Es un honor ser parte de la Junta Directiva en el año de las Bodas de Plata. Seguimos editando nuestra revista mensual, hacemos una reunión de camaradería cada mes y medio, estamos trabajando en la edición de un libro que recogerá testimonios de muchos periodistas sobre los últimos 50 años de la prensa en el país, y nos aprestamos a recomponer el tema de la inscripción legal de la institución ante los Registros Públicos, para volver a obtener personería jurídica que nos permita establecer convenios con otras organizaciones.
Eres Secretario Técnico del Colectivo por una TV con Valores, que lucha porque los medios ofrezcan una programación con contenidos saludables y de calidad y no llenos de violencia, morbo y banalidades faranduleras, ¿podemos ser optimistas al respecto? ¿Los medios llegarán  a tomar conciencia de su papel?  Y, por su parte, ¿los televidentes aprenderán a ser críticos o selectivos con lo que consumen?
Esa es la gran tarea que hemos asumido en el Colectivo. Promover una televisión de calidad, que los medios respeten la Ley de Protección al Menor en lo referente a horarios de programas con contenidos que pudieran ser una influencia alienante, llamar la atención sobre las conductas negativas que niños y jóvenes imitan en personajes mediáticos que endiosa falsamente la prensa amarilla, a través de diarios, revistas y canales de TV, invocar a los anunciantes a promover programas positivos, y no broncas y romances armados para el rating, o concursos que desnudan la pésima cultura de los participantes como si fuera una gracia. En una palabra, combatir los contenidos basura, que intoxican a las nuevas generaciones y adormecen la capacidad de crítica formativa de sus padres.
Y a los colegas que trabajan en los medios decirles que, al interior de los mismos, traten de hacer docencia también, porque abrir un noticiero con un “ampay” (cámara escondida) de infidelidad, o que la primera noticia de la portada de un diario sea un pleito de vedettes revela que algo no anda bien en nuestra sociedad, y que debemos corregirlo.
Oficiando de presentador en uno de los actos del prestigioso
Club de Periodistas del Perú
Ocupas la dirección de “Comunicando” y “Los Puntos sobre las Jotas”, así como de “No Jodas.pe”, ¿a qué se dedican estos medios y cuáles son sus pretensiones?
Sí, y de “Página Central”, que es el periódico físico que pongo en los kioskos de Barranco regularmente. “Los Puntos sobre las Jotas” es un blog de análisis político que está alojado en Word Press bajo la denominación www.javieralejandroramos.wordpress.com . Tiene buena cantidad de vistas. ¿Por qué se llama así? Es un homenaje a un escritor humorístico a quien siempre admiré en el Perú, Luis Felipe Angell “Sofocleto”. Él decía que no era posible recortar el inalienable derecho que tenían las “jotas” a llevar también su puntito, y que era una marginación reconocer esa condición sólo a las “íes”. Como el blog enfatiza en la crítica política, que es el trasfondo de esa divertida afirmación, se me ocurrió como lo más adecuado.
“Comunicando” es un blog más mundano. Está en plataforma  Blogger de Google en la dirección www.comunicando-jaramos.blogspot.com . Está dedicado a la literatura, el cine, temas más de entretenimiento y cultura. Hay mucho ahí de mi crítica cinematográfica o análisis de películas, y cuando participo en algunos concursos literarios, me sirve para difundir mis pequeñas creaciones. Lo que me parece más leíble de ambos se publica en plataformas más virales como La Mula, y se comparte a través de mis cuentas en Facebook y Twitter. Uno no escribe para sí mismo, sino para que lo lean, después de todo.
Durante su visita al Centro Cultural Borges
Finalmente, www.nojodas.pe es un proyecto ambicioso. Un portal para comentar las noticias políticas, económicas, de espectáculos, deportivas, internacionales, en un estilo desenfadado, irreverente, irónico. Por el nombrecito puede parecer vulgar. No lo es. Es como se usa en el Perú cuando algo nos sorprende y decimos “¡No me digas!”, pues nos parece increíblemente reprobable. Del estudio de mercado efectuado hemos colegido que gusta mucho, y las pruebas realizadas en Facebook y Twitter son muy alentadoras. Algunas empresas están apostando a anunciar en él desde ahora, que está próximo a lanzarse, y destacados periodistas, algunos de los cuales he mencionado en esta entrevista, me han prometido hacerme el honor de publicar sus artículos en la plataforma. Espero que sea un éxito este 2015.
Indudablemente eres un comunicador de pura cepa, sin embargo, me he enterado que albergas aspiraciones políticas. ¿Quizá sueñas con alguna curul parlamentaria?
Uyyy jajajajaja. No me quita el sueño ser un burócrata ni marcarle tarjeta a nadie como jefe. Me gusta mi independencia en el trabajo. Tengo muy claro, y siempre lo he dicho, que un alcalde, concejal, presidente regional, parlamentario, ministro y hasta el Presidente, son servidores públicos. Es decir, la población los contrata a través del mecanismo del voto para que cumplan una función de representación de ellos, les paga con sus impuestos, y tiene derecho a exigirles cuentas de sus actos, y hasta a despedirlos si incumplen.
Yo he presentado una propuesta legislativa en ese sentido ante la población a través de diversas plataformas virales de recolección de firmas. Que si un parlamentario delinque o es encontrado responsable de participar en actos ilícitos, de corrupción, lavado de dinero, protección del narcotráfico, o cualquier delito común como el homicidio o la falsificación de documentos, y es desaforado por eso, es decir, retirada su inmunidad y puesto a disposición de fiscales y jueces, el castigo no sea sólo para él sino también para el grupo político que nos lo endilgó en una lista, o sea, que no se llame al que le sigue para juramentarlo como su reemplazo.
Con la autora de la nota
Lamentablemente, algunos legisladores han tenido a bien hacerse de esta idea, escribirla con uno que otro cambio como suya, y presentarla a debate. Ha sido aprobado un proyecto al respecto en la Comisión de Constitución del Congreso, y un dictamen está listo para ser aprobado por la totalidad de parlamentarios, esperándose una iniciativa parecida que es obra de la actual Presidenta del Congreso, para unificar todo el tema en una sola ley. Bueno, lo que importa es que se apruebe. Si para ellos el crédito como autores de la ley es importante, qué puedo hacer. Lo bueno es que están cumpliendo con su trabajo proponiendo algo que muchos queremos, aunque nos “clonen” las ideas ¿no?
No sé si se apruebe. Hace falta una gran dosis de decencia y de desprendimiento para aprobar una ley que puede terminar perjudicándolos a ellos mismos o a los partidos políticos a los que representan. Ojalá se logre. Ahora dime, ¿Crees que alguien que defiende algo tan impopular para los partidos como eso, o como que se sancione a los anunciantes que financian contenidos televisivos que aletargan a la población para que se idiotice con ellos y no sea un factor crítico del statu quo, sería llamado para que llegue a un cargo en el que pueda aplicar cosas así? Lo dudo mucho. Así que esa posibilidad es remotísima, y como te digo, no es prioritaria para mí.


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