Visitar Lima y sumergirse en el delirio de lo que es y
puede llegar a ser alimentó su mente ya de por sí imaginativa. Su infernal
tráfico, sus movimientos sísmicos y la forma peculiar de su gente fueron el
detonante para ser escribir lo que sintió mezclándose en su rutina, respirando
el aire de todos y alucinando con sus contradicciones. Eso y mucho más encontró en tierras incas el escritor David Roas para
dar rienda suelta a su creatividad y gestar el libro Bienvenidos a Incaland (Editorial Páginas de Espuma), en el cual
narra su experiencia en vivo y en directo con la ciudad y sus habitantes, como
bien dice, “enfrentado a la realidad (y la ficción) de
ese nuevo espacio en el que me movía”.
Pero el autor catalán no escarmentó, regresó a Perú
cuando su libro ya estaba casi terminado, y permaneció entre Lima y Cusco por
espacio de dos meses. Por eso, él habla (y ficciona)con conocimiento de causa...
¿O no?
Aunque tu intención no era describir de
manera objetiva lo que es Lima o Cusco (algo de Perú) has logrado mostrar mucho
de la idiosincrasia peruana en general en tu obra Bienvenidos a Incaland, ¿por qué
te decides a escribirla? ¿Hubo varios viajes de por medio? ¿A través de quiénes llega a ti información
sobre las particularidades de la gente de mi tierra?
Debo decir que más que captar esa idiosincrasia, lo
que me movió a escribir el libro fue contar lo que yo experimenté enfrentado a
la realidad (y la ficción) de ese nuevo espacio en el que me movía. El libro
surge de un viaje que hice en 2008 a Perú, el cual me permitió pasar una semana
en Lima y otros cinco días entre Cusco y Machu Picchu. En 2011, me instalé con mi
mujer en Lima durante dos meses, pero confieso que el libro ya estaba casi
acabado: ese nuevo viaje sólo me dictó los tres microrrelatos que aparecen
recogidos en la parte del libro dedicada a esa ciudad. Mi primera experiencia
fue vertiginosa en todos los sentidos, puesto que en esa escasa semana en Lima
pude vivir la ciudad intensamente, conocer a muchos amigos (con los que sigo
muy en contacto), descubrir excelentes escritores y escritoras… y dejar volar
la imaginación de forma considerable, eso sí, a partir de las muchas aventuras
–más o menos delirantes- que me salieron al paso.
El autor catalán supo potenciar una realidad extraña e incomprensible |
Te decía en mi primera comunicación para
que me concedieras esta entrevista que
el peruano es muy consciente del mundo surrealista en que vive y de las
situaciones inverosímiles que le acontecen. Así es común escuchar que el Perú
es Macondo y que solo falta que llueva para arriba, ¿qué tan alucinante te pareció a ti, un
escritor de literatura fantástica, por ejemplo, el universo limeño, aparte del
tráfico y las combies?
Me gusta esta pregunta, porque uno de mis objetivos
era escapar del –excesivo- peso que tiene el realismo mágico cuando se mira a
Latinoamérica desde fuera (bueno, también desde dentro… qué hartura). Por eso
escogí lo fantástico y el humor grotesco: no sólo por mi tendencia natural
hacia esas dos categorías (tanto en la ficción como en mis investigaciones
académicas), sino porque no quería caer en el banal tópico de considerar que
Perú (o Latinoamérica en general) sólo puede ser narrada como si fuera un lugar
sumergido en la maravilla. El Perú que yo exploro se basa en la realidad que yo
contemplé: una realidad distorsionada para mis ojos extranjeros, a la que yo
añadió mi propia distorsión. El tráfico delirante, por ejemplo, es algo normal
para un limeño; yo lo convertí en un fenómeno fantástico para poder compartir
con los lectores la extraña (y algo de inquietud) que sentí en mi primer viaje
en taxi. O al vivir un pequeño terremoto. Todo el libro se basa en ese juego:
potenciar una realidad extraña, a veces –lo confieso- incomprensible, mediante
los efectos distorsionadores de lo fantástico (que siempre se apoya en la
realidad más cotidiana) y del humor. Tras ese juego fantástico-grotesco, creo
que he logrado comunicar algo de la delirante cotidianidad de Lima, Cusco y
Machu Picchu.
