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sábado, 11 de abril de 2015

David Roas: “Yo siempre estoy buscando lo extraño e inquietante… o lo grotesco”


Visitar Lima y sumergirse en el delirio de lo que es y puede llegar a ser alimentó su mente ya de por sí imaginativa. Su infernal tráfico, sus movimientos sísmicos y la forma peculiar de su gente fueron el detonante para ser escribir lo que sintió mezclándose en su rutina, respirando el aire de todos y alucinando con sus contradicciones.  Eso y mucho más encontró  en tierras incas el escritor David Roas para dar rienda suelta a su creatividad y gestar el libro Bienvenidos a Incaland (Editorial Páginas de Espuma), en el cual narra su experiencia en vivo y en directo con la ciudad y sus habitantes, como bien dice,   “enfrentado a la realidad (y la ficción) de ese nuevo espacio en el que me movía”.
Pero el autor catalán no escarmentó, regresó a Perú cuando su libro ya estaba casi terminado, y permaneció entre Lima y Cusco por espacio de dos meses. Por eso, él habla (y ficciona)con conocimiento de causa... ¿O no?
Aunque tu intención no era describir de manera objetiva lo que es Lima o Cusco (algo de Perú) has logrado mostrar mucho de la idiosincrasia peruana en general en tu obra Bienvenidos a Incaland, ¿por qué  te decides a escribirla? ¿Hubo varios viajes de por medio?  ¿A través de quiénes llega a ti información sobre las particularidades de la gente de mi tierra?

Debo decir que más que captar esa idiosincrasia, lo que me movió a escribir el libro fue contar lo que yo experimenté enfrentado a la realidad (y la ficción) de ese nuevo espacio en el que me movía. El libro surge de un viaje que hice en 2008 a Perú, el cual me permitió pasar una semana en Lima y otros cinco días entre Cusco y Machu Picchu. En 2011, me instalé con mi mujer en Lima durante dos meses, pero confieso que el libro ya estaba casi acabado: ese nuevo viaje sólo me dictó los tres microrrelatos que aparecen recogidos en la parte del libro dedicada a esa ciudad. Mi primera experiencia fue vertiginosa en todos los sentidos, puesto que en esa escasa semana en Lima pude vivir la ciudad intensamente, conocer a muchos amigos (con los que sigo muy en contacto), descubrir excelentes escritores y escritoras… y dejar volar la imaginación de forma considerable, eso sí, a partir de las muchas aventuras –más o menos delirantes- que me salieron al paso.

El autor catalán supo potenciar  una
realidad extraña e incomprensible
Te decía en mi primera comunicación para que me concedieras  esta entrevista que el peruano es muy consciente del mundo surrealista en que vive y de las situaciones inverosímiles que le acontecen. Así es común escuchar que el Perú es Macondo y que solo falta que llueva para arriba,  ¿qué tan alucinante te pareció a ti, un escritor de literatura fantástica, por ejemplo, el universo limeño, aparte del tráfico y las combies?

Me gusta esta pregunta, porque uno de mis objetivos era escapar del –excesivo- peso que tiene el realismo mágico cuando se mira a Latinoamérica desde fuera (bueno, también desde dentro… qué hartura). Por eso escogí lo fantástico y el humor grotesco: no sólo por mi tendencia natural hacia esas dos categorías (tanto en la ficción como en mis investigaciones académicas), sino porque no quería caer en el banal tópico de considerar que Perú (o Latinoamérica en general) sólo puede ser narrada como si fuera un lugar sumergido en la maravilla. El Perú que yo exploro se basa en la realidad que yo contemplé: una realidad distorsionada para mis ojos extranjeros, a la que yo añadió mi propia distorsión. El tráfico delirante, por ejemplo, es algo normal para un limeño; yo lo convertí en un fenómeno fantástico para poder compartir con los lectores la extraña (y algo de inquietud) que sentí en mi primer viaje en taxi. O al vivir un pequeño terremoto. Todo el libro se basa en ese juego: potenciar una realidad extraña, a veces –lo confieso- incomprensible, mediante los efectos distorsionadores de lo fantástico (que siempre se apoya en la realidad más cotidiana) y del humor. Tras ese juego fantástico-grotesco, creo que he logrado comunicar algo de la delirante cotidianidad de Lima, Cusco y Machu Picchu.

