Le ha costado lo suyo para que la
crítica, los lectores y sus colegas escritores entiendan su propuesta literaria,
y es que el tiempo no solo sirve para poner a prueba la vocación y la
perseverancia en la labor que uno ama, sino también su calidad y trascendencia. Esto es lo que le ha tocado vivir
al escritor peruano afincado en Nueva York, Fernando Morote, quien por estos
días se halla promocionando su obra Brindis,
bromas y bramidos.
Sus críticos manifiestan que ha sobrevivido a la temática de los 90,
¿cómo ve su poesía y narrativa con el devenir de los años? ¿Cree que algunos de los temas o propuestas
envejecen mal como muchos de nosotros?
No creo que los temas o las
propuestas envejezcan. Envejece la forma de abordarlas o de mirarlas. Así como
el escritor debe ser libre para escribir, el lector debe ser libre para leer. El
escritor necesita hallar un perfil, un toque que atraiga y seduzca al lector,
más allá de la historia que le está contando. Pero el lector también necesita
hacer su trabajo de entrar al texto con la mente y el espíritu abiertos; es
posible que descubra algo que lo cautive. De lo contrario, puede quedarse
estancado en clasificaciones y parámetros.
El poeta Eduardo Rada lo ayudó a publicar su primer poemario de título Poesía Metal-Mecánica |
¿Su poemario Poesía Metal-Mecánica (1994) fue incomprendido o poco valorado en su momento, sin
embargo, hoy por hoy se ve con otros ojos, ¿qué cambió o qué cambia con el
tiempo?
El poeta Eduardo Rada, que por
aquellos años organizaba un extraordinario evento denominado “Poetas por la
paz” en el anfiteatro del parque central de Miraflores, se interesó por el
manuscrito y me dijo: “Tienes que publicarlo”. No me dijo que el poemario fuera
bueno o que le gustara. Solo me dijo que tenía que publicarlo porque era una
propuesta poco frecuente y sería buena idea presentarla al público. Me
entrevistó en su programa de Radio Sol Armonía y me ayudó a publicarlo bajo su
sello Ediciones Los Sobrevivientes. Lo que cambia con el tiempo es la apreciación
de quien lee, su forma de aproximarse al texto. Hay libros que corresponden a
un momento diferente de cuando fueron escritos o publicados. Algunos, lanzados
al mercado como promesas de éxito, a veces son rápidamente olvidados. Otros,
ignorados al inicio, en ocasiones son rescatados de la oscuridad por alguien
que se entusiasmó con su lectura y decidió difundirlos.
Lo mismo le pasó a su libro Los
Quehaceres de un Zángano (2009) ya
en este siglo. ¿Está usted condenado a ser entendido y valorado como se debe extemporáneamente?
¿Nos puede explicar por qué una obra tan rica y sustanciosa puede resultar
abrumadora para algunos?
Los quehaceres de un zángano fue en principio un libro de cuentos, escritos
hacia mediados de los ochenta y principios de los noventa. En esos años no
existía la explosión de editoriales independientes que vemos hoy. Era mucho más
difícil encontrar medios para publicar. Presenté el manuscrito al CONCYTEC, un
organismo del Estado que tenía presupuesto para promover actividades culturales,
incluyendo la edición de libros. Después de varias semanas de ansiosa espera,
me lo devolvieron cortésmente enfatizando que no podían romper tantos moldes.
Pasaron varios años antes de que pudiera recuperar el ánimo. En la misma época
que publiqué Poesía Metal-Mecánica tuve
el privilegio —gracias a mi amigo Daniel Camino— de conocer a Julio Ramón
Ribeyro, quien celebró los relatos, especialmente “El placer humano no es el de
la carne”. Pese al impulso recibido no publiqué el material hasta el año 2008, cuando
resolví transformarlo en una novela compuesta de cuentos, poemas, cartas y
páginas de diario personal.
Su vocación siempre fue la abogacía, pero luego sufre un desencanto con
ella, sin embargo, no la
deja y se refugia en la literatura, ¿de qué quería
huir? O ¿qué no le daba su carrera que
lo hizo desestabilizarse emocionalmente? ¿Contra qué luchaba en esa época?
