Acercarse a Marta Querol y ver el
paisaje de sus ojos verdes es como contemplar el mar en su estado más armónico
y apacible. Transmite una inmensa calma,
y sí, debemos aceptar que ella es lo que proyecta. Su naturalidad y sencillez son rasgos de su manera
de ser. Por eso se deja querer y la quieren. Con Marta aplica " lo que ves
es lo que hay".
Les invito a conocer a esta escritora valenciana
que se ha convertido en una de las exponentes de la narrativa española con mayores perspectivas a nivel internacional.
¿Cómo es desarrollar el papel de escritora no sintiéndose como tal? Si
ya la gente te considera así, y tus lectores mucho más, ¿qué te falta para
verte como lo que eres para nosotros: una autora de los pies a la cabeza?
No sé en qué consiste desarrollar
el papel de escritora. Yo escribo. Y escribo porque me gusta contar historias
que me motiven. Y ya está. No hay más. Hace poco un lector me decía que era una
narradora fantástica. De momento, ahí sí me veo ubicada. Como contadora de
historias. En cuanto a qué me falta para sentirme escritora, la verdad es que
no lo sé. Imagino que me falta recorrido, producción literaria y también,
claro, reconocimiento externo y no me refiero al de los lectores, que por
fortuna no puedo quejarme, sino a algo más “profesional”, a que me consideren
escritora los medios especializados o la crítica. Pero tampoco tiene
importancia cómo me considere yo porque, como digo, escribo por el gusto de
contar historias que me espolean y la etiqueta de escritora deben ponértela los
lectores. Si quien me lee me considera escritora, es más que suficiente.
Cuando quedó entre las 10 finalistas del Premio Planeta |
Viendo tu currículum profesional que da cuenta de varias carreras y con
una extensa experiencia en todas ellas, nadie podría imaginar que terminarías
incursionando en la literatura, ¿es una vocación que guardabas celosamente para
ti sin atreverte a dar el paso definitivo o fue algo que se manifestó de
repente ante una necesidad emocional, o quizá vital?
Carrera tengo una, aunque cursos
de posgrado (máster que se llamaban antes) si tengo muchos. Como he comentado
alguna vez, la vocación se manifestó de repente, como una necesidad vital. De
no haberse unido una serie de circunstancias tal vez esta vocación continuaría
sepultada bajo la vorágine diaria. Hasta que no pude mirar hacia adentro no
supe lo que necesitaba.
¿Eres una mujer que se lleva por impulsos o que hace caso a su
intuición? Porque imaginamos que uno de
ellos te condujo a presentarte a la 56 de edición del Premio Planeta de Novela
y quedar finalista con tu opera prima El
final de la ave Fénix, ¿en este caso te gusta hablar de suerte o el
cumplimiento de tu destino?
Soy intuitiva pero también
reflexiva. En mi vida privada soy mucho más impulsiva que en la profesional, y
lo literario está más cercano a lo privado que a lo profesional. Si hubiera
reflexionado no habría mandado mi opera prima al Premio Planeta. Creo que tuve
mucha suerte al quedar entre los diez finalistas. He tenido la oportunidad de
hacer de lectora en algún premio relevante y sé lo difícil que es pasar ese
filtro entre tantísimas obras. No basta con que la obra sea buena ―que sí creo
que es imprescindible―, hace falta además que la suerte acompañe y el lector
encuentre en las páginas leídas de tu texto algo que no ha visto en los demás.
No creo en el destino, creo que cada uno se va labrando el suyo según va
tomando decisiones.
El periodismo no es una de tus carreras, pero colaboraste en varios
medios de comunicación, ¿cómo te valúas en ese desempeño y qué aprendiste de
ese campo? ¿Te gustaría volver?
Durante una de las presentaciones de su exitosa novela |
La verdad es que nunca imaginé
que llegaría a colaborar en prensa escrita, radio y televisión, en los tres
casos lo he hecho de forma continuada, ya fuera con columna propia o como
participante en programas semanales. Y en todos ellos me he sentido muy cómoda.