Lima con su característico  cielo panza de burro la mayor parte del año, ¿te ayudó a captarla  más rápido en toda su dimensión? ¿Cómo la has percibido?

Ayudó a fomentar la extrañeza. Visitar la ciudad en vuestro invierno, mientras en Barcelona estábamos en pleno verano (agosto), incentivó la distorsión: yo venía del sol, del calor, y pasé a ese gris húmedo a veces depresivo. El peso del cielo, el Pacífico que se funde con las nubes, le dan a Lima un aspecto algo inquietante.

 Adentrarse a conocer más a fondo un país que no es el tuyo,  solo y de la mano de un mapa, es de por sí, toda una aventura y hasta casi una locura. Para acometer algo así, es necesario ¿qué condiciones a tu parecer? Porque hay mucho que arriesgar, como mantenerse lúcido y confiado mientras te pierdes de noche por las calles de Miraflores,  y transitas por zonas donde hay escasa luz, no ves carteles que indican dónde estás, y ni siquiera aparece un alma que te pueda sacar del apuro, ¿no es así?

Confieso que fue mi primer viaje realizado de verdad en solitario… bueno, la parte de Cusco y Machu Picchu, porque en Lima me esperaban investigadores sobre lo fantástico, conocí, como te decía, a estupendos escritores… Los pocos ratos que pasé a solas los transformé en el cuento “Universos paralelos”, donde me pierdo en un barrio de Miraflores que se convierte –como Lima- en un espacio infinito. Cusco y Machu Picchu sí los explore en solitario. Una experiencia increíble, tanto por lo que visitaba como por hacerlo de verdad a solas: como digo en el libro, eso te hace estar demasiadas horas contigo mismo, y no es raro que la imaginación empiece a descontrolarse, estupendamente excitada por esos dos lugares alucinantes. Todo depende, claro está, y esto es algo que siempre destaco, de los ojos con los que mires la realidad: yo siempre estoy buscando (o me asalta) lo extraño e inquietante… o lo grotesco.

Admite que llevaba una mochila de expectativas cuando
visitó Cusco
El personaje de tu libro que no tiene nombre (no llegas a identificarlo), pero doy por hecho que eres tú, vive su viaje más en su mente, rememorando otras obras, autores, películas, canciones, etc., ¿tu cabeza funciona así? ¿Siempre asociando los hechos de tu presente con experiencias anteriores? ¿Fantaseas mucho?

Sí, la verdad es que no me escondo, aunque el libro no habla de David Roas, sino, como decía antes, de transmitir mis experiencias y delirios durante ese viaje. Y para transmitirlas no sólo echo mano de lo que veo o imagino, sino de toda la ficción que he consumido y consumo y que es parte consustancial de mi identidad, de mi forma de ver y habitar la realidad. Por eso el personaje (yo) siempre acaba comparando lo que le ocurre con alguna ficción que ha consumido, porque en ellas está mi medida del mundo. Al cabo del día consumimos tanta (o más) ficción como realidad, es imposible escapar de su influjo… A lo que hay que añadir, como ya he comentado, mi propia imaginación distorsionada, siempre inmiscuyéndose en mi relación con lo real.

Declaraste que en Cuzco y Machu Picchu, tuviste la sensación de estar en la dimensión desconocida, supongo que ibas con una serie de expectativas, alimentadas por historias sobre la mano creadora de los extraterrestres o de hechos sobrenaturales de toda índole que te contaron, ¿cuál fue tu experiencia real? ¿Qué tanto te impactó la ciudad y las ruinas?

Llevaba una importante mochila de expectativas, pero no ligadas a lo sobrenatural o extraterrestre (aunque no obvié ese material). Eran dos lugares que siempre había querido visitar de niño gracias los documentales de la televisión. Cusco, sobre todo las ruinas de Saqsaywamán, por sus piedras imposibles; y Machu Picchu por su situación, por su historia… Unas expectativas que chocaron con la maldita realidad del turismo imbécil y del capitalismo desbordado. Los cuentos sobre esos dos lugares son los que más carga política tienen. No significa que sobre Lima no se pudiera hacer lo mismo (ahora me gustaría escribir algo sobre el alcalde y su pasión por el color amarillo, por ejemplo), pero en Cusco y Machu Picchu me sentí mal por saberme parte de ese enjambre de turistas que han convertido dichos lugares en un parque temático: de ahí el Incaland del título. La nueva Disneyland.