Lima con su característico cielo panza de burro la mayor parte del año,
¿te ayudó a captarla más rápido en toda
su dimensión? ¿Cómo la has percibido?
Ayudó a fomentar la extrañeza. Visitar la ciudad en
vuestro invierno, mientras en Barcelona estábamos en pleno verano (agosto),
incentivó la distorsión: yo venía del sol, del calor, y pasé a ese gris húmedo
a veces depresivo. El peso del cielo, el Pacífico que se funde con las nubes,
le dan a Lima un aspecto algo inquietante.
Adentrarse a conocer más a fondo un país
que no es el tuyo, solo y de la mano de un
mapa, es de por sí, toda una aventura y hasta casi una locura. Para acometer
algo así, es necesario ¿qué condiciones a tu parecer? Porque hay mucho que
arriesgar, como mantenerse lúcido y confiado mientras te pierdes de noche por
las calles de Miraflores, y transitas
por zonas donde hay escasa luz, no ves carteles que indican dónde estás, y ni
siquiera aparece un alma que te pueda sacar del apuro, ¿no es así?
Confieso que fue mi primer viaje realizado de verdad
en solitario… bueno, la parte de Cusco y Machu Picchu, porque en Lima me
esperaban investigadores sobre lo fantástico, conocí, como te decía, a
estupendos escritores… Los pocos ratos que pasé a solas los transformé en el
cuento “Universos paralelos”, donde me pierdo en un barrio de Miraflores que se
convierte –como Lima- en un espacio infinito. Cusco y Machu Picchu sí los
explore en solitario. Una experiencia increíble, tanto por lo que visitaba como
por hacerlo de verdad a solas: como digo en el libro, eso te hace estar
demasiadas horas contigo mismo, y no es raro que la imaginación empiece a
descontrolarse, estupendamente excitada por esos dos lugares alucinantes. Todo
depende, claro está, y esto es algo que siempre destaco, de los ojos con los
que mires la realidad: yo siempre estoy buscando (o me asalta) lo extraño e
inquietante… o lo grotesco.
Admite que llevaba una mochila de expectativas cuando visitó Cusco |
El personaje de tu libro que no tiene
nombre (no llegas a identificarlo), pero doy por hecho que eres tú, vive su viaje
más en su mente, rememorando otras obras, autores, películas, canciones, etc.,
¿tu cabeza funciona así? ¿Siempre asociando los hechos de tu presente con
experiencias anteriores? ¿Fantaseas mucho?
Sí, la verdad es que no me escondo, aunque el libro no
habla de David Roas, sino, como decía antes, de transmitir mis experiencias y
delirios durante ese viaje. Y para transmitirlas no sólo echo mano de lo que
veo o imagino, sino de toda la ficción que he consumido y consumo y que es
parte consustancial de mi identidad, de mi forma de ver y habitar la realidad. Por
eso el personaje (yo) siempre acaba comparando lo que le ocurre con alguna
ficción que ha consumido, porque en ellas está mi medida del mundo. Al cabo del
día consumimos tanta (o más) ficción como realidad, es imposible escapar de su
influjo… A lo que hay que añadir, como ya he comentado, mi propia imaginación
distorsionada, siempre inmiscuyéndose en mi relación con lo real.
Declaraste que en Cuzco y Machu Picchu,
tuviste la sensación de estar en la dimensión desconocida, supongo que ibas con
una serie de expectativas, alimentadas por historias sobre la mano creadora de
los extraterrestres o de hechos sobrenaturales de toda índole que te contaron,
¿cuál fue tu experiencia real? ¿Qué tanto te impactó la ciudad y las ruinas?
Llevaba una importante mochila de expectativas, pero
no ligadas a lo sobrenatural o extraterrestre (aunque no obvié ese material).
Eran dos lugares que siempre había querido visitar de niño gracias los
documentales de la televisión. Cusco, sobre todo las ruinas de Saqsaywamán, por
sus piedras imposibles; y Machu Picchu por su situación, por su historia… Unas
expectativas que chocaron con la maldita realidad del turismo imbécil y del
capitalismo desbordado. Los cuentos sobre esos dos lugares son los que más
carga política tienen. No significa que sobre Lima no se pudiera hacer lo mismo
(ahora me gustaría escribir algo sobre el alcalde y su pasión por el color
amarillo, por ejemplo), pero en Cusco y Machu Picchu me sentí mal por saberme
parte de ese enjambre de turistas que han convertido dichos lugares en un
parque temático: de ahí el Incaland del título. La nueva Disneyland.