Tal vez la radio es el que más me gusta, me siento como en casa. De todos he
aprendido. El ejercicio de hacer una columna de opinión semanal en un diario de
gran tirada es sanísimo. Es una responsabilidad y un reto que se complica
cuanto más tiempo llevas escribiendo. En cuatro años hablé de casi todo y
cuesta no repetirse. También supone un ejercicio de síntesis estupendo y que, a
mí en particular, me vino muy bien.
La televisión también es un buen
campo de aprendizaje. Aprendes a pensar con rapidez antes de hablar, allí no
existe la posibilidad de eliminar o corregir un párrafo cuando se trata de
directos o falsos directos; y a fuerza de observarte mejoras también la forma
de comunicar. Recuerdo que al principio me veía sin voz y me entraba risa
porque movía tanto las manos que parecía que bailaba la Macarena. He tenido que
esforzarme por ser menos mediterránea en la expresión no verbal. En la radio
eso no es problema, aunque tampoco puedes moverte mucho o los micros lo “chivan”
todo. Pero sí, de todo se aprende.
Me encantaría volver a cualquiera
de ellos, pero por desgracia es un sector en el que es muy complicado que te
contraten y optan siempre por colaboraciones gratuitas a la hora de ampliar
contenidos.
Con los integrantes de su equipo de baloncesto universitario |
Un viejo profesor de redacción periodística nos decía que el periodismo
es literatura hecha a la carrera (a prisa), pero con aspiraciones de un ascenso
definitivo a ella, ¿compartes este punto de vista?
Depende. El periodismo cubre
muchas parcelas y estilos. Cada artículo tiene el sello de su autor y no es lo
mismo escribir una noticia que una columna de opinión. Creo que en Opinión la
vena literaria puede potenciarse más, y ahí sí que estaría de acuerdo con el
viejo profesor de redacción. Aunque, dentro de lo que son artículos
informativos, los hay que se limitan a relatar los hechos como meros fedatarios
y otros en cambio intentan crear un texto que haga vivir lo sucedido y que
impacte en el lector.
Transmites mucha serenidad en tu actitud y comportamiento, ¿eres así
también al momento de escribir?, ¿jamás pierdes la paciencia cuando no fluyes o
no estás inspirada?
Soy una persona tranquila y
paciente, me cuesta mucho perder los nervios que no es lo mismo que no
desesperarse. Eso sí, cuando los pierdo, exploto, tal vez por el tiempo en que,
ya desesperada, me he mantenido en calma. Pero la falta de inspiración me
afecta más en forma de abatimiento que de rabia y eso puede dar la impresión a
quien me rodea de que no me altera.
Has participado como jurado en varios certámenes literarios, ¿qué te
tiene que dar o aportar un manuscrito para que le des tu voto? ¿Qué buscas en
la literatura de otros?
Cuando hago de jurado funciono,
imagino que como muchos, por eliminación. Exijo unos mínimos indispensables y a
partir de ahí, las obras que los reúnen (ortografía correcta, uso adecuado de
la gramática, fluidez en el texto, coherencia…), les vas subiendo el listón. Me
llaman la atención los textos que sorprenden por lo original de la historia,
por la contundencia a la forma de narrar, por la verosimilitud de los diálogos…
Busco que el texto me cautive y que cada línea me invite a la siguiente, que
mantenga mi interés y mi placer en lo que leo, tanto por lo que cuenta como por
cómo lo cuenta, que me sorprenda.
En uno de los lugares que disfrutó más: las cataratas de Niágara |
En un mundo tan poblado -en el que todos buscan hacerse un nombre y
dejarse sentir- como es el literario, ¿qué esfuerzos desplegaste para tener tu
parcela y, además, ganarte el respeto de tus colegas?