Confiesa que concurre a restaurantes peruanos con mucha
frecuencia
El mate de coca y la cerveza Cusqueña ayudan a trasponer muchas puertas mágicas, ¿experiencia real o pura ficción?  No me ha quedado, claro, ja,ja,ja

Todo verdad, por supuesto. Al mate de coca no he vuelto (lo mío es el café bien negro), pero a la Cusqueña sí: en Barcelona y en Madrid hay estupendos restaurantes peruanos que debo visitar cada poco… Como un yonqui.

Un escritor de literatura fantástica que por naturaleza eres tú, ¿se alimenta de su propia imaginación, de los personajes o situaciones que crea por cuenta propia en su cabeza o por los estímulos con que se topa en la realidad externa, por decirlo así?

La realidad es tan extraña (en todos lados) que no cesa de dictarte historias… claro que hay que saber mirar esa realidad. Yo lo hago desde mi propia distorsión, conformada por mi propia imaginación y todas esas ficciones que uno no ha dejado de consumir desde niño. Raro es el cuento que no parte de una experiencia real que yo he vivido, incluso muchos de las más delirantes. Ciñéndonos a Bienvenidos a Incaland, detrás de todos los cuentos está una situación real que yo viví (en la primera versión del libro, cada cuento iba acompañado de una foto que yo mismo tomé, como testimonio real… pero después preferí dejar al lector a solas con los cuentos). Insisto en lo que antes planteaba: lo fantástico y el humor son dos excelentes formas de mostrar la distorsión de la realidad, el caos delirante en el que vivimos y el absurdo que somos.

¿Cómo decides introducir en algunos pasajes de tu libro a escritores peruanos (notables por cierto) como Fernando Iwasaki y Fernando Ampuero?  ¿Los une amistad de tiempo atrás? ¿Fueron ellos los que te mostraron Lima?

A Iwasaki lo conozco desde hace unos años y somos muy buenos patas (amigos), y era imposible no meterlo en el libro. Como a otros excelentes escritores (y amigos) que fui conociendo en esos dos viajes: Pepe Donayre, Pepe Güich, Carlos Calderón Fajardo…. A Ampuero sólo lo he leído… La presencia de todos ellos es también un guiño al lector y, sobre todo, un juego metaficcional con materiales reales.

Señala que poco a poco la literatura fantástica está
consiguiendo notoriedad
¿Qué tan importante era hacer referencia a Mario Vargas Llosa en tu libro?  Robar su vieja máquina de escribir de una exposición, sin duda, iba a levantar todo un revuelo en el país. Dejas eso sin terminar, ¿no sabemos si los responsables llegan a dar cuenta o no del suceso?  Tal vez solo cuando la devuelven (o no) tras hallarla en el baño del mítico Bar Cordano.

Si aparecen varios escritores peruanos, ¿cómo no meter en el libro a Don Mario, tótem cultural de tu país? Además del juego intertextual de convertirlo en un remedo de Don Vito Corleone, hay también una voluntad de siempre necesario terrorismo cultural… Ojalá mi libro caiga en sus manos y se eche unas risas, pues no hay maldad, sólo sana provocación… Siempre me ha parecido banal guardar objetos de escritores y artistas en general… ¿Qué más da dónde escribió y con qué artilugio? Lo importante es la obra en sí misma. Lo demás, mitomanía, hagiografía… peligrosa adoración laica.


No dejas de introducir el microrrelato en uno de tus capítulos, un género que dominas y del cual eres una destacada figura, ¿se prestaba para ello esa escena que se repite muy a menudo cuando transitas por las calles limeñas?