Confiesa que concurre a restaurantes peruanos con mucha frecuencia |
El mate de coca y la cerveza Cusqueña
ayudan a trasponer muchas puertas mágicas, ¿experiencia real o pura
ficción? No me ha quedado, claro,
ja,ja,ja
Todo verdad, por supuesto. Al mate de coca no he
vuelto (lo mío es el café bien negro), pero a la Cusqueña sí: en Barcelona y en
Madrid hay estupendos restaurantes peruanos que debo visitar cada poco… Como un
yonqui.
Un escritor de literatura fantástica que
por naturaleza eres tú, ¿se alimenta de su propia imaginación, de los
personajes o situaciones que crea por cuenta propia en su cabeza o por los
estímulos con que se topa en la realidad externa, por decirlo así?
La realidad es tan extraña (en todos lados) que no
cesa de dictarte historias… claro que hay que saber mirar esa realidad. Yo lo
hago desde mi propia distorsión, conformada por mi propia imaginación y todas
esas ficciones que uno no ha dejado de consumir desde niño. Raro es el cuento
que no parte de una experiencia real que yo he vivido, incluso muchos de las
más delirantes. Ciñéndonos a Bienvenidos
a Incaland, detrás de todos los cuentos está una situación real que yo viví
(en la primera versión del libro, cada cuento iba acompañado de una foto que yo
mismo tomé, como testimonio real… pero después preferí dejar al lector a solas
con los cuentos). Insisto en lo que antes planteaba: lo fantástico y el humor
son dos excelentes formas de mostrar la distorsión de la realidad, el caos
delirante en el que vivimos y el absurdo que somos.
¿Cómo decides introducir en algunos
pasajes de tu libro a escritores peruanos (notables por cierto) como Fernando
Iwasaki y Fernando Ampuero? ¿Los une
amistad de tiempo atrás? ¿Fueron ellos los que te mostraron Lima?
A Iwasaki lo conozco desde hace unos años y somos muy
buenos patas (amigos), y era imposible no meterlo en el libro. Como a otros
excelentes escritores (y amigos) que fui conociendo en esos dos viajes: Pepe
Donayre, Pepe Güich, Carlos Calderón Fajardo…. A Ampuero sólo lo he leído… La
presencia de todos ellos es también un guiño al lector y, sobre todo, un juego
metaficcional con materiales reales.
Señala que poco a poco la literatura fantástica está consiguiendo notoriedad |
¿Qué tan importante era hacer referencia
a Mario Vargas Llosa en tu libro? Robar
su vieja máquina de escribir de una exposición, sin duda, iba a levantar todo
un revuelo en el país. Dejas eso sin terminar, ¿no sabemos si los responsables
llegan a dar cuenta o no del suceso? Tal
vez solo cuando la devuelven (o no) tras hallarla en el baño del mítico Bar
Cordano.
Si aparecen varios escritores peruanos, ¿cómo no meter
en el libro a Don Mario, tótem cultural de tu país? Además del juego
intertextual de convertirlo en un remedo de Don Vito Corleone, hay también una
voluntad de siempre necesario terrorismo cultural… Ojalá mi libro caiga en sus
manos y se eche unas risas, pues no hay maldad, sólo sana provocación… Siempre
me ha parecido banal guardar objetos de escritores y artistas en general… ¿Qué más
da dónde escribió y con qué artilugio? Lo importante es la obra en sí misma. Lo
demás, mitomanía, hagiografía… peligrosa adoración laica.
No dejas de introducir el microrrelato
en uno de tus capítulos, un género que dominas y del cual eres una destacada
figura, ¿se prestaba para ello esa escena que se repite muy a menudo cuando
transitas por las calles limeñas?
Sí, la verdad es que dejé en el ordenador otros micros
que surgieron de mi estancia de dos meses en Lima. El microrrelato es perfecto
para captar esos mínimos instantes de delirio, de absurdo, de inquietud… Pero
no quería que el libro fuera un simple catálogo de rarezas peruanas, eso
hubiera sido aburrido por repetitivo.