Una cosa es hacerse visible y
otra bien distinta ganarse el respeto de los colegas. Cuando empiezas piensas
que al publicar ya está todo hecho: la editorial te publicitará, te llevará a
presentaciones, el libro estará en todas las librerías, contactará medios para
que te entrevisten, tu obra se conocerá y los lectores harán el resto. Pero no
tardas en darte cuenta de que la realidad es bien distinta. Y entonces no queda
otra que moverte por tu cuenta para llegar a los lectores. Por eso abrí mi
primer perfil en FB y por eso tengo una web, el blog, la cuenta de Twitter… Es
un desgaste tremendo, cuesta hacerlo de forma elegante, sin cargar a quienes te
siguen ni saturarles de publicidad. Tengo colegas a los que les funciona la publicidad
tipo spam, pero a mí se me da fatal, no me gusta y lo que hago a disgusto se me
nota.
En cuanto al respeto… Sé que mis
compañeras de letras me respetan. Con los compañeros cuesta más (me refiero a
respetarme dentro del mundo literario, en el personal siempre me he sentido
respetada) porque para mi sorpresa ya hace tiempo que descubrí que les cuesta
(por decirlo de alguna forma) leer a mujeres por prejuicios e ideas
preconcebidas sobre cómo y qué escribimos. Directamente no te leen e incluso
alguno te desprecia sin haberte leído. No lo entiendo, pero pasa. Lo que no
quita para que sean amigos y tengas una relación buena con ellos.
A los tres añitos disfrutando de la playa |
Sé que te gusta el deporte, y obviamente, en él prima la competencia,
aparte de la camaradería, ¿también entraste a medir tus posibilidades en la
literatura? ¿Había en ti un espíritu de competencia? ¿De salir a ganar?
No soy nada competitiva. De hecho
tengo amigos que se quejan de que conmigo no se disfruta ganándome porque no me
molesta perder. Me gusta el deporte, pero practicarlo, no ganar o perder. Y en
la literatura me pasa otro tanto. No soy ambiciosa ni quiero ser más que otro. Quiero
ser yo, aspiro a escribir bien, a ser leída, a hacerme un nombre, pero sin
pasar por encima de nadie o ver qué hacen los demás salvo para aprender de
ellos.
En todo ámbito hay que lidiar con los juicios de valor, y quizá, en el
literario como en el artístico mucho más, ¿cómo respondes cuando critican con
mala leche tu obra o tu persona? ¿Lo sobrellevas bien o te cuesta levantar
cabeza luego?
Las críticas me afectan, claro.
Las que son a mala leche de forma distinta a las que son sinceras porque se distinguen
perfectamente unas de otras. Las que son a mala leche me producen desazón
porque escapan a mi entendimiento. Suelen ser anónimas y te dejan con la
sensación de que tienes un enemigo cerca y no sabes quién es (aunque a veces lo
intuyes). Me afectan por la maldad que implican. Y a veces me indigno porque
llegan a mentir o falsear para desprestigiar y estás indefensa en esas
situaciones. Callas porque si lo rebates le das más publicidad y para eso lo
hacen.
Cuando son críticas porque de
verdad no ha gustado el libro duelen menos aunque me las tomo más en serio.
Tengo claro que no puedo gustar a todo el mundo y, si están bien argumentadas,
tomo nota de lo que dicen por si es algo que puedo mejorar en el futuro.
Sobre si está o no presente el autor en sus obras, los escritores
todavía no se ponen de acuerdo -y quizá nunca lo hagan-, ¿podemos hallar a
Marta en sus relatos o novelas? ¿Cuánto de ti dejas en tus obras?
Voluntariamente, salvo en el
prólogo y el epílogo de mi primera novela, nada. Inconscientemente imagino que
todos nos filtramos por alguna rendija del texto, en alguna idea de un
personaje, en la reacción de otro… Pero son trazas no reconocibles que se
mezclan con otros rasgos que nada tienen que ver.