Sí, la verdad es que dejé en el ordenador otros micros que surgieron de mi estancia de dos meses en Lima. El microrrelato es perfecto para captar esos mínimos instantes de delirio, de absurdo, de inquietud… Pero no quería que el libro fuera un simple catálogo de rarezas peruanas, eso hubiera sido aburrido por repetitivo.

Junto al escritor peruano Fernando Iwasaki, quien redactó
el prólogo para su libro
Déjame decirte que tampoco he visto auquénidos (llama o  alpacas) tomadas de mascota en algunas viviendas de Perú, al menos del urbano, pero sí  varias  alpacas habitando en algunas viviendas rurales en Suiza, aunque debo decir que el expresidente Alan García criaba llamas en los jardines de Palacio de Gobierno. ¿Todavía no distingues una llama de una alpaca? Es algo que remarcas mucho a lo largo de tu historia, ¿no?

Es una broma, puesto que desde el primer instante ya sabía diferenciarlas… Todo surge del primer cuento que escribí de los que forman el libro -“El tesoro de los incas”- donde una niña persigue al protagonista con su llama (o alpaca) para exigirle que le pague el dólar que cuesta fotografiar a ambas (él lo ha hecho a escondidas)… La presencia de la llama se hizo tan importante en el cuento que pensé que podría ser un especie de leit-motiv que condensara la extrañeza del protagonista, que se erigiera como símbolo de un espacio que le es ajeno porque no acaba de comprenderlo. De ahí que, salvo en los dos primeros cuentos (el del viaje en taxi y el del robo de la máquina de escribir de Don Mario), en todos los demás el protagonista tenga encuentros más o menos delirantes con llamas… o alpacas.

La gastronomía es otro punto que destacas en Bienvenidos a Incaland, ¿te parecía necesario hacerlo?  ¿Probaste todos los platos que mencionas?

Mis colegas peruanos me habrían matado si no hablaba (y bien) de vuestra impresionante gastronomía. En serio: me declaro adorador total de la gastronomía peruana; nunca he comido también como en aquellos dos viajes. ¿Cómo dejar fuera de los cuentos algo que está asaltándote constantemente en tus movimientos por la realidad peruana?

Su personaje se pasa toda la historia sin saber distinguir
entre una llama y una alpaca
Eres figura notable de la novela fantástica, todo un referente, ¿cómo ves la situación actual de este género y qué se espera de su futuro?

La pregunta tienes dos respuestas: bien y mal. Me explico, centrándome en lo que ocurre en España y Perú, pero es exportable a otros países: cada vez se escribe más y mejor literatura fantástica, cada vez hay más autores cultivándola y más editoriales publicándola… Pero eso no significa que tenga un peso específico importante en el sistema cultural (no sólo literario) de nuestros países. La mayoría de los lectores que oyen hablar de literatura fantástica (o de primas hermanas como la ciencia ficción), piensa que es algo de segundo orden, subliteratura, narrativa de evasión facilona que simplemente busca entretener… Los espectadores de cine la consumen sin tantos remilgos, aunque no quiere decir que ahí las cosas vayan mucho mejor. Asimismo, el mundo de la crítica literaria y, sobre todo, el mundo académico (universidad, enseñanza secundaria) todavía presta escasa atención a lo fantástico… Es cierto que las cosas están empezando a cambiar: en Lima, por ejemplo, cada año se organiza un congreso internacional (gracias a los esfuerzos de Elton Honores y otros especialistas) y en España desde 2008 se han organizado varios (yo mismo he dirigido dos). Asimismo, hay otras acciones importantes… y perdón por citarme: yo dirijo un grupo de investigación dedicado a lo fantástico (el GEF) en mi universidad, dirijo una revista académica también dedicada al género (Brumal)… a lo que hay que añadir los congresos y coloquios que se organizan desde hace tres años en la Universidad de León, entre otras cosas. Ese cambio también se está revelando en las cada vez más abundantes tesis doctorales dedicadas a lo fantástico, las antologías, los concursos literarios, etc. Poco a poco lo fantástico va consiguiendo mayor visibilidad… pero aún está muy lejos de lo que ocurre por ejemplo en el mundo anglosajón. Falta mucho por hacer.