Junto al escritor peruano Fernando Iwasaki, quien redactó el prólogo para su libro |
Déjame decirte que tampoco he visto
auquénidos (llama o alpacas) tomadas de
mascota en algunas viviendas de Perú, al menos del urbano, pero sí varias
alpacas habitando en algunas viviendas rurales en Suiza, aunque debo
decir que el expresidente Alan García criaba llamas en los jardines de Palacio
de Gobierno. ¿Todavía no distingues una llama de una alpaca? Es algo que
remarcas mucho a lo largo de tu historia, ¿no?
Es una broma, puesto que desde el primer instante ya
sabía diferenciarlas… Todo surge del primer cuento que escribí de los que
forman el libro -“El tesoro de los incas”- donde una niña persigue al
protagonista con su llama (o alpaca) para exigirle que le pague el dólar que
cuesta fotografiar a ambas (él lo ha hecho a escondidas)… La presencia de la
llama se hizo tan importante en el cuento que pensé que podría ser un especie
de leit-motiv que condensara la extrañeza del protagonista, que se erigiera
como símbolo de un espacio que le es ajeno porque no acaba de comprenderlo. De
ahí que, salvo en los dos primeros cuentos (el del viaje en taxi y el del robo
de la máquina de escribir de Don Mario), en todos los demás el protagonista
tenga encuentros más o menos delirantes con llamas… o alpacas.
La gastronomía es otro punto que
destacas en Bienvenidos a Incaland,
¿te parecía necesario hacerlo? ¿Probaste
todos los platos que mencionas?
Mis colegas peruanos me habrían matado si no hablaba
(y bien) de vuestra impresionante gastronomía. En serio: me declaro adorador
total de la gastronomía peruana; nunca he comido también como en aquellos dos
viajes. ¿Cómo dejar fuera de los cuentos algo que está asaltándote
constantemente en tus movimientos por la realidad peruana?
Su personaje se pasa toda la historia sin saber distinguir entre una llama y una alpaca |
Eres figura notable de la novela
fantástica, todo un referente, ¿cómo ves la situación actual de este género y
qué se espera de su futuro?
La pregunta tienes dos respuestas: bien y mal. Me
explico, centrándome en lo que ocurre en España y Perú, pero es exportable a
otros países: cada vez se escribe más y mejor literatura fantástica, cada vez
hay más autores cultivándola y más editoriales publicándola… Pero eso no
significa que tenga un peso específico importante en el sistema cultural (no
sólo literario) de nuestros países. La mayoría de los lectores que oyen hablar
de literatura fantástica (o de primas hermanas como la ciencia ficción), piensa
que es algo de segundo orden, subliteratura, narrativa de evasión facilona que
simplemente busca entretener… Los espectadores de cine la consumen sin tantos
remilgos, aunque no quiere decir que ahí las cosas vayan mucho mejor. Asimismo,
el mundo de la crítica literaria y, sobre todo, el mundo académico
(universidad, enseñanza secundaria) todavía presta escasa atención a lo
fantástico… Es cierto que las cosas están empezando a cambiar: en Lima, por
ejemplo, cada año se organiza un congreso internacional (gracias a los
esfuerzos de Elton Honores y otros especialistas) y en España desde 2008 se han
organizado varios (yo mismo he dirigido dos). Asimismo, hay otras acciones
importantes… y perdón por citarme: yo dirijo un grupo de investigación dedicado
a lo fantástico (el GEF) en mi universidad, dirijo una revista académica
también dedicada al género (Brumal)…
a lo que hay que añadir los congresos y coloquios que se organizan desde hace
tres años en la Universidad de León, entre otras cosas. Ese cambio también se
está revelando en las cada vez más abundantes tesis doctorales dedicadas a lo
fantástico, las antologías, los concursos literarios, etc. Poco a poco lo
fantástico va consiguiendo mayor visibilidad… pero aún está muy lejos de lo que
ocurre por ejemplo en el mundo anglosajón. Falta mucho por hacer.
Consumes ficción también a través del
cine, las series de televisión y comics, ¿cuáles son tus razones?, ¿qué
encuentras en ellos? ¿Reminiscencias de la niñez, quizá?
No, no hay reminiscencias de la niñez (aunque en esa
época consumí mucha televisión), sino la fascinación por la ficción en general.
Cualquier medio es bueno para construir historias, y –sin caer en lo que ya es
un tópico- ahora la TV está ofreciendo unos productos en general muy superiores
a los cinematográficos. Pero lo mismo ocurre con el cómic y la novela gráfica,
por supuestos. O cierto tipo de videojuegos.
El libro se halla a la venta en Perú desde febrero |
En estos momentos, tu vida en pleno está
absorbida por tus labores de profesor de Teoría de la Literatura y Literatura
Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, tu creación literaria
(microrrelatos, cuentos, novelas y ensayos), pero hubo un momento en que la
música formaba parte de ella, ¿qué nos puedes contar de tu época en la que
tocabas la batería en bandas de diferente tipo?
¿Por qué dejaste ese mundo? ¿No te llenaba del todo?
Uffff… Entre 1988 y 2000 me dediqué con asiduidad a la
música, compartiendo tiempo con la universidad… La creación literaria la tenía
bastante abandonada, aunque publiqué mi primer libro (todo microrrelatos) en
1996, pues estaba en medio de la investigación y la redacción de mi tesis
doctoral y eso –junto a las clases- me ocupaba mucho tiempo; el poco libre iba
para la música… Sin embargo, después de que se separara mi último grupo (Otoño
en el Delta, una banda de blues) y de colaborar con otros grupos, empecé de
nuevo a meterme a fondo en la creación literaria (en torno a 2003) y, bueno, la
música quedó aparcada. Piensa que no es fácil tocar la batería en un
apartamento… Pero no descarto volver alguna vez a coger las baquetas.
¿Habrá una segunda parte de Bienvenidos a Incaland? ¿Tal vez con
aventuras en la selva peruana y buscando visiones mediante la ingesta de ayahuasca?
O Quizá esto ya está terminado y preparas otros proyectos.
La verdad es que no he pensado en ello. Aunque quiero
volver de nuevo a Perú, creo que mi pasión por ese país queda bien reflejada
con ese libro. Ahora ando embarcado en dos proyectos: un nuevo libro de cuentos
(todos fantásticos e inquietantes, algo que no había hecho antes) y una
novelita de terror y delirio ambientada en un país que me da mucho miedo:
Suiza.
El tráfico peruano como elemento inspirador de Roas |
¿Cuándo tu libro estará al alcance de
los lectores peruanos?
Debo decirte que desde febrero, coincidiendo con su
segunda edición, el libro se vende en las librerías Íbero de Lima y está
teniendo muy buena recepción en la prensa peruana.
Después de ver tantas llamas (o alpacas), ¿la has adoptado como tu
animal tótem?
Todavía no, pero los colegas y contactos de Facebook
no paran de colgarme fotos de esos animalejos… No se dan cuenta de que la
maldición de la llama (o alpaca) ya les ha contagiado. Cuidado…
¡Ah!
Lo olvidaba, no está en tu libro, pero ¿te has hecho leer el futuro en
hojas de coca?
Pues no… aunque, como diría Bartleby, preferiría no
hacerlo. Además de ser un escéptico ante todo lo sobrenatural (que escriba
literatura fantástica no significa que me lo crea), prefiero no saber nada del
futuro… Bastante tengo con vivir el día a día. Ni siquiera hago planes a largo
plazo con la vida de locos que llevo.
Si desean saber más del autor o su obra pueden pinchar los siguientes enlaces: http://es.wikipedia.org/wiki/David_Roas http://paginasdeespuma.com/autores/david-roas/ https://www.facebook.com/david.roas http://www.conoceralautor.com/autores/ver/NTQ0 |
Hola, un verdero placer volver a saber de David, a quien tuve la oportunidad de entrevistar e su visita promocional por Valencia. Estupenda entrevista, me quedo con esa frase de que la vida es tan extraña que no deja de dictarte historias.
ResponderEliminarGracias Elga y un saludo a ambos, bonita conexión con Perú, con lo mejor de la escritura a este y al otro lado de un océano cada día menos lejano, menos fronterizo.