¿Qué aspiraciones o metas cumples cuando pones punto final a tus
relatos o novelas? ¿Hay en ti una necesidad de dejar un mensaje o moraleja?
Cuando pongo punto final a una
historia mi aspiración es sentirme satisfecha con el trabajo realizado, que
sienta que el final ha quedado “redondo”.
No me pongo metas en cuanto al mensaje, no soy un gurú ni un maestro.
Tengo la necesidad de emocionar, de conectar con el lector, y me gusta también
dejar preguntas abiertas. No sé si puede llamarse moraleja, pero con frecuencia
mis historias se mueven en un terreno en que nada es blanco ni negro y hasta del
personaje más perverso puede entenderse su punto de vista. Pero no es una meta
o algo premeditado.
Te gusta la música y el baile, e incluso practicaste ballet, ¿qué papel
desempeñan estas artes en el mundo literario de Marta y su vida en general?
La música y el baile me devuelven
la energía que pierdo en tantas cosas de las que me ocupo y me preocupan. Son
mis pilas, y además bailar me pone de buen humor. La música me ha acompañado a
lo largo de toda mi vida y de hecho, en mi tercera novela (que está pendiente
de publicación) hago un pequeño homenaje a la música de los 80’s y 90’s.
Durante su paso por Indonesia |
Tengo entendido que soportas mal el frío, ¿con qué sentimiento o
emoción lo asocias? ¿Podría ser un tema
literario?
El frío me aletarga y lo soporto
mal. El invierno lo pasaría hibernando, como los plantígrados. Literariamente lo
asociaría con la muerte o la enfermedad. No me llama escribir sobre el frío
aunque tengo un micro relato en el que es el protagonista.
A los 20 años ya habías recorrido medio mundo, ¿te has quedado con
algún paisaje o algunas personas, en especial, de aquellos periplos? ¿Qué nos une y nos separa a los seres humanos
tú que has visto más diversidad de tierras y gente que la mayoría?
Me costaría decidir porque fueron
muchos los que me impresionaron profundamente. Recuerdo de forma muy vívida las cataratas de Iguazú. Llegamos
hasta el borde mismo, a una roca que parte la catarata, y no solo vi sino que
sentí en mi cuerpo la fuerza brutal del agua. Quedé conmocionada. Pero vivimos
en un planeta muy hermoso y con mucho para ver y llenar el alma, y nos
empeñamos en mirarnos el ombligo.
Nos separa la sinrazón, los
prejuicios, el egoísmo, la falta de empatía, la ignorancia… Cada uno tiene sus
costumbres y su historia, pero con respeto y una mente abierta por ambas partes
puedes sentirte bien en cualquier lugar del mundo por diferente que sea a tu
entorno habitual.
Has probado varias de las cosas que te han llamado la atención como la
fotografía, los idiomas, aunque no, el dibujo, ¿qué tienen en común estos y
cómo encajan en tu personalidad? ¿Qué
nos informan de ti?
Creo que ponen de manifiesto
cierta sensibilidad hacia las artes plásticas y que soy bastante proactiva, me
gusta hacer cosas, aprender. Soy inquieta y también, para mi desgracia, poco
constante. Dice el refrán que quien mucho abarca poco aprieta y yo me disperso
mucho. Me faltan horas en el día para todo lo que me gustaría hacer.
Se la recuerda como una de las falleras mayores más bellas |
Lo he comentado, me gusta
aprender, y en esa vía es en la que soy curiosa. También me gusta comprender el
fondo de las cosas y para ello es necesario tener mucha información sobre lo
que rodea aquello que se quiere entender. En esa medida soy curiosa.
En cuanto a ver venir a la gente
me dicen que tengo un sexto sentido, pero como soy de cuestionármelo todo, me
cuestiono hasta mis propias apreciaciones intuitivas mientras los hechos no
confirmen (casi siempre lo hacen) lo intuido. No sé si se ahorra uno
decepciones o se las lleva antes de tiempo. La ignorancia a veces evita
disgustos.
¿Qué le ha aportado Marta Querol
ser humano a la escritora y viceversa?
¿Difieren mucho una de otra?
No hay dos Martas, son
inseparables. Los que me conocen saben que lo que se ve o se escucha en las
entrevistas es lo que hay. Lo único que la Marta escritora le ha aportado a la
Marta ser humano son unas amistades impagables que no habría conocido de no
haber emprendido el camino de la literatura. Algunas de esas personas se han
convertido en pilares fundamentales en mi vida.
Junto a un escaparate de La Casa de Libro |
En 1988 fuiste elegida Fallera Mayor de Valencia, ¿por qué quisiste serlo? ¿Asumir este cargo
fue uno de los mayores retos de tu vida? ¿Cuál es el aprendizaje que te trajo
esta experiencia?
Tampoco fue algo que me planteé.
Yo era una enamorada de la fiesta de las Fallas y a mi padre le hacía muchísima
ilusión. Me presentaron a la elección porque era lo habitual, lo último que se
hacía cuando acababas de representar a la falla de tu barrio, y fui pasando
filtros hasta ser la elegida. Me costó asimilarlo y sí, fue el mayor reto que
hasta entonces había tenido enfrente. Me obligó a mejorar en muchas cosas como
a hablar en público, habilidades sociales, espíritu de sacrificio, sentido de la responsabilidad…
Aprendí muchísimo pero, sobre todo, maduré y, como en el caso de la literatura,
hice muchísimos amigos y alguna de las amigas de entonces hoy en día son una
parte importantísima de mi vida.
¿Crees que ser escritora es el propósito de tu vida? ¿Naciste para
contar historias?
Creo que sí, que tengo un don
para contar historias. Cuando tengo el tema claro la escritura me fluye con una
facilidad que me sorprende. Pero no creo que ese sea el propósito de mi vida.
Mi propósito es ser feliz y hacer feliz a los que me rodean.
Si desean saber más de al autora o su obra pueden pinchar los siguientes enlaces: http://www.martaquerol.es/ http://martaquerol.es/blog/ https://www.facebook.com/Marta-Querol-693009217440932/timeline/ https://twitter.com/marta_querol |
Gracias, Elga!
ResponderEliminarUn abrazo, Luis.
EliminarMagnífica entrevista. Marta es una excelente persona y escritora , por eso suscita admiración y provoca y recibe tanto afecto. Hay una respuesta en particular de la entrevista con la que me identifco mucho: la escasa disposición de muchos hombres (entre ellos, colegas de escritura) a leer libros escritos por mujeres y también - aunque se haga de manera sutil - la actitud de cierta superioridad, el prejuicio y la escasa disposición a leer las obras de sus compañeras. Esto resulta particularmente doloroso (al menos para mí) porque nosotras no dejamos de apoyarlos y leerlos.
ResponderEliminarHe disfrutado mucho con la lectura de esta entrevista, pues es Marta Querol en estado puro.
Muchas gracias, Isabel. Un abrazo.
EliminarFiel reflejo de una gran escritora y mejor persona.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Mercedes. Saludos.
EliminarMe gustó saber muchas más cosas de ti. Un beso
ResponderEliminarMartita, me alegra que no solo estés bien, sino que el aura que flamea en derredor de tu espléndida figura, en vez de disminuir, se haya convertido en un incendio de pasión capaz de derretir el hielo más compacto. Cada vez que te leo, aún en el invierno más crudo, vuelves líquido el Niágara de mi corazón y de paso lo liquidas de amor.
ResponderEliminarPermíteme felicitarte por esta estupenda entrevista, Elga. De las mejores que he leído en los últimos tiempos.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo.
EliminarEnhorabuena, Elga. Un saludo.
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