Consumes ficción también a través del cine, las series de televisión y comics, ¿cuáles son tus razones?, ¿qué encuentras en ellos? ¿Reminiscencias de la niñez, quizá?

No, no hay reminiscencias de la niñez (aunque en esa época consumí mucha televisión), sino la fascinación por la ficción en general. Cualquier medio es bueno para construir historias, y –sin caer en lo que ya es un tópico- ahora la TV está ofreciendo unos productos en general muy superiores a los cinematográficos. Pero lo mismo ocurre con el cómic y la novela gráfica, por supuestos. O cierto tipo de videojuegos.

El libro se halla a la venta en Perú desde febrero
En estos momentos, tu vida en pleno está absorbida por tus labores de profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, tu creación literaria (microrrelatos, cuentos, novelas y ensayos), pero hubo un momento en que la música formaba parte de ella, ¿qué nos puedes contar de tu época en la que tocabas la batería en bandas de diferente tipo?  ¿Por qué dejaste ese mundo? ¿No te llenaba del todo?

Uffff… Entre 1988 y 2000 me dediqué con asiduidad a la música, compartiendo tiempo con la universidad… La creación literaria la tenía bastante abandonada, aunque publiqué mi primer libro (todo microrrelatos) en 1996, pues estaba en medio de la investigación y la redacción de mi tesis doctoral y eso –junto a las clases- me ocupaba mucho tiempo; el poco libre iba para la música… Sin embargo, después de que se separara mi último grupo (Otoño en el Delta, una banda de blues) y de colaborar con otros grupos, empecé de nuevo a meterme a fondo en la creación literaria (en torno a 2003) y, bueno, la música quedó aparcada. Piensa que no es fácil tocar la batería en un apartamento… Pero no descarto volver alguna vez a coger las baquetas.

¿Habrá una segunda parte de Bienvenidos a Incaland? ¿Tal vez con aventuras en la selva peruana y buscando visiones mediante la ingesta de  ayahuasca?  O Quizá esto ya está terminado y preparas otros proyectos.

La verdad es que no he pensado en ello. Aunque quiero volver de nuevo a Perú, creo que mi pasión por ese país queda bien reflejada con ese libro. Ahora ando embarcado en dos proyectos: un nuevo libro de cuentos (todos fantásticos e inquietantes, algo que no había hecho antes) y una novelita de terror y delirio ambientada en un país que me da mucho miedo: Suiza.

El tráfico peruano como elemento inspirador de Roas
¿Cuándo tu libro estará al alcance de los lectores peruanos?

Debo decirte que desde febrero, coincidiendo con su segunda edición, el libro se vende en las librerías Íbero de Lima y está teniendo muy buena recepción en la prensa peruana.
  
Después de ver tantas  llamas (o alpacas), ¿la has adoptado como tu animal tótem?

Todavía no, pero los colegas y contactos de Facebook no paran de colgarme fotos de esos animalejos… No se dan cuenta de que la maldición de la llama (o alpaca) ya les ha contagiado. Cuidado…

¡Ah!  Lo olvidaba, no está en tu libro, pero ¿te has hecho leer el futuro en hojas de coca?

Pues no… aunque, como diría Bartleby, preferiría no hacerlo. Además de ser un escéptico ante todo lo sobrenatural (que escriba literatura fantástica no significa que me lo crea), prefiero no saber nada del futuro… Bastante tengo con vivir el día a día. Ni siquiera hago planes a largo plazo con la vida de locos que llevo.

Si desean saber más del autor o su obra
pueden pinchar
los siguientes enlaces:
http://es.wikipedia.org/wiki/David_Roas
http://paginasdeespuma.com/autores/david-roas/
https://www.facebook.com/david.roas
http://www.conoceralautor.com/autores/ver/NTQ0

1 comentario:

  1. Hola, un verdero placer volver a saber de David, a quien tuve la oportunidad de entrevistar e su visita promocional por Valencia. Estupenda entrevista, me quedo con esa frase de que la vida es tan extraña que no deja de dictarte historias.
    Gracias Elga y un saludo a ambos, bonita conexión con Perú, con lo mejor de la escritura a este y al otro lado de un océano cada día menos lejano, menos fronterizo.

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