CONCYTEC rechazó el manuscrito de este libro porque no tenía intenciones de romper los moldes establecidos |
Tengo el título de abogado, pero
no el corazón. Mi vocación es de escritor. Al poco tiempo de empezar la
universidad descubrí que lo mío no era el derecho. Sabía que no quería ser
abogado, pero todavía no identificaba qué quería ser en realidad. Lo encontré
cuando volví a mi raíz y, tras un intento fallido como aprendiz de actor,
recordé lo que más disfrutaba en el colegio: escribir. No hablo mucho, y cuando
lo hago siento que tengo mucho más para decir de lo que puedo o me atrevo.
Entonces escribo.
Ha declarado que siempre “ha llegado tarde a la etapas de su vida”. En
ese sentido, ¿considera que también llegó con retraso a la escritura? ¿Tiene sus ventajas hacerlo tardíamente?
Empecé a escribir desde niño. Era
como un juego en el que me sentía libre y cómodo. Me divertía porque, siendo un
placer solitario, no enfrentaba censura ni castigo. Podía decir lo que quería,
como lo sentía. Y en verdad lo disfrutaba. Después vino el falso sueño de ser
abogado, deslumbrado por el éxito de mi padre y mi hermano en esa profesión.
Cuando tenía 24 años de edad se impuso la sangre: abandoné los estudios de derecho
y renuncié al trabajo que tenía en el departamento legal de un banco para
dedicarme a escribir. Debido a mi rebeldía me concentré en las drogas, pero eso
sólo agudizó los problemas existenciales que arrastraba. Afortunadamente toqué
fondo y encontré una salida. Diez años después, en el 2005, volví a tomar la escritura
como actividad preponderante.
¿Qué le han aportado sus clases de creación literaria en el del Museo de Arte de Lima y sus cursos
libres de literatura en la
Facultad de Letras de la Universidad Mayor
de San Marcos? ¿Necesitaba prepararse antes lanzarse a escribir y publicar?
Eso sucedió en el verano de 1987.
Llegué prácticamente de rebote, pues mi intención inicial era estudiar teatro,
pero durante la primera clase me sentí tan abochornado que salí espantado y no
regresé más. Busqué otra cosa y encontré el taller de creación literaria. Era
un grupo fantástico, encabezado por Otilia Navarrete y asistido por el peruano Richar
Primo (hoy escritor y docente en Lima) y los argentinos Jorge Tapia (hoy
profesor de biodanza en Córdoba) y Walter Freytes (hoy funcionario de la
fiscalía del pueblo en Buenos Aires). Ellos me introdujeron, de una manera
seria e informal, lúdica y didáctica, al oficio de escribir como ejercicio
creativo y disciplinado. En la universidad de San Marcos recuerdo el curso de
teoría literaria, dictado por el escritor José Antonio Bravo, y unas estupendas
clases de historia del arte, impartidas por un brillante profesor español.
Ambos abordaban sus cátedras con gran sentido del humor, lo cual hacía más
amistoso el proceso de aprendizaje y proveía la motivación necesaria para
explorar el mundo de la literatura con mayor voracidad.
Quiso ser actor pero salió abochornado de su primera clase |
¿Cómo realiza su trabajo literario? ¿Busca sus historias o ellas las buscan a usted? ¿Sus personajes tienen
que ver con usted o su entorno? ¿Le ha ocurrido alguna vez que le han servido
de portavoces para manifestar lo que siente o piensa respecto a algo que le
afecta o conmueve?
Los temas no son difíciles de
escoger. Escribo sobre lo que mejor conozco. Por una cuestión de instinto,
busco siempre un ángulo algo sórdido. Pero luego trato de combinarlo con un
poco de humor. Juego con el lenguaje intentando crear expresiones que puedan
perturbar de algún modo. Los títulos de mis libros reflejan esa tendencia. ¿Qué
relación puede existir entre la poesía y la metal-mecánica? A simple vista,
ninguna. Reconozco que ese libro, aparte del nombre, tiene muy poco de poesía.
Pero mirando con un poco más de atención, a lo mejor haya alguna conexión. ¿Cuáles
son los quehaceres de un zángano? La paradoja conduce, en este caso, directo a
la crisis; el ocio productivo se bate en duelo con el pernicioso. El
protagonista de la novela transita, a lo largo de su vida, por la cornisa que
los separa. ¿Polvos ilegales, agarres malditos? Tomé el título de una frase
literal de mi cuento “El placer humano no es el de la carne”. Polvos ilegales
se puede entender como la presentación de ciertas drogas, pero también se puede
asociar con el adulterio y la infidelidad. Agarres malditos podría implicar las
funestas y permanentes consecuencias de efímeros placeres carnales. La
interpretación está abierta. Brindis,
bromas y bramidos es un conjunto de textos (incluyendo varios
micro-relatos) que contienen crítica y reclamos, celebración y agradecimientos,
matizados con un enfoque sarcástico.
Se ha dicho también sobre su espíritu irreverente a la hora de tocar
temas sagrados, sobre todo para el sentir de la gente de su tierra, por
ejemplo, los héroes. No se perdona hablar mal de ellos o cuestionar sus actos,
¿cree que hay temas de los que mejor no hablar?
No puede existir tema intocable. Menos
en literatura. Eso sí que sería un pecado imperdonable. La referencia a los
héroes en uno de mis cuentos es precisamente mi homenaje a ellos. Entiendo que
no es un método muy ortodoxo de rendir tributo o venerar a importantes
personajes de la Historia ,
pero como coartada siempre tengo presente una frase de Joan Miró: “Si en esa línea
ves una curva, ¿por qué tendrías que dibujarla recta?”.
Una obra que todavía da mucho que hablar |
Polvos ilegales y agarres
malditos (2011) es una obra donde se ocupa del género erótico y lo destapa sin censuras, algo inédito por
donde se lo mire, pues es una forma narrativa algo poco común o desconocida en
su país. Al respecto el periodista
Fernando Carrasco anota “…ha echado mano a su talento creativo para mostrarnos
con acierto los rincones más oscuros y reprimidos de la condición humana”. ¿En qué momento despierta su interés por lo
erótico?
Lo erótico ha tenido siempre un
fuerte impacto en mí. Del misterio he pasado a la represión y de allí al descontrol.
Con frecuencia ha resultado un conflicto físico y emocional. Por eso lo
considero un tema perfecto para escribir. Por años tenía la idea de “Polvos” en
la cabeza, pero no lograba darle forma. Un día, durante un viaje de trabajo
desde Nueva York a la frontera con Canadá, encerrado 12 horas junto a 5 compañeros
en la tolva de un camión, entre máquinas y químicos para lavar pisos, me
refugié pensando en el proyecto como una forma de escapar del lugar donde me
encontraba. Así diseñé la estructura de la novela. Fue un mecanismo de defensa
altamente revelador. Decidí abrir cada capítulo con la estrofa de una canción afín
al pasaje narrado y desarrollar los episodios sexuales intercalándolos con
diálogos y opiniones del protagonista acerca del matrimonio.
Su nota introductoria al hablar de Judas, el protagonista de su novela,
(“un hombre en plena
crisis de la mediana edad, procurando su realización personal a través del
sexo”) se queda corta teniendo en cuenta hasta donde es capaz de llegar
en busca de su placer sexual, ¿no le parece?
Judas es un tipo trastornado, no
porque sea pervertido sino porque cree que el sexo puede aliviar o darle
sentido a su atribulada existencia. Su idea de lo romántico, social y
culturalmente inaceptable, lo lleva a vivir experiencias sexuales que para el
resto de la gente son inadecuadas, pero para él son perfectamente normales. En
la cuestión sexual, como en cualquier otro campo de la vida, no hay buenos,
santos y puros versus malos, sucios y enfermos; solo seres humanos con una
complejidad de cualidades y defectos conviviendo en su interior.
Considera que desarrollar un estilo toma tiempo |
¿Considera que el género erótico sigue siendo mal visto en nuestra
cultura hispanoamericana? ¿Hay una línea divisoria lo suficientemente clara
como para señalar, sin temor a equivocarnos, que algo deja de ser erótico y pasa
a convertirse en pornográfico puro y duro?
Es difícil precisar dónde está la
línea divisoria. Para mí es muy fina, nada clara. Tampoco trato de
identificarla. “Polvos” contiene algunas escenas eróticas y otras decididamente
pornográficas. Aunque también incluye muchas que son sólo imaginarias. Porque
así es la experiencia sexual de los seres humanos. Las descripciones sutiles o
explícitas en el libro son un ejercicio consciente y deliberado. El género
puede ser mal visto, pero dudo de que quienes lo hagan rechacen o sancionen el
sexo en su vida personal. En todas partes hay mucho de hipocresía hacia el
sexo.
Brindis, bromas y bramidos (2013) ha recibido una serie de halagos en
su aparición, tanto así que los críticos se refieren a una consolidación de su
estilo y madurez de su narrativa, ¿cómo observa su obra? ¿Está totalmente
satisfecho de ella?
Desarrollar un estilo es un
proceso que toma tiempo. Me lo tomo con calma. No me tomo demasiado en serio.
Me gusta jugar, experimentar y equivocarme. En ese trance, cuando me
desconecto, encuentro lo que busco.
¿Qué retos implica hacer literatura en español en Estados Unidos? ¿Hay un verdadero interés por leer a
escritores hispanoamericanos que no son tan populares o consagrados?
Escribir en español en Estados
Unidos tiene la ventaja que concede el aislamiento. Se puede aprender mucho del
idioma ajeno para refrescar y enriquecer el propio. Es un reto productivo y
fructífero. Demanda mayor atención, se debe recurrir más a menudo al diccionario
y aprender basado en la intriga. Eso permite buscar similitudes, contrastar
diferencias, probar combinaciones. Pero sobre todo reafirmar las raíces.
Manifiesta que aún no ha considerado la posibilidad de escribir en inglés |
¿Cuánto esfuerzo más tiene que desplegar un escritor latinoamericano
para darse a conocer en tierras que no son suyas, y en otro idioma?
Pienso que el esfuerzo es el
mismo en todas partes. Ser escritor no es una decisión que toma una persona en
sus cabales. La sociedad, la cultura, el mercado, están organizados de una
manera donde hay poco espacio para acoger con calidez y dar la bienvenida a los
escritores. Prácticamente todo juega en contra. Pero lejos de constituir una
barrera es un estímulo poderoso. Cuando uno está resuelto a conseguir lo que
quiere, no deja de sorprender la forma en que se pueden encontrar los recursos —en
términos de tiempo, energía y dinero— para hacerlo.
Y ¿qué me dice de los espacios donde dar a conocer las obras? ¿Existe el apoyo de librerías, bibliotecas o
centros culturales?
Las bibliotecas —sobre todo aquellas
ubicadas en zonas donde la comunidad hispana tiene importante presencia— por lo
general abren sus puertas para favorecer el desarrollo de actividades
literarias. Las librerías hispanas hacen lo mismo. Muchas de ellas organizan
veladas y tertulias, recitales y lecturas, que se combinan con música y a veces
cine. Otros espacios, como cafés y restaurantes, sirven asimismo para que
escritores y poetas se reúnan a compartir y difundir sus trabajos.
Muchos encargados de las áreas de español de las bibliotecas de Estados
Unidos se quejan de la poca cantidad de libros de literatura en español que les
llegan, eso quiere decir que también hay cierto interés por parte de lectores
no necesariamente latinos por acercarse a nuestra literatura, ¿no le parece?
Las grandes librerías tienen
siempre una modesta sección de libros en español. No estoy seguro de que
personas anglo-parlantes se interesen mucho por la literatura en español, a
menos que sean profesores o individuos trabajando en negocios donde el español
es necesario.
Desde hace algunos meses colabora con varios medios literarios |
¿Ha pensado en publicar en inglés? ¿Qué posibilidades de ganarse un
lugar ve en esto?
No lo he pensado aún, pero las
posibilidades son infinitas.
Colabora con publicaciones en español, ¿De cuánto le ha servido para
difundir su obra? ¿Es fácil conseguir hacerse un nombre en medio de tantos que
quieren o anhelan lo mismo?
Mi amigo y ex director del Periódico
Irreverentes de Madrid, Santiago García Tirado, estuvo animándome durante mucho
tiempo para que me lanzara a escribir en revistas y otros medios, a fin de dar
a conocer mi trabajo narrativo. Largos meses me mostré reacio a hacerlo, más
por timidez y flojera que otras razones. Nunca he sobresalido por mi compromiso
o constancia. Sin embargo en el verano del año pasado, se presentaron un cúmulo
de situaciones que me predispusieron a hacerlo. Tomé contacto con algunos
medios que recibieron con agrado mis colaboraciones y a partir de allí he
continuado haciéndolo. En Lima Gris escribo artículos sobre diversos temas culturales
y entrevisto autores hispanoamericanos que viven en Nueva York. El Periódico
Irreverentes publica semanalmente un capítulo de “Polvos ilegales, agarres
malditos”, el que se acompaña con el video-clip de la canción escogida en el
libro, de modo que el texto se puede leer mientras se escucha la música. Desde
principios de este año he comenzado a escribir en ambos medios artículos sobre cine
clásico.
¿Cómo ve el panorama de la literatura en español en Estados Unidos?
Hay un fuerte movimiento.
Desconozco en detalle lo que sucede en otras ciudades, pero regularmente recibo
noticias de actividades literarias en español a lo largo del país, especialmente
California, Washington y Nueva Jersey. Aquí en Nueva York habitualmente se
desarrollan ferias de libros, festivales de poesía, presentaciones de nuevas
obras, talleres literarios y conversatorios entre escritores.
Ha declarado que escribir no le da de comer pero si de vivir, entonces, ¿cuál es la vida que le da?
El tipo de realización personal
que no encuentro en la actividad que desarrollo para ganar dinero.
¿Qué espera de su carrera literaria? Como dentro de diez años, por
ejemplo.
Si desean saber más del autor o de sus obras
pueden hacer clic
en los siguientes enlaces:
Una vez más, una entrevista impecable que nos hace viajar por el pensamiento de una persona de quien que no teníamos más noticias que las que aparecen en las solapas de algún libro formal. Como los pobres, los ajustados al sueldo o los que no tenemos sueldo, pero ansiamos conocer las nuevas generaciones de escritores, compramos los libros "piratas", que no tienen "solapas" y por tanto, leemos sus obras, pero no tenemos noticias de ellos. Sólo sus nombres nos suenan y los imaginamos más como artistas de cine que como gente como uno. Tus entrevistas, nos acercan a ellos y te lo agradecemos. Gracias Elga.
ResponderEliminarFélix: Muy halagada por tus palabras. Sobre todo por haber sido una de las figuras del periodismo que me vio en mis inicios y tuvo la generosidad de darme consejos para mejorar en mi labor.
ResponderEliminarLa misión de este blog no es solo apoyar a los escritores y artistas consagrados, sino también dar voz ( si es posible definirlo así) a quienes recién empiezan o están luchando por sacar adelante sus carreras.
Gracias por entenderlo así, y por darte un tiempo para leerme.
Un abrazo,
Elga
Siempre trazando puentes, Elga, para que las letras españolas del más acá crucen al más allá y viceversa.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Ricardo. Como siempre eres muy amable. Un abrazo.
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrevista, acaso porque tuve la inmensa suerte de leer (y reseñar) su libro de relatos para Maleta de libros. Aunque también por muchas de las ideas que comparto, en la distancia geográfica y en la cercanía literaria. Somo compatriotas de letras, si se nos permite, y no puedo sino agradecer esa última frase a esa última pregunta. Salud, vida y letras. Enhorabuena y felicidades a ambos.
ResponderEliminarMuy interesante, la literatura es la palabra distribuida por todo el mundo sin moverse del sitio. Puede llegar a cualquier lugar y escuchar las ideas, pensamientos, historias o lo que sea en cada caso. Y desde luego el mundo de las artes y las letras es toda una aventura que esta inmersa en el espíritu, no una decisión. Gracias Elga sigues alimentando nuestro espíritu